Y esta estrofa es más realista si consideramos que el “naranjero en jefe” se había jurado a sí mismo, y al pueblo, producir más naranjas y toronjas que la Florida.
Los planes se multiplicaron y se construyeron más de 200 “Escuelas en el Campo” para poder suministrarle una fuerza de trabajo estable a las nuevas y viejas plantaciones de cítricos. A finales de la década del 50 Cuba producía 77 mil toneladas de cítricos, pero la fuente consultada no la subdivide en las diferentes variedades de cítricos, la única fuente en que podemos encontrar este desglose en el Censo agrícola nacional, 1946 que informa 34 mil toneladas de naranjas y 3 mil de toronjas.
Para el año 2000 se llegó al tope de la producción de toronjas con 444 mil toneladas y al año siguiente se produjeron 608 mil toneladas de naranjas que ha sido la más alta producción de ese cítrico, pero para posible disgusto del “naranjero en jefe” ni se acercaron a la producción de su eterno rival que alcanzó en esos años 2,5 millones de toneladas de toronjas y 11 millones de naranjas.
Fueron necesarios poco más de 30 años para alcanzar esos picos de producción con ajustes y reajustes; marchas y contramarchas; movilizaciones por una quincena además de las sabatinas y dominicales y en la mitad de ese tiempo la producción se fue al piso y en 2017 se produjeron 42 mil toneladas de toronjas y 31 mil de naranjas, en este último caso menos que las producidas en 1946.
La multiplicidad de problemas con que se enfrentaron estos cultivos estuvo por encima de la capacidad organizativa y resolutiva de un sistema impotente para hallarle soluciones y los costos sociales y económicos han sido inmensos.
El naufragio de toda una flota
Cuba como todo sabemos es una isla, o por mejor decir un archipiélago, y sería natural y lógico que una de sus industrias más productivas y desarrolladas fuese la de la pesca; en los años 60 se comenzó la creación de diferentes Flotas —la del Golfo, la de Plataforma y la de Altura— hoy en día de estas no queda prácticamente nada.
Según lo que he podido investigar estas Flotas llegaron a tener 190 naves de diferentes procedencias: Japón, España, Italia, URSS y RDA. Las primeras que se compraron fueron 5 atuneros a Japón y además se contrataron a sus capitanes para que las tripulaciones cubanas ganaran experiencia, según todos los comentarios recogidos, eran naves pequeñas e incomodas, pero muy marineras y de altísimo rendimiento; pescaron los atunes en el Golfo de México y fue la época dorada de los llamados Mar-Init, en que se podía comer una buena rueda de atún, o dos si eran muy pequeña, por un peso y centavos.
Pero el espíritu megalomaniaco y las exageradas ideas de tener la flota pesquera más grande y moderna del mundo llevó a la adquisición de naves mandadas a construir con un tamaño mayor que lo que cualquier armador con dos dedos de frente podría utilizar en la producción pesquera, incluso se les incorporaron avances técnicos que se iniciaban en esos momentos como la localización por satélites y otros equipos sofisticados para poder después ante el mundo decir que teníamos los barcos más grandes y más modernos y así se pagaron millones por esta serie de buques. Sus inmensas bodegas nunca pudieron verse llenas a pesar de la extensión de las campañas de pesca de forma no acostumbradas internacionalmente.
Pero no sólo fue ese espíritu de grandeza lo que llevó a esas exageraciones, muchos de esas embarcaciones eran también utilizadas por los soviéticos como bases de espionaje radioelectrónico en la zona de pesca del Atlántico Noroccidental, lo que recargaba la faena de las agrupaciones y les dificultaba cumplir la norma asignada. Pero éramos internacionalistas proletarios.
Los años 60-70 vieron todo este desarrollo y en un Ministerio de la Pesca sobredimensionado, que incluso producía su revista titulada Mar y Pesca, de excelente calidad en el papel e impresión, se hacían planes y más planes alejados de la realidad y con ello sometían a las embarcaciones y sus tripulaciones a esfuerzos que generaron serias consecuencias en el deterioro de las naves y enfermedades de los hombres, que incluso se daban a la bebida en las breves temporadas en que estaban en tierra.
Los resultados fueron el de sobreexplotación de la plataforma, de la que quizás solo se salvó la zona del Golfo de Batabanó y la pesca de langostas y camarones en gran medida gracias a las investigaciones de Isabel Pérez Farfante que con sus investigaciones trazó pautas para la pesca racional de esos crustáceos, aunque en algunos años debido a fenómenos naturales se han excedidos en aras de cumplir planes de producción inadecuados.
Los barcos alcanzaron un deterioro que hizo incosteable su reparación y fueron vendidos como chatarra, otros andan por distintas partes del mundo oxidándose. Hoy los cubanos raramente tienen la posibilidad de comer algún pescado, aunque no sea de la calidad de un pargo, una cherna o un dorado.
Ganado y Perdido las F1, F2 y F3
“En los planes de desarrollo ganadero pensamos llegar a alcanzar cifras aproximadas a los 30 millones de litros de leche diarios, en un programa de 10 años. ¿Saben lo que significará eso? Casi cuatro litros de leche per cápita, ¡casi cuatro litros de leche per cápita! Será una fuente de proteínas ilimitadas para nuestro país, en forma de leche, helado, yogur, queso, mantequilla, en todas las formas. Tendremos una producción que nos permitirá considerarnos uno de los pueblos mejor alimentados del mundo. La ganadería significa carne, significa leche.”]
Así nos engatusaban en los años 60, no tenemos que identificar quien nos indilgaba esas maravillas futuras, casi al alcance de las manos, en solo 10 añitos que se pasan como quiera; muchos años después su hermano hacia una promesa muchísimo más modesta: un vasito de leche.
A lo largo de casi cinco siglos, desde la introducción del ganado vacuno en Cuba, había aparecido un tipo de ganado criollo adaptado al calor, a las sequías, al pasto, era de doble propósito (leche y carne) y por alguna razón genética desconocida era inmune a la fiebre aftosa, que diezmaba el ganado e incluso animales silvestres, en todo el mundo. Los ganaderos latinoamericanos iban a Cuba y compraban sementales a muy buen precio, en las ferias ganaderas que se efectuaban anualmente en Rancho Boyeros, allí se les podía ver comparando los diferentes toros y valorando precios. Eran otros tiempos.
El 35% de las vacas en ordeño del país conforgos alrededores suministraban leche a plantas de procesamiento que no solo pasteurizaban si no que producían esos quesos, mantequillas y yogurts que nos prometieron en diez años. Cosas de la vida.
Se comenzó en esos años 60 un gran proyecto de inseminación, se adquirieron 35 mil novillas Holsteín en Canadá más varios sementales, el más conocido es el Rosafe Signet que fue comprado muy barato solo 24 mil dólares ya que estaba ya bastante viejo y usado, se dice que murió feliz en la última masturbación, y además se adquirió gran cantidad de semen congelado. El propósito era crear una vaca adecuada a las condiciones tropicales, que comiese yerba, resistente a la sequía y productora de leche, es decir lo que hacían las vacas criollas sin tanto problemas. Así surgieron las F1, y la F2, y F al cuadrado que nosotros, ignorantes, pensábamos que los de las F tenían que ver con el apelativo del “ganadero en jefe”. Esa época se complementó con tres vacas: la simpática y suspirante Matilda, la olímpica Ubre Blanca y la disidente y casquivana Vaquita Pijirigua.
El fracaso fue rotundo y homérico, el ganado moría a tutiplén, la producción de leche con la excepción de la olímpica mencionada, disminuyó dramáticamente, el desastre total. Pero todo estuvo más o menos bien hasta que a los investigadores del Instituto de Ciencia Animal en 1969 presentaron un trabajo investigativo que dejaba en claro el fracaso de los cruzamientos. La explosión del “ganadero en jefe” fue también olímpica y acusó a los técnicos y científicos que habían realizado el estudio de incompetentes, fue el primer enfrentamiento del voluntarismo y la ignorancia con el empirismo y la ciencia, se imaginaran cual fue el lado de la ecuación derrotado. Ese drama tuvo una larga cola y serias consecuencias para muchos.
Pero los números no engañan de 4.032.685 cabezas de ganado que conformaban la cabaña nacional en 1952 en 2018 quedan 3.808.400 es decir que hay 224.285 reses menos. Pero esos resultados resultan más espeluznantes cuando comparamos el número de cabezas de ganado con la población.
Es decir que pasamos de tener 0,81 cabezas de ganado por persona en 1946 a solo 0,34 en 2018, y si la tendencia expresada exponencialmente se cumple para dentro de 10 años la situación será aún peor. El fracaso es evidente pero su costo para los cubanos va más allá de todo lo que podamos imaginar.
Para finalizar
En más de una ocasión hemos tenido que mencionar aquí las “Escuelas en el Campo”, fueron parte intrínseca del panorama de más de una debacle, no queremos dedicarle demasiado tiempo, ya que el tema lo hemos tratado más de una vez en estas mismas páginas, sin embargo no puedo dejar de destacar que además de los miles de millones que costó esta terrible experiencia, incluso en moneda fuerte, entre todos los “experimentos” megalómanos que ha sufrido el país, este es el que ha dejado huellas más profundas y terribles ya que actuó sobre la mente y el alma de lo más valioso que tiene cualquier sociedad: la juventud, y sus consecuencias, se extenderán malignamente en el futuro, ya que afectó y afectará la psicología de nuestra sociedad, eso que muchos llaman el daño antropológico tuvo su mayor y mejor operador en esta monstruosidad que fraccionó familias, creó mentes propicias a la impotencia y al sometimiento, contribuyó a la formación de una moralidad en la que el fraude y las mentiras eran aceptadas, e incluso premiadas, con el beneplácito de las más altas autoridades y los medios de difusión. No fue un simple fracaso fue un estigma para la nación
Ese caudillo narcisista, arrogante, incapaz de admitir ninguna observación que estuviese en contra de sus ideas, aunque fuese evidente lo errónea de las mismas, dilapidó nuestros recursos, puso en juego la vida de miles de cubanos y sumió al país en la ruina; su legado quedará, desgraciadamente, comprometiendo el futuro de nuestra nación por muchos, muchísimos años.
Waldo Acebo Meireles, Miami 2019