Una carta de un soldado a quien fuera su amante en la Segunda Guerra Mundial ha tenido una gran difusión en Internet. A través de ella, sale a la luz una de las muchas historias olvidadas de amor homoerótico del pasado.
CARTA DE UN SOLDADO GAY
A SU AMANTE EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
En 1945 se anunciaba el fin de la Segunda Guerra Mundial, en ese instante un marinero toma por la cintura a una mujer, la besa y la fotografía de ese momento espontáneo pasa a la historia por capturar el momento en el que Estados Unidos celebraba su victoria sobre Japón. Todos, o casi todos, conocemos esa foto. Lo que ignoramos es que como la foto del beso en Time Square, hay más vestigios de las historias con h minúscula que existen en medio de la Historia con H mayúscula.
Ese es el caso de la carta de Brian Keith, un soldado estadounidense que en 1943 conoce a Dave, de quien se enamora y a quien después le escribe en el aniversario de su romance fugaz. La carta se dio a conocer en 1961 por la revista One Magazine.
Esto es en recuerdo de un aniversario, el aniversario de ese 27 de octubre de 1943, cuando te escuché cantar por primera vez en el norte de África. Esa canción me trae recuerdos de los momentos más felices que he conocido, de la actuación de un batallón de soldados, de cortinas hechas con tela de globos, de lámparas fabricadas con latas de cacao, de ensayos que se prolongaban hasta la noche, y de un chico hermoso con una maravillosa voz de tenor.
En mitad de la guerra, en África, Brian conoce a Dave. Luego, en secreto, pasan la noche juntos.
Bebimos en el ‘Coq d’Or‘, cenas en el ‘Auberge‘, un anillo y una promesa hecha. Son recuerdos de una noche en que llovía a cántaros y de dos soldados empapados bajo un árbol solitario en la planicie africana. Dos tenientes lo suficientemente listos para entender lo que pasaba, pero no lo suficientemente inteligentes para darse cuenta de que queríamos estar solos. Recuerdos de una noche fría y con viento en que nos metimos en un teatro para soldados y nos quedamos dormidos en un cobertizo detrás del escenario, los dos atrapados entre nuestros brazos, y recuerdos de la sorpresa que nos produjo despertarnos y ver que milagrosamente nadie nos había descubierto.
Luego llega la hora de despedirse, las promesas y una tal vez que se quedó en tal porque nada ocurrió después; quizá porque el mundo en 1943 aún no estaba preparado para ellos o quizá porque la guerra dispuso de un destino diferente para Dave.
La felicidad cuando nos dijeron que volvíamos a casa y la devastación que sentimos cuando supimos que no volveríamos juntos. Un cálido adiós en una playa apartada bajo el aterciopelado cielo plagado de estrellas de una noche africana y las lágrimas que no cesaban mientras estaba sobre el muelle y veía tu convoy alejarse en el horizonte.
Prometimos que estaríamos juntos al volver a casa, pero el destino sabía más que nosotros. Nunca volviste. Y por ello, Dave, espero que allá donde te encuentres estos recuerdos sean tan preciosos para ti como lo son para mí.
La carta jugó un papel en la lucha por los derechos de las personas LGBT+ en el ejército estadounidense donde ahora se hace efectiva la ley Don’t Ask Don´t Tell. Actualmente la carta se encuentra resguarda den la Biblioteca Nacional del Congreso de los Estados Unidos y se popularizó por aparecer en el sitio de Tumblr Letters of Note.
Buenas noches, que duermas bien, mi amor.
En cuestiones de guerra no es común hablar de amor, en todo caso sería más común hablar de honor. Pero no hay nada más honorable que el amor y por eso escuchamos tantas historias de amor y guerra. La de Dave y Brian es una más, pero es una que da fe de la existencia de un romance gay en la historia de la Segunda Guerra Mundial, como debió haber muchos otros y por tanto es una huella de arco iris en la historia del mundo.
La carta fue publicada por primera vez en 1961 por ONE, revista pionera en el activismo LGTB de los Estados Unidos, y ha sido recuperada por Letters of Note, una página dedicada a recuperar cartas personales significativas.
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