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De: cubanet20 (Mensaje original) |
Enviado: 22/10/2019 13:17 |
En la actualidad es una fiesta florklorica de difraces
La «noche de brujas» está basada en la antigua Samhain (o Samagín), una celebración milenaria en la que los hechiceros trataban de apaciguar al señor de la muerte y pedir por las almas de los fallecidos; se encendían gigantescas fogatas para ahuyentar a los espíritus malvados y además, se llevaban a cabo sacrificios humanos para ver el futuro.
El origen de Halloween:
La brutal fiesta con sacrificios humanos y brujería que fue prohibida por Roma
Manuel P. Villatoro
Calabazas, disfraces y jolgorio. Lo que hoy en día se conoce como Halloween (las costumbres que nos han llegado empaquetadas desde Estados Unidos gracias a las películas) poco tiene que ver con la fiesta de la que proviene Y es que, el origen de esta celebración se encuentra en el Samhain o Samagín. Una conmemoración celta milenaria en la que los druidas de la antigua Britania pedían por las almas de los fallecidos al dios de la muerte; se encendían gigantescas fogatas para ahuyentar a los espíritus malvados y, además, se llevaban a cabo sacrificios humanos para ver el futuro. La barbaridad a la que llegó fue tal que, cuando los romanos arribaron a las islas, prohibieron parte de las actividades.
Con todo, los orígenes de la fiesta se han difuminado en el tiempo provocando que las interpretaciones sobre qué diablos se hacía en aquella celebración sean muchas. De hecho, se desconoce el momento exacto en el que se empezó a suceder.
Tan solo se sabe que tenía como protagonistas a los hechiceros britanos y que ya se practicaba antes de la conquista romana de las islas. Una campaña militar que comenzó con Julio César en el año 55 a.C. y que se empezó a materializar definitivamente en el 43 con Claudio. Independientemente de la fecha concreta, todas las fuentes coinciden en que el Samagín giraba alrededor de los druidas, los sacerdotes del pueblo celta.
«El pueblo céltico vivió en el norte de Francia y las Islas Británicas. Practicaba las artes ocultas y adoraba a la naturaleza, a la que atribuía cualidades animísticas o sobrenaturales», explican los autores John Ankerberg y John Weldon en su libro « Facts on Halloween».
Por su parte, el arqueólogo e historiador decimonónico Henri Hubert explica en su obra «Los celtas y la civilización céltica» que este pueblo se mantenía unido gracias -entre otras tantas cosas- a los druidas, a los que se daba gran importancia como encargados de contentar a los dioses. «Eran una clase de sacerdotes expresamente encargados de la conservación de las tradiciones», determina el experto.
Samagín y Belenus
Como pueblo que basaba una buena parte de su existencia en la naturaleza, los celtas daban una importancia suma a los ciclos estacionales. Para ellos, el año se dividía en dos grandes épocas: el invierno y el verano. La primera, asociada con la muerte; la segunda con la vida. Y, para conmemorar el paso de una a otra, celebraban dos fiestas en honor a los respectivos dioses a los que asociaban cada una de ellas. «Los celtas adoraban al dios sol (Belenus) especialmente en Beltane, el primero de mayo. Y adoraban a otro dios, Samagín, el dios de la muerte o de los muertos, el 31 de octubre», determinan los autores en su obra.
De la segunda fiesta que se llevaba a cabo en honor de esta deidad es de la que proviene el actual Halloween. Según afirman la mayoría de las fuentes, el festival de Samagín duraba tres días y tres noches y en él se conmemoraba el «inicio de la estación muerta del año, en la cual campos y seres vivos dormían a la espera de la próxima primavera» (tal y como explica la doctora en historia Margarita Barrera Cañellas en su tesis « Halloween, su proyección en la sociedad estadounidense»).
Podría parecer que esta fiesta era entendida una celebración de segunda categoría, pero nada más lejos de la realidad. Al fin y al cabo, los propios druidas consideraban a su civilización y al pueblo britano descendientes del dios de la muerte. Con todo, tan cierto como esto es que existen autores partidarios de que Samagín era únicamente el nombre que se le dio a la festividad, y no el de ninguna deidad. «De los 400 nombres de dioses celtas conocidos, el que más se menciona es el de Belenus. Samagín, que es nombre específico del señor de la muerte, es incierto. No obstante, es posible que fuera la principal deidad druídica», explican Ankerberg y Weldon.
Las creencias
Las creencias de los druidas afirmaban que, en la noche del 31 de octubre, Samagín convocaba a los muertos para que pasasen «al otro lado». Es decir, del mundo de los fallecidos, al de los vivos. Sin embargo, estos espíritus podían llegar al «más acá» de dos formas diferentes atendiendo a si habían sido «buenos» o «malos» durante los últimos meses.
«Los celtas creían que, el 31 de octubre, el velo existente entre el presente, el pasado y el futuro caía»
Si el dios consideraba que no habían cumplido con sus deberes, hacía que se reencarnasen en animales tras el ocaso. Por el contrario, aquellos que habían obrado acorde a lo que quería la deidad eran libres de visitar a sus familiares con su forma humana y pasar unas horas en sus antiguos hogares antes de regresar al limbo.
Además, la noche del 31 era considerada especialmente esotérica por los druidas. «Creían que el velo existente entre el presente, el pasado y el futuro caía, siendo esta la razón de que se considerase como el momento más propicio para todas las clases de artes mágicas y, en especial, las adivinatorias y de predicción sobre el nuevo año», completa la experta en su tesis. Era, en definitiva, una jornada mágica en el sentido más literal de la palabra en la que el miedo a los muertos se mezclaba con la esperanza de recordar a un familiar que hubiese dejado este mundo.
Sacrificios y hogueras
Durante las celebraciones, los celtas practicaban varios rituales. Uno de los más básicos era apagar todos los fuegos que hubiese encendidos en las casas con dos objetivos. El primero era evitar que los espíritus errantes (los malvados) entrasen en las viviendas al considerarlas frías. El segundo, simbolizar la llegada de la estación «muerta» y oscura del año. De esta forma, los diferentes pueblos se quedaban totalmente a oscuras y solo eran iluminados por una cosa: las hogueras gigantescas que los druidas encendían en las colinas.
«Los druidas o clase sacerdotal celta encendían nuevos fuegos centrales en las colinas como símbolo del renacimiento de la Naturaleza y de la vida durante la noche de Samhain. En estos nuevos fuegos se quemaban principalmente ramas de roble, árbol sagrado para los celtas, y ofrendas de frutos, animales e incluso seres humanos. Al día siguiente en las cenizas y restos de huesos calcinados los druidas leían el futuro de la comunidad en el nuevo año que comenzaba», completa la doctora en historia en su obra
Estas fogatas eran encendidas con todo tipo de objetos que los jóvenes reunían en los días previos a la celebración. ¿Cómo lo hacían? Mediante una tradición que se mantiene en la actualidad: pidiendo materiales de casa en casa para la gran hoguera.
Los fuegos eran un elemento central de la celebración, pues se creía que con ellos se lograba espantar a los espíritus malignos que, enfadados por haber sido castigados por el dios de la muerte, se dedicaban a hacer tretas a los vivos. «La gente se ponía grotescas máscaras y danzaba alrededor de la gran fogata pretendiendo que eran perseguidos por los malos espíritus», completan los autores ingleses.
Con todo, las gigantescas fogatas y las máscaras no era lo único que primaba durante esta festividad. Además de todo ello, esta fiesta era considerada un momento propicio para pedir por los espíritus de los fallecidos y para practicar la magia y las artes adivinatorias. Esta última praxis era realizada por los druidas, quienes consideraban que podían averiguar el futuro usando vegetales... o sacrificando seres humanos a los dioses. Una barbaridad que, a día de hoy, ha caído en el olvido durante la noche de Halloween.
Prohibida y cambiada
La barbarie de Samagín continuó hasta el siglo I d. C., cuando los romanos llegaron hasta Britania de manos de Claudio y sus legiones Augusta, Hispana, Gemina y Valeria Victrix. Después de pisar tierras isleñas, estos «civilizaron» la festividad erradicando los sacrificios humanos. En su lugar, cambiaron a los condenados por efigies. Posteriormente, y en un intento de romanizar todavía más la celebración, la cambiaron por el festival de Pomona (en honor de la diosa de las manzanas y el otoño). La fiesta aceptada, pero el pueblo jamás olvidó sus creencias.
«La gente se ponía grotescas máscaras y danzaba alrededor de la gran fogata pretendiendo que eran perseguidos por los malos espíritus»
Con el paso de los años, y usando como vía de entrada la civilización romana, la Iglesia Católica trató de dar una vuelta de tuerca más al festival para acabar definitivamente con las creencias celtas. Así fue como, en el año 610, el Papa Bonifacio IV instauró la fiesta de los «Mártires Cristianos» el 13 de mayo.
«Esta medida no tuvo mucho éxito, por lo que en el siglo VIII d.C. el Papa Gregorio III, implantó la fiesta de los Mártires Cristianos el día 1 de Noviembre, haciéndola coincidir de esta forma con la fecha de la celebración de Samhain, y más adelante, el Papa Gregorio IV amplió esta celebración a todos los santos del panteón cristiano», añade la experta. En esos años fue cuando se cambió el nombre del festival a «All Hallow's Eve», término que derivaría posteriormente en el actual Halloween.
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CÓMO HALLOWEEN DERROTÓ A TODOS LOS SANTOS
Todas las fiestas importantes tienen a la vez un origen estacional y pagano —aunque casi siempre llega hasta nosotros a través de Roma— y una gran reinvención comercial contemporánea. Navidad es el ejemplo más claro. Como explicaba Richard Cohen, autor deChasing the Sun: The Epic Story of the Star That Gives Us Life, enun evocador artículo en The New York Times "todas las culturas del mundo celebran de alguna forma el solsticio de invierno", la noche más larga del año que abre el paso a días cada vez más largos en una clara victoria del sol frente a las fuerzas de la oscuridad. Los romanos lo llamaban Saturnales, nosotros Navidad. Algo parecido puede decirse de la noche de Todos los Santos o Halloween en el mundo anglosajón.
Samhain era una vieja tradición celta que, en la noche del 31 octubre al 1 de noviembre, conmemoraba el final de la temporada de cosechas y el principio del largo invierno en las regiones nórdicas. Como muestrauna apasionante exposición que puede verse actualmente en el British Museum de Londres, no existe una definición clara e inequívoca de lo que significa la cultura celta y se trata más bien de objetos artísticos asociados a diferentes pueblos del norte de Europa. Cuando Roma, donde también se celebraban fiestas relacionadas con el final de la temporada de cosechas y la llegada del otoño, entró en contacto con aquellos pueblos adoptó su conmemoración.
Como tantas otras festividades, se asentó en nuestro calendario en ese momento crucial en que el cristianismo se convirtió en la cultura dominante en Occidente y las fiestas paganas se fueron adaptando lentamente al nuevo orden. Recibió el nombre de Día de Todos los Santos y está dedicada a todos aquellos mártires que no tienen una fecha concreta en el calendario y, de paso, a todos los difuntos familiares. Halloween es una derivación de All Hallows' Eve que quiere decir precisamente víspera de Todos los Santos.
Sin embargo, en ese difuminado mundo celta, sobre todo en Irlanda, muchas viejas tradiciones paganas perduraban, como poner una luz dentro de un nabo para espantar a los espíritus basándose en una vieja leyenda. Allí las tradiciones católicas se mezclaban entre las brumas con historias mucho más antiguas. La hambruna de la patata provocó una emigración masiva de irlandeses a Estados Unidos en el siglo XIX y así cruzaron el Atlántico y se adaptaron aquellas antiguas tradiciones (el nabo se cambió por una calabaza, mucho más frecuente en tierras americanas).
"Floreció en la larga noche de difuntos, All Hallows' Eve, que expira en el día de Todos los Santos, cuando los fuegos se encienden y los faroles lucen contra la creciente oscuridad", escribe Roger Clarke enLa historia de los fantasmas, un precioso libro que publicará Siruela en 2016. "Era la época en que los vendedores ambulantes y los quincalleros cambiaban sus afiladores y sus mercancías habituales por la linterna mágica, que montaban en las tabernas y los salones públicos para proyectar un espectáculo de terror con espectros y espíritus malignos pintados, figuras amortajadas, esqueletos, velas encendidas y hombres barbudos en círculos cabalísticos. Toda la estética moderna de Halloween procede de estos viajantes, que habían llegado de Irlanda y llevaron sus rituales a Estados Unidos en una oleada de inmigración".
Con el nacimiento del consumo masivo en Estados Unidos fue convirtiéndose en una fiesta cada vez más popular, con millonarias ventas de disfraces —ponerse máscaras procedía de las viejas tradiciones celtas y el objetivo era espantar a los diablos que llegaban con la larga noche que se avecinaba— y de caramelos —el famoso truco o trato, otra costumbre celta para mantener entretenidos a los espíritus malévolos con pequeños regalos—.
A partir de los años setenta, Hollywood hizo el resto para transformar Halloween en una fiesta universal y derrotar las representaciones de Don Juan en la noche de Todos los Santos. No se trata solo del éxito de la película de terror de John Carpenter La noche de Halloween, de 1978, sino sobre todo de la irresistible recreación que hizo Steven Spielberg en ET. Es imposible no querer formar parte de algo así en la idílica suburbia estadounidense. La versión celta de todos los Santos sigue avanzando ante la irritación de la Iglesia católica —este año el delegado de Hermandades del Obispado de Cádiz, Juan Enrique Sánchez, la ha calificado de "fiesta satánica, que propone monstruos"—. Pero, como escribió Roger Clarke, "la literatura de fantasmas ha sido el gran regalo de Inglaterra al mundo". Halloween forma parte de este antiguo e irresistible relato.
El Desfile de Halloween de Nueva York es el más grande y mejor en todos los Estados Unidos. Los estadounidenses gastan para ese día más de $7 billones de dólares en difraces, tarjetas y dulces para los niños.
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HAPPY HALLOWEEN
CURIOSIDADES SOBRE LA CALABAZA
How to Make Halloween Great Again
Calabaza, uno de los alimentos más nutritivos y saludables
Se ha comprobado que las semillas de calabaza son ricas en antioxidantes que ayudan a prevenir el agrandamiento de la próstata.
Presente en muchas casas en estas fechas a causa de Halloween, muchos probablemente ignoren que la calabaza es uno de los alimentos más nutritivos. Esta deliciosa hortaliza, emparentada con el melón y la sandía, siempre ha llamado la atención por su espectacular tamaño que ha llevado a que se organicen concursos por todo el mundo que premian el ejemplar más grande, muchos de ellos superan los 50 kilogramos de peso. Sin embargo, lo más interesante de la calabaza no es su tamaño sino sus beneficiosas propiedades salutíferas y nutricionales.
Según explica a Infosalus Santi Ávalos, cocinero y autor de 'Alimenta tu cerebro' y 'La dieta antiinflamatoria' de la editorial RBA, el origen de esta hortaliza es incierto ya que algunos investigadores creen que proviene de América Central, mientras que otros aseguran la existencia de documentos que atestiguan su consumo por los antiguos griegos. «Lo cierto es que tanto los Mayas, como otras grandes culturas de Mesoamérica, le tenían gran aprecio por su valor alimenticio y medicinal, y la cultivaban, junto al maíz, desde tiempos ya remotos. Los españoles la introdujeron definitivamente en Europa, en el siglo XVI», apunta Ávalos por ser un alimento digestivo y ligero, ya que contiene mucha agua y pocas calorías. Su pulpa es un conocido calmante de todo tipo de inflamaciones del intestino o del estómago y desde bien antiguo se ha empleado por la medicina popular para tratar los síntomas de la gastritis crónica o el síndrome de colon irritable. « A pesar de ello, algunas personas pueden sufrir ligeras flatulencias al consumirla, un problema menor que se suele corregir fácilmente cuando se mejora la flora intestinal con alimentos prebióticos y se cocina condimentada con hierbas y especias carminativas», advierte el cocinero.
La calabaza aporta minerales como el potasio, el magnesio, el fósforo y, en menor medida, el hierro. También es una buena fuente de vitamina C y ácido fólico, pero sobre todo, de betacarotenos (pro-vitamina A), «lo que le confiere ese bonito color anaranjado que comparte con las zanahorias», apunta Ávalos.
Su alto contenido en betacarotenos la convierten en un alimento con un gran poder antioxidante, y además, muy aconsejable para incluir en nuestra dieta en el caso de que queramos mejorar nuestra función visual. Se recomienda incluir en la dieta tras demostrar que ayuda a reducir el riesgo de trastornos como la ceguera nocturna, fatiga ocular, cataratas, glaucoma o degeneración macular. « Esta hortaliza, sobre todo cuando la preparamos asada en el horno, tiene un gran efecto saciante. Esta es una virtud, que unida al hecho de que se trata de un alimento que contiene mucha agua, pocas grasas y una considerable fibra vegetal, la convierte en un ingrediente que hay que tener muy en cuenta en la planificación de dietas de adelgazamiento», comenta el autor.
Su prestigio en este tipo de regímenes, está también influido por el efecto diurético de su pulpa, que tiene un alto contenido en potasio y una reducida concentración en sodio. «No solo trata con respeto nuestros riñones, si no que ejerce un efecto de desintoxicación y limpieza que redunda en una mejora general de nuestro estado de salud y vitalidad», añade Ávalos. En la antigua herbolaria mexicana se empleaba, y aún se emplea, la pulpa de calabaza, en forma de apósito, para tratar las quemaduras leves. Con este simple remedio es posible acelerar la cicatrización y reducir la inflamación y el dolor.
SEMILLAS, TESORO NUTRICIONAL
Las semillas de calabaza, que se consumen en ciertas sociedades africanas como símbolo de inteligencia, son también la razón de que esta humilde hortaliza esté adquiriendo un merecido prestigio como alimento funcional. Es decir, como una fuente de sustancias con un efecto activo y beneficioso sobre nuestra salud, más allá de los principios nutritivos que contiene.
Se cree que en la antiguedad se comenzó a cultivar la calabaza con el único fin de aprovechar sus semillas. Esto es algo que no resulta extraño ya que las semillas de esta curcubitácea son un auténtico tesoro nutricional y nutracéutico, ya que concentran un elenco de vitaminas, minerales y antioxidantes que son capaces de mejorar funciones importantes de nuestro organismo, actúan como preventivo de determinadas enfermedades, e incluso pueden tener un efecto terapéutico en el caso de algunos trastornos leves.
«Ciertamente, es un verdadero desperdicio el que tiremos esta joya alimenticia a la basura cuando cocinamos una receta con calabaza. Un buen hábito que agradecerá nuestro cuerpo, y también nuestro bolsillo, es que las aprovechemos secándolas nosotros mismos en casa. Para esto solo tenemos que lavarlas bien hasta que no queden restos del interior fibroso de la calabaza, y después, dejarlas en un lugar fresco y seco, bien extendidas, hasta que se sequen. Si las podemos poner al sol, mejor que mejor», aconseja Ávalos.
Las pipas se obtienen de los ejemplares de invierno muy maduros y destacan, en primer lugar, como una de las mejores fuentes vegetales de zinc. Este oligoelemento es fundamental para la salud del aparato genital masculino, así como para combatir los problemas prostáticos (una buena parte de los pocos gramos de este mineral que concentra el cuerpo humano se localizan en la próstata). Además, contribuye al buen funcionamiento del sistema inmunitario, y es primordial para el crecimiento durante el embarazo, la infancia y la adolescencia. También aportan vitamina E, y lo que es más importante aún, con una gran biodisponibilidad, ya que en las semillas de calabaza se encuentra en formatos químicos muy aprovechables por nuestro organismo, como el alfa-tocoferol, gamma-tocoferol, etc.
«Esto es importante que se tenga en cuenta, porque aunque existen otras fuentes que aportan cantidades superiores de esta valiosa vitamina de acción antioxidante, no deberíamos nunca desdeñar el factor calidad, que en este, como en muchos otros nutrientes, tiene una importancia decisiva», aclara Ávalos. Como la mayoría de las semillas, las de calabaza son portadoras de unos componentes llamados lignanos, a veces conocidos como fitoestrógenos, que actúan en nuestro organismo como unas auténticas hormonas sexuales de acción suave. Este es otro de los acicates en favor de estas deliciosas pipas, ya que estos lignanos son unos poderosos antioxidantes, que además de dar estabilidad a su aceite, prolongan la vida útil de las células, eliminan los radicales libres, y ayudan al sistema inmunitario en su lucha contra un verdadero escudo de defensa frente a la mayoría de los trastornos cardiovasculares.
Para aprovecharnos de las virtudes de esta grasa esencial, es preferible que tomemos estas semillas crudas, en lugar de tostadas, ya que la acción del calor altera las delicadas propiedades salutíferas de estos compuestos grasos. « Aunque la pulpa de calabaza no sea un alimento especialmente recomendado para las personas que padecen diabetes debido a su relativamente elevado índice glucémico, sí en cambio sus semillas. Estudios recientes en animales de laboratorio, han demostrado la capacidad de estas semillas para regular la insulina en animales con problemas pancreáticos, así como para prevenir algunas de las graves consecuencias de la diabetes sobre la función renal, al disminuir el estrés oxidativo», concluye.
Se trata de una comida poco calórica, de temporada y con numerosos nutrientes interesantes que se puede preparar de diversas formas.
Calabaza: el desconocido alimento rico en fibra que puede ayudarte a adelgazar
Los irlandeses iluminaban nabos la noche del 31 de octubre, víspera de Todos los Santos (All Hallows Eve), siguiendo una tradición celta. Cuando emigraron de forma masiva a Estados Unidos en el siglo XIX, comenzaron a hacerlo con calabazas. La fuerza de las películas y las series americanas hace que ahora las calabazas se hayan convertido en el gran icono de un Halloween ya universal.
Sin embargo, las calabazas sirven para algo más que para decorar establecimientos y casas en estas fechas. Esta planta de la familia de las cucurbitáceas da frutos de formas y colores diversos –no sólo está la típica redonda y naranja– que son muy aprovechables en la cocina. Recetas hay muchas: se puede cocinar con otras verduras, hacer en puré o incluso postres.
¿Es un alimento saludable? Los estudios destacan su alto contenido en vitaminas, minerales y fibra. En particular, tanto las investigaciones que comparan diferentes variedades como otras que se centran en algunas clases en particular coinciden en destacar su contenido en carotenos, pigmentos responsables del color amarillento o naranja tanto en las calabazas como en las zanahorias, por ejemplo.
Con función antioxidante, algunos carotenos se transforman en vitamina A y su consumo parece estar relacionado con beneficios cardiovasculares. Por otra parte, la fibra de las calabazas también es excelente, según un estudio que destacaba la capacidad de los compuestos que la forman para retener agua y glucosa.
Los dietistas-nutricionistas consideran que este alimento puede ayudar a perder peso teniendo en cuenta no sólo que aporta muy pocas calorías (unas 40 por cada 100 gramos), sino que tiene un gran poder saciante, lo que hace que tengamos menos ganas de comer.
Posibles propiedades farmacológicas
Ante tantas propiedades, algunos estudios incluso han explorado posibles usos farmacológicos de las calabazas, analizando si tienen efectos antidiabéticos, antibacterianos, antiinflamatorios, contra los parásitos intestinales e incluso antitumorales.
Aunque no estén probadas todas estas cualidades –abundan los estudios in vitro y con animales–, lo cierto es que la calabaza tiene todo para ser un alimento de referencia, al menos en esta época, ya que se cosechan en otoño. Por eso, si vamos a destrozar alguna para celebrar Halloween, mejor aprovechar también la pulpa que contiene en su interior.
Habitualmente, la parte menos aprovechable de la calabaza para la cocina es la cáscara, que se tira con el resto de adornos una vez que pasa la también llamada Noche de Brujas. Sin embargo, hay quien propone hervirla para sacarle los últimos jugos a esta hortaliza, ya que, básicamente, tiene los mismos componentes nutricionales que la pulpa.
Otra posibilidad es que estos desechos vayan a parar a la alimentación animal. De hecho, tradicionalmente, en el ámbito rural era habitual dar de comer a cerdos y otros animales las calabazas.
Un estudio que acaba de publicar la revista Animals habla de esta posibilidad y asegura que aprovechar los desperdicios de las calabazas para este fin puede servir para mejorar la calidad de la carne, los huevos y la leche. Un beneficio adicional que al final también repercute de forma positiva en nuestra alimentación.
Tres ideas para cocinar con calabazas en Halloween:
Ricas en hidratos de carbono, proteínas, fibra y hierro, las legumbres han sido siempre unas estupendas aliadas en la cocina. Sus propiedades nutricionales y su bajo coste permiten que muchas familias puedan comer de manera saludable sin que se resienta el presupuesto del hogar. No por casualidad son uno de los ingredientes que gozan de mayor presencia en los platos de cuchara tradicionales más económicos. Por textura y por sabor, la calabaza combina muy bien con las legumbres. Con su pulpa es posible preparar varias recetas: unos garbanzos con calabaza al azafrán (para esta receta, se corta en láminas y se sofríe), unas lentejas con puré de calabaza (que se hace aparte, de manera muy sencilla) o unas alubias blancas con calabaza en trozos, hervida junto a la legumbre. Cualquiera de estas opciones viene muy bien para los días fríos.
Otro tipo de recetas muy apreciadas en otoño e invierno son las cremas de hortalizas. Existen muchas variedades y combinaciones posibles. Las que se hagan con calabazas serán muy ricas en beta-carotenos (una sustancia que el cuerpo transforma en vitamina A) y aportarán una buena dosis de fibra. De hecho, estas características -sumadas a sus escasas calorías y bajos niveles de azúcar- convierten a las calabazas en una de las hortalizas más recomendadas para controlar el peso corporal. Según los gustos personales (y cuánta pulpa haya sobrado en Halloween) se puede optar entre hacer una sencilla crema de calabazas, sin más ingredientes que un poco de cebolla, leche y huevo, o combinar con otros sabores y preparar una crema con gambas y espárragos o una crema de calabaza con queso. Si se elige esta última receta, se debe tener en cuenta que el queso aumenta las calorías del plato de manera significativa.
Esta opción solo valdrá en caso de haber conseguido salvar buena parte de la piel de las calabazas o, también, si se han comprado algunas calabazas de más. Para prepararlas, es importante conservar en buen estado la piel, ya que será el recipiente donde se cocerá el relleno. Es importante recordar que las calabazas de invierno tienen la piel más gruesa que las de verano, son un poco más dulces y poseen menos agua. Si se quiere que duren más tiempo, al adquirirlas es preferible escoger los ejemplares maduros y de corteza más gruesa. Para el relleno se puede utilizar la propia pulpa (sin pepitas) mezclada con otros ingredientes (por ejemplo, con setas, una estupenda combinación otoñal). Otra opción es preparar un relleno diferente -de carne, de pollo, solo de setas o un sofrito de quinoa y verduras- y aprovechar la pulpa de la calabaza para elaborar cremas, sopas o dulce.
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CÓMO UNA FIESTA AGRÍCULA SE CONVIRTIÓ EN EL FENÓMENO GLOBAL DE HALLOEEN
En todos los grupos humanos existen mitos que conforman su identidad y ayudan a su cohesión. Por ejemplo, ese que rige la sociedad estadounidense y que habla del “sueño americano”. “A los estadounidenses nos educan con la idea de que, por el mero hecho de serlo, tenemos derecho a convertirnos en lo que queramos. La promesa de transformación personal es parte importante de nuestra mitología cultural. Por eso, muchos estadounidenses, entre los que me incluyo, mencionan Halloween como su fiesta favorita. Ese día intentamos demostrar que el mito es cierto, disfrazándonos de monstruos como Drácula, una de cuyas características es cambiar de forma, como si también persiguiera el sueño americano”, explica David J. Skal por correo electrónico.
Nacido en Ohio en 1952, Skal es “experto en la cultura del horror”, título obtenido gracias a sus conocimientos sobre el terror clásico de Hollywood, la vida y obra de Bram Stoker o sus ensayos sobre cultura popular, como Monster show y Halloween. La muerte sale de fiesta. Este último, recién publicado en España por EsPop, explica el origen, evolución e influencia de esa fiesta, cuyo origen se remonta a ritos paganos vinculados al ciclo agrícola.
“Las tradiciones relacionadas con las estaciones y las cosechas existen en todas las sociedades. En el caso de la cultura occidental, la iglesia cristiana primitiva trasladó de fecha muchas de sus celebraciones más importantes para hacerlas coincidir con antiguas fiestas paganas. Hoy las llamamos Halloween y Navidad, pero todo fue parte de ese esfuerzo por convertir a los paganos al cristianismo”.
Además de su vínculo con la naturaleza o la religión, Halloween tiene un marcado carácter subversivo. Durante una noche, los papeles se trastocan, el monstruo —el diferente— abandona su escondite y los niños atemorizan a los adultos con su “truco o trato”. “Halloween tiene muchas similitudes con antiguas celebraciones europeas como la Fiesta de los locos en la que, por un día, los plebeyos se vestían como reyes y el orden social se invertía. A principios del siglo XX, en Estados Unidos era común que los niños blancos se pintaran de negro y viceversa. Aunque hoy en día los disfraces raciales son tabú, a la gente le gusta aprovechar cualquier oportunidad para desinhibirse y Halloween permite convertir esas ganas de romper las convenciones sociales en un ritual controlado”.
Entre otros muchos temas, La muerte sale de fiesta analiza cómo la corrección política ha influido en Halloween, fiesta en la que casi todo estaba permitido. El autor relata casos de universidades que aconsejan a sus estudiantes no disfrazarse de personas con discapacidad o de otras culturas, medida que expulsa de la fiesta turbantes, mutilaciones, sombreros mexicanos, parches de pirata o ropas de mendigo.
No obstante, el mayor peligro al que estuvo expuesto Halloween en esa cruzada por la corrección se produjo en 2001. Semanas después de los atentados del 11-S, muchos estadounidenses pidieron suspender las festividades, por considerar que las bromas sobre muertos eran una afrenta a las víctimas. Otra parte de la población, sin embargo, alegó que el terrorismo no iba a condicionar sus vidas ni la corrección política su libertad de expresión y, no solo se pusieron turbantes y chilabas, sino que completaron el disfraz con máscaras de Bin Laden, que arrasó en ventas ese año.
Surgida en Europa, la festividad que dio origen a Halloween viajó al continente americano con los peregrinos. En los últimos años, ha emprendido un nuevo periplo que la ha llevado de vuelta al viejo continente y a casi todos los países occidentalizados, algunos de los cuales ven con preocupación cómo sus tradiciones sobre los muertos son desplazadas por esta festividad importada.
Un recelo que, como detalla Skal, olvida que todas las tradiciones se mezclan y evolucionan, incluida Halloween. De hecho, elementos que se consideran inherentes a esta fiesta son relativamente recientes. Así sucede con la iconografía que presenta a las brujas como ancianas grotescas, tocadas con sombreros puntiagudos y vestidas de negro. Lejos de proceder de la Edad Media o del Barroco, ese imaginario tiene su origen en la Bruja del Oeste interpretada por Margaret Hamilton en la versión de El mago de Oz de 1939. Hasta entonces, las brujas de Halloween eran jóvenes pizpiretas y flappers ataviadas con vestidos de colores.
“Hay personas que se quejan de la invasión de Halloween o de la apropiación de la cultura mexicana por los anglosajones. Pero yo vivo en el sur de California, donde hay mucha población hispana, y la mayoría de la gente parece disfrutar de que las decoraciones y ritos del Día de los Muertos se mezclen con las de Halloween. Eso sí, luego cada comunidad se relaciona con los muertos de diferente manera. Los estadounidenses, a través de creaciones como Drácula y Casper, mientras que la cultura latina honra a los difuntos con más seriedad”.
Poema de Halloween
Llega el día de las brujas, están listas sus escobas
para volar por el cielo con túnicas y jorobas,
las calabazas sonríen iluminando jardines
y niños ilusionados van en busca de chupetines.
Gatos negros y murciélagos, arañas tejiendo telas,
no pueden faltar las velas ni los gritos infantiles,
calaveras por doquier, disfraces de mil colores
a pesar de los temores, un día de gran placer.
Brujitas y hombre araña, Caperucitas y hadas,
mariposas encantadas salen por calles y plazas.
Todo es bullicio ese día, de la mañana a la noche
ya sea a pie o en coche se vive la fantasía.
Es la noche de conjuros, de pócimas, baño de flores,
de las caritas pintadas luciendo multicolores,
en todo lugar la magia se hace presente este día
que nos invita a vivirlo con pasión, con alegría
SORTILEGIO DE HECHIZOS
A la fiesta de disfraces
con amuletos de suerte,
el espantajo pelele
llega iluso y despeinado.
Con candil enamorado
y graciosa calabaza,
llega al convite una rosa
disfrazada de azucena,
con fragancia de verbenas
entre volantes dorados.
Odas trenzadas de estrellas
de nigromantes y brujas,
llegan en son de aventuras
a la fiesta de disfraces.
Cuentan que arañas burlonas
hacen bromas callejeras,
que entre brujitas coquetas
vagan risas que eclosionan,
en sonrisas pintorescas
de traviesos entre azares.
Agazajan duendecillos
con las hadas zalameras,
de las doncellas serenas
y monarcas seductoras.
Rondas de escobas mimosas
consintiendo las promesas,
al descubrir la belleza
inescrutable de enigmas,
entre brujas celestinas
y sortilegio de hechizos.
Aimée Granado
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