No son señales ni predicciones, todo es evidencia de que Cuba ha comenzado a experimentar otra fase crítica de ese Período Especial del cual algunos, tal vez con acceso a remesas del exterior o dueños de un estado financiero “extraordinario”, declararon el final aun cuando más de la mitad de la población de la isla todavía vive con menos de un dólar diario o, en el común de los hogares de obreros e incluso de trabajadores profesionales altamente calificados, hace más de dos décadas que no es posible desayunar un vaso de leche y pan con mantequilla, a veces ni siquiera una humilde taza de café.
Una crisis profunda que para muchos sobrevivientes de la anterior, hoy en la tercera edad o camino a ella, será mortífera como lo fue para miles de cubanos en esos infernales años 90 que, por lo visto, no sirvieron de escarmiento a quienes hoy persisten en los mismos errores económicos y políticos que no permiten a la nación salir adelante como debiera ser, impulsada por sus propios ciudadanos, vivan donde vivan y piensen como deseen pensar cuando lo esencial no debiera ser la porfiada y traumática “construcción del socialismo” sino ofrecerles a los cubanos y al mundo un país inclusivo, pleno de bienestar, expectativas, confianza en el porvenir con todos y para el bien de todos.
Estamos a las puertas de transitar por el mismo calvario pero esta vez los indicadores muestran que la cosa irá a peores puesto que la válvula de escape de la emigración o los “respiros” en masa hacia los Estados Unidos ha sido clausurada, el dinero de las remesas y negocios privados disminuirá significativamente, la alianza con el régimen de Maduro se ha vuelto extremadamente tóxica y el descontento se torna viral e impacta en las redes sociales haciendo propicios los estallidos sociales espontáneos, impredecibles, contra un Miguel Díaz-Canel aturdido principalmente por los resquebrajamientos internos, la burocracia, la corrupción, la mediocridad e incapacidad de la mayoría de los “cuadros de dirección”, la subordinación al partido Comunista y las fuerzas armadas que, dueños absolutos de la economía, no aceptarían jamás el camino del diálogo, con lo cual solo puede responder con un ascenso de la violencia. Las horas y días posteriores a la marcha LGBTI+ independiente fueron el ejemplo más claro de que la presión, venga de donde venga, será respondida con represión.
Algunos han dicho en las redes sociales, con cierta sabiduría, que no solo el gobierno norteamericano con el aumento de las presiones mediante la Ley Helms-Burton le ha complicado el escenario a Miguel Díaz-Canel sino que, todo parece indicar, al interior del gobierno cubano algunos se complacen con la crisis como a la búsqueda de una justificación para declararlo incapaz de asumir todos los poderes en el 2021 e impedir que, habiéndose tomado demasiado en serio el papel y con esa política caustica contra la corrupción, estremezca los cimientos del verdadero poder en Cuba, quedando al descubierto que ese inmovilismo o conservatismo, que solo un tonto no es capaz de percibir, no es más que una maniobra maquiavélica que beneficia a unos pocos, para quienes el embargo de los Estados Unidos ha sido durante décadas una bendición. No es una hipótesis a despreciar.
De ahí quizás el absurdo de insistir una y otra vez en reflotar una empresa estatal contra todo indicador económico negativo y a sabiendas que son la base del mercado negro, al mismo tiempo que son acorralados los emprendedores con impuestos cada vez más elevados y leyes abusivas, mientras los inversionistas extranjeros son beneficiados con exenciones impositivas y mimos legales de republiquita bananera, sin contar el hecho enormemente sospechoso de que, incluso con la soga al cuello, los dirigentes cubanos persistan en ignorar que ese gran capital que tanto buscan en Europa, en Asia e incluso en los Estados Unidos, está más que disponible en manos de los propios cubanos emigrados, así como esa “iniciativa” que tanto reclaman al cadáver de la empresa estatal socialista, la tienen frente a sus ojos, golpeándole la cara, y son los miles de negocios privados que a pesar de tenerlo casi todo en contra saben salir adelante, además de los cientos de millones de dólares que entran al país por concepto de remesas y visitas familiares, y terminan saliendo hacia Panamá, Guyana, México, Miami, etc. Algo MUY RARO está ocurriendo al interior de las estructuras de poder en Cuba.
El descontento crece cada día más y del gobierno apenas llega la callada por respuesta, incluso a tragedias estremecedoras como la del accidente aéreo de mayo de 2018 cuyos resultados periciales han sido otra burla gigantesca a las víctimas y al dolor de sus familiares, sumada a otras que reflejan el desprecio por los damnificados de tornados y ciclones, por enfermos que llevan meses a la espera de una cirugía, por ancianos que han dejado de tomar los medicamentos porque estos se van en las mochilas de los médicos que “cumplen misión” para una empresa que comercia sus servicios y que mal les paga el sacrificio.
Silencio frente al descontento y sonrisas sarcásticas en los rostros de quienes reprimen una marcha de apenas trescientas personas que reclaman por hacerse escuchar, ni siquiera por un cambio de gobierno, solo indican que las cosas marchan muy mal y que el zarpazo de la bestia está a la vuelta de la esquina.
ERNESTO PÉREZ CHANG, LA HABANA, CUBA 2019