Más o menos dos semanas le tomó a la revolución artística boricua lograr su mayor objetivo: bajar del poder al gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló. Un triunfo que deja mucho a la reflexión de cómo la música puede llegar a ser una herramienta imparable en la movilización y la exigencia social.
Para entender el fenómeno, hay que poner en contexto el asunto.
Durante las últimas semanas, las calles de La isla del encanto han sido el escenario de la movilización masiva de más de 100.000 puertorriqueños que acudieron a las calles del Viejo San Juan haciendo valer su voz y ejerciendo su derecho de opinar y exigir el respeto que se merece el pueblo que elige a sus gobernantes cuando estos no obran de la manera que se espera.
Lo que motivó este vuelco a las calles fue básicamente la publicación de 889 páginas de un chat entre Rosselló y su círculo íntimo de colaboradores —entre ellos el exsecretario de Asuntos Públicos, Ramón Rosario, el exrepresentante del Gobierno ante la Junta, Elías Sánchez Sifonte, el secretario de Estado, Luis Rivera Marín y el principal oficial financiero y representante del Gobierno ante la Junta, Christian Sobrino— en los que se hacían comentarios misóginos, homofóbicos o insultantes sobre opositores políticos, cantantes y periodistas. A lo que el gobernador pidió disculpas públicamente y dijo que había tenido una conducta impropia, aunque no había cometido un delito, en un intento por minimizar el escándalo y pasar la página.
Y aunque el chat fue para muchos la gota de indignación que rebosó la copa de la dignidad, lo que hay detrás de esto es un gobierno disfuncional. Semanas antes de los escándalos del chat, un juez federal acusó a varios exfuncionarios y contratistas del gobierno de Rosselló de conspiración para cometer fraude, robo, fraude electrónico, lavado de dinero y conspiración para lavado de dinero. Entre ellos, la secretaria de Educación desde enero de 2017 hasta abril de este año, Julia Keleher, y la exdirectora de la Administración de Seguros de Salud (ASES) Ángela Ávila, quienes fueron arrestadas por el FBI. Sumado a esto, el 17 de julio el CPI (Centro de Periodismo Investigativo) publicó un artículo en que se habla de una multimillonaria red de corrupción desde el Gobierno.
Desde que el chat fue dado a conocer, el pasado 13 de julio, algunos artistas empezaron a mostrar su indignación con el gobernador Rosselló. Ese mismo día, René Pérez Joglar o Residente de Calle 13, publicó en su Instagram un video en el cual ponía en contexto lo que estaba pasando e invitaba a la unión pacífica y sin importar partidos políticos de la gente en la isla, para exigir la renuncia del dirigente. “Este gobierno ya perdió el respeto de todo un país. Si no renuncia lo vamos a sacar”, afirmaba Pérez. Días después Benito Martínez o Bad Bunny, se sumó al llamado, comentando además que iba a pausar su gira y más adelante las grabaciones de su nuevo disco, para convocar la marcha masiva el 17 de julio en la cual más de 100.000 personas se tomaron las calles hasta La Fortaleza, lugar de residencia de Rosselló, para hacerse sentir.
Bad Bunny, la pieza clave para la movilización en Puerto Rico
Según Willy Rodríguez, vocalista de Cultura Profética, una de las bandas más importantes en Puerto Rico y Latinoamérica y cuyo mensaje siempre ha motivado el desarrollo del pensamiento crítico y la relevancia de los temas sociales de la isla, Bad Bunny fue esa ficha que movilizó a un montón de gente que nunca hubiera pensado en salir a luchar. “Él hizo que muchas personas salieran a decir ‘coño si él está de acuerdo pues yo también, y eso es lo que hacía falta, gente que movilizara a las personas a la calle, a los que hacen falta para que los cambios se den, a los que el gobierno manipula con propaganda política. Él los trajo a la calle y creo que ese fue el detonante, lo que hizo la diferencia”, me cuenta vía teléfono Willy.
Para Joel Moya, Artist Relations de Remezcla, uno de los medios latinos más importantes en Estados Unidos, la comunidad artística del mundo se ha convertido en el nuevo liderazgo, elegido por las masas para transmitir sus ideas. “Recordemos que estos también son ciudadanos, como nosotros quienes les afecta lo que ocurra en su país. Si sus letras o acciones en las redes sociales nos mueven y nos hacen reír o llorar, el que puedan usar estas herramientas para generar un impacto positivo en la sociedad, convocar y liderar las masas que claman por cambios o justicia en su tierra, es la mejor obra que pueden hacer”. Agrega además que vivimos en un mundo donde la mayor parte de la información nos llega por las redes sociales; la unión del underground y el mainstream lograron encender la chispa que movió las masas al golpe de las ollas desde el Viejo San Juan hasta New York y, según él, “esto debe enseñarnos una lección de que el mundo cambió y que hay muchas más cosas que como sociedad podemos hacer si nos unimos. Perreo por justicia social”.
Y aquí quizás la primera reflexión sobre lo que esta coyuntura nos deja es que muchas veces los artistas se han desligado del discurso político quizás evitando mostrar sus preferencias ideológicas, quizás evitando polarizar a su audiencia y perder su alcance con quienes no estén de acuerdo con su postura, o porque simplemente sienten que no es su responsabilidad enviar este tipo de mensajes e incluso hay quienes afirman que el mundo está tan saturado de estos temas, que su propósito es abstraer a sus fans, por un segundo, de su realidad y ponerlos en otro estado.
“Esto debe enseñarnos una lección de que el mundo cambió y que hay muchas más cosas que como sociedad podemos hacer si nos unimos. Perreo por justicia social”.
Para Willy Rodríguez la participación de algunos artistas en estas luchas tiene que ver cuando estas son populares, “porque cuando las luchas pueden hacer que un público te deje de escuchar, pues la mayoría de los artistas no se prestan”. Sin embargo, la música como creación cultural es un acto político y los artistas como seres que son parte de la sociedad, también son parte de la política. Claramente esto no debería ser una obligación para ningún artista, pero tienen en su voz la oportunidad de ser líderes de opinión cuyo mensaje puede hacerse masivo y permear en causas que requieren atención hasta lograr cambios como los que está persiguiendo y logrando Puerto Rico. Según Rodríguez, “siento que tenemos la responsabilidad de usar nuestros canales para algo más, no que la música en general deba ser un panfleto, ni que no deba existir música para relajarse y bailar, pero sí debemos estar puestos para todo lo importante también, aunque esto quizás divida a nuestro público, las causas comunes se entienden a la larga. Y ese es el ejemplo de Cultura Profética, venimos diciendo tantas cosas, que nos cerraron muchas puertas en el camino y a la larga el tiempo nos dio la razón y se toman nuestras canciones como ejemplos de lo que debió ser” me cuenta el líder de la banda de reggae.
Después de todo por más cantidad de gente anónima en las manifestaciones, las luchas requieren caras visibles que le den fuerza a su mensaje.
Y no es necesario dejar de hacer la música que hacen por defender una causa, a veces basta con apropiarse de espacios y lo que estos significan para enviar un mensaje contundente. Un día después de las primeras marchas masivas en la isla, Daddy Yankee aprovechó su lugar en la tarima donde recibió el galardón en la categoría Cantante + Compositor + Escritor de los Premios Juventud para exigir la renuncia del gobernador. “Puerto Rico está cansado de corrupción, del maltrato por décadas, del cuento chino. El sistema de educación está quebrantado y necesitamos levantarlo. Sigamos manifestándonos con coraje, pero con sabiduría. Exige tu derecho, pero con inteligencia, pasivos, sin miedo. Estamos heridos, pero con valentía, vamos pa'lante Puerto Rico. Asimismo, como trabajamos en el huracán María vuelvo para mi tierra en lo que me necesiten, porque saben qué, mi destino final, a pesar de que yo viaje el mundo, mi destino final es mi hogar, donde vivo, Puerto Rico”.
Y aquí la segunda reflexión, que tiene que ver con los espacios que tiene la música para expresarse y la oportunidad que significan estos mismos para impactar no solo en su audiencia sino en la gente en general. Esos lugares en los que la música es solo la excusa y donde tantas veces se han hecho críticas, llamados a la reflexión, denuncias sociales. Solamente en su IGTV, el video de Yankee se ha reproducido más de dos millones quinientas mil veces, que es poco menos de la cantidad de habitantes de Puerto Rico, pero visto por personas de todo el mundo. En ese mismo escenario Anuel y Farruko también aprovecharon los micrófonos y la atención e hicieron el llamado a la renuncia de Rosselló.
Si bien la renuncia de Ricardo Rosselló es la primera de muchas victorias que le esperan a la revolución artística en Puerto Rico —ya que aparte están exigiendo la renuncia del cargo de otros funcionarios—, vale la pena entender como la unión de un pueblo a través de sus figuras más admiradas en pro de una causa, es también el ejemplo para un continente históricamente marcado por la corrupción y en la última década por la movilización social en pro de la educación, del aborto legal, seguro y gratuito, en contra de la corrupción, en favor de la paz o condenando el ineficiente sistema de salud.
Esta es la oportunidad de no solo mostrar empatía y celebrar otras causas sino apropiarse de las más cercanas y esta generación así lo exige.
En el trino en que J Balvin felicita el logro de Puerto Rico tras haber sacado de su posición en el poder al gobernador Rosselló, la gran mayoría de los comentarios le recordaron que el 26 de julio del 2019, en Colombia, su país, se ha convocado una marcha por los líderes sociales, uno de los temas más dolorosos con el que han tenido que convivir sus habitantes durante años, pero sobre todo intensificado su asesinato tras la firma del Acuerdo de Paz, el pasado 24 de noviembre del 2016, entre el gobierno nacional y las FARC-EP, la guerrilla más antigua del continente.
Y eso solo por poner un ejemplo de las causas que podrían tener más atención y eventualmente una solución si figuras masivas sumaran sus voces a las de una masa indignada. Hay iniciativas que se han hecho desde el arte, en Argentina mil artistas se unieron y pidieron la legalización del aborto a través de una carta, en Venezuela se llevó a cabo el Live Aid, para apoyar una causa benéfica y rechazar la dictadura de Nicolás Maduro, sin embargo, no fue nada más que un concierto simbólico, pero ¿qué pasaría si nos juntáramos en las calles? ¿Qué cambiaría si esos artistas que tienen todos los ojos encima se sumaran a las causas de un pueblo frustrado con sus dirigentes? ¿Cómo sería esa revolución artística que ayude a cambiar todo lo que está mal? Quizás solo se logre visibilizar en proporciones absurdas un problema, pero Puerto Rico logró algo y ese ejemplo debería servirnos a todos los que habitamos una Latinoamérica tan compleja y desigual.