La trama narra la historia de amor y descubrimiento de un adolescente gay que, como muchos otros durante la pubertad, se debaten entre la autenticidad y el clóset cuando se enamoran de verdad. Parece un tema común, pero en esta película es extraordinario, porque se desenvuelve en una Guatemala conservadora y su protagonista es indígena.
José, del director chino Li Cheng, sigue los pasos de un joven repartidor de comida que vive en la indigencia con su madre, una devota cristiana, en una cultura marcada por la violencia, el machismo, el puritanismo religioso y la codependencia familiar. Y es precisamente por temor al rechazo, que José esconde su amor por un obrero de construcción y los encuentros sexuales furtivos que consigue en aplicaciones para ligar.
Ganador del Queer Lion en el Festival de Cine de Venecia 2018, el drama se presenta esta noche a las 9 p.m. en Regal Cinemas South Beach como parte del Outshine Film Festival, el festival de cine LGBT de Miami, que en su edición número 21 presenta 85 películas estadounidenses e internacionales, entre el 18 y 28 de abril.
Ni el director, Cheng, ni su productor y coguionista, George Roberson, tenían planeado filmar una película de temática gay, ni grabarla en Guatemala. Recorrieron una docena de países en América Latina para escuchar a la juventud, sus vivencias y preocupaciones, y muchos de estos testimonios los conmovieron. Pero el sufrimiento y el dolor más agudo lo percibieron entre los jóvenes LGBT centroamericanos.
“Los testimonios que escuchamos fueron sorprendentes: un chico al que la madre le dijo que nunca encontraría el amor; otro chico al que la mamá lo amenazó con un cuchillo en el cuello cuando le reveló que era gay”, cuenta Cheng en entrevista con el Nuevo Herald. “Con la película quise hablar en nombre de ellos; muchos estaban apasionadamente enamorados y se sentían desconsolados”.
Le advirtieron que jamás podría producir el filme en Guatemala, que mejor se fuera a México, porque Guatemala era demasiado conservadora y cristiana como para encontrar dos actores dispuestos a besarse, desnudarse y simular relaciones ante las cámaras en escenas homoeróticas, dijo el cineasta, quien vino a Estados Unidos hace 20 años a estudiar Biología en la universidad.
Más de 600 personas se presentaron en el casting para interpretar los diversos papeles del guión, que contiene también ritos católicos y evangélicos. Todos son actores no profesionales.
“Estábamos muy decididos, queríamos hacer algo allí, porque ellos merecen una mejor vida”, señaló Cheng. “La gente en Centroamérica vive muchas dificultades, incluso si no son gay. Eso lo reflejamos en la película”.