Pete Buttigieg pasó en muy poco tiempo de ser un desconocido alcalde de una pequeña ciudad en el medio oeste de Estados Unidos a convertirse en la sorpresa en la carrera para la candidatura presidencial del Partido Demócrata en las elecciones de 2020.
Hace unos pocos meses, Buttigieg, de apenas 37 años, era uno de tantos aspirantes con remotas posibilidades de triunfo. Pero ahora es uno de los favoritos para competir por la Casa Blanca. En caso de ganar, se convertiría en el presidente más joven en la historia y en el primero que es abiertamente homosexual.
"Soy consciente de que esto es un maratón, pero estoy ciertamente emocionado con la manera cómo nuestro mensaje ha estado resonando", dijo Buttigieg durante un mitin en abril pasado, cuando su candidatura apenas despegaba. Desde entonces, las cosas han mejorado mucho para él.
Un favorito inesperado
Al inicio de la campaña, Buttigieg, quien es alcalde de la localidad de South Bend (Indiana), parecía ser uno más entre la veintena de candidatos iniciales que buscaban la nominación demócrata.
Entonces, comenzó a destacarse tras aparecer en un debate ciudadano trasmitido por la televisión en todo el país, tras el cual el comentarista político Andrew Sullivan dijo en la revista New York Magazine que Buttigieg podría ser el mejor candidato demócrata para competir contra Donald Trump.
"Por estilo, generación, conducta e historia, Buttigieg es una manera casi perfecta de hacer un contraste con todo la edad, grandiosidad, temperamento y privilegio de Trump", señaló. Desde entonces, Buttigieg ha logrado un notable ascenso en las encuestas.
El sábado pasado, el diario Des Moines Register divulgó una consulta entre los votantes demócratas de Iowa en la cual el alcalde aparece liderando cómodamente como el favorito. Ese estado es clave por ser donde se realiza el primer caucus para elegir al candidato presidencial.
Buttigieg aparece con 25% de apoyo, seguido por la senadora Elizabeth Warren (16%), el senador Bernie Sanders (15%) y el exvicepresidente Joe Biden (15%). El margen de error del estudio era de 4,4%.
Esos resultados representan un crecimiento notable para Buttigieg, quien en septiembre sumaba 9% en la misma encuesta.
Ahora, además, aparece como el aspirante mejor visto por los potenciales electores: 72% de ellos dicen tener una valoración entre muy favorable y mayormente favorable de él.
Aunque otra encuesta muestra una suerte de empate en el primer lugar entre Buttigieg, Sanders y Biden, la conclusión es clara: Buttigieg, quien hace un año era un desconocido, está ganando apoyo y debe ser tomado en cuenta como uno de los precandidatos favoritos al menos en Iowa.
El joven alcalde también ha demostrado capacidad para conseguir tanto o mayor financiamiento que cualquier otro candidato y rápidamente está expandiendo su equipo de campaña en Iowa y a través de todo Estados Unidos.
Una vez que se acerquen las votaciones, dispondrá de los recursos para llenar las pantallas de televisión con su propaganda.
Un candidato atípico
En Estados Unidos, no es usual que un cargo de alcalde sirva de plataforma para una campaña presidencial.
De hecho, solamente dos exalcaldes en el momento de presentarse -Grover Cleveland y Calvin Coolidge- han llegado a la Casa Blanca. Ningún alcalde en funciones lo ha conseguido.
Una campaña presidencial exitosa requiere dinero y visibilidad; e históricamente las personas con peso político en una sola municipalidad no tienen acceso a ninguna de las dos cosas. Sin embargo, eso puede estar cambiando.
Buttigieg fue elegido alcalde de South Bend, una ciudad postindustrial de Indiana conocida por ser la sede de la Universidad de Notre Dame, en noviembre de 2011.
Cuatro años más tarde, ganó cómodamente la reelección. En 2017, comenzó a ser conocido nacionalmente por su postulación fallida aunque bien recibida para convertirse en el jefe del Comité Nacional Demócrata.
Con una relativa falta de experiencia política en el plano nacional, el "alcalde Pete" -como lo llaman sus seguidores- se está apoyando fuertemente en los elementos de su trayectoria que le distinguen del resto de aspirantes.
Criado en South Bend, donde sus padres eran profesores de la Universidad de Notre Dame, fue educado en centros de élite. Estudió en Harvard y luego en Oxford. Luego se trasladó a Chicago donde consiguió un empleo en la consultora internacional McKinsey, con un salario con cifras de seis dígitos.
En 2009, fue contratado como agente de inteligencia de la Reserva de la Armada de EE.UU. y en 2014 -cuando ya estaba en funciones como alcalde de South Bend- fue enviado a Afganistán durante siete meses.
Buttigieg es cristiano practicante y miembro de la Iglesia episcopal. Con frecuencia incluye en sus discursos con citas y alusiones bíblicas.
Una mirada a esta trayectoria, llevó al columnista Frank Bruni a bromear en The New York Times diciendo que este alcalde parecía haber sido construido en un laboratorio para ser el candidato demócrata perfecto.
"Siempre parece decir exactamente lo que corresponde en el tono justo", escribió.
Una candidatura histórica
Pero hay una característica que distingue a Buttigieg de todos los demás precandidatos demócratas y también del resto de aspirantes presidenciales en la historia de Estados Unidos. En 2015, en medio de su campaña de reelección a la alcaldía, anunció que es homosexual a través de una columna publicada en un diario local.
"Poner algo tan personal en las páginas de un periódico no es fácil. Pero es claro para mí que en un momento como este, me podría hacer bien ser más abierto al respecto", escribió en el South Bend Tribune.
"Ser gay no ha tenido ninguna incidencia en mis trabajos en el sector privado, en el Ejército o en mi rol actual como alcalde. No me hace mejor o peor a la hora de manejar una hoja de cálculo, un rifle, una reunión de un comité o de contratar a alguien", agregó.
En las actividades de campaña, Buttigieg no va exhibiendo permanentemente el tema de su sexualidad y rara vez habla sobre la naturaleza inédita de su candidatura, pero sus seguidores lo saben y lo reconocen.
Algunos dicen estar contentos de que no ha sido el asunto central de su campaña, mientras otros lo colocan como uno de sus atributos.
Estudioso e intelectual
Buttigieg tiene reputación de intelectual y estudioso. Se dice que habla siete idiomas y que su libro favorito es Ulysses de James Joyce
Como candidato presidencial, sus propuestas son la mezcla de una ambiciosa reforma gubernamental y de avances legislativos graduales. Quiere eliminar los colegios electorales y tener presidentes electos de forma directa por el voto popular.
Ha propuesto aumentar el número de magistrados de la Corte Suprema y convertir en estados a Washington D.C. y a Puerto Rico, una decisión que muy probablemente favorecería la representación de los demócratas en el Senado.
Es partidario de un sistema de salud universal, aunque está alineado con los candidatos demócratas más moderados que quieren hacerlo a través de la expansión de los programas sanitarios del gobierno, en lugar de eliminando el actual sistema de seguros privados.
Él dice que la idea de ofrecer educación universitaria gratuita implica un uso regresivo del dinero recaudado a través de los impuestos a la clase trabajadora para favorecer a aquellos que ya están destinados a contar con ingresos más altos.
Durante la campaña ha destacado la importancia de que el Partido Demócrata hable más sobre los valores que impulsan sus políticas. Según él, los conservadores hablan del valor de la libertad de forma negativa: libertad ante las regulaciones, controles e impuestos del gobierno.
Los demócratas, en cambio, tienen que defender la "libertad para algo" como, por ejemplo, la libertad para tener un seguro médico de calidad, para tener representación sindical o derechos reproductivos, que pueden ser garantizados por el gobierno.
Buttigieg también parece haber hallado una respuesta operativa a la cuestión de "socialismo versus capitalismo" que enfrentan ahora todos los candidatos demócratas, al decir que está a favor de un "capitalismo democrático" que suavice los aspectos ásperos del sistema de mercado y evite que el libre mercado derive en una oligarquía al estilo de Rusia.
"Si realmente queremos mantener la productividad y el valor de la fuerte comunidad empresarial, tenemos que reconocer que el crecimiento por sí solo no es suficiente. El crecimiento tiene que alcanzarnos a todo y eso exige buenas políticas", señala.
Independientemente de si sus rivales demócratas consideran que esto es justo o no, Buttigieg ha encontrado un mensaje que ha logrado atraer la atención nacional y dinero. Eso le permitirá mantener sus opciones para competir en una carrera en la que se enfrenta con muchos y fuertes rivales.
*Con información de Anthony Zurcher, corresponsal de la BBC en América del Norte.