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General: Brasil entra en una nueva era con homofobia,de la extrema derecha
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: tentaciónfinal17  (Mensaje original) Enviado: 01/01/2019 17:22
 BRASIL-LGTB-2019
Parejas del mismo sexo se apresuran a casarse antes de que el nuevo presidente de Brasil asuma el poder
El ex militar de reserva asume este martes la presidencia del país con 209 millones de brasileños que ha dado vuelta la página de los gobiernos de centro izquierda volcándose al polo extremo.  De acuerdo con la asociación de notarios de Arpen, el número de matrimonios igualitarios en todo Brasil aumentó un 66 por ciento en noviembre. En São Paulo, la ciudad más grande de Brasil, hubo 57 matrimonios de personas del mismo sexo tan solo en los primeros diez días de diciembre, en comparación con los 113 que hubo en todo el mes de diciembre de 2017.

“El amor no tiene raza, color, sexo ni género”
 Brasil entra en una nueva era con la extrema derecha de Bolsonaro
Brasil se dispone a dar el último paso hacia un cambio radical con la llegada a la presidencia de Jair Messias Bolsonaro, un militar en la reserva que asume este martes el cargo. Tras 13 años de un Gobierno de centroizquierda, seguido por dos años de transición con el presidente Michel Temer después del impeachmentde Dilma Rousseff, Brasil prueba por primera vez en su historia democrática un Gobierno de extrema derecha, demostrando que el péndulo se ha movido con fuerza hacia los extremos. Un 75% de los ciudadanos aprueba las medidas anunciadas por Bolsonaro desde que fue elegido el 28 de octubre.
 
Los ecos de la recesión económica que duró hasta 2017, y las denuncias de corrupción contra el Partido de los Trabajadores (PT), que gobernó el país durante 13 años, allanaron el ascenso de Bolsonaro. Se trata de un político con rasgos autoritarios que recuerda con nostalgia los tiempos de la dictadura militar, que no se toma en serio los avances sociales conseguidos en el país y se alinea con los Gobiernos de Estados Unidos, Israel, Italia y Hungría. Bolsonaro fue elegido democráticamente en segunda vuelta con el voto de 58 millones de brasileños (el 55% de los votos), derrotando a Fernando Haddad, del PT, formación que muchos en Brasil asocian a la crisis económica y la corrupción.
 
Ni las amenazas para dejar en su mínima expresión los derechos laborales, ignorar el cambio climático, limitar las inversiones en cultura y dejar al país en manos del conservadurismo religioso, frenaron la victoria de Bolsonaro. “No soy el salvador de la patria, pero Brasil no podía seguir acercándose al comunismo, al socialismo, con el populismo y el desgaste de los valores familiares”, dijo pocos días después de ganar las elecciones.
 
Bolsonaro ha reforzado su posición de líder que ataca a los rojos —el color que se asocia al PT— al anunciar que retiraba la invitación, hecha por la diplomacia del presidente Michel Temer, a los mandatarios de Venezuela, Cuba y Nicaragua para asistir a la toma de posesión.
 
Más militares
Brasil ya no teme a los militares como en los tiempos de la dictadura que duró 21 años (1964-1985). Bolsonaro llega al poder rodeado por ellos, como prometió durante su campaña. Su vicepresidente, Hamilton Mourão, es un general en la reserva. Siete de sus 22 ministros también son militares retirados, o tuvieron formación en el Ejército. Otros Gabinetes han tenido como ministros a militares, pero nunca en esta proporción. Uno de ellos, el general retirado Alberto Santos Cruz, va a ocupar el puesto de ministro de la Secretaría de Gobierno, y va a compartir con otro ministro civil, Onyx Lorenzoni, la tarea de relacionarse con el Congreso, lo que supone un mayor control de las negociaciones con los parlamentarios. “¿Qué diputado se va a atrever a retrasar unas negociaciones con el Gobierno ante la presencia de un militar?”, ironiza un observador político.
 
Por ahora, un 75% de los brasileños apoya las medidas que Bolsonaro ha tomado en este periodo de transición, según una encuesta del instituto Ibope. El optimismo ante el cambio de Gobierno ha contagiado también las expectativas económicas. Un 47% de los entrevistados por el instituto Datafolha cree que el empleo crecerá en los próximos meses. “Es la luna de miel que le toca a todos los nuevos gobernantes”, opina Claudio Couto, politólogo de São Paulo.
 
La duda es si esa euforia continuará y durante cuánto tiempo. Es la gran pregunta que diplomáticos de todos los Estados que se relacionan con Brasil se hacen. Desde su victoria, Bolsonaro ha estado mandando mensajes dirigidos a sus votantes y a reforzar su imagen de líder popular antizquierda.
 
Un ejemplo es la campaña mediática que ha llevado a cabo para mostrarse como una persona normal y corriente, con la difusión de unas fotos en las que se le ve comiendo pan con leche condensada o tendiendo la ropa. También ha decidido que Brasil no acogerá la conferencia del clima en 2019, como estaba previsto —finalmente lo hará Chile—, ha anunciado el traslado de la embajada de Brasil en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, y ha dicho que el país debe retirarse del pacto migratorio de la ONU firmado en diciembre por 160 países.
 
Sobre la promesa de abandonar el Acuerdo de París contra el cambio climático, finalmente, matizó su decisión porque dejarlo supondría la pérdida de certificados internacionales de calidad necesarios para que el sector agrícola pueda exportar. En otros frentes, como un encantador de serpientes, Bolsonaro ha logrado convertir en enemigos gigantes a los inmigrantes, que apenas representan un 0,4% de la población.
 
Su discurso busca coincidir con el del presidente Donald Trump, a quien Bolsonaro deliberadamente imita. Aunque en Washington aplauden su disposición, apenas se verán representados en la toma de posesión de este martes. Solo asistirá el secretario de Estado, Mike Pompeo.
 
Fuera de Brasil, reina la incertidumbre. Los países que tienen relaciones comerciales con el país no saben qué pasará a partir de esta semana. La percepción generalizada es que Bolsonaro aún sigue preso de la euforia propia del candidato vencedor, y todavía no se ha puesto la ropa de presidente ponderado y conciliador que, según la opinión general, debería ser.“Nos preguntamos hasta qué punto todo lo que ha dicho es un juego de palabras para agradar a sus electores y qué se va a poner en práctica de verdad”, comenta un diplomático, preocupado por las empresas extranjeras presentes en Brasil.
 
La imprecisión de sus discursos ya ha tenido consecuencias, según Oliver Stuenkel, especialista en relaciones internacionales. “El impacto que Bolsonaro ha tenido en la política exterior ya es enorme, especialmente en la cuestión climática, que Brasil podría haber liderado”, opina Stuenkel, que tiene contactos con diplomáticos de todo el mundo. El juego empieza de verdad a partir de ahora. Sin un norte claro, Bolsonaro podría perder fuerza, sobre todo si su estilo agresivo perjudica la marcha de la economía y afecta donde más duele a la gente, en su bolsillo. La recuperación económica es clave para que el presidente electo logre mantener el apoyo inicial.
 
Con un desempleo del 11,6%, Brasil aún se recupera de dos años de recesión y un modesto crecimiento del PIB en 2018 de poco más del 1,3%. El margen de maniobra del nuevo Gobierno no es muy grande, porque además ha prometido reducir el tamaño del Estado. El gasto público lleva congelado hace un par de años y Bolsonaro no parece dispuesto a cambiar esa realidad.
 
“El pueblo me eligió porque quiere menos Estado y más mercado”, repite el nuevo presidente. Oliver Stuenkel ve aquí una paradoja: “Si la economía crece, Bolsonaro se sentirá más seguro para no respetar las reglas del juego”. Y advierte: “Es como si el crecimiento de la economía fuera peligroso para la democracia en Brasil”, añade.  En otras palabras, la tolerancia popular a cambios de reglas del juego democrático puede crecer si la economía va bien. Un pésimo sentimiento para un Gobierno que empieza ahora.
 
Parejas del mismo sexo se apresuran a casarse antes de que el nuevo presidente de Brasil asuma el poder.
De acuerdo con la asociación de notarios de Arpen, el número de matrimonios igualitarios en todo Brasil aumentó un 66 por ciento en noviembre.
En São Paulo, la ciudad más grande de Brasil, hubo 57 matrimonios de personas del mismo sexo tan solo en los primeros diez días de diciembre, en comparación con los 113 que hubo en todo el mes de diciembre de 2017.
 
En São Paulo, la ciudad más grande de Brasil, hubo 57 bodas de parejas del mismo sexo en los primeros diez días de diciembre.
Parejas del mismo sexo se apresuran a casarse antes de que el nuevo presidente de Brasil asuma el poder
 
Tan solo horas después de que Jair Bolsonaro ganó la elección presidencial de Brasil con una victoria aplastante para los conservadores, Carolina Zannata y su novia llamaron al notario público más cercano y fijaron una fecha para su boda.
 
El matrimonio igualitario ha sido legal en Brasil desde 2013, y Zannata dijo que ella y Aline Foguel no habían sentido prisa por casarse. Sin embargo, el triunfo de Bolsonaro —un político de extrema derecha que alguna vez dijo: “Soy homofóbico, a mucha honra”— las hizo cambiar de parecer.
 
“Nos asustamos”, dijo Zannata. “Debemos aprovechar los derechos que tanto trabajo nos costó obtener porque quizá no gocemos de ellos después”.
 
El 1 de enero, Bolsonaro asumirá el cargo y una de sus prioridades es cumplir con su promesa de campaña de defender “el verdadero significado del matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer”.
 
En cuanto comience su presidencia, tendrá el poder de cumplir su promesa. Su partido también se convertirá en la segunda fuerza más grande en la cámara baja, gracias a todo el apoyo que recibió en las urnas en octubre.
 
Los expertos en leyes dicen que lo más seguro es que el Supremo Tribunal Federal anule la legislación que revierta la legalización del matrimonio igualitario, pero no está claro cuánto tiempo podría tomar el proceso.
 
“Podría haber intentos para hacer que el matrimonio igualitario sea ilegal, pero la constitución prevalecerá”, dijo José Fernando Simão, profesor de Derechos Civiles y Derecho Familiar en la Universidad de São Paulo. Y agregó: “Es natural que la gente esté preocupada. Es una comunidad que en el pasado ha sido muy marginada”.
 
Por ello, a principios de diciembre, Zannata y Foguel reunieron a familiares y amigos para una boda sencilla en la oficina del notario, seguida de un almuerzo festivo. Se unieron a una ola de parejas homosexuales que se apresuraron a llegar al altar por amor, pero también por temor o como una manera de rebelarse ante lo que pueda hacer el gobierno entrante.
 
Cuatro de las cinco ceremonias en la oficina del notario esa mañana de sábado eran matrimonios entre personas del mismo sexo.
 
De acuerdo con la asociación de notarios de Arpen, el número de matrimonios igualitarios en todo Brasil aumentó un 66 por ciento en noviembre. En São Paulo, la ciudad más grande de Brasil, hubo 57 matrimonios de personas del mismo sexo tan solo en los primeros diez días de diciembre, en comparación con los 113 que hubo en todo el mes de diciembre de 2017.
 
Bolsonaro, durante años un personaje menor en el congreso y más conocido por sus ataques contra las mujeres, así como las personas homosexuales y las negras, logró convertir la corrupción desenfrenada y los crímenes violentos de Brasil en una oportunidad electoral, pues se anunció como el candidato que restauraría el orden público.
 
También ganó muchos votos con su agenda culturalmente conservadora. Mientras hacía su campaña, acusó a los gobiernos previos con tendencias de izquierda de distribuir “kits de homosexualidad” en las escuelas, una referencia a los materiales educativos que, según él, “pervertían” a los estudiantes.
 
Para muchos en la comunidad LGBT, el temor más grande es que la retórica feroz de Bolsonaro ha impulsado una nueva era de intolerancia e intimidación con el potencial de provocar violencia.
 
“La gente ahora tiene un discurso abiertamente homofóbico que antes les daba vergüenza expresar”, dijo Foguel. “Tengo mucho miedo de volver a vivir un pasado que creí haber conquistado. He tenido ataques de pánico”.
 
Las elecciones polarizadas detonaron una ola de ataques motivados políticamente, generaron mensajes virulentos en las redes sociales e incluso llevaron a la creación de un juego de computadora en el que los jugadores pueden usar un avatar de Bolsonaro y asesinar a simpatizantes de la izquierda, feministas y personas homosexuales.
 
Zannata dijo que no había dado importancia al ambiente lúgubre hasta que vio un video que mostraba a una multitud de fanáticos del Palmeiras, un equipo de futbol con sede en São Paulo, quienes coreaban un mensaje acerca de cómo Bolsonaro, en ese entonces candidato a la presidencia, asesinaría a las personas homosexuales.
 
Zannata, una fanática apasionada del Palmeiras, siempre había ido a sus partidos, comentó.  “Son machistas, pero me aceptaban”, dijo acerca de los otros fanáticos. “Ahora tengo miedo de ir al estadio”.
 
Ante la posibilidad de un cambio en los derechos legales, Maria Berenice Dias, la dirigente del departamento de diversidad sexual del Colegio de Abogados de Brasil, animó a las parejas homosexuales “que quieran casarse a apresurarse a formalizar su unión antes del término del año”.
 
Las parejas homosexuales acudían a las notarías públicas y en las redes sociales se observó mucho apoyo, también ante las bodas apresuradas.
 
“Siento mucha solidaridad”, dijo Rossanna Pinheiro, proveedora de paquetes de karaoke para fiestas, quien decidió donar su equipo a las bodas y organizar voluntarios. “La gente lo está haciendo por miedo, aunque no tengan suficiente dinero ni para los documentos de matrimonio. Quería ayudar”.
 
Pasteleros, planeadores de bodas, fotógrafos y DJs se han unido a la causa y han ofrecido sus servicios de manera gratuita, mientras que los activistas de los derechos de las personas homosexuales han organizado una serie de bodas grupales.
 
En una ceremonia reciente, organizada por voluntarios en una fábrica readaptada en São Paulo, cuatro parejas que habían logrado alistar sus bodas en menos de tres semanas se dieron cita ante el altar.
 
“Nos resistiremos”, dijo Victor Silva Paredes, de 23 años, antes de caminar hacia el altar con su padre. “Luchamos por estos derechos y no vamos a regresar al clóset”.
 
Para Noah Beltramini, un hombre trans, fue un momento de felicidad pero también uno de varios pasos apresurados que debía dar. No solo se está dando prisa para casarse sino también a cambiar de manera oficial su nombre y su identificación de género, como lo permitió a principios de este año una resolución del Tribunal Supremo Federal.
 
“No era algo que me preocupara antes”, comentó. “Pero con Bolsonaro me siento totalmente vulnerable”.
 
En muchos aspectos, la boda grupal fue muy tradicional: con novias que llevaban vestidos blancos, una banda de voluntarios que tocaba baladas de amor y un enorme pastel que después devorarían los invitados. Pero también fue visiblemente una declaración política.
 
“El amor no tiene raza, color, sexo ni género”, declaró el oficiante de bodas. “Hoy es el día en que todos respetarán su decisión”.
CARLA JIMÉNEZ Y SHASTA DARLINGTON      
 
JAIR MESSIAS BOLSONARO, DONAL TRUMP ALIAS TRUMPITO, TAL PARA CUAL
Fuente, nytimes & el Pais


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