VENEZUELA 2019
¿Quién es el joven Juan Guaidó, el autoproclamado "presidente encargado" de Venezuela cuyo fulgurante ascenso lo llevó a convertirse en el mayor desafío para Maduro?. Este legislador por el costero estado de Vargas, cercano a Caracas, es definido como de centro por sus colaboradores, pese a que milita en una agrupación que es miembro pleno de la Internacional Socialista y que voceros del Gobierno de Nicolás Maduro ubican, a manera de insulto, a la derecha del espectro político.
¿Qué países apoyan a Guaidó y cuáles a Maduro?
Resulta más breve, por una cuestión numérica, identificar a aquellos
que se apartan del respaldo al opositor que a los países que lo apuntalan
POR CARMEN DE CARLOS | ABC
Nunca antes el régimen de Nicolás Maduro se había visto en el rincón de la soledad como ahora. Tampoco tiene memoria el sucesor de Hugo Chávez de que una orden suya, de desalojo, fuera desatendida con el desprecio con el que lo ha hecho Estados Unidos. La negativa de Donald Trump a reconocer la autoridad de Maduro para romper relaciones diplomáticas y por lo tanto a repatriar al cuerpo diplomático estadounidense destacado en Caracas, ha dejado en shock al régimen bolivariano. La encrucijada, para este caso puntual, le obliga a no hacer nada, entrar a punta de fusil o asediar la legación diplomática para evitar suministro de víveres y de energía. Esto es, matarlos de hambre algo que, por tratarse de quién se trata, resulta difícil de imaginar.
Washington recordó la inviolabilidad del búnker, que carece de embajador, y advirtió que está dispuesto a desembarcar en Venezuela si se roza un ladrillo de los suyos o a un compatriota. La decisión y determinación de Estados Unidos al reconocer a Juan Guaidó como «presidente encargado», se entiende en un contexto de unidad iberoamericana. Salvo excepciones, al contrario de lo que ocurría en los años 70, son los países del sur los que invocaron al norte (recodar Grupo de Lima etc) para que se sume al proyecto de terminar con la tiranía caribeña. Y en ese tren se subió de inmediato Canadá.
Resulta más breve, por una cuestión numérica, identificar a aquellos que se apartan del respaldo a Guaidó que a los países que lo apuntalan. La Nicaragua del terrorismo de Estado que gobierna Daniel Ortega y la Bolivia de Evo Morales, como era previsible, hacen frente común detrás de Maduro. Consideran al presidente de la Asamblea nacional (Congreso), un golpista. México no se expresa en esos términos y se remite a la doctrina Estrada, de no intervención que, por cierto, violó con la dictadura de Augusto Pinochet y en la Nicaragua de Anastasio Somoza, ambos, dictadores de la vieja derecha (con las de izquierda el rasero es otro).
Andrés Manuel López Obrador reconoce a Maduro como legítimo presidente pero insta a una solución «política». La novedad en la región con los últimos acontecimientos la ha dado Tabaré Vázquez al sumarse a la posición mexicana.
El resto de la región y la OEA, con el empuje sudaméricano de Argentina, Colombia, Brasil, Chile, Perú, Ecuador y Paraguay, tuvo reflejos inmediatos para dar legitimidad al presidente de la Asamblea Nacional que enarbola el artículo 233 de la Constitución para asumirse como interino o «encargado» al frente de Venezuela. Considera que la Presidencia está vacante porque Maduro no juró el cargo, como es preceptivo, en la Asamblea que preside. Dicho esto, y al margen del fraude electoral de mayo, la ceremonia de investidura del 10 enero tuvo el reconocimiento de Rusia, China, Turquía, los países bolivarianos mencionados y el de un enviado del Vaticano.
Desconcertada, la Unión Europea, por fin, reaccionó y emitió un comunicado donde se reafirma en su rechazo a Maduro pero no termina de mojarse a favor de Guaidó. «La UE pide con fuerza el inmediato comienzo de un proceso político que lleve a unas elecciones libres y creíbles, de acuerdo al orden constitucional», escribió Federica Mocherini (Alta Representante de Política Exterior).
Blindado por la cúpula militar (los mandos inferiores comienzan a desacatar órdenes) Maduro presume de haber roto relaciones políticas y diplomáticas con Estados Unidos e insiste en dar un ultimátum de 72 horas para el desalojo de la Embajada, («!Fuera! ¡Se van de Venezuela, aqui hay dignidad, carajo!», clamó) pero no dice nada de las económicas. Como Donald Trump, sabe que una palabra de éste bastaría para sancionar la exportaciones de crudo a Estados Unidos (cerca de la mitad del petróleo venezolano tiene ese destino) y con esto, el último capítulo de su historia en el Palacio de Miraflores quedaría escrito.
Quién es Juan Guaidó, el líder venezolano reconocido como presidente interino
La Asamblea Nacional de Venezuela (AN, Parlamento), el único poder que controlan los detractores de Nicolás Maduro, está presidida desde el 5 de enero por el joven diputado Juan Guaidó, un líder accidental que asume el cargo ante las ausencias forzadas de las figuras de su partido, Voluntad Popular (VP).
El miércoles 23 de enero, Guaidó se juramentó como presidente interino de la República de Venezuela y de inmediato recibió el reconocimiento del presidente estadounidense Donald Trump y varios gobiernos.
Tras el triunfo electoral que les permitió controlar la AN desde 2015, las principales agrupaciones de la oposición venezolana acordaron rotar entre ellas la presidencia del poder Legislativo cada año.
En 2019, la jefatura del Parlamento corresponde a VP, el partido del líder preso Leopoldo López, del asilado Freddy Guevara y del exiliado Carlos Vecchio, sus dirigentes más experimentados y representativos.
De ese trío, solo Guevara no estaba procesado judicialmente antes de 2015, y por su ascendencia dentro de VP estaba llamado a tomar las riendas del Legislativo este 2019, pero se asiló en la embajada de Chile en Caracas para evitar enfrentarse a la Justicia, que investiga su papel en las protestas violentas de 2017, que se saldaron con más de 100 muertos.
Así, Guaidó, un ingeniero de 35 años con maestrías en administración pública, sube a la presidencia de un órgano en el que los opositores depositan nuevamente sus esperanzas de poner fin a la acuciante crisis política y económica que atraviesa el país suramericano.
Este legislador por el costero estado de Vargas, cercano a Caracas, es definido como de centro por sus colaboradores, pese a que milita en una agrupación que es miembro pleno de la Internacional Socialista y que voceros del Gobierno de Nicolás Maduro ubican, a manera de insulto, a la derecha del espectro político.
En su adolescencia, Guaidó sobrevivió a la “tragedia de Vargas”, como se conoció a las lluvias e inundaciones que dejaron miles de muertos y desaparecidos, y trastocaron la normalidad de esa entidad federal en 1999.
El opositor dio muestra de su carácter cuando en 2015 participó en una huelga de hambre para exigir que se fijara la fecha de los comicios parlamentarios, en los que fue electo con más de 97,000 votos.
Inició su carrera política como líder estudiantil, vinculado con la social democracia, en la Universidad Católica Andrés Bello, hasta que se unió a VP, del cual figura como miembro fundador, en 2009.
Su primer escaño en el Parlamento lo ganó como diputado suplente para el período 2010-2015, y luego fue designado como candidato a legislador principal por su partido en ese último año.
En su trabajo parlamentario ha defendido la soberanía de Venezuela sobre el Esequibo, una zona en disputa con Guyana y que supone un tercio del territorio de este país, y ha denunciado el entramado de corrupción gubernamental por el caso Odebretch, que según una investigación de la Cámara dejó a Venezuela pérdidas patrimoniales millonarias.
El 2018 de Guaidó, padre de una niña de poco más de un año y aficionado al béisbol, un deporte considerado como el “pasatiempo nacional” en Venezuela, estuvo marcado por una intensa actividad social y el encuentro con luchadores sociales de distinto signo, una de sus pasiones según dijeron a Efe integrantes de su equipo de trabajo.
Como es común entre los ingenieros, el nuevo presidente interino tiene una mentalidad estructurada y metódica, pero también es señalado como un hombre tolerante, familiar y con aplomo.
Estas últimas características serán imprescindibles para el jefe de un poder arrinconado por el Supremo, no reconocido por el Ejecutivo, despojado de sus funciones por la chavista Asamblea Constituyente y que constantemente está en la mira de los seguidores más radicales de Maduro.
La gran pregunta ahora es: ¿qué pasará ahora con Guaidó y con Venezuela?
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