Después del acto de inicio de curso del curso escolar en Santa Clara, el lunes 2 de septiembre, la maestra pidió a los padres que entraran al aula con sus hijos. Les dio la bienvenida, se presentó, les habló de los horarios, de lo importante que era aprobar ese año, de la merienda, de lo que se puede y lo que no se puede hacer, de las reuniones de padres que supuestamente se harán durante el curso… y también del calor, del intenso calor que esos niños sufren debido a la escasa ventilación de un recinto adaptado para ser aula.
“Nos dijo que se iban a recoger 4 cuc por alumno para comprar ventiladores cuando sacaran en las TRD (tiendas recaudadoras de divisas)”, asegura Yanara, joven madre cuya hija cursa el tercer grado en una escuela cuyo nombre prefiere no mencionar. “Es la maestra de la niña y lo menos que quiero es buscarle problemas allí en la escuela, pero sí hay que decirlo para que se sepa que desde el primer día de clases, ya le están sacando dinero a los padres. Sé que es verdad, las temperaturas con altas y los niños pasan calor, pero debiera ser la misma escuela, creo yo, la que garantice todas esas condiciones si saben que no hay casi ventanas en las aulas”.
Tras la reunión otra madre se atrevió a preguntarle a la educadora ¿por qué pedían tanto dinero por cada alumno? "Y ella respondió que los ventiladores estaban muy caros, y que, como hay padres que se hacen los zorros, tenían que asegurar el dinero suficiente. Que no se preocupara, pues a los hijos de quienes dieran el dinero los pondría en la parte más ventilada del aula, y los que no, bueno, pasarían calor”.
Yanara reflexiona: “¿Puede decirse que eso sea justo y equitativo? ¿Qué culpa tiene un niño? Eso mismo es lo que hacen algunos maestros con aquellos alumnos cuyos padres le hacen regalos: los tratan mejor”. Yo tengo el dinero para el ventilador, pero hay padres que no es que sean descarados o zorros, es que no lo tienen. Solo pueden comprarle zapatos, medias, ropa para la educación física, una mochila...Todo eso cuesta mucho dinero”. Y recuerda que el año pasado también recolectaron dinero para un ventilador, cestos de basura, y materiales de limpieza, “porque la escuela no los garantizaba”.
Si bien para lectores de otros países pudieran resultar desconcertantes estas situaciones, para los de Cuba se trata de algo normal y corriente. Desde hace mucho tiempo y de manera creciente los padres han sacado de sus bolsillos el dinero con que se mejora buena parte de las condiciones de vida y estudio de sus pequeños en las aulas cubanas. Sin embargo, la enseñanza primaria está lejos de ser hoy la que mayor desembolso supone para los padres.
Tener un estudiante becado puede convertirse en un verdadero tormento: además de ropa, calzado y otros accesorios, debe conseguirse una taquilla para guardar las pertenencias y en algunos casos hasta pequeñas neveras o frigoríficos para conservar sus alimentos de la semana. “Antes sí se ponían pesados, pero ya los profes se hacen los de la vista gorda y no nos dicen nada, porque saben que a golpe de comedor no hay quien pueda. En el curso anterior, la propia facultad ajustaba las clases para que los jueves nos fuéramos a nuestras casas, a veces los miércoles, porque la alimentación estaba crítica y también había que ahorrar electricidad”, cuenta una estudiante de tercer año de la Universidad Central Martha Abreu de Las Villas, quien asegura que su familia “no es pudiente, pero hicieron un esfuerzo y le compraron una neverita criolla”.
"La educación en Cuba cada vez está más lejos de ser gratuita.y quizás donde mejor se percibe ese cambio es en las universidades. Hoy, muchas veces el estudiante que no tiene una laptop en el aula se siente mal, y en buena medida algunos profesores indican las actividades docentes asumiendo que todos tienen idénticas posibilidades, cuando en realidad no es así En Cuba aumentaron el salario, es verdad… pero, ¿cuánto cuesta una laptop, donde la venden? ¿Qué sucedió con las GDM que en su momento tanto celebraron los dirigentes del gobierno y hasta el presidente cubano?”, se pregunta una profesora universitaria.
Estos son solo algunos de esos costos que suponen mejorar las condiciones de vida de los estudiantes, pero otros fenómenos más complejos e igual de lamentables se aprecian hoy en las aulas del país. “El mismo proceso de gentrificación que se ha venido observando en algunos barrios de la capital y otras ciudades cubanas, incide igualmente en la esfera educativa”, explica la docente entrevistada. En su opinión, es tan creciente y profunda la corrupción que hoy se aprecia en las escuelas del país que no solo se compra un examen o los favores de un maestro, sino que se resuelve la matrícula en determinados centros.
“Los individuos que por determinadas circunstancias han logrado hacerse de grandes capitales, porque dirigen una empresa o tienen cierta influencia en el gobierno, no solo logran hacerse de aquellas casas que un día fueron de la clase más adinerada, sino que ubican a su hijo en el preuniversitario que desean, y pueden hasta comprar profesores y moverlos de una escuela a otra, pagar repasadores exclusivos”, comenta la profesora.
Son varias las maneras para conseguir los favores de un profesor o director de una escuela. Van desde el simple tráfico de influencias, hasta el pago directo o indirecto de dinero, en pesos convertibles. El curso pasado, varios padres denunciaron que algunos profesores del preuniversitario Osvaldo Herrera de la ciudad de Santa Clara, aceptaban recargas telefónicas y favorecían a ciertos alumnos en los exámenes.
Al encontrarse ubicado en el mismo centro de la ciudad, justo en el perímetro del Parque Vidal de Santa Clara, una matrícula en este preuniversitario es altamente cotizada. Más de una vez se han hecho cuestionamientos y críticas debido al tortuoso sistema de matrícula. No pocos padres argumentan que allí se compran las ubicaciones.
La profesora universitaria afirma que "es una competencia desigual, pues el listón le queda más alto a aquellas familias que sin disponer de suficientes recursos se ven obligadas a desembolsar su dinero para pagar un repasador, comprar una computadora, o asegurarse de que su hijo tenga iguales oportunidades formativas. Poco a poco se va profundizando una realidad: ¿quiénes viven en los mejores barrios y las mejores casas? ¿quiénes van a las mejores o más céntricas escuelas? Lo mismo pasa en la salud, ¿quiénes consiguen ese medicamento que escasea o disfrutan de la mejor atención médica?”, argumenta la profesora entrevistada.
Nuestra entrevistada se declara defensora de la educación pública.“No quiero que se privatice la educación en Cuba, no quiero una educación religiosa tampoco, nada más alejado de mis deseos. Quiero que la educación sea laica, universal y gratuita, y que tenga los mismos niveles de calidad que un día tuvo. Reconozcámoslo, ya esto no se parece en nada a lo que un día tuvimos en Cuba”.