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De: cubanet201 (Mensaje original) |
Enviado: 14/12/2018 14:53 |
Sólo en el perímetro, conocido en los documentos de la entidad empresarial como “Manzana Payret”, Gaviota pretende incorporar unas 600 habitaciones. “Un día dicen que seguirá siendo un cine, otros que pasará al Parlamento (Asamblea), pero ahora están diciendo que harán un hotel y que entonces nosotros iremos para el Campoamor (antiguo Teatro Capitolio) cuando lo terminen pero eso allí no avanza mucho, yo creo que terminarán demoliéndolo.
Payret, de teatro a hotel cinco estrellas
¿El Payret continuará siendo el cine-teatro que todos conocemos en Cuba o terminará integrándose al circuito de hoteles de lujo de La Habana?
A juzgar por la información publicada en la más reciente Cartera de Oportunidades de Inversión Extranjera, elaborada por el Ministerio de Comercio Exterior de Cuba, así como la inserción del área donde está emplazado el histórico edificio entre los proyectos de la Oficina del Historiador para celebrar los 500 años de la capital, muy pronto, frente al recién restaurado Capitolio, veremos alzarse al menos un imponente cinco estrellas de trescientas habitaciones.
Preconcebido por Gaviota S.A., perteneciente al Grupo Empresarial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), el nuevo complejo de edificaciones para el turismo abarcaría totalmente la manzana comprendida entre las calles San José, Teniente Rey, Zulueta y Paseo del Prado y estaría integrado por un segundo hotel de categoría y capacidad similares a las del futuro Payret, así como una galería comercial donde hoy existe la Sala Deportiva Kid Chocolate.
De acuerdo con informaciones ofrecidas, tanto por funcionarios de la Unidad de Construcciones Militares (UCM) como de la propia Gaviota S.A., el proyecto ha sido insertado en los planes de inversiones a corto y mediano plazos que buscarían transformar los alrededores del Capitolio, donde ya tiene su sede oficial la Asamblea Nacional, en una especie de gran vitrina de exhibición que se extendería desde los hoteles Isla de Cuba, situado en la calle Monte y actualmente en ruinas aunque próximo a ser restaurado, atravesando el Paseo del Prado y llegando a Malecón, donde ya funciona el segundo cinco estrellas plus de Cuba y donde además habrá de inaugurarse, en pocos meses, el hotel Prado y Malecón, al que la cadena francesa Accor considera su principal joya en la isla caribeña.
“Se están valorando varias propuestas. Una de ellas sería conservar todas las fachadas del Payret y parte del interior, parte de la decoración, es la propuesta que posiblemente sea la definitiva aunque tiene algunos detractores por el significado histórico y cultural del Payret como teatro, hay otras propuestas una sala de reuniones para la Asamblea Nacional aunque creo finalmente se impondrá el hotel, junto a otro (el Hotel Pasaje) que supondría la reubicación de unas cien familias que todavía viven en la cuadra, así como otro centenar en las cercanías al Capitolio”, señala un funcionario de Gaviota bajo condición de anonimato.
Su declaración coincide en buena medida no solo con lo inscrito por la Oficina del Historiador en las señalizaciones del solar que hace esquina en Teniente Rey y Paseo de Martí (Prado) sino con la de funcionarios de la UCM, la empresa cubana encargada de la ejecución de los trabajos junto a la francesa Bouygues Batiment International.
La inversión total superaría los 300 millones de dólares, una cifra difícil de conseguir sin un socio extranjero, por tanto la parcela se encuentra actualmente entre un total de doce adjudicadas a Gaviota en la capital y que han sido priorizadas en la nueva Cartera de Oportunidades.
“Toda esa zona está pidiendo a gritos una restauración de las estructuras así como un cambio de sus funciones actuales, más por su integración a un conjunto donde está el Capitolio, el Gran Teatro, los hoteles del entorno, entre ellos el Manzana, hay dos edificios en peligro de derrumbe, uno de ellos es el que está frente al Tribunal Provincial, por las condiciones en que se encuentra tendrá que ser demolido, mientras de los que están frente al Capitolio se aprovechará parte de las fachadas, la sala Kid Chocolate tendría que ser trasladada y en su lugar se levantaría el Hotel Pasaje y una galería comercial similar a la que existía antes de ser transformado el lugar en complejo deportivo”, asegura la misma fuente.
Sólo en el perímetro, conocido en los documentos de la entidad empresarial como “Manzana Payret”, Gaviota pretende incorporar unas 600 habitaciones a un plan que busca incrementar las capacidades de La Habana a unas 6 mil, en menos de cinco años, y que afianzaría a la corporación militar como líder en el sector hotelero cubano al superar, con la sumatoria del total de inversiones, en casi un 40 por ciento las 28 163 habitaciones con que cuenta actualmente en todo el país, una cantidad a la que apenas logra acercarse Cubanacán S.A. con 15 585, a pesar de contar con más años de operaciones que Gaviota, fundada a inicios de los 90, en plena crisis económica del llamado “Período Especial”.
“No existe otra entidad que tenga tantos proyectos en ejecución al mismo tiempo”, afirma a CubaNet un funcionario de la UCM: “Se trabaja en la construcción de una decena de hoteles nuevos en la capital, y se estudia el desarrollo de unos veinte más en las diferentes parcelas que se han priorizado en La Habana. Para el próximo año se espera comenzar dos proyectos en las parcelas cercanas al Acuario Nacional, entregar el P1D, ya avanzado, en lo que antes era la Feria de Malecón, varios hoteles en la calle 23, entre ellos otro cinco estrellas plus, frente a Coppelia, que sería el más alto de Cuba, además de la restauración de otros hoteles en el mismo Casco Histórico, la rehabilitación de la manzana del Payret con dos hoteles, así como el Isla de Cuba al inicio del Paseo del Prado”, asegura esta otra fuente consultada al respecto.
A la espera de la luz verde para el comienzo de las obras, el Payret permanece cerrado y sin que ninguna de las pocas personas que aún laboran allí, fundamentalmente como guardias de seguridad, sepa cuál será el destino de uno de los edificios más emblemáticos del entorno habanero.
“Un día dicen que seguirá siendo un cine, otros que pasará al Parlamento (Asamblea), pero ahora están diciendo que harán un hotel y que entonces nosotros iremos para el Campoamor (antiguo Teatro Capitolio) cuando lo terminen pero eso allí no avanza mucho, yo creo que terminarán demoliéndolo. Hace falta que decidan qué van a hacer”, opina un trabajador de la instalación entrevistado al respecto.
El rediseño de la “manzana Payret” marcharía aparejado a otras labores constructivas y de restauración en los alrededores del Capitolio, un torrente inversionista que incluiría las rehabilitaciones del Teatro Campoamor, edificios multifamiliares y de oficinas al fondo del Gran Teatro, así como la transformación o demolición de muchas de las cuarterías que abarca el tramo de la calle Industria, al fondo del Capitolio, algunas de las cuales hoy se encuentran abandonadas debido a los derrumbes o la falta de condiciones para continuar siendo habitadas.
Un extraordinario frenesí de inversiones y apuestas por el capital foráneo que contrasta enormemente con el aumento de los problemas de la vivienda en la isla, la lentitud en la búsqueda de soluciones inmediatas y duraderas para las personas que han perdido sus hogares o están en vías de perderlos por causa del deterioro de los inmuebles o del periódico impacto negativo de fenómenos meteorológicos, la perpetuidad del desabastecimiento de materiales para la construcción o reparación del fondo habitacional de la población, así como el escaso empeño del gobierno en mejorar la imagen y las condiciones de una ciudad que debiera ser proyectada y acondicionada de acuerdo con las necesidades y anhelos de quienes la viven en perpetuidad y no en exclusiva para aquellos que la visitan brevemente.
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RÉQUIEM POR EL PAYRET
El histórico teatro desaparecerá para dar paso a la maquinaria arrolladora del capitalismo monopolista de estado bajo la batuta de los jerarcas de las FAR.
La reciente noticia sobre la posible transformación del icónico cine teatro Payret en un hotel de cinco estrellas ha caído como una ducha helada sobre los cinéfilos habaneros, muy especialmente los residentes del municipio Habana Vieja, en el que está ubicado el edificio, y también del colindante municipio Centro Habana, que anhelaban desde hace años la restauración y reapertura de esta joya clásica, única entre las salas de estrenos cinematográficos de la capital y de la Isla.
Enclavado en el que entonces se conocía como “Barrio de de las Murallas”, la zona de mayor animación cultural y esparcimiento de su época, el Payret fue inaugurado en enero de 1877 por un acaudalado catalán residente en Cuba, que le puso por nombre su propio apellido. Fue también uno de los primeros teatros en transformarse en sala de cinematógrafo y uno de los sitios favoritos de lo más selecto de la sociedad habanera de la época.
Durante los años posteriores a su inauguración, y también en la República, el cine teatro Payret tuvo varios propietarios y sufrió otras tantas remodelaciones. Finalmente fue demolido y vuelto a erigir, para adquirir desde 1951 la imagen arquitectónica que lo destaca hasta hoy: líneas neoclásicas de sucesivos arcos, pilares y tímpanos en sus exteriores, combinadas con elementos eclécticos al estilo típico de los edificios de su entorno, y sus refinados interiores que incluyen el elegante vestíbulo con la escultura conocida como La Ilusión, obra de la artista cubana Rita Longa, y los célebres altorrelieves representando las nueve musas —de la autoría de la misma escultora— a ambos lados del escenario de la otrora majestuosa sala de proyecciones, donde dominaba el color rojo intenso de sus telones, sus alfombras y el tapizado de sus butacas.
En resumen, el Payret destacaba entre los mejores en lujo y confort en una ciudad que en 1958 tenía más cines que Nueva York y era conocida como una de las urbes con los cines mejor equipados en el mundo. Después de 1959, con mejores y peores momentos, el Payret se mantuvo regularmente elegante y pasó por un par de restauraciones más hasta que sobrevino la crisis de los 90 y entre las carencias materiales y la desidia oficial este amado ícono de la cinefilia cubana fue deteriorándose a pasos agigantados hasta que, finalmente, varios años atrás se cerró al público “para realizar reparaciones”.
Sorpresivamente ahora saltan las alarmas con los rumores sobre este intempestivo proyecto hotelero, cuyos detalles fueron publicados en esta página el pasado martes, 11 de diciembre, dando cuenta del ambicioso plan constructivo del Grupo Empresarial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), Gaviota S. A., que intervendría toda la manzana que ocupan el antiguo cine, la sala “Kid Chocolate” —un verdadero engendro arquitectónico concebido y construido a toda prisa para funcionar como sala de boxeo durante los Juegos Panamericanos celebrados en La Habana en 1991— y varios edificios de viviendas en precarias condiciones constructivas donde conviven más de un centenar de familias.
Los informes sobre este proyecto y el destino final del Payret, no han sido difundidos aún por la prensa oficial, pero la noticia circula informalmente entre los corrillos de “enterados”, especialmente entre los vecinos cercanos a la zona y los círculos relacionados con la cultura del cine en la capital. Muchos son los que se sienten “traicionados” por el giro de los acontecimientos porque hasta hace relativamente poco tiempo “lo que se sabía” era que el Payret estaba siendo sometido a una restauración capital sumamente costosa que, como se ha hecho habitual, se había detenido en varias ocasiones por períodos prolongados, tanto por la falta de materiales como de financiamiento, lo cual explicaba hasta cierto punto la demora en la añorada reapertura.
“Decían que se había destinado presupuesto para una restauración completa, después se comentaba que no alcanzaba con la cifra inicial y que entre el ICAIC y otras entidades comprometidas con esos trabajos se estaba gestionando una nueva cantidad para poder terminar las obras. Incluso se decía que transformarían el espacio en un multicine, habilitando dos salas más pequeñas en el área de la antigua”, comenta Amelia González, fotógrafa aficionada y apasionada cinéfila centrohabanera que reside muy cerca del que sigue llamando “su cine favorito”.
Como ella, centenares de capitalinos de varias generaciones, nativos o residentes de los barrios aledaños, tienen al Payret como una referencia de tiempos mejores, ya lejanos, cuando acudir a la sala oscura de este confortable y bello cine para disfrutar de un estreno era a la vez que una grata experiencia cultural, un paseo al alcance de cualquier bolsillo.
“Yo siempre venía aquí con mi esposa mientras funcionó como cine de estreno y una de las subsedes del Festival de Cine Latinoamericano, porque con mi salario no puedo darme el lujo de invitarla a comer con frecuencia a una paladar ni a disfrutar de un show en un cabaret nocturno. Así que cada vez que pasaba por estos portales del Payret en todo este tiempo que lleva cerrado preguntaba a los custodios si se sabía una fecha de reapertura del cine, pero ninguno sabía decirme, ni tampoco había un cartel que anunciara nada sobre eso”, lamenta José Antonio, un cincuentón nativo de La Habana Vieja que guarda recuerdos amables de este sitio. Y agrega: “es más, ni siquiera había un anuncio que dijera que se estaba restaurando, como hacen con otras obras de (Eusebio) Leal… Simplemente quisimos creernos lo que dijo el periódico”.
Porque resulta que el nuevo proyecto hotelero que cambiaría tan radicalmente la función del Payret se inserta en el plan constructivo impulsado por la Oficina del Historiador con vistas a celebrar el medio milenio de la capital cubana, en noviembre de 2019. Cuando se trata de obtener divisas ni el mismísimo Historiador para mientes en majaderías tales como el mantenimiento del Patrimonio. En todo caso, ya se ha demostrado que siempre puede conservarse la arquitectura de las fachadas, si de guardar las formas se trata. Por su parte la plebe se mantendrá a distancia de los nuevos espacios, que un hotel de lujo no cuenta a la chusma proletaria entre su clientela.
Hasta el momento tampoco ha trascendido que algún funcionario oficial o personalidad del mundo del cine y de la cultura nacional hayan emitido criterios a favor ni en contra del proyectado cinecidio.
La propuesta de convertir el cine en hotel, sin embargo, se contradice flagrantemente con un artículo publicado hace más de tres años en el oficialísimo periódico Granma “a propósito de la situación de los cines y salas de video de la capital y otras regiones del país” (“Cuba: ¿se pierde la magia de las salas oscuras?”, 11 de junio de 2015), donde se exponía: “El caso del Payret es aparte (del resto de los cines de La Habana) porque, al ser una institución de alto valor patrimonial, se decidió que fuese una obra de inversión y su financiamiento es mucho mayor”.
El referido artículo afirmaba, citando palabras de Danae Moros, funcionaria al frente de la Dirección Provincial de Cine en La Habana, que en ese año 2015 se habían entregado “un millón 800 000 pesos en moneda nacional y 700 000 pesos convertibles para la compra de equipamiento. Esa cifra ya se está agotando y vamos a solicitar un incremento porque lleva mucho más dinero”.
La misma funcionaria aseguraba que las obras de restauración del Payret habían comenzado el año anterior (2014) con una “primera etapa” que incluía el techo, la red hidrosanitaria y el salón Alhambra. Este último sería lo que llamó “un espacio polivalente” (¿?). La reconstrucción total debería concluir antes de diciembre del propio año 2015, “porque queremos que esté listo para el Festival de Cine”.
No obstante, tres años y tres festivales de cine después no solo no se ha restaurado el Payret, que sigue cerrado a cal y canto, sino que no existe información pública acerca del destino de los fondos asignados a aquellas obras y, para mayor incertidumbre, ahora se está gestando la certificación de muerte de una sala de cine que fue durante más de un siglo orgullo de los habaneros y ciertamente un espacio de gran valor patrimonial.
Pero el hecho es que si la fuerza que mueve los hilos de este ambicioso proyecto constructivo —que según se dice abarca otros emblemáticos edificios de esa franja de la capital— es la todopoderosa empresa militar Gaviota junto a la compañía francesa Bouygues Batiment International, ya los románticos de la añoranza y los inveterados cinéfilos capitalinos pueden ir abortando sus sueños de recuperar un renovado Payret. Los designios del consorcio militar creado por la élite del Poder tienen dos rasgos esenciales: se gestan en secreto, como las conspiraciones, y son —apegándonos al espíritu clásico del cine de marras— tan definitivos e inapelables como el hilo de las Parcas.
Así, y probablemente en menos tiempo del que imaginamos, el Payret desaparecerá de la geografía habanera para dar paso a la maquinaria arrolladora del capitalismo monopolista de estado bajo la batuta de los jerarcas de las FAR. Sin más ceremonias se habrá producido otra baja en la exigua lista de 42 cines que, según cifras oficiales, todavía existían en 2015, en una capital que en sus pasados tiempos de gloria se ufanaba de contar con más de 150 salas oscuras.
De esos 42 espacios (que no “cines” propiamente dichos) que sobrevivían milagrosamente en 2015, solo 13 se mantenían en precario funcionamiento, 8 de los cuales presentaban problemas constructivos; en tanto los 29 “cerrados” iban a ser entregados a otras “instituciones culturales” porque —siempre según palabras de la funcionaria Danae Moros— “es una política del Ministerio de Cultura mantener en cada municipio al menos una o dos salas, pero que tengan buen confort y equipamiento”. No hay que decir que dicha política tampoco se ha cumplido.
Queda solo apuntar un detalle tan paradójico como relevante en este réquiem por el cine Payret, orgullo y Patrimonio de los cubanos, y es que su pérdida se produzca precisamente a raíz de la confrontación entre artistas y altos funcionarios de la cultura en torno a la aplicación del controversial Decreto 349, en el marco de la cual estos últimos aseguraron públicamente en los medios de prensa que la administración de la cultura nacional “está en buenas manos”.
El destino del Payret, en particular, y del mermado patrimonio inmueble del cine cubano en general confirman exactamente lo contrario.
MIRIAM CELAYA, LA HABANA, CUBA, DICIEMBRE 2018
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