En marzo de 1977, la tienda de campaña donde vivía el padre de Muamar Gadafi estaba a unas cinco horas de vuelo y a unos cuantos pasos de caballo de Trípoli. Fidel Castro lo constató en persona.
Todo comenzó cuando tras desembarcar del IL62 presidencial por primera vez en Libia, Gadafi le dijo a Castro en la cena de gala que su padre quería conocerlo. Sólo había un problema. El viejo vivía muy lejos en medio del desierto. "Muy lejos", dijo Gadafi, no muy entusiasta del viaje.
"No importa, vamos a verlo. Si quiere conocerme y es tu padre, vamos", le contestó Castro. "Pero, Fidel, es muy lejos", dijo Gadafi. "No importa, chico, vamos a ver al viejo", respondió el cubano.
Y fueron. Se montaron los dos y toda la delegación cubana en un destartalado bimotor Antonov 26, y volaron cinco horas sobre el desierto del Sahara hasta una remota pista de aterrizaje militar, rodeada de dunas de arena, donde los esperaba una manada de caballos.
Castro se subió a uno de ellos y el grupo se puso en camino. Quince minutos después, seguidos por decenas de beduinos que no paraban de aullar y hacer disparos al aire que ponían nerviosos a los caballos, arribaron delante de una enorme tienda y lo primero que los cubanos notaron fue que tenía aire condicionado. Allí vivía el viejo Gadafi.
Cuando se encontraron, su hijo casi gritó: "¿No te dije que yo te lo traía?".
Se siguieron un buen par de horas de conversación, un banquete aceptable y fue el único momento en que Castro se permitió un momento de intimidad con Gadafi.
Los dos hombres nunca fueron grandes amigos. Como explica el biógrafo de Castro, el escritor Norberto Fuentes, "Fidel nunca creyó en Gadafi".
Entre otras razones porque ya por esa época Castro estaba bien atrincherado al lado de la difunta Unión Soviética y Gadafi insistía en una vía alternativa, la 'Revolución Verde', que encabezó tras un golpe de estado en 1969.
"Fidel consideraba a los árabes muy difíciles de tratar. Decía que no los entendía", dijo Fuentes a ELMUNDO.es.
Además, "Gadafi era un loco, todo el mundo lo sabía y Fidel también".
Es posible que los dos se hayan conocido en Argel, durante la Cumbre de los No Alineados de 1973. Pero no es seguro. Fue una Cumbre donde Castro pronunció un discurso impactante, al anunciar la ruptura de las relaciones diplomáticas con Israel, el reconocimiento de la Organización de Liberación de Palestina (OLP) y criticó duramente a China por promover la noción política de que la Unión Soviética era una potencia tan imperialista como Estados Unidos. Le llamaban el 'social-imperialismo'.
Las relaciones entre los dos países eran cordiales, pero Castro estaba demasiado ocupado con las guerras en Angola y Etiopía para prestar atención a Gadafi. Lo visitó en 1977 en un viaje rumbo a Angola, pero en 1979 cuando se realizó en La Habana otra Cumbre de los No Alineados, Gadafi no apareció y mandó a su ministro de Exteriores.
Los dos hombres volvieron a estar frente a frente en Harare, en 1986, en la Cumbre de los No Alineados de Zimbabwe. b>Gadafi llegó rodeado de sus mujeres guardaespaldas y desde el podio atacó al entonces presidente Ronald Reagan, por el bombardeo a Trípoli semanas antes, donde murió la hija menor del libio.
Por su peculiar estilo de oratoria, tirando al suelo las páginas leídas y los cánticos de las guardaespaldas que le rodeaban, dentro de la delegación cubana Gadafi se ganó el apodo de 'el Elvis Presley de la política internacional'.
Gadafi sorprendió a todas las delegaciones presentes, criticando la ausencia de una severa condena por el bombardeo de Reagan. Y dijo un frase que habría de cambiar el curso de sus relaciones con Latinoamérica: "Yo vine aquí para conversar con mis hermanos Fidel Castro y Daniel Ortega".
Fue cuando Castro se volvió hacia su colega nicaragüense y le dijo: "Vamos, que él quiere hablar". Y se reunieron en una sala del centro de convenciones. Pero no hablaron mucho.
"No se logró gran cosa, se estrecharon los lazos, cuanto mucho", recuerda Fuentes. La Unión Soviética los seguía dividiendo.
Con excepción de Ortega, que quedó fascinado con Gadafi, a Castro el encuentro no lo calentó ni lo enfrió. Pero fue un punto de partida para el despegue de una colaboración conjunta en la arena internacional, principalmente en los escenarios de Naciones Unidas. Y todos los años, en fechas patrióticas, se intercambiaban felicitaciones y regalos.
Para la prensa cubana, Libia era abordada como "un país amigo", lo cual significó que sus agitaciones políticas internas eran constantemente obviadas.
La preocupación de Castro por Libia y su amigo Gadafi, se renueva a partir de marzo pasado, cuando Estados Unidos y Francia, primero, y la OTAN después, comienzan a bombardear Libia, en apoyo de los rebeldes que acaban de llegar a Trípoli.
La reacción cubana de rechazo fue instantánea y Castro, ya apartado del poder, publicó una serie de 'reflexiones' sobre el asunto.
En un texto publicado el 2 de marzo pasado, Castro adelantó que la OTAN quería ocupar a Libia para apropiarse de sus recursos naturales, como el petróleo.
"Estamos en contra de la guerra interna en Libia y a favor de la paz inmediata y el respeto por la vida y los derechos de todos los ciudadanos, sin una intervención extranjera que únicamente sirve para prolongar el conflicto y los intereses de la OTAN", agregó Castro, el 16 de marzo.
Para el ex presidente cubano, "el imperio intenta (orientar) los hechos hacia lo que Gadafi hizo o no hizo, porque necesita intervenir militarmente en Libia y acabar con la ola revolucionaria que se ha desatado en el mundo árabe".
En la columna, Castro expresa su admiración por el inicio de la carrera política de Gadafi. "Como algunos saben, en septiembre de 1969, Muamar Gadafi, un soldado árabe y beduino de un carácter inusual e inspirado por las ideas del líder egipcio, Gamal Abdel Nasser, promovió en el corazón de las fuerzas armadas un movimiento que derrumbó al rey Idris I de Libia", en un momento en que se estaban descubriendo allí, "reservas significativas" de recursos naturales, como el petróleo.
Según Castro, Gadafi pese a haber nacido en un tribu de pastores beduinos, "era profundamente anticolonialista. Se sabe que su abuelo murió luchando contra los invasores italianos en 1911".
Incluso, "hasta los adversarios de Gadafi confirman que se destacó por su inteligencia como estudiante y que fue expulsado de la escuela por sus actividades contra la monarquía, tras lo cual ingresó al ejército".
Son antecedentes que, en la opinión de Castro, "explican la influencia notable que ejerció posteriormente en Libia y sobre otros líderes políticos, estando en contra o en favor de Gadaf".
Pese a todo esto, es poco probable que Cuba venga a albergar a Gadafi, si decide irse de Libia. La política exterior cubana no se caracteriza por recibir a gobernantes en desgracia.
Incluso, cuando el golpe de Estado contra el presidente venezolano Hugo Chávez, un incondicional de Castro y Cuba, la primera reacción cubana fue de que no lo recibiría.
"Lo devolveremos de inmediato a su pueblo para que continúe la lucha", aseguró el diario oficial Granma.
Rui Ferreira, desde Miami