Bill de Blasio, el alcalde de Nueva York, formalizó este jueves su candidatura a las presidenciales de 2020. Las posibilidades de victoria son remotas, como cuando el también neoyorquino Donald Trump se lanzó a la carrera por la nominación republicana, y la mayoría de los vecinos de la gran metrópoli de Estados Unidos le pidió que no lo hiciera. Competirá, de momento, con otros 22 demócratas. Es de los más progresistas en un partido que vira hacia la izquierda, y se presenta como la antítesis de las políticas conservadoras que emanan de la Casa Blanca.
De Blasio presentó su candidatura en un vídeo colgado en Youtube, titulado "Trabajando para la gente trabajadora". Después, junto a su mujer, Chirlane, lo hará en el programa Good Morning America de la ABC. La pareja, que acaba de cumplir esta semana su 25º aniversario de matrimonio, viajará cuatro días a Iowa y Carolina del Sur. Se trata de la primera vez desde que John Lindsay lo hiciera en 1972 que un alcalde de Nueva York en ejercicio aspira a la Casa Blanca.
Si el registro de Bill de Blasio como alcalde se examinara sin ver su nombre, dejaría poco margen de duda. Llevó a Hillary Clinton al Senado y tiene diez victorias electorales a sus espaldas. Es popular entre la minoría latina y negra. La ciudad que dirige vive los niveles más bajos de criminalidad en décadas. Y como principal éxito de su política progresista, se encuentra el programa para garantizar el acceso universal gratuito a la enseñanza preescolar.
La victoria de Donald Trump en las presidenciales le llevó a adoptar una posición política hacia la izquierda, aún más agresiva. Arremetió contra sus decisiones en inmigración o las rebajas de impuestos a las rentas más altas. “El país va en la mala dirección”, repetía recientemente en un acto público al hacer referencia al problema creciente de la desigualdad, “no es falta de dinero. Es que están en la manos equivocadas”.
De Blasio dice que Trump es un impostor. Le llama “con Don”. “El Gobierno federal no está del lado de los trabajadores de EE UU”, dijo en su primer comentario como candidato, “conozco sus trucos”. “Trata de convencer a los estadounidenses de que está de su lado y eso es una mentira desde el primer día", reitera. "Hay que pararle", advierte. Pero esta táctica de presentar al magnate neoyorquino no funcionó en 2016 y el presidente no tardó en reaccionar. "Es un chiste", dice el republicano, "el peor alcalde de América. La ciudad de Nueva York le odia".
El mensaje del demócrata es poner de vuelta ese dinero en el bolsillo de la clase trabajadora, con iniciativas como una tarjeta sanitaria para las familias con menos recursos o elevando el salario mínimo. También es de los políticos en EE UU que enarbolan programas bajo el concepto “Green New Deal” para invertir en la mejora de la eficiencia de las infraestructuras y abandonar los combustibles fósiles para combatir el cambio climático.
Bill de Blasio, sin embargo, entra en la carrera con dos docenas de demócratas compitiendo por la nominación a las presidenciales de 2020. La lidera el ex vicepresidente Joe Biden con 30 puntos de ventaja en las encuestas respecto a su más inmediato rival, el senador Bernie Sanders, que respaldó a De Blasio para la reelección como alcalde. El 44% de los potenciales electores dicen que le votaría, frente al 14% del socialista y el 9% de la senadora Kamala Harris.
Rechazo
El alcalde neoyorquino está en el fondo, entre los últimos. El anuncio del demócrata sorprende, además, porque el 76% de los electores en la Gran Manzana rechaza que se presente a las presidenciales y le reclama que se centre en trabajar por resolver los problemas de la ciudad. “Dirigir Nueva York es uno de los trabajos más complejos del mundo”, opina Shaun King, “necesita plena dedicación”.
La mitad de los vecinos considera por eso que será malo para la metrópolis que gestiona. Es más, cuatro de cada diez neoyorquinos suspende su trabajo como alcalde y en el conjunto de las encuestas tiene un ratio de aceptación del 22%, muy malo si se tiene en cuenta que la media de los demócratas es de tres a uno. En las últimas elecciones locales consiguió el 66% del respaldo, un mínimo histórico.
El 1600 Pennsylvania Avenue ya tiene a otro neoyorquino. La lógica de Bill de Blasio es que si Donald Trump lo consiguió, también él podrá remontar en las encuestas. Bernie Sanders también creció en la gran ciudad, en el barrio de Brooklyn. En su caso, su gran baza es que si puede ser alcalde de Nueva York, la ciudad más grande del país y con el sistema educativo público más extenso, está capacitado para gestionar la nación.
La consultora política Rebecca Katz considera que es una mala idea que Bill de Blasio se presente a las elecciones. Hasta su esposa mostró poco entusiasmo en público durante las últimas semanas cuando se le preguntó por esta posibilidad antes del anuncio. El demócrata se acercó recientemente a Nevada, Iowa, New Hampshire y Carolina del Sur para tantear las aguas en esos estados claves y darse a conocer entre las bases.
Escándalos
El New York Post le califica de "incompetente" y "arrogante". Hasta el The New York Times trató de influir para que reconsiderara su decisión, con un artículo de opinión publicado este pasado lunes en el que señalaba que sus pretensiones presidenciales no generaban interés entre los electores. La negatividad de los votantes, sin embargo, no disuadió a los donantes que tienen negocios en la ciudad y que están destinando fondos a su grupo de acción política Fairness PAC.
Es ahí donde estás precisamente la principal vulnerabilidad de Bill de Blasio, por los conflictos de intereses. Ya durante la reelección como alcalde, el demócrata tuvo que afrontar duras críticas por las dudas éticas y legales que originó la financiación de su primera campaña. Uno de los donantes se declaró incluso culpable de haber tratado de sobornarle para lograr un trato de favor.
Ahora utiliza el dinero de Fairness PAC para pagar los viajes a los estados clave para la nominación. Desde su entorno aseguran que no aceptan dinero de personas que hacen negocios con la ciudad y disputan que reciban un trato especial. El cargo de alcalde en Nueva York está limitado a dos mandatos. Su predecesor, el magnate Michael Bloomberg, logró un tercero, tras una maniobra controvertida.
SANDRO POZZI, NUEVA YORK, MAYO 2019