البريد الإلكتروني

كلمة السر:

سجّل نفسك الآن

هل نسيت كلمتك السر؟

Cuba Eterna
 
مستجدات
  أدخل الآن
  جدول الرسائل 
  معرض الصور 
 الملفات والوتائق 
 الإحصاء والنص 
  قائمة المشاركين
 BANDERA DE CUBA 
 MALECÓN Habanero 
 *BANDERA GAY 
 EL ORIGEN DEL ORGULLO GAY 
 ALAN TURING 
 HARVEY MILK 
 JUSTIN FASHANU FUTBOLISTA GAY 
 MATTHEW SHEPARD MÁRTIR GAY 
 OSCAR WILDE 
 REINALDO ARENAS 
 ORGULLO GAY 
 GAYS EN CUBA 
 LA UMAP EN CUBA 
 CUBA CURIOSIDADES 
 DESI ARNAZ 
 ANA DE ARMAS 
 ROSITA FORNÉS 
 HISTORIA-SALSA 
 CELIA CRUZ 
 GLORIA ESTEFAN 
 WILLY CHIRINO 
 LEONORA REGA 
 MORAIMA SECADA 
 MARTA STRADA 
 ELENA BURKE 
 LA LUPE 
 RECORDANDO LA LUPE 
 OLGA GUILLOT 
 FOTOS LA GUILLOT 
 REINAS DE CUBA 
 GEORGIA GÁLVEZ 
 LUISA MARIA GÜELL 
 RAQUEL OLMEDO 
 MEME SOLÍS 
 MEME EN MIAMI 
 FARAH MARIA 
 ERNESTO LECUONA 
 BOLA DE NIEVE 
 RITA MONTANER 
 BENNY MORÉ 
 MAGGIE CARLÉS 
 Generación sacrificada 
 José Lezama Lima y Virgilio Piñera 
 Caballero de Paris 
 SABIA USTED? 
 NUEVA YORK 
 ROCÍO JURADO 
 ELTON JOHN 
 STEVE GRAND 
 SUSY LEMAN 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 
 
  أدوات
 
General: ¿Cuán importante es aún Hong Kong para la economía de China?
إختار ملف آخر للرسائل
الفقرة السابقة  الفقرة التالية
جواب  رسائل 1 من 2 في الفقرة 
من: CUBA ETERNA  (الرسالة الأصلية) مبعوث: 19/08/2019 13:44
 HONG KONG SE RESISTE A SER CHINA 
Hong Kong sigue siendo clave para la economía china, tanto en términos comerciales como financieros. En 2017-2018, según estadísticas oficiales, China recibió cerca de US$125.000 millones en inversión directa extranjera, de los cuales US$99.000 millones procedieron de Hong Kong: casi el 80% del flujo.
 
¿Cuán importante es aún la ciudad para la economía de China?
POR JAIME SANTIRSO | BBC MUNDO
¿Qué pasaría si China decidiera intervenir en Hong Kong a la fuerza para aplacar las protestas?... Las consecuencias de una decisión de ese tipo son impredecibles, pero los expertos consideran que China, en conjunto, podría salir gravemente dañada si la crisis escalara de esta manera.
 
La economía es un punto clave en esta disyuntiva, teniendo en cuenta que Hong Kong se ha convertido en uno de los centros financieros más importantes de Asia y que la economía china se ha beneficiado crecientemente de su estatus de región administrativa especial.
 
Hong Kong ya está sintiendo el impacto económico de 11 semanas consecutivas de protestas.  El turismo y la venta minorista, que equivalen a alrededor del 20% de la economía local, son los sectores más afectados directamente por las manifestantes, que han paralizado puntos clave para la vida y la economía del territorio en repetidas ocasiones.
 
El gobierno hongkonés ha rebajado sus expectativas de crecimiento este año al 2-3%, tras registrar una subida del 3,5% el año pasado. Y recientemente bancos privados y consultoras disminuyeron aun más las expectativas, hasta el 1% o menos.  Pero, ¿cuán importante es actualmente Hong Kong para la economía china? ¿Podría sacrificar Pekín los beneficios que le aporta su sistema "especial" a cambio de mantener el control político?
 
Una puerta económica
Hong Kong sigue siendo clave para la economía china, tanto en términos comerciales como financieros.  En 2017-2018, según estadísticas oficiales, China recibió cerca de US$125.000 millones en inversión directa extranjera, de los cuales US$99.000 millones procedieron de Hong Kong: casi el 80% del flujo.
 
Eso se debe a que el Estado de Derecho de Hong Kong y su sistema judicial independiente proporcionan un lugar relativamente seguro para empresas que quieren invertir en China. La isla también es el primer socio comercial de China continental y el principal destino para las empresas chinas que quieren cotizar en bolsa fuera del continente.
 
En 2018, más del 60% de las 354 empresas que hicieron una oferta pública inicial (IPO) de acciones en China eligieron hacerlo en Hong Kong, según la consultora PricewaterhouseCoopers, pese a que el mercado bursátil de Hong Kong cada vez enfrenta una mayor competencia del parqué de Shanghai.
 
"Hong Kong es para muchas grandes firmas del continente su punto de partida cuando empiezan a expandirse globalmente", dice Gareth Leather, economista sénior especializado en Asia de Capital Economics, firma consultora con sede en Londres.  Hong Kong además es crucial para las reservas de divisas foráneas de China; en este territorio, las reservas llegaron a un punto alto histórico en julio, US$448.000 millones, convirtiéndose en las séptimas más grandes del mundo.
 
"Para poner las cosas en perspectiva, Hong Kong, con una población de siete millones de habitantes, tiene más reservas que países como India, Corea del Sur o Brasil", dice el editor del servicio chino de la BBC Howard Zhang. Las reservas de divisas de China son las mayores del mundo, calculadas en US$3,1 billones.
 
Cambios
No obstante, China necesita a Hong Kong mucho menos que hace dos décadas. Cuando la excolonia británica fue devuelta a control chino en 1997, su economía representaba alrededor del 18% de la economía china, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI). Era el territorio en el que se fijaban otras ciudades del país, como un ejemplo a seguir a nivel de desarrollo económico.  Eso cambió con el boom económico. El año pasado, por ejemplo, la economía hongkonesa fue equivalente al 2,7% del PIB chino.
 
Frente a Hong Kong, se sitúan hoy en día ciudades como Shenzhen, considerada el Silicon Valley chino.  De hecho, este pasado domingo, el gobierno chino desveló un plan de amplias reformas en esa ciudad para que se convierta en un modelo de "desarrollo de alta calidad, un ejemplo de ley y orden y de civilización, así como satisfacción de la sociedad y sustentabilidad". Según el diario hongkonés The South China Morning Post, el anuncio se enmarca en el intento de Pekín de "marginar" a Hong Kong en el plan de desarrollo de esa dinámica zona del país.
 
Consecuencias
Si Pekín decide intervenir en Hong Kong para detener esta situación, el precio a pagar sería alto, según el editor del servicio chino de la BBC. "El estatus de Hong Kong como centrofinanciero y puerto internacional podría resultar dañado de forma irreparable", dice Zhang.
 
"Pekín se enfrentará a un rechazo internacional inevitable; los gobiernos occidentales no tendrán elección: tendrán que revisar sus lazos con China y la economía china y su estatus global sufrirán un gran revés". El presidente Donald Trump ha advertido que las negociaciones en materia comercial se verían "obstaculizadas" si Pekín utiliza la violencia para acabar con las protestas.
 
La guerra comercial con EE.UU. está poniendo presión en la economía china y los expertos consideran que Pekín necesita todos los recursos a su alcance. Los aranceles estadounidenses incentivan a algunas compañías a trasladarse, o a mover parte de sus operaciones, a otros países con condiciones más competitivas, como Vietnam, Bangladesh y Filipinas.
 
El año pasado, la Cámara de Comercio de Estados Unidos en China publicó los resultados de una encuesta que sugería que el 70% de sus miembros en el sur de China están considerando reubicar sus negocios fuera del país.
 
El editor del servicio chino de la BBC Howard Zhang explica en ese sentido que Hong Kong recibe un tratamiento especial de Estados Unidos en comercio, aduanas y tecnología, lo que significa que China puede saltarse parte de los aranceles impuestos por Washington en importaciones de tecnología si pasan por el territorio. No obstante, el analista Leather cree que "para el gobierno chino, lo más importante es mantener el control".
 
"Creo que están preparados para sacrificar parte del éxito de Hong Kong mientras ello signifique que pueden continuar manteniendo el control, no solo sobre China continental, sino sobre Hong Kong también". Pero cualquier decisión de Pekín que afecte a la relativa autonomía de Hong Kong, sin duda, sería visto como malo para los negocios, insiste. "Simplemente, piensa en las consecuencias de tener al Ejército de Liberación Popular en las calles de Hong Kong, y lo que eso haría a la reputación de Hong Kong como sector financiero bajo un Estado de Derecho". Por todo ello, es probable que, si se produce una desaceleración en Hong Kong, al gigante asiático le pese.
 
Hong Kong se resiste a ser China
Las protestas en favor de la democracia en la antigua colonia reflejan la transformación de la identidad hongkonesa, que anhela mantener sus derechos y libertades frente al control dictatorial de Pekín
 
Hong Kong es una anomalía histórica. No solo por sus calles dedicadas a la monarquía británica, pobladas de rostros asiáticos, o sus famélicas construcciones verticales; sino porque Hong Kong es una ciudad libre, abierta y moderna pese a estar controlada por el régimen chino, la dictadura más poderosa del mundo. Las 11 semanas de protestas prodemocracia ilustran el choque entre dos sistemas políticos, una confrontación que se acrecienta bajo la amenaza de una intervención militar de Pekín.
 
La semilla del conflicto se remonta al momento en el que Hong Kong se convirtió en lo que es. En 1997, 156 años después, la colonia británica volvió a formar parte de China. En el acuerdo firmado por Zhao Ziyang y Margaret Thatcher en 1984 solo había una condición, que quedó escrita así: “Los actuales sistemas sociales y económicos permanecerán inalterados, así como su estilo de vida”. Esta cláusula tomó cuerpo en el principio de yiguo liangzhi, un país, dos sistemas, según el cual Hong Kong, a diferencia del continente, disfrutaría de un régimen de “derechos y libertades asegurados por ley” y equiparables al de cualquier democracia occidental. Pero esta excepción tenía un horizonte: 2047, solo 50 años. De esta manera, sobre este pequeño territorio de maneras occidentales pendía, como una horca, el futuro irremediable del modelo chino. La primera colisión entre estos sistemas políticos tendría lugar en la isla: hoy.
 
China respetó el acuerdo durante la primera década, pero poco después dio comienzo a un proceso de erosión de derechos y libertades hecho explícito en un libro blanco publicado en junio de 2014. “En ese documento estratégico, el Partido Comunista de China expresaba su punto de vista sobre la operación de un país, dos sistemas”, explica en declaraciones a este medio Antony Dapiran, abogado residente en el territorio y autor del libro City of Protest: A Recent History of Dissent in Hong Kong (Ciudad de protestas: una historia reciente sobre la disidencia en Hong Kong). “El lenguaje empleado era muy estricto y priorizaba un país por encima de dos sistemas. En ese momento se hizo evidente que Pekín estaba empezando a apretar su control”. En septiembre de ese mismo año se desató la llamada revolución de los paraguas, una movilización que durante más de dos meses bloqueó el centro de la ciudad para reclamar la instauración de un sufragio universal efectivo, en lugar de que el jefe de Gobierno fuera preseleccionado por el Partido Comunista de China.
 
El detonante en esta ocasión ha sido la propuesta de una ley de extradición que permitiría que los ciudadanos hongkoneses fueran juzgados en suelo continental, donde al imperio de la ley se superpone, como a todo lo demás, el mandato del Partido. “Para los manifestantes se trata de una batalla por la libertad; para el Gobierno chino es una batalla por el control”, sentencia Willy Lam, catedrático de Historia y Economía en la Universidad China de Hong Kong, en una entrevista.
 
Pero el rumbo de los tiempos juega en contra de Hong Kong: cuanto más crece China, mayor es la sombra que se cierne sobre la excolonia. En los años de la transferencia, China era un país pobre. En 1993, Hong Kong representaba un 27% de su PIB. A partir de ahí comenzó una caída libre que ha reducido este número hasta menos del 3% el año pasado. “A día de hoy, la ciudad hace dinero gracias a los turistas chinos, la inversión china y las empresas chinas. Al mismo tiempo, los núcleos urbanos chinos se han transformado: Pekín, Shanghái, Shenzhen o Cantón no tienen nada que envidiarle”, señala Dapiran. La identidad hongkonesa se ha transformado en paralelo a este proceso: ya no se construye alrededor de su modernidad y prosperidad, sino sobre el hecho de ser un pueblo libre. “Lo que les hace especiales ahora son sus derechos y libertades, algo que no solo China no tiene, sino que una mayoría de lugares en Asia tampoco; lo que para Hong Kong es fuente de orgullo y personalidad”.
 
Los datos sociológicos corroboran esta teoría. El Programa de Opinión Pública de la Universidad de Hong Kong elabora de manera periódica una encuesta que contrapone la identificación popular entre las identidades “china” y “hongkonesa”. La serie histórica refleja cómo en los años posteriores a la transferencia de soberanía, en los que China respetó el principio de un país dos sistemas, la primera se fue imponiendo hasta alcanzar en 2008 un 38% frente al 18% de la hongkonesa. Ese año, los Juegos Olímpicos con los que Pekín se presentó al mundo se vivieron con furor por todo el país, también en la isla. Pero a partir de entonces la relación se ha invertido. Los datos más recientes, publicados a finales de junio de este año, reflejaban que el número de ciudadanos que se identifican como hongkoneses se sitúa en un máximo histórico, 53%. El índice chino, por su parte, está más bajo que nunca: un 11%. “A causa de esta evolución identitaria, la injerencia de China se ha recibido como un ataque directo al núcleo social”, añade Dapiran. Al protestar, los manifestantes dotan a esta identidad de una dimensión performativa, una doble reafirmación de lo que son que les hace aún más reacios a aceptar aquello que el Partido Comunista les ofrece.
 
El contrato social del Partido Comunista se basa en intercambiar prosperidad económica por libertad individual. Erradicar la pobreza absoluta para 2020 frente a un millón de uigures en campos de concentración: estos son los dos extremos del Zhongguomeng, el “sueño chino” capitaneado por Xi Jinping. Su modus operandi comienza por rechazar el universalismo de “valores occidentales”: democracia, pluralismo, derechos humanos. Hong Kong juega un papel crítico en este proceso. No solo porque forma parte de China, sino porque es una sociedad estructurada de acuerdo a esos principios. El Gobierno no logra seducir a los hongkoneses, y el Partido ha recordado en repetidas ocasiones las últimas semanas, que la alternativa es la fuerza.
 
El artículo 14 de la Ley Básica que rige la antigua colonia establece que, en caso de emergencia, el Gobierno central puede movilizar al Ejército Popular de Liberación si así lo solicita el Ejecutivo local. Una intervención militar es algo que todas las partes –Pekín, Hong Kong y manifestantes– desean evitar, pero el bloqueo parece inquebrantable y con cada día que pasa el uso de la fuerza gana en probabilidad. La semana pasada Carrie Lam, la jefa del Ejecutivo, se negó a contestar a un periodista que cuestionaba su capacidad de retirar la ley de extradición, una de las cinco demandas de los manifestantes –junto a la amnistía para todos los detenidos, una investigación independiente sobre la actuación policial, la derogación del término “revueltas” y la instauración de un sufragio universal efectivo–. Su evasiva reafirma la idea de que Lam se ha convertido en una intermediaria sin margen de acción, y que al otro lado de la mesa, frente a los manifestantes, se sienta el Gobierno chino. Y el Gobierno chino no negocia.
 
En la última semana, Pekín ha comenzado a sentar la base retórica para una acción directa al referirse a las protestas como “terrorismo”. La represión de las protestas de Tiananmen en 1989, el último desafío social que el Partido Comunista chino enfrentó, y sus miles de muertos están muy presentes en la memoria colectiva. “La intervención del Ejército sería muy traumática, los hongkoneses lo verían como una invasión”, apunta Willy Lam.
 
El terremoto también sería económico: pese a su pequeño tamaño porcentual, Hong Kong es todavía el enclave donde China se encuentra con el mundo. Más de un 60% de su inversión directa extranjera, por ejemplo, llega al continente a través de la isla. Esto es factible en parte gracias al acta política promulgada por el Congreso de EE UU en 1992, por la cual Hong Kong es reconocido como un territorio formalmente independiente, con todos los derechos de una economía abierta. La retirada de esta normativa supondría un movimiento de enorme calado, ya que obligaría al sistema chino a reformarse. “Por eso, no creo que China vaya a emplear a las fuerzas armadas, sino que optará por movilizar a la policía paramilitar de la provincia vecina de Guangdong: estos agentes hablan cantonés y vestirán el uniforme de la policía de Hong Kong para pasar desapercibidos”.
 
“El contrato social chino no funcionará en Hong Kong”, concluye Lam con pesimismo. “La absorción total llegará antes de 2047, al final de la década de los treinta. El primer paso será aumentar la inmigración china. De los 7,5 millones de habitantes de Hong Kong, 1,8 son ciudadanos del continente. Esta cifra seguirá creciendo en los próximos años hasta los 3,5 millones, lo que alterará el tejido social. Es la misma solución que el Gobierno ha empleado en Xinjiang, donde los uigures ya no son mayoría, o en Tíbet. Al mismo tiempo, se producirá un éxodo masivo de ciudadanos hongkoneses hacia el extranjero. Las políticas serán cada vez más represivas. Hong Kong se convertirá en una ciudad china más”.
 
'ORGULLO GAY EN HONG KONG'



أول  سابق  2 إلى 2 من 2  لاحق   آخر  
جواب  رسائل 2 من 2 في الفقرة 
من: cubanet201 مبعوث: 19/08/2019 14:03
 

 
 


 
©2024 - Gabitos - كل الحقوق محفوظة