Estados Unidos es más seguro hoy que casi en cualquier otro momento de los últimos 25 años.
Aunque la delincuencia ha aumentado ligeramente en ciertas ciudades en los últimos años, de media, el crimen en EE UU se ha reducido de forma abrupta desde 1991, cuando las tasas de homicidio eran de 9,8 por 100.000 habitantes. A día de hoy, esa tasa se ha rebajado a la mitad, en torno a cinco muertes por cada 100.000 residentes. En total, la delincuencia en Estados Unidos ha disminuido un 64% desde 1990.
Pese a ello, Donald Trump y el Partido Republicano han tenido 'secuestrado' al público estadounidense durante tres semanas para obligar a los contribuyentes a incluir más de 5000 millones de dólares en los presupuestos para construir un muro en la frontera entre México y EE UU.
En un discurso en directo dirigido a la nación la noche del martes, Trump dijo: "Todos los estadounidenses sufren por la inmigración ilegal descontrolada".
Aunque hay varios factores que contribuyen a la caída de los índices de delincuencia, una ingente cantidad de pruebas demuestra que el crimen en EE UU es significativamente menor en comunidades con relativamente más inmigrantes. Según Christopher Lyons y sus colegas de la Universidad de Nuevo México, los inmigrantes revitalizan las comunidades dentro del mundo desarrollado, modernizando las áreas urbanas, mejorando los vínculos familiares y vecinales y dando un empujón a la economía local.
Además, nuestra investigación en México revela que cuando los inmigrantes se van a Estados Unidos y luego vuelven a casa, tienen un efecto similar de reducción del crimen en sus comunidades de origen. En un artículo publicado recientemente en World Development, mostramos cómo los migrantes que vuelven contribuyen a una reducción considerable de la violencia en México.
Esto coincide con otra investigación actual sobre la migración de retorno, que señala que cuando los migrantes vuelven a su hogar de origen tienen un efecto positivo en el bienestar de sus comunidades. Cuando trabajan en el extranjero, los inmigrantes ahorran dinero, desarrollan nuevas capacidades, mejoran su educación y adquieren capital social. Si vuelven a casa, vuelven siendo personas diferentes a las que eran cuando se fueron.
Se ha descubierto que cuando los migrantes vuelven, inyectan capital físico, humano y social en sus comunidades, donde los residentes suelen carecer de formación oficial y redes extensas. El conocimiento que los migrantes adquieren en el extranjero les ayuda a asentarse de nuevo en su vida en su país de origen y tiene efectos multiplicadores en las economías locales. En México, por ejemplo, el 75% de los migrantes de retorno pasan a ser parte de la población económicamente activa, y el 70% de ellos, dentro de áreas estables de la economía formal. Y esto ocurre en un país en el que la gran mayoría de la gente trabaja a tiempo parcial y de forma informal.
Esta investigación en México contribuye a un mejor entendimiento de la relación entre migración y crimen en general. Aunque los investigadores normalmente estudian el crimen en algunas ciudades y estados, nuestro estudio demuestra que los factores transnacionales —como la inmigración internacional— influyen profundamente en lo seguras que son las comunidades. En un mundo en el que la inmigración está en alza, los legisladores y los ciudadanos del día a día deberían encontrar consuelo en nuestros descubrimientos, que exponen claramente los efectos positivos de la inmigración.
En cuanto al cierre del Gobierno de Trump y a sus afirmaciones sobre la "crisis" en la frontera, nuestra investigación señala que resulta improbable que un muro fronterizo con México ―independientemente de quién lo financie― mejore la seguridad en Estados Unidos. De hecho, si se sigue deportando a inmigrantes que respetan las leyes y disuadiendo la inmigración a EE UU a toda costa, los legisladores de Washington empeorarán la situación de las comunidades tanto de EE UU como de Latinoamérica. Esto sin considerar siquiera que, como revelan otros estudios, "la prioridad de perseguir a quienes cruzan ilegalmente la frontera ha empezado a afectar a la capacidad de los fiscales federales para ejecutar otras leyes federales".
Teniendo en cuenta la abundancia de pruebas que demuestran los efectos positivos de la inmigración, junto con nuestra investigación sobre la migración de retorno en México, se puede decir que perderíamos ventajas tanto sociales como económicas construyendo un muro. Y como sabemos que los inmigrantes contribuyen a la reducción del crimen, impedirles el paso convierte nuestra nación en un lugar menos seguro.
Los estadounidenses deberían tener una conversación más productiva sobre los efectos reales de la inmigración en el crimen. Por desgracia, de momento parece impensable.
El muro de Trump no tiene absolutamente nada que ver con nuestra seguridad física. Más bien, e igual que el resto de muros, la frontera que proponen trata de construir una barrera cultural, no física. Hasta que no derribemos los muros culturales en nuestra propia mente, parece que esta disputa sobrevivirá a la presidencia de Trump.