Donald Trump anunció ayer que se niega a cooperar con la investigación de los demócratas para su «impeachment» o recusación, algo que seguramente abrirá una dura batalla legal con el Capitolio. En su primera comparecencia pública desde que la Cámara de Representantes abriera formalmente las pesquisas sobre sus contactos con el gobierno de Ucrania, el presidente de EE.UU. denunció que es víctima de «una caza de brujas» por unas acusaciones «que no son más que una broma de mal gusto» proferidas por un denunciante anónimo que se está comportando «como un espía». «Nunca nadie en la historia de este país ha sufrido una persecución como la que yo estoy padeciendo», dijo Trump en la rueda de prensa en la Casa Blanca.
Visiblemente contrariado, a ratos alterado y siempre combativo, el presidente se revolvió ayer contra los demócratas, «por traición»; contra la prensa, «por mentirosa y corrupta», y hasta contra la Unión Europea, «por no contribuir más a la defensa de Ucrania». Este último país está en el centro de la polémica del «impeachment» por las presiones de Trump a su presidente para que abriera este verano una investigación sobre Joe Biden, que según las encuestas lidera las primarias demócratas. «Los Biden son corruptos hasta la médula», denunció Trump.
El presidente recibió a su homólogo finlandés, Sauli Niinistö, pero de Finlandia se habló poco ayer en la Casa Blanca. La política en Washington está completamente consumida por la investigación al presidente y por las maniobras de este para boicotearla. En un intento de alterar el curso de los acontecimientos, Trump denunció que un hijo de Biden, llamado Hunter, participó en negocios fraudulentos en Ucrania y que esto es lo que debería investigarse, y no sus llamadas con líderes extranjeros, «que son llamadas normales, correctas, excelentes, preciosas».
En el otro extremo de Washington, los líderes demócratas comparecieron solemnemente en el Capitolio para anunciar que el viernes enviarán un requerimiento formal a la Casa Blanca para que haga entrega de los documentos relativos a las comunicaciones del presidente con el gobierno de Ucrania. La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, advirtió de que esta investigación «es algo muy, muy grave». «No es algo de lo que este país vaya a salir más unido», admitió en su primera conferencia de prensa tras anunciar el inicio del proceso de recusación. En la historia de EE.UU. una situación así se ha vivido sólo durante cuatro presidencias: Andrew Johnson, Richard Nixon, Bill Clinton y, ahora, Trump.
Hoy es en realidad el día en que comienzan las vistas de las investigaciones que los demócratas han abierto en tres comisiones de la Cámara. Está llamado a testificar el que hasta la semana pasada fue enviado especial de EE.UU. a Ucrania, Kurt Volker, que dimitió después de que un denunciante anónimo revelara que medió para organizar un encuentro en España entre el abogado personal de Trump, Rudolph Giuliani, y Andrei Yremak, asesor del presidente ucraniano. Mañana está llamado a testificar al inspector general (figura similar a la del defensor del pueblo) Michael Atkinson.
La Casa Blanca se ha negado hasta ahora a entregar ningún documento o facilitar cualquier testimonio. El jefe de la diplomacia norteamericana, Mike Pompeo, que también ha sido llamado a testificar, está de viaje en Europa y no regresa hasta el domingo. Antes de marchar, escribió a los demócratas en el Capitolio para decirles que no autoriza que presten testimonio cinco funcionarios que han sido citados esta semana. Uno de ellos, la ex embajadora estadounidense en Ucrania Marie Yovanovitch, había sido convocada ayer pero ha aplazado temporalmente su comparecencia hasta el 11 de octubre.
No ha querido perderse la oportunidad de opinar sobre esta crisis la candidata perdedora en las elecciones de 2016, Hillary Clinton, que esta semana se halla de gira por EE.UU. promocionando un libro sobre feminismo que ha escrito con su hija. En una entrevista en la radio pública NPR, Clinton apoyó la apertura del proceso de ‹impeachment› por una razón especialmente: «Trump es un presidente ilegítimo, que ganó las elecciones con ayuda de Rusia, y ahora debe rendir cuentas por sus delitos».
Precisamente Trump denunció ayer que es la incapacidad de los demócratas de asumir la derrota de Clinton en 2016 lo que le ha llevado a él a este proceso que describió en redes sociales como «un golpe de estado».