A veces parece que para ganarse el título de diva gay lo único que necesita una cantante es cambiarse de ropa muchas veces en los conciertos y entregar de vez en cuando un hit discotequero a su público. Y aunque algunas importantes estrellas del pop se limitan exclusivamente a eso, a sacar provecho de una comunidad que luego nunca defienden cuando es atacada desde ámbitos políticos y sociales ultraconservadores; otras como Madonna siguen demostrando después de todos estos años su compromiso real por la lucha a favor de los derechos LGTBI.
El último ejemplo de este compromiso tuvo lugar precisamente la noche del pasado 31 de diciembre, cuando la cantante apareció por sorpresa (y sin cobrar un dólar por ello) sobre el diminuto escenario del mítico club neoyorquino Stonewall para dar el pistoletazo de salida a los actos de celebración que, durante todo este año, conmemoran el 50º aniversario de las revueltas que tuvieron lugar en ese local que dieron lugar al nacimiento del Orgullo.
“Creo que nunca he actuado en un local tan pequeño”, bromeó Madonna nada más aparecer mientras decenas de clientes gritaban incapaces de creer que la reina del pop estuviera allí con ellos para celebrar el fin de año. “Pero antes tengo algo muy serio que decir”, explicó antes de repasar la historia de este local en el que un 28 de junio de 1969, hartos del acoso policial, un grupo de travestis y homosexuales se negaron a ser detenidos por su condición sexual y empezar a reclamar sus derechos.
“Desde aquel día esta comunidad se ha esforzado mucho para luchar contra el odio, la discriminación y la indiferencia. Por eso nunca deberíamos olvidar las revueltas de aquel día ni tampoco a aquellos que se plantaron y dijeron ‘basta’. Medio siglo después de aquello, Stonewall se ha convertido en un momento crucial para la historia de la humanidad”, afirmó la cantante.
También confesó que estaba muy contenta de volver por unos días a Nueva York, “la ciudad donde comenzó su carrera de artista y su compromiso con la lucha LGTBI”; a la vez que animó al público allí presente a ser más amables en este 2019. “Quizás así podamos encontrar la manera de iluminar un futuro donde algunas de las grandes cosas que hemos conseguido están amenazadas”, afirmó.
Pero su intervención no acabó ahí. Si algo han demostrado las manifestaciones del Orgullo es que la reivindicación no está reñida con la fiesta, y por eso nada más terminar de hablar Madonna invitó al escenario a su hijo David Banda para que, tocando él la guitarra, cantar con el público Like a Prayer, uno de los temas más icónicos de su carrera.
Antes de irse, también tuvo tiempo para hacer un regalo inédito a los allí asistentes: versionar por primera vez la canción Can’t Help Falling in Love de Elvis Presley. La reina del pop cantando al rey del rock. No parece mala manera de empezar el año.