En México la telenovela de las 20:30 suele ser de los programas más vistos en la televisión abierta. El horario estelar del Canal de las Estrellas de Televisa reúne delante de las pantallas a más de 3 millones de espectadores cada día, según la consultora Nielsen y Bope, y suele ser de las cadenas más vistas en esa franja. En ese horario se puede ver Mi marido tiene más familia.
Historias lacrimógenas de amor, melodrama, venganza y traición que se mezclan con mensajes familiares y morales para entretener al público desde hace más de 30 años. Cargada de prejuicios y clasismo, las telenovelas de Televisa –uno de los mayores productores de este género televisivo- han sido durante décadas un reflejo de una sociedad arraigada en el conservadurismo y la diferencia de clases.
Sería impensable hace años imaginar que una de las historias de amor más famosas de Televisa sería el romance de dos adolescentes gais de 15 años y en horario estelar. No hace tanto tiempo la cadena censuraba cualquier muestra de amor homosexual, como sucedió en 2009 con el beso de dos actores en la novela Los exitosos Pérez. Fue hasta 2017 cuando se emitió un beso homosexual en un capítulo del programa Como dice el dicho.
El nuevo romance con aspecto de cuento de hadas y un tanto edulcorado entre Aristóteles y Cuauhtémoc (conocido como Aristemo) en Mi marido tiene más familia pretende apartar de manera sutil los estereotipos de género en un país donde fueron asesinadas 381 personas de la comunidad LGTB en los últimos seis años.
El éxito de esta relación entre el público más joven ha sido tan avasalladora que lo que les sucede a estos personajes cada día ha llegado a eclipsar al resto de la serie coral Mi marido tiene más familia a la que pertenecen y se coloca cada noche como trending topic en México. La legión de seguidores de la telenovela ha adoptado la historia de Aristemo, interpretada por Emilio Osorio y Joaquín Bondoni, de manera tan personal que reclaman a sus creadores por qué después de 300 capítulos todavía ‘Aris’ y ‘Temo’ no se han besado como lo haría cualquier pareja heterosexual de telenovela.
“Queremos representar el descubrimiento de este primer amor” cuenta en entrevista a Verne Santiago Pineda, uno de los creadores de la serie. “Mostrar la inocencia de Aristóteles y de Temo de ir descubriendo el amor despacio y poder pasar a una cuestión física”, explica Pineda, quien también reconoce que la intención de esta historia no es tener “una carga demasiado política” en cuanto a visibilizar los derechos de la comunidad LGTB con escenas que puedan irritar al público más conservador. Sus creadores sí declaran que su mayor interés es mostrar a Aristemo como personas con sentimientos que se quieren y tienen derecho al amor como cualquiera.
“Ojalá podamos abrir la mentalidad un poco de aquellos que se oponen. Incluso nosotros, pretendemos entender sus argumentos conservadores y hacer entre todos una entendimiento mutuo”, explica Pablo Ferrer, cocreador de la historia.
Desde que comenzó la serie, los seguidores de Aristemo han seguido paso a paso su enamoramiento: la aceptación individual, el salir del clóset (armario), el bullying escolar, el rechazo familiar, el comienzo de la relación. Sigue faltando que Aristemo hagan lo que hacen todos los adolescentes de su edad para completar el círculo y no caer en lo incoherente.
Sin embargo, el exceso de pudor y discreción también ha levantado algunas críticas. “Creo que el punto débil de esa representación es que les siguen dando miedo las muestras de afecto como besos y caricias entre dos hombres”, opina Enrique Torre Molina, activista y consultor de temas LGTB. “Mientras no veamos eso, no es una pareja como cualquier otra de una telenovela”, agrega en entrevista telefónica con verne.
Luis Guzmán, presidente del consejo consultivo de CODISE cree que el fenómeno responde a la necesidad de ver contenidos acorde con la sociedad actual. “La gente quiere ver contenidos reales. Yo tengo 35 años y no era común ver a una pareja gay cuando era adolescente. No podíamos decir abiertamente que éramos gays, menos en televisión”, explica.
“Era muy difícil encontrar una representación adecuada de los personajes LGBT que no fueran elementos de comedia o aleccionadores. En muchas ocasiones los personajes homosexuales estaban para demostrar que si seguías ese estilo de vida ibas a contraer VIH”, dice Santiago Pineda.
La telenovela ha sido nominada a los premios GLAAD en Estados Unidos que reconocen dentro del mundo del espectáculo a los que apoyan los derechos de la comunidad LGTB.