Las dos alas del pájaro de la censura musical en Miami renacen con fuerza. A la intolerancia de los grupos vocingleros, opuestos a la actuación de cualquier artista procedente de Cuba, se une el apoyo de los políticos a cargo del gobierno local, que bien podrían dedicar su tiempo a fines más loables.
La huella de una política cultural estúpida hacia La Habana, puesta en práctica durante la época de George W. Bush regresa con fuerza gracias a la administración de Donald Trump, empeñada en no perder un solo voto exiliado y amparada en un rencor y revanchismo tan inútil como desmedido. Se olvida la futilidad de los esfuerzos de entonces; se incita ahora a repetir el desperdicio de una disputa de sordos.
Impedir que en Miami actúen artistas procedentes de Cuba es un viejo ejercicio que si acaso produce una satisfacción emocional en algunos y justifica en todos una supuesta acción punitiva contra el detestable régimen de La Habana, pero tras estos beneficios aparentes se esconden dos consecuencias que merecen ser considerados.
Una es una innata vocación de censura. Quienes defienden la prohibición argumentan que músicos del exilio no se escuchan en la isla. Curioso tener que acudir al enemigo a falta de una explicación mejor. La censura en Cuba como la justificación perfecta para ejercerla en esta ciudad. En vez de condenar ambas, establecer una relación simbiótica malsana. El anticastrismo como la etapa final del totalitarismo.
Otra es la creencia de que el exilio cubano de Miami es tan inmaduro políticamente, que hay que mantenerlo alejado de cualquier visitante que pueda disgustarle.
Pero lo más nocivo es negarle la decisión a cada cual, y que esta se pueda ejercer sin necesidad de guías y censores. ¿Por qué no dejarlo todo en manos de la taquilla? ¿Cómo negarse a que en este asunto gobiernen las sacrosantas leyes del mercado, que con tanto afán y justicia se condena no existen bajo el régimen cubano? De lo contrario, todo se reduce a una utilización vulgar de un criterio de poder: ustedes allá hacen lo quieren, y nosotros aquí lo mismo.
La réplica socorrida de apoyar unas restricciones con otras pasa por alto la realidad de que Estados Unidos es una sociedad democrática, incluso en Miami.
Menosprecia que el exilio no solo no es homogéneo políticamente, sino que difiere en cuanto a sus intereses, puntos de vista y criterios en general.
Lo que algunos continúan intentando es mantener vigente el monopolio del pensamiento opositor; el anhelo de un tiempo detenido que permite caminar alegremente por las calles mientras se busca manipular a los electores.
A través de los años, alcaldes, comisionados, funcionarios y legisladores cubanoamericanos —en Miami o en todo el estado—han persistido en confundir a los electores con los contribuyentes, y si insisten en ello es debido a los beneficios electorales que les proporciona este dislate. Se puede alegar que cumplen la voluntad de sus electores; también que limitan su función a empeños tan tontos como perseguir bongoseros.
Sin bien el alcalde Francis Suárez tiene todo su derecho —y potestad— a declarar a cualquiera persona non grata en esta ciudad, hasta ahí llegan sus poderes, aunque no sus intenciones. Con una resolución de Miami previa, que solicita al Congreso federal el fin del “intercambio cultural” con los artistas procedentes de Cuba, se reafirmó la vieja vocación de república que padecemos: quienes gobiernan lo que no es más que un enclave urbano —en la más heroica de las afirmaciones— sienten una necesidad impostergable de dictar pautas de política exterior, que por cierto hasta ahora la administración Trump no ha satisfecho.
Al parecer, lo más difícil de entender es que esos intercambios son de nación a nación, y hasta ahora esta ciudad no es una nación.
Por lo demás, Miami y quienes la gobiernan continúan empeñados en repetir el pasado y no dejar al individuo decidir si asiste o no a tales conciertos, según el más puro espíritu “reaganiano”: sin imposición por parte del gobierno. El resto es la repetición de muchos instantes de ninguna primavera.
Estos son los artistas cubanos que molestan en Miami
El exilio cubano pasa de los tiempos de la aplanadora de discos a la protesta en la calle, y la movilización en las redes sociales. El motivo sigue siendo el mismo: oponerse a la presentación en EEUU de artistas simpatizantes con el régimen.
El aumento de una nueva generación de exiliados menos implicada en la condena del castrismo mermó estas manifestaciones, lo que vino aparejado con un tiempo de relajación donde muchos exponentes de la Isla se han presentado en EEUU gracias a la puerta que abrió Obama con la flexibilización de la política hacia Cuba. No obstante, ahora los exiliados (de todas las generaciones) vuelven a la carga contra el intercambio cultural.
Por su parte, los políticos de la Florida se niegan a que eventos donde participan este tipo de artistas se realicen utilizando dinero público.
Empresarios como Hugo Cancio, que ha promovido giras por EEUU de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y los Van Van, han visto más de una vez peligrar sus eventos. Así ocurrió en 2011 con el Festival Mundial de Música Cubana "Fuego", que debía celebrarse en el autódromo Homestead-Miami Speedway, a unos 40 kilómetros de la ciudad de Miami.
En el cartel figuraban artistas de la Isla como Juan Formell y Los Van Van y David Calzado y su Charanga Habanera; y músicos que residen en Miami como Isaac Delgado y Manolín. Pero el evento fue cancelado.
Pablo Milanés
En 2011 los exiliados pidieron la cancelación de un concierto de Pablo Milanés, organizado por Cancio en Miami. Organizaciones del exilio trataron que se suspendiera el evento. Además, una veintena de exiliados destruyeron discos de Milanés con una pequeña aplanadora. Pero el concierto se realizó.
El escaso centenar de personas que protestó ante el concierto evidenció entonces la pérdida de peso de las posiciones radicales en el exilio. Las 1.500 butacas vacías —el 30 por ciento del aforo— dejaron claro que la producción del evento sobrevaloró las posibilidades del cantante en la comunidad.
Milanés volvió a Miami en 2016 y abarrotó el teatro The Fillmore de Miami Beach, aunque algunos siguen sin olvidar su pasado como juglar revolucionario.
Pancho Céspedes
Defender a un dictador es imperdonable, así lo supo Francisco Céspedes cuando cancelaron su concierto en 2016 por manifestarse a favor de Fidel Castro.
La polémica surgió cuando Céspedes recriminó al pianista Orlando Guanche por sus consignas después de un concierto tras bastidores, en las que gritaba en un vídeo informal: "¡Viva Cuba libre!, ¡Abajo los Castro!". Céspedes le escribía a Guanche en Facebook: "Se puede ser artista sin gritar abajo el difunto".
Esto le costó la cancelación de su presentación junto a Guanche y las críticas de la comunidad. Ya en 2013 Céspedes había causado revuelo por sus declaraciones sobre el exilio: "En Miami, hay muchos extremistas que siguen un pensamiento muy viejo a nivel político. A veces sospecho que no quisieran que Cuba mejorara", opinó.
Sin embargo, en septiembre de este año reconoció que en una visita a La Habana se sintió "vigilado". Quizás tuviera que ver con su decisión de no cantar en los actos del 26 de Julio en Cuba. Algo que pudo ser la causa de la negativa de entrada al país que recibió en agosto pasado para visitar a un hermano enfermo.
"Ahora seré disidente para Cuba de nuevo y comunista para los políticos de Miami", dijo el artista residente en México.
Buena Fe
Este dúo ha manifestado incontables veces su apoyo a la revolución y su admiración hacia Fidel Castro: "¡Gloria eterna a Fidel! Historia, ¡abre los portones! No pudieron detenerlo cuando era de carne y hueso. Ahora es invencible. Renacerá una y otra vez", escribió Buena Fe en Facebook en 2016.
Luego, se canceló su gira por Estados Unidos tras estas declaraciones. Numerosas personas contactaron a los organizadores del evento, que debió realizarse en Tampa, y les manifestaron su desacuerdo.
La indignación de la comunidad cubanoamericana derivó en la creación de una petición en Change.org para evitar conciertos de músicos simpatizantes del régimen que han hecho declaraciones a favor De Castro.
Los Van Van
La emblemática banda cubana históricamente ha apoyado al régimen. Han participado en actos políticos pidiendo la liberación de los cinco espías de la Red Avispa, y en febrero de este año estuvieron en uno de los llamados Conciertos por la Patria, cuyo reclamo explícito era el respaldo al Sí en el referendo constitucional. Entonces justificaron su presencia argumentando en sus redes sociales que "Van Van es la patria".
A pesar de que en 2015 uno de sus integrantes declarara que "el exilio es un mal necesario, que está ahí… porque nos hacen daño a nosotros… desde el punto de vista en cómo se manifiestan", la banda se presentó en mayo pasado en Miami como parte de su gira por EEUU celebrando su aniversario 50.
Para Samuel Formell, actual director del grupo, el concierto de Miami "fue un éxito total, rotundo, donde hubo gente que se quedó sin entrar". Asimismo, aseguró que a pesar de los "boicots a músicos de la Isla que se hacen en Florida hay muchos estadounidenses a los que eso no les interesa y muchos hispanos que van a los conciertos igualmente a pasarla bien".
Reguetoneros en el punto de mira
El mundo del reguetón no se escapa de esta cruzada del exilio. El pasado 4 de julio, Día de la Independencia en EEUU, se canceló un concierto donde iban a participar Jacob Forever, la Srta. Dayana y El Micha. El argumento: que juegan una doble moral apoyando al régimen en sus presentaciones en la Isla.
Orlando Gutiérrez, presidente del Directorio Democrático Cubano, fue una de las voces que el alcalde de Hialeah, Carlos Hernández, tuvo en cuenta a la hora de tomar la decisión de cancelar las actuaciones de los reguetoneros cubanos, a pesar de que el evento no era con fondos públicos sino por patrocinadores privados.
"Me duele que se tome una medida basada en argumentos en mi contra, que además no son reales. Francamente lamento mucho esta decisión y tengo fe en que todo se aclarará en su momento", dijo en esa ocasión Jacob Forever, que ha sido criticado por el exilio por llevar una camiseta con la foto del Che Guevara.
Descemer Bueno
Otros artistas están bajo escrutinio constante, como Descemer Bueno, cuyas declaraciones ambiguas en cuanto a política siempre despiertan polémica. El pasado mes de mayo al cantautor le suspendieron una presentación en en el Mosaic Theater & Lounge de Las Vegas junto el humorista cubano José Coll Herrera.
Pese a esto, Bueno se ha presentado en Miami este año en la sala Flamingo Theater Bar.
Gente de Zona
En 2017 la Alcaldía de Miami le retiró "de forma simbólica" la Llave de la Ciudad a Gente de Zona tras la difusión de un vídeo en el que comparten escenario con Raúl Guillermo Rodríguez Castro, nieto del general Raúl Castro. Recientemente una campaña impulsada por el presentador Alexander Otaola pide retirar la residencia permanente en EEUU al dúo de reguetoneros, y exiliados cubanos se han manifestado contra los artistas en Las Vegas y Tampa.
Haila
El más reciente caso lo protagoniza la cantante Haila María Mompie, quien tuvo el traspiés de cantar y alabar al dictador Fidel Castro en vida, y los exiliados no se lo perdonan.
Así lo dejaron patente el pasado 14 de noviembre en una protesta masiva convocada por Otaola. "Es una protesta por la dignidad, por el exilio, contra el descaro, para que se acaben estas personas que vienen a buscar dólares aquí luego de reírse del dolor de nosotros", dijo el influencer.
Otra de las peticiones era la cancelación del concierto de Haila, algo que finalmente ocurrió tras la proclamación de la cantante como "persona non grata" en Miami, por parte del alcalde de la ciudad.
"Estaba preparada psicológicamente para eso, pero estoy tranquila", señaló Haila, y admitió "que existían muchos factores" que estaban en su contra "para que este concierto no se hiciera”.
La artista ha manifestado "amar" al difunto Fidel Castro, del que recibió en vida un beso durante una presentación de la exbamboleo en un acto oficial del Gobierno.
Haila, resignada, asumió sus cancelaciones en Miami y Las Vegas, y volvió a la Isla.