Aunque en España las zanahorias baby no han terminado de despegar como ha ocurrido con el resto de verduras, en otros países como Estados Unidos su aparición en el mercado supuso la revitalización de la industria de las zanahorias; influyendo también notablemente en el crecimiento del consumo de vegetales dentro de la población. Tal y como demostró hace unos años el medio estadounidense 'The Washington Post', ya en 1997 el americano medio consumía alrededor de medio kilo de zanahorias baby al año, un 117% más que una década antes.
Sin embargo, esta popularidad se ha visto ahora empañada por un secreto. Y es que las zanahorias baby no son lo que parecen. La mayoría de consumidores siempre ha creído que se trata de zanahorias que han sido recolectadas antes de concluir su crecimiento, dando lugar a un snack de lo más natural y saludable. Nada más lejos de la realidad…
Este producto, que representa el 70% de las ventas de zanahoria al otro lado del charco, forma parte de una estrategia de marketing que, sin duda alguna, ha logrado su objetivo. Las zanahorias baby “son una gran mentira que nos venden en cómodos envases de plástico, desfilando por las tiendas como si los granjeros pudieran cultivar zanahorias en miniatura perfectamente redondeadas en grandes cantidades”, denuncian desde la edición estadounidense de 'The Huffington Post'. Tal y como leéis, las zanahorias baby son en realidad zanahorias normales esculpidas para lucir hermosas y suculentas a ojos del consumidor.
Un 'engaño' que ha supuesto un auténtico bombazo dentro del mercado. Sobre todo cuando el cliente se percata de la diferencia de precio que separa las zanahorias normales de aquellas que durante años se han vendido como toda una revolución en el ámbito de la gastronomía. Una exclusividad que se paga muy caro, pero que en realidad brilla por su ausencia.
Es cierto que en la actualidad existen frutas y verduras en miniatura que sirven como elemento estrella para los grandes chefs de la alta cocina. Ejemplares que no están genéticamente modificados, sino que se cosechan antes de que crezcan. Es decir, el procedimiento que deberían seguir las zanahorias baby, pero que la mayoría de marcas evitan. “El jardinero debe supervisar el crecimiento de cada una de las especies en cultivo, con el fin de poder hacer la cosecha en el instante en el que la miniverdura se encuentra en su momento óptimo”, explican desde Maison Sales. Entonces, ¿a quién se le ocurrió semejante estratagema?
Mike Yurosek, el hombre detrás del engaño
En la década de 1980, el granjero californiano Mike Yurosek atravesó una terrible crisis al verse en la obligación de tirar cientos de toneladas de su producto estrella: las zanahorias. Ante la necesidad de dar uso a esas verduras sobrantes que presentaban imperfecciones y que debido a su feo aspecto jamás podrían venderse, Yurosek buscó la manera de aprovecharlas y evitar así su desperdicio. Fue entonces cuando encontró “un cortador industrial de judías y cortó las zanahorias en tiras de 5 centímetros y colocando estas piezas después en un pelador de patatas industrial, creó la zanahoria baby”, explican desde el portal Noticias Saludables.
Así nacieron esas perfectas minizanahorias redondeadas que tanto furor causan en Estados Unidos y que desde entonces se comercializan a modo de snack, en conserva, congeladas o como alternativa a la comida basura en colegios, aviones, parques de atracciones y restaurantes. De hecho, su popularidad ha abierto las puertas a otras especies de zanahoria, mucho más largas y angostas, que permiten a los productores obtener entre tres y cuatro zanahorias baby de la misma pieza. Un método muy eficaz de aumentar el número de porciones y la densidad del sembrado. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce.
Inconvenientes de las zanahorias baby
Tras destapar el engaño, es importante aclarar que no hay nada malo en consumir este tipo de zanahorias cortadas y embellecidas, sus propiedades nutricionales siguen siendo las mismas que las del alimento original. El problema llega a la hora de analizar el proceso de transformación, que le proporciona una vulnerabilidad extra ante los agentes externos.
En muchas ocasiones, las zanahorias baby lucen un aspecto viscoso que hace dudar al consumidor sobre su estado de conservación. Este problema se debe “al procesamiento adicional de quitar la piel con la peladora industrial que quita más que la piel, llevándose los nutrientes que están por debajo de ella. La piel está ahí por una razón, es una capa protectora”, explican desde el portal Noticias Saludables. Por lo tanto, su consumo puede desembocar en una intoxicación alimentaria, principalmente de salmonella o la bacteria E.coli.
Además, para evitar esa degradación temprana del alimento, muchas de las zanahorias se lavan en una solución de cloro antes de ser empaquetadas y congeladas. Una acción que puede resultar tóxica para el consumidor. “Efectivamente, se someten a tratamiento especial para eliminar microbios y minimizar o reducir la contaminación del producto final, sin embargo, también es cierto que antes de llegar al empaque, se lavan con agua potable para remover cualquier exceso de sustancia clorada”, aseguran desde la plataforma Salud y Medicinas. Ante esta situación, no nos queda otra que confiar en las condiciones de procesamiento y almacenamiento de industrias y supermercados.