Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Cuba Eterna
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 BANDERA DE CUBA 
 MALECÓN Habanero 
 *BANDERA GAY 
 EL ORIGEN DEL ORGULLO GAY 
 ALAN TURING 
 HARVEY MILK 
 JUSTIN FASHANU FUTBOLISTA GAY 
 MATTHEW SHEPARD MÁRTIR GAY 
 OSCAR WILDE 
 REINALDO ARENAS 
 ORGULLO GAY 
 GAYS EN CUBA 
 LA UMAP EN CUBA 
 CUBA CURIOSIDADES 
 DESI ARNAZ 
 ANA DE ARMAS 
 ROSITA FORNÉS 
 HISTORIA-SALSA 
 CELIA CRUZ 
 GLORIA ESTEFAN 
 WILLY CHIRINO 
 LEONORA REGA 
 MORAIMA SECADA 
 MARTA STRADA 
 ELENA BURKE 
 LA LUPE 
 RECORDANDO LA LUPE 
 OLGA GUILLOT 
 FOTOS LA GUILLOT 
 REINAS DE CUBA 
 GEORGIA GÁLVEZ 
 LUISA MARIA GÜELL 
 RAQUEL OLMEDO 
 MEME SOLÍS 
 MEME EN MIAMI 
 FARAH MARIA 
 ERNESTO LECUONA 
 BOLA DE NIEVE 
 RITA MONTANER 
 BENNY MORÉ 
 MAGGIE CARLÉS 
 Generación sacrificada 
 José Lezama Lima y Virgilio Piñera 
 Caballero de Paris 
 SABIA USTED? 
 NUEVA YORK 
 ROCÍO JURADO 
 ELTON JOHN 
 STEVE GRAND 
 SUSY LEMAN 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 
 
  Herramientas
 
General: “MARICA Y RELIGIOSO”
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: CUBA ETERNA  (Mensaje original) Enviado: 01/03/2020 14:38
LGTB
Tener alguna afiliación religiosa es tan válido y respetable como no tenerla. Las personas LGBT estamos casi obligadas a ver lo diferente a nosotros como algo tan valioso e importante como nuestras propias vidas.

Marica y religioso
Por Joshua Arteta González
   Agosto de 1992. Agotada y emocionada, mi mamá me vio por primera vez. Mirándome con amor y besándome la frente, dijo: “Dios te bendiga”. Entonces me nombraron “Joshua” (en español, “Josué”, el elegido profeta bíblico que conquistó gran parte de la tierra prometida de Israel).
 
Cuando nací mi mamá recién se había vuelto cristiana. En aquellos tiempos en mi casa sólo se escuchaban canciones de Marcos Witt o Jesús Adrián Romero, mientras que mis amigos tarareaban canciones de Shakira o Soda Estéreo que hasta ahora vengo a conocer.
 
“LOS DOMINGOS ME EMPERIFOLLABA PARA IR A LA ESCUELA DE NIÑOS DEL CENTRO BÍBLICO INTERNACIONAL PARA APRENDER SOBRE EL ARCA DE NOÉ O LA VIDA DE JONÁS”.
Al crecer participé en grupos de jóvenes cristianos, haciendo obras de teatro, cantando en el Ministerio de Alabanza o dibujando. Me gustaba. Disfrutaba muchísimo utilizar mis habilidades para agradar a Dios. Le amaba y, después de mi familia, era lo más importante para mí.
 
En 2008 hubo un quiebre. Feligreses jóvenes y adultos, compañeros del colegio y hasta un desconocido en la calle me hacían saber por medio de bravuconerías, insultos y burlas que yo era un adolescente amanerado, femenino y “delicadito”. Aparentemente no era un joven cualquiera, y por eso debía prestar atención a mi sexualidad.
 
El problema es que ese “algo” que me hacía diferente al resto astillaría mi idílica relación con Dios. Eso me frustraba porque yo no había hecho absolutamente nada para que fuera así. Entonces empecé a despreciarme por mi presunta rareza. Empecé a aborrecer mi modo de hablar, la manera en que caminaba y hasta la forma en la que me sentaba.
 
Aunque me enfurecían los “¡Siéntate bien!”, “Abre las piernas” o “No muevas tanto las manos”, tenía que hacer lo que fuera para sentir que agradaba a Dios. Sin que mi mamá lo notara, lloraba por las noches pensando en formas de “arreglarme” y así poder resolver mi fragmentada relación con Él.
 
En una de las tantas visitas dominicales hubo una prédica. Fue dada por uno de los pastores que más admiraba. La prédica era sobre la familia, el matrimonio y los deseos de la carne. Sin darme cuenta, empezó a hablar sobre la homosexualidad. Hasta entonces yo no le había puesto nombre a mi frustración: “homosexualidad”.
 
Ciñéndose a La Palabra de Dios, el pastor, a quien detesté casi que automáticamente, mencionó varios apartes bíblicos (y también chistes machistas que hoy identifico como homofóbicos) en los que dejaba clara la posición de Dios: no había duda de que condenaba y rechazaba explícitamente a las personas como yo.
 
El mensaje fue claro y contundente. Recuerdo pensar que, después de todo lo que yo había sido y hecho por y para Él, y a pesar de que yo no había tenido nada que ver… ¿Dios me despreciaba? No lo podía entender.
 
Mi reacción fue drástica. Con furia y tristeza decidí alejarme por completo de la iglesia. Leía a Nietzsche con su “Dios ha muerto” y escribía ensayos con títulos como “Dios es Basura” que preocupaban hasta a mi profesor de filosofía. Dejé de escuchar mi música cristiana favorita, me obligué a abandonar las oraciones nocturnas y desistí de pensar en mi existencia a través de referencias bíblicas.
 
“RESOLVÍ CONSCIENTE Y VOLUNTARIAMENTE DEJAR DE SER CRISTIANO”.
Es más, anulé mi espiritualidad por completo. Exploré otras espiritualidades como el taoísmo o el budismo, pero sin éxito. Me sentí (y todavía siento) cómodo y feliz siendo lo que era (y soy) sin la (aparente) injerencia de Él en mi vida. Así, me he venido profesando como un fiel seguidor de nada y de nadie.
 
Más allá de tener inquietudes sobre qué o quién nos creó o cómo seguimos aquí, no son más que eso: inquietudes sin resolver. No he tenido interés ni disposición por seguir explorando los posibles caminos de mi espiritualidad.
 
Luego de pasar años en esa tarea y de aceptar mi homosexualidad como parte de mí, deduje que ser cristiano (o, a grandes rasgos, religioso) era incongruente con ser LGBT. Y, más allá de eso, el vínculo entre ambos conceptos (religión y homosexualidad) lo encontraba irracional, absurdo, desinformado y hasta estúpido. “¿Una marica cristiana? Pfff… ¿A quién quiere engañar?”.
 
Ensanché una guerra desproporcionada en contra de todo lo que tuviera que ver con la iglesia, en particular con las cristianas y católica. Motivos no sobran, sobre todo por los curas pederastas, las trabas para el matrimonio LGBT o la adopción, y bueno, su opulenta influencia política y económica.
 
El caso es que este es un problema que he decidido acabar ya. Si por un momento pongo mi dolor a un lado, el cristianismo me hacía inmensamente feliz. Le daba propósito a mi vida y le daba rienda suelta a mi creatividad, consolidaba mi sentido de benevolencia y fortalecía mi amor por los demás. Aprendí a cantar, a hacer amigos, a superar mi timidez y a conocer más sobre un estilo de vida que disfrutaba. Porque tener alguna filiación religiosa es eso, seguir un estilo de vida más.
 
Hoy veo a mi mamá, una devota mujer cristiana, sentirse feliz, emocionada y plena de trabajar en una iglesia en la que cree, a la que quiere contribuir y en la que busca que otros se sientan tan completos como ella. ¿Quién soy yo para condenar eso?
 
Hoy, entonces, he entendido dos cosas. Por un lado, aprendí que tener alguna filiación religiosa es tan válido y respetable como no tenerla. Aquí me refiero a los feligreses en general. Como seres humanos es básico respetar las diferencias. Pero como personas LGBT, estamos casi que obligados a ver lo diferente a nosotros como algo tan valioso e importante como nuestras propias posturas de vida.
 
Hay personas que han encontrado su felicidad en Dios y eso tiene sentido, hay que darse cuenta de que hay amigos que oran por su familia y por nosotros, y honran a Alá, sin ser fundamentalistas ni menos arcoíris que nosotros. Y hay que aceptar de una vez por todas que nuestras madres o tías no nos aman menos por mucho que pasen sus días en casas de oración, leyendo la Biblia o escuchando prédicas.
 
No todos los curas son pederastas, no todos los pastores rechazan a los homosexuales y no todos los feligreses siguen doctrinas retrógradas y discriminatorias. Caer en estas generalizaciones es tan nocivo como prestar atención a las conjeturas estereotipadas que hacen los heterosexuales no aliados sobre las personas LGBT.
 
“CON ESTAS REFLEXIONES NO PRETENDO OLVIDAR EL ROL QUE HAN JUGADO LAS IGLESIAS EN MI VIDA Y EN LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD”
Si marchamos en nombre de la inclusión, de la aceptación y de la diversidad, lo menos que podemos hacer es tratar lo religioso, sea católico, protestante, musulmán o cualquier otra posibilidad espiritual, con desdén, ironía, grosería, irrespeto o como objeto de burla.
 
Por otro lado, también he entendido que ser marica y religioso/a no es una ecuación excluyente. Hay gays cristianos y lesbianas musulmanas y eso tiene sentido. Hay líderes religiosos que han hecho nuevas interpretaciones de los pasajes bíblicos que supuestamente condenan la homosexualidad en un intento por promover mensajes de amor e inclusión.
 
Son precisamente esas miradas sobre los textos religiosos las que han permitido que, por ejemplo, se creen iglesias cristianas inclusivas en España, Argentina y hasta en Colombia: una iglesia cristiana gay.
 
Ver los textos religiosos con un lente nuevo (uno multicolor) permite que personas LGBT, incluido yo, hallen un posible camino de espiritualidad (si así lo desean). También proporciona aproximaciones innovadoras, enriquecedoras y necesarias que contribuyen a la consecución de derechos para el movimiento LGBT en nuestros sistemas políticos, sociales y religiosos.
 
“¡BASTA YA CON EL ENFRENTAMIENTO IGLESIAS VS. PERSONAS LGBT!”
A partir de hoy, doy por terminada mi guerra con Dios y con todos los que le siguen, sean LGBT o no. Esto no significa que regresaré al cristianismo, al menos no por ahora. Pero, aunque mi espiritualidad siga irresoluta, seguiré tarareando himnos cristianos como “Santo, santo, santo” de Steve Green o “Eres todopoderoso” de Danilo Montero. De pronto por nostalgia o quizá por costumbre… O tal vez, evocando al pequeño Joshua ingenuo y desinteresado de entonces, cante en homenaje a una llamita de fe que nunca se apagó.
 
ACERCA DEL AUTOR
Joshua Arteta González,  estudió Relaciones Internacionales y una maestría en Desarrollo Internacional. Le encanta reflexionar y discutir sobre temas LGBT. Vive en Sri Lanka donde ser homosexual es un delito. Ama escribir y ejercitarse bailando. Se la han montado por su sexualidad, por costeño y por su apellido paterno.


Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados