Gigi Lou irrumpe en el escenario ataviada con unos tacones de 10 centímetros, un deslumbrante sujetador y una boa de plumas, iluminada por un reflector y bailando “I Want Your Love”, de Lady Gaga. La drag queen de 19 años compite por el título de Miss Heaven 2019 en el teatro Bernhard Theatre de Zúrich. Unas 400 personas han venido a verla a ella y a otras seis aspirantes a la corona. Ganar este premio permitiría a Gigi darse a conocer en la escena local y aumentar su base de seguidores.
Detrás de la actuación de Gigi no solo hay muchas horas de trabajo duro. Gigi es quien Danial siempre quiso ser, la razón por la que casi lo internan en un hospital psiquiátrico y se convirtió en un refugiado a los 15 años.
“Gigi siempre ha estado presente”, asegura Danial. “En cuanto puedo convertirme en Gigi en el escenario, me siento seguro”. Me reúno con Danial en un café en Fribourg, donde ahora vive, cuatro años después de escapar de Irán. No pude corroborar demasiada información sobre su pasado, así que esta es su historia personal, basada en su propio relato.
Danial creció en Ahvaz, una ciudad en el suroeste de Irán. Siempre le ha gustado jugar con el género, aunque se identifica como hombre. Le atraen los hombres y las mujeres por igual, pero la bisexualidad no está bien vista en Irán, ni desde el punto de vista jurídico ni cultural.
Una vez, de pequeño, saqueó el armario de su madre, se probó las “preciosas piezas vintage” que ella guardaba en casa de sus abuelos y contempló su imagen en el espejo. Pero su abuela lo descubrió y lo reprendió. Entonces supo que, si quería ser él mismo, tendría que serlo en secreto.
Danial dice que nunca fue el chico que sus padres querían que fuera.
Cuando no había nadie en casa, se ponía rímel, se perfilaba los labios y bailaba música “occidental” prohibida con la ropa de su hermana puesta. “Aquellos fueron mis primeros pasos como drag queen”, recuerda hoy.
Pero su familia, estrictamente musulmana, no entendía ni aceptaba su comportamiento. Su hermana y su madre ni siquiera soportaban hablar del tema, por la vergüenza que sentían. Por parte de su padre, solo recibía gritos.
“El concepto de educación de mi padre consistía en lavarme el cerebro”, señala. “Mis padres son gente rica y respetable. Su máxima prioridad es dar una buena imagen de la familia”.
Danial tenía 15 años cuando decidió que ya no ocultaría a Gigi por más tiempo. Desde hacía unos meses, había estado usando una aplicación de encuentros para conocer a otros hombres en secreto. Así fue como conoció a un chico que le gustó y que fue su novio durante un tiempo. “Fue amor a primera vista”, recuerda. “Estaba con él cuando decidí que no podía seguir fingiendo, que tenía que decir la verdad”.
Sus padres lo obligaron a ir con una psiquiatra para tratar sus “malos hábitos”. Cuando Danial le confesó que se veía con chicos, hubo un silencio absoluto en la sala. Luego, la psiquiatra se volvió hacia su secretaria y le dijo: “No permitas que se escape”.
Danial empujó a las dos mujeres y salió corriendo escaleras abajo. Su abuelo lo esperaba abajo, en el coche. “¡Llévame a casa!”, le pidió. El abuelo arrancó sin hacer preguntas.
Danial tomó algo de ropa para llevarse cuando oyó a sus padres entrar en la casa. Se dirigió a la puerta, pero sus padres le bloqueaban el paso. Algo pasaba afuera, en la calle. Su padre insistía en que todo iba bien, que no tenía de qué preocuparse. Aquello no era para nada normal, porque su padre solía armar un escándalo por cualquier tontería. Su madre permanecía callada.
Danial dice que, cuando salió corriendo por la puerta principal, vio a dos hombres con guantes de látex de pie delante de una ambulancia estacionada frente a su casa. Tras ver aquello, empezó a correr lo más rápido que puedo..
Miles de artículos dan fe del destino que le habría deparado a Danial si no hubiera huido. Podrían haberlo internado en un hospital psiquiátrico, donde posiblemente habrían interpretado como transexualidad el interés de Danial por vestirse como mujer. Tal vez incluso lo habrían presionado para que se sometiera a una operación de reasignación de género. Después de Tailandia, Irán es el país en el que más operaciones de este tipo se realizan; el Estado incluso cubre parte del costo de la operación. Desde la década de 1980, ser trans es legal en Irán, porque identificarse con un género distinto al que te asignan al nacer se considera una enfermedad que puede curarse con las operaciones de reasignación de género. La homosexualidad, sin embargo, sigue estando sancionada con la pena de muerte. A principios de este año, un hombre gay fue ejecutado por el Estado. Por esa razón, muchos gays iraníes se someten a operaciones de reasignación, a veces contra su voluntad, para evitar la pena de muerte o pasar el resto de sus días en una institución mental. Danial sabe muy bien cómo acaban estas historias: disforia, depresión y, en el peor de los casos, el suicidio.
Tras huir de casa, Danial se reunió con su amigo Reza. Ambos decidieron contactar a un contrabandista que les facilitara la huida a Europa. No era la primera vez que se lo planteaba y, de hecho, tenía el número de teléfono del contrabandista en el móvil desde hacía meses.
Mientras tanto, su abuelo lo buscaba. Lo llamó unas cuantas veces y logró convencerlo de que volviera a casa, asegurándole que no corría ningún peligro. Cuando llegó, la ambulancia se había ido. Danial entonces decidió encararse con su padre. “‘Escúchame’, le dije a mi padre, ‘esta noche me voy. Conozco a alguien que me puede llevar a Europa’”. Danial recuerda que su padre accedió a su marcha, pero quiso asegurarse de que estuviera a salvo durante gran parte del trayecto, así que se ofreció a llevarlo a él y a Reda hasta Turquía. “Quiso llevarme personalmente hasta el contrabandista”, recuerda Danial.
El resto de su viaje hasta Suiza es similar al de tantos otros refugiados. Una pequeña embarcación construida para transportar un máximo de 30 personas llena con al menos el doble de gente, un desembarco en Grecia y un vuelo a Ginebra. Desde ahí, un viaje a Estavayer-le-Lac y, por último, hace dos años, a Fribourg.
Danial no confesó su orientación sexual a Reza hasta que cumplió los 18 años, dos años después de huir de Irán. Reza no lo juzgó. De hecho, lo invitó a unirse a su grupo de teatro en Lausana. Allí, Danial descubrió la escena drag y creó su alter ego de Instagram, Gigi Lou. Ya ha actuado varias veces en clubes de la Suiza francesa, y ahora espera abrirse paso en la escena germanófona.
Al final, Gigi no ganó la corona de Miss Heaven, algo que no desmoraliza en lo más mínimo a Danial. “Quiero forjarme una reputación y ganarme la vida como Gigi Lou”, asegura. “Me encantaría que la gente me viera como alguien especial, siendo tanto Gigi Lou como Danial”.