LA CORRESPONDENCIA DE
FRANCISCO DE GOYA CONFIRMARIÁ SU HOMOSEXUALIDAD
La orientación sexual de los grandes genios del arte siempre ha sido objeto de debate. Ya sea por su importancia en el análisis del contexto que alumbró su obra, bien sea por puro morbo, la orientación homosexual de Francisco de Goya ha centrado muchas discusiones académicas a lo largo de la historia. Una de las expertas en la materia y en la conservación de la producción del genio maño en el Museo Nacional del Prado, Manuela Mena, ha sido la encargada de presentar la nueva catalogación que la pinacoteca pública ha llevado a cabo en colaboración con el Centro Botín de Santander.
Además del descarte de seis obras "erróneamente" atribuidas al artista, Mena ha revelado la nueva "interpretación contrastada" de la correspondencia entre Goya y al que ha calificado como su "amigo amoroso", Martín Zapater.
En una de las misivas en cuestión, presente en la catalogación gracias a más de cuatro años de investigaciones, el encabezamiento que realiza el pintor de La maja desnuda destaca por su singularidad. Fechada en Madrid al volver de un encuentro con Zapater, el 10 de noviembre de 1790, la particularidad de la carta pasa por el corazón en llamas que la abre, "inflamado de amor" según Mena. La cruz habitual que se añadía en la correspondencia de la época se cambia por el símbolo romántico, "cuidadosamente detallado y henchido por las arterias", como se especifica en el texto analítico que completa la publicación de la correspondencia. Esta carta se suma a la ya conocida de ese mismo mes, también para Zapater, en la que Goya dibuja un pene.
Después, en diciembre de ese mismo año, Goya le escribiría: "El mayor bien de cuantos llenan (mi) corazón, acabo de recibir la inapre(ciable) tuya; sí sí que me avivas mis sentidos con tus discretas y amistosas producciones, con tu retrato delante me parece que tengo la dulzura de estar contigo, ay mío de mi alma no creyera que la amistad podía llegar al periodo que estoy experimentando".
A pesar de su importante significado en la vida del maestro, estas cartas no habían sido localizadas hasta 2007, año en el que son puestas a la venta en Londres. La novedad está en la interpretación que hace Mena y que ahora se traduce en un interés amoroso, de carácter homosexual y alejado de lo platónico por su amigo de la infancia, al que retrató en dos ocasiones.
Más allá del revuelo que puedan generar estos nuevos hallazgos e interpretaciones, el Museo del Prado, a través del Jefe de conservación de dibujos y estampas José Manuel Matilla, ha dejado entrever que se podrían aportar más pruebas para esta tesis a lo largo de la semana que viene.
Además de la correspondencia, las novedades de la investigación que presentó la Fundación Botín pasan por la descatalogación de hasta seis obras que hasta ahora se creían obra de Goya. Así, dos Academias de Zaragoza, un retrato propiedad del Museo de Boston, dos dibujos y hasta un dibujo perteneciente al propio Museo Nacional del Prado (Exorcismo de San Francisco) quedan fuera de la producción oficial del artista. Eso sí, el trabajo de Mena y Matilla ha servido para incluir ahora entre el legado de Goya un dibujo preparatorio para La pradera de San Isidro.
El lustro invertido en todo el proyecto por parte de ambas instituciones, además de en los cinco volúmenes del nuevo catálogo, se plasmará en una gran exposición monográfica con sede en el Prado en 2019. Los dibujos de Goya, que se cifran en el millar, nos devuelven la figura de un hombre "con mucho sentido del humor" y "alejado de la fama tosca e iracunda que durante el siglo XX se atribuyó al artista", en palabras de Manuela Mena.
MATÍAS G. REBOLLEDO, SANTANDER, ESPAÑA, DIC. 2018