Los republicanos lanzarán su estrategia latina en La Florida y los debates demócratas comenzarán en Miami a fines de junio, por lo que se enfrentarán dos desafíos: cómo comunicarse de manera efectiva con nuestra comunidad y cómo abordar decididamente el tema de Cuba.
Enfrentarse con éxito a estos desafíos es la única manera de abordar el papel desmedido de los cubanoamericanos en las elecciones de 2020 y, al mismo tiempo, lograr que más de nosotros votemos por los demócratas.
Contrariamente a lo que muchos creen, habrá que comunicar un mensaje progresista, tanto acerca de la política interna como de la relacionada con Cuba, a fin de atraer al creciente número de electores cubanos, especialmente a los millennials, cuyas opiniones son cada vez más parecidas a las mayoritarias en Estados Unidos.
En las elecciones de 2008, 2012 e incluso de 2016, alrededor del 50 por ciento de los cubanos votó por los demócratas. Aunque los expertos discuten acerca de las cifras exactas, una conclusión es clara: muchos cubanos apoyaron el mensaje de política interna del expresidente Obama y rechazaron el “endurecimiento” de las políticas hacia Cuba del expresidente George W. Bush y del presidente Trump.
Estas opiniones aumentan notablemente entre los votantes más jóvenes y los inmigrantes posteriores a 1995, como lo demostró claramente la encuesta acerca de Cuba de la Universidad Internacional de Florida. También sabemos que los cubanos quieren el contacto con su país de origen: aproximadamente medio millón de cubanos visitaron la isla en 2018.
Sin embargo, las políticas de Trump perjudican a los cubanoamericanos aquí y a los cubanos en la Isla, así como a nuestros intereses nacionales. Nuestra embajada en La Habana está cerrada prácticamente y de hecho elimina las visas para que los cubanos visiten a su familia e Estados Unidos. Las políticas también reducirían seriamente el dinero que podemos enviar a nuestros familiares, eliminando prácticamente el capital que necesitan para sus negocios. Y al cerrar las negociaciones acerca de muchos temas de interés común –como el narcotráfico y el tráfico de personas– estas políticas también dañan nuestro interés nacional. Las “razones” de estas políticas son, en el mejor de los casos, dudosas.
No hay duda de que una estrategia demócrata no necesita ganar a todos los grupos etarios cubanos, sino simplemente superar los márgenes anteriores de manera sólida.
Los demócratas deben atraer a los votantes cubanos más jóvenes y a sus padres moderados con una vigorosa inscripción de electores y un esfuerzo de participación, especialmente para los millennials cubanoamericanos, que es la misma estrategia que se necesita para todos los estadounidenses. Y cuando surge inevitablemente el tema de Cuba, la respuesta debe ser la de defender una política de acercamiento con la Isla, que Obama ya demostró que era popular.
Esto no será fácil. La oposición de la derecha será una estridente acusación de socialismo, por lo que no se puede ser tímido, incluso si se oponen algunos dentro de las estructuras del Partido Demócrata. Los millennials cubanos darán la bienvenida a esta estrategia, al igual que muchos de sus padres. Si bien podemos y debemos respetar los sentimientos de los votantes cubanos de mayor edad –también son mis padres– su voz es la del pasado y su voto, en gran medida, de todos modos ya está al máximo, mientras que los electores más jóvenes y otros electores moderados están creciendo en número y apenas han sido explotados.
Finalmente, esta “estrategia cubana” es coherente con una más amplia estrategia demócrata de campaña, porque las encuestas nos han dicho durante mucho tiempo que la idea de “ponerse duro” con Cuba es rechazada por el público estadounidense, que está a favor del acercamiento. En elecciones tan reñidas como las de La Florida, es útil parafrasear un comentario bien conocido: es el margen de diferencia, estúpido.
ACERCA DEL AUTOR
Manuel R. Gómez, fundador del antiguo Comité Cubanoamericano para la Normalización de las Relaciones con Cuba, es un empleado retirado del gobierno federal que divide su tiempo entre Washington y el sur de la Florida.