Desde el pasado mes de abril, adolescentes casi niños se lanzan todos los sábados de las repletas guaguas en la esquina de 41 y 42, municipio de Playa. Cientos de ellos se aglomeran sonrientes y llaman a viva voz a sus amigos en el parqueo del Salón Rosado de La Tropical. Lucen atuendos muy distantes de lo que se vende en las tiendas estatales y de lo que promueven los cánones del socialismo cubano, cercenador del imaginario de la niñez y la juventud durante décadas.
Al expresarle satisfacción por la frescura que desbordan en un lugar envejecido, ellos se alegran y hasta se asombran, pues dicen que sus padres y otros adultos critican su pérdida de tiempo y dedicación a la bobería. Muchos se quejan de haber perdido el espacio al aire libre y gratis de La Piragua, en el Vedado, frente al Malecón. Ellos son amigos en sus blogs de Facebook y seguidores del programa de la televisión Talla Joven, una evidente intención de las autoridades de enrumbar a una generación desenfadada y desmotivada por las consignas a través de medios de la nueva época.
La Tropical ha pasado por largos períodos de decadencia, destrucción, cierre, apertura de bailables para ancianos nostálgicos de los buenos ritmos cubanos de su juventud, bailes multitudinarios nutridos mediante guaguas con motor en marcha, que esperaban parqueadas en la avenida hasta bien entrada la madrugada para asegurar el transporte, casi inexistente actualmente. Poco a poco regresa a la normalidad al emblemático lugar, otrora sede de bailables populares con las mejores orquestas y cantantes, propiciados por los dueños de la fábrica de cerveza y malta contigua, y con el estadio también construido por ellos. Los inmensos y bellos Jardines de La Tropical, en la avenida 51, igualmente depauperados por la desidia, se reconstruyen en el marco de los festejos por el 500 aniversario de la fundación de La Habana, a celebrarse en noviembre próximo.
La educación de niños y jóvenes está politizada desde 1959. A partir de los cinco años, el infante ingresa a un sistema de enseñanza marcado por el acceso “voluntario” a organizaciones como la Organización de Pioneros José Martí (OPJM), antigua Unión de Pioneros de Cuba (UPC), la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM) hasta llegar a la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). Todas esas organizaciones son supervisadas por la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), la cual, guiada por el Partido Comunista de Cuba (PCC), dice contar con 500 000 militantes entre los 15 y 30 años de edad.
Actualmente, según datos del Anuario Estadístico de ONEI (Oficina Nacional de Estadística e Información), de los 11 209 628 habitantes del país, 3 361202 (entre 5-29 años) son adoctrinados por esas organizaciones.
Sin embargo, la aspiración de la mayoría de los niños y jóvenes es emigrar, fundamentalmente a Estados Unidos, aunque los cambios política migratoria de ese país han obligado a los cubanos a encontrar vías más difíciles, costosas y peligrosas. La razón para ello es simple: se resisten a tener la maltrecha calidad de vida que conocen desde que nacieron y a echar sus mejores años en una vivienda compartida por varias generaciones.
Durante muchos años los jóvenes consideraron inútiles los estudios universitarios esfuerzos inútiles. Ahora, esa tendencia se ha reducido, porque un título puede abrir oportunidades en otros países, nuevas posibilidades que se complementan con el aprendizaje de idiomas, principalmente inglés.
La UJC enmarca sus actividades en la Ruta del Congreso 2019-20. La convocatoria, lanzada en abril, intenta mostrar que en el proceso de reuniones de los comités de base y en el trabajo con los jóvenes “no hay esquemas, solo ideas solo se han establecido líneas de mensajes o aspectos que no pueden faltar, que cada cual le ponga su creatividad, entusiasmo, iniciativa”, así lo ha dicho Suselis Morfa (Juventud Rebelde, 14-5-19). Hasta hace poquísimo, la primera secretaria de la UJC pretendía imponerse mediante los tradicionales gritos y arengas. Ahora, el momento amerita nuevos métodos. El cambio coincide con la alocución pausada y las expresiones del presidente Díaz-Canel, emergido desde las filas de la UJC, sobre la forma de conducirse con urbanidad y la atención a los criterios de la población, lo que evidencia la necesidad de hacer sentir que es escuchada y lograr el reconocimiento al gobierno de continuidad.
Los incrementos salariales en el sector presupuestado están enfocados también a los jóvenes, que al graduarse de la enseñanza media y universitaria se tienen que incorporar a puestos con muy baja remuneración y condiciones de trabajo poco estimulante. Esto ha provocado que procuren ocupación en el trabajo por cuenta propia, el mercado subterráneo y los viajes para traer productos de primera necesidad, a fin de suplir el déficit de abastecimiento, ropa, calzado y otros atuendos competitivos con los de baja calidad y ajenos a la moda comercializados en las tiendas de venta en divisas estatales (TRD).
Aunque los aumentos no son elevados, generan esperanza con vista a la reforma salarial augurada e incierta, fomentada por las organizaciones y los medios de prensa, como el artículo “Nuevas medidas económicas” ¿Qué dicen los jóvenes?, que en realidad refleja la crisis laboral imperante en este segmento importante de la población cubana.
No menos problemática ha sido la incorporación de los jóvenes a los duros trabajos de la agricultura e industria, que podrían mejorar en el marco de la distribución salarial de las empresas y las producciones locales y municipales.
Resulta dudoso que los pequeños incrementos llenen las expectativas de quienes deberían crear el presente para tener futuro. Lamentablemente, existe una apreciable cantidad de jóvenes vagando o jugando dominó en las esquinas. Ello constituye el caldo de cultivo de la corrupción, la delincuencia y la alta población penal resultante, sobre todo entre mestizos y negros.