Quince años atrás, Ernesto planificó construir una vivienda de mampostería con tres habitaciones, baño y cocina. En ella viviría con su esposa, la suegra y dos hijos varones. Compró un terreno en las afueras de La Habana y contrató a un arquitecto que le diseñó un chalet con patio de tierra y el espacio suficiente para instalar una parrillada donde los fines de semana, escuchando viejos boleros, podría comer cerdo asado, beber cerveza fría y jugar dominó en familia.
Ése era su sueño. Pero tres lustros después, el chalet aún está a medio construir porque su negocio de elaboración de ahumados y chorizos cayó en bancarrota. Un reguero de bloques, sacos de cemento y losas de granito se amontonan en lo que sería la futura sala.
Sentado en una silla plástica, Ernesto cuenta que su plan inicial era terminar la casa en cuatro o cinco años. “El negocio de charcutería financiaría la construcción. Entre la compra del terreno y el inicio de la construcción gasté el equivalente a 10.000 dólares. En terminar la casa y amueblarla tendría que gastar una cifra igual. Pero el negocio quebró. Gastaba casi más dinero en pagar coimas [soboros] a los inspectores corruptos que en levantar la casa. Al final decidimos vender la casa a medio construir y emigrar a México, desde donde intentaremos llegar a Estados Unidos”.
La esposa añade que cuando se comenzó a construir el chalet, sus hijos tenían ocho y diez años. “Ya son hombres. Aquí no hay futuro. No es buen país para los profesionales, con salarios tan bajos que no alcanzan para vivir. Por eso ellos, como muchos emprendedores, quieren marcharse. Decidimos emigrar por el futuro de nuestros hijos”.
Pero hubo un tiempo que la Isla se caracterizó por la llegada de inmigrantes, de distintas partes del mundo, sobre todo en los siglos XIX y XX. En La inmigración a Cuba y la política migratoria de los Estados Unidos (1902-1933), Margalit Bejarano, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, plantea que "al igual que en el período colonial, el principal grupo de inmigrantes provenía de España: de los 309,521 inmigrantes que entraron en Cuba durante los primeros diez años de la independencia, 251,578 -más del 80%- llegaron de España. Los emigrantes españoles, procedentes de zonas rurales de Galicia y Asturias, abandonaban la agricultura al establecerse en Cuba y aun dirigiéndose a las nuevas regiones de desarrollo azucarero en Camagüey y Oriente, tendían a radicarse en los centros urbanos. Atraídos por la numerosa colonia española, que dominaba el sector comercial de la economía cubana, dichos inmigrantes encontraban trabajo en establecimientos de comercio y fábricas pertenecientes a familiares que les habían precedido.
Según el estudio de Bejarano, "el segundo grupo importante de inmigrantes durante los primeros diez años de la República (1902-1912), procedía de los Estados Unidos, seguido por Inglaterra y otros países de Europa Occidental. Ese grupo lo componían directores, técnicos y empleados en las grandes compañías azucareras, en los servicios públicos y gente de negocios. La mayoría de los inmigrantes del Medio Oriente, clasificados en los datos oficiales como provenientes de Siria y Turquía, eran cristianos libaneses, residentes de la Gran Siria, que hasta 1917 había pertenecido al Imperio Otomano. La mayor parte de los procedentes de Turquía eran judíos, atraídos hacia Cuba por su lengua materna -el judeo-español- parecida al castellano. Muchos de los inmigrantes del Medio Oriente empezaron su vida económica en Cuba como vendedores ambulantes, tomando parte en el desarrollo comercial de la capital, así como de los centros urbanos aledaños a los centrales azucareros en las provincias orientales".
Si a esos datos añadimos la gran cantidad de haitianos y jamaicanos que se dedicaron al corte de caña y otras labores agrícolas y la gran mayoría se establecieron en las antiguas provincias de Oriente y Camagüey y los arribos de chinos, japoneses y coreanos por distintos puertos de la isla, podemos afirmar que Cuba fue un país de inmigrantes.
Después de que Fidel Castro consolidó el poder absoluto y el Estado comenzó a administrar desde un sembrado de plátanos a un chinchal de reparar suelas de zapatos, Cuba comenzó a convertirse en un nación de emigrantes. Hasta la fecha, se han producido seis grandes oleadas migratorias: Operación Peter Pan (1960-1962), por la cual más de 14.000 niños fueron llevados a Estados Unidos; Varadero-Camarioca (1963), por donde se habrían ido unos 5.000 cubanos; Vuelos de la Libertad (1965-1973), que transportó a 260.000 cubanos hacia Estados Unidos; Mariel (1980), por cuyo puerto salieron 125.000 personas, incluidas familias enteras; Crisis de los Balseros (1994), cuando en los meses de agosto y septiembre más de 32.000 cubanos fueron interceptados en alta mar por Guardacostas de Estados Unidos y llevados a la Base Naval de Guantánamo. A partir de 2015, miles de cubanos decidieron emprender un extenuante maratón terrestre a través de varios países de Centro y Sudamérica con un solo objetivo: llegar a la frontera sur de Estados Unidos.
De acuerdo con cifras oficiales, solo entre 1959 y 1962, de la Isla con destino a Estados Unidos salieron unos 274.000 cubanos, incluidos los 14.000 menores de la Operación Peter Pan. En seis décadas, alrededor de tres millones de cubanos, legal o ilegalmente, han preferido huir de una ideología y una economía que jamás ha funcionado.
Nunca ha habido tregua. Fidel Castro alardeó que Cuba exportaría más productos lácteos que Holanda y que en el año 2000 La Habana sería superior a Nueva York. Sin embargo, desayunar y comer dos veces al día sigue siendo un lujo para los cubanos. La mayoría de sus promesas han sido “fake news”. En el país hay un déficit de un millón de viviendas, el transporte público es un caos y la burocracia y la corrupción se han convertido en males endémicos.
La revolución terminó siendo un plagio. Pura propaganda. La realidad supera a la ficción. Y la gente se cansa. René, cuentapropista, creyó que con las tímidas aperturas económicas de 2010 y el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos, en diciembre de 2014, en Cuba se abrirían sucursales de Mc Donald’s, en las tiendas venderían Apple y el régimen apostaría por la economía de mercado.
“Creía que tomaríamos el camino de China o Vietnam. Todo fue un cuento. Tienen terror a que los ciudadanos hagan dinero. Por el camino que vamos, en cualquier momento se produce un estallido social”. Si se produce, René no lo verá. Hace una semana se marchó rumbo a Perú. La cafetería que abrió tuvo que cerrarla, por la cuchilla fiscal, inexistencia de un mercado mayorista y controles absurdos. "Al final tuve que sobrevivir revendiendo aceite".
Odalys y Taimí, empleadas de una peluquería privada, hacen cola a un costado del antiguo Habana Libre para comprar boletos rumbo a Managua, Nicaragua. Son optimistas. “Veremos que tal no vas. Si podemos conseguir buenos trabajos en Panamá o México nos establecemos allí. Lo ideal sería la “yuma” [USA], pero ya se sabe que aprobar como refugiado es muy difícil. Donde quiera vamos a estar mejor que en Cuba”.
En Tapachula, alrededor de doscientos cubanos buscan llegar a la frontera con Estados Unidos. En Turbo, Colombia, el colega Juan Arturo Gómez en Diario de Cuba, cuenta que más de 600 cubanos duermen en carpas y sin dinero en el puerto de Necoclí, en la región colombiana de Urabá. Desde Ecuador, Guyana y Brasil, otros inician su marcha rumbo a territorio estadounidense.
Según Carlos, sociólogo, esta nueva ola migratoria desmonta el viejo discurso del régimen. “El Gobierno aseguraba que los cubanos se marchaban debido a los privilegios migratorios que tenían en Estados Unidos. Ya no tienen esas ventajas y continúa el éxodo. De no mejorar la economía y si llega una versión light del Período Especial, es probable que entre 20.000 y 30.000 cubanos en 2019 se marchen del país”.
La emigración es ahora mismo un tema prioritario en la conversación de los cubanos. Por las redes sociales, jóvenes como Sergio, trazan una estrategia de viaje. “Hay diversos protocolos a seguir. Los parientes y amigos te dicen cuál es la vía más segura y más barata. Con 2.000 cañas (dólares), puedes viajar a México. Siempre es bueno andar en grupo para evitar los atracos”.
Muchos revisan sitios webs en busca de empleo en el extranjero. En la calle corren todo tipo de rumores. La mayoría falsos. “Dicen que Canadá está pidiendo mano de obra”; “En Australia le están dando visa a quienes tienen título de enfermería y hablen inglés” o “la Base de Guantánamo va a dar visas a los cubanos que logren llegar”. Una docena de cubanos han sido detenidos por fuerzas combinadas de la policía y la Seguridad del Estado, al intentar acceder a Caimanera, poblado limítrofe con la Base Naval de Estados Unidos en Guantánamo.
Cuba vive una crisis económica estacionaria y la gente decide emigrar. El sueño americano es la primera opción, pero si el norte cierra sus puertas, se viaja al sur. El límite lo pone el pasaporte cubano, uno de los más restrictivos del mundo.
IVÁN GARCÍA, LA HABANA, MARZO 2019