Presentamos una entrevista con Luis Manuel Otero Alcántara, líder del movimiento “San Isidro de Cuba”, quien estuvo encarcelado en La Habana por los cargos de ultraje a los símbolos patrios y daño.
El manifiesto de un líder cubano
Por María Paula Lizarazo Cañón
“Me están acusando de daño. Daño. Daño es cualquier cosa, como un arañazo a la pared”, me dijo Luis Manuel Otero en la mañana del 15 de marzo del año en curso, poco más de veinticuatro horas después de su liberación. El primero de marzo fue detenido a una cuadra de su casa, en el barrio San Isidro del municipio de la Habana Vieja y fue llevado a la Prisión Valle Grande. Bajo el ardor del mediodía, el activista caminaba hacia una manifestación LGBT en frente del Instituto de Radio y Televisión, ahí mismo en La Habana. Pero la detención no estuvo relacionada con nada de eso.
Se piensa que el daño está basado en las distintas actuaciones de su performance Drapeu, por el que ya había sido encarcelado el año pasado. Una de las actuaciones de su performance fue que llevó la bandera de Cuba sobre su cuerpo por un mes y registró con fotografías su paso por varios espacios públicos, algo que aun hoy le cobran jurídicamente: “El Estado cubano ha querido construirme causas. Hace como un año, año y medio, me querían acusar de tenencia ilegal de armas por una obra que yo hice, yo simplemente muestro unas fotos y ellos por esas fotos me querían meter la causa. Después con una obra donde yo hago una competencia también querían acusarme de utilizar menores, yo trabajé con mayores de edad, me cercioré de eso. Después, en septiembre, me querían acusar de ultraje a los símbolos patrios y también desacato agravado, y ese desacato agravado es por supuestamente hablar mal del presidente, y no había ni lugar, ni pruebas, ni dónde, ni cómo fue. Y ahora, el daño”.
A mediados del año pasado y con la firma de Juan Esteban Lazo Hernández, la Asamblea Nacional del Poder Popular de la República de Cuba actualizó la Ley de Símbolos Nacionales. En lo que respectaría al caso de Otero con la bandera, el artículo 75 dicta: “Los símbolos nacionales cuando se usen en prendas de vestir, objetos, obras de arte y escritos, se utilizan con el mayor respeto y decoro, lo que se precisa en la actitud de consideración y deferencia que debemos tener hacia ellos por representar en sí mismos a toda la nación cubana y su historia. En tal sentido, corresponde tener en cuenta, el contexto en que se utilicen y el objeto en que pueden estar representados. En prendas de vestir, deben ir situados al frente de las mismas, y no formar parte de pantalones, sayas, pañuelos de bolsillo, ropa interior o de baño”.
En Bogotá son las siete de la mañana y parece que llueve, que comienza a llover. En La Habana son las ocho. Hacía quince días que Otero no dormía en su cama, si es que algo había dormido. Esto de dormir o no, en su cama o en la cárcel, se le volvió impredecible. En los últimos dos años ha sido hostigado alrededor de treinta veces.
Le pregunto por la historia de Cuba, por qué una causa revolucionaria termina volviéndose un régimen autoritario. Él responde que el poder es un vicio o que es como un cáncer, que el régimen “con esa idea utópica del hombre nuevo, de que la salud para todos, en ese gran discurso populista, comenzó jorobado porque desde el primer momento fusilaron a un montón de personas, desde el primer momento estaba la Umap (Unidad Militar de Ayuda a la Producción): unos campos de concentración para arreglar a los cubanos que tenían defectos como los homosexuales, los intelectuales, los religiosos. Ojo, indiscutiblemente la revolución tuvo aportes a la sociedad cubana, a la cultura, a la seguridad. Pero algunas ideas eran aberrantes. Hoy vivimos momentos de cambio, históricos y únicos donde Cuba está exigiendo sus derechos, donde la sociedad civil se está desarticulando. Si el régimen te mete preso, comete un error porque conectas gente, pero si no te mete preso, uno hace obras que también hacen que la gente se conecte”.
¿Cuál es la consumación de ese cambio que menciona? ¿La caída del régimen?
Creo que dentro del régimen de hace sesenta años hay cosas que se salvan, creo que no se puede barrer y comenzar de cero, eso es muy primitivo. El sistema cubano tiene cosas que valen la pena salvar, quien diga lo contrario es un fanático. Pero ellos no van a ceder, porque eso mismo que es admirable -por llamarlo de alguna forma- los legitima a ellos en el poder. ¿Cómo generar un cambio en Cuba? Yo creo que desde la gente, desde la sociedad civil exigiendo y sí, claro, tiene que romperse el régimen, que es muy rígido con un solo partido. Simplemente hay que contar con todos los cubanos, con toda la gente del mundo -afuera o dentro de Cuba- que también quiera aportar a la realidad cubana, y desde ahí construir una especie de mélange. El mínimo cambio va a ser que el régimen se fracture. Creo que somos un eje de los cambios en América. Si Cuba cambia, América cambia. Yo pido que no se olviden de Cuba ni pierdan la fe en el pueblo cubano.
Tras el encarcelamiento del primero de marzo, el movimiento San Isidro de Cuba, y artistas e intelectuales cubanos ubicados cual río abajo, por el continente, comenzaron a manifestarse por redes sociales en contra de la actuación del gobierno cubano.
El 11 de marzo, CNN publicó una entrevista con la curadora Claudia Genlui, pareja de Otero. Para ese entonces, Otero no había salido de Valle Grande. “Consultado por CNN, el gobierno cubano informó que no comentará el caso por el momento”, declaró el medio.
El 14 de marzo, a las cinco de la madrugada, fue liberado. En los quince días que estuvo aprisionado no le hicieron ningún juicio. Sólo le avisaron que salía con cargos.
¿En qué condiciones de salubridad estuvo?
Las condiciones de vida de Cuba en la calle son horribles. Hay un nivel de carencia de todo, de jabón, del propio alimento, es muy precario. Imagínate en una cárcel: la alimentación es muy mala; estamos hablando de 120 hombres en un espacio de treinta a cuarenta metros cuadrados, en donde hay personas que inclusive tienen trastornos mentales. Allí entra agua por la mañana, como media hora, y tú tienes que coger una cubeta o lo que tengas para el día entero y llevar tu calentador para el agua o si no tienes que bañarte con agua fría. No sé ni cómo describirlo, pero imagínate un espacio salubremente con condiciones ya muy malas, no tienes más de cuatro o cinco metros cuadrados y ahí se bañan los hombres como pueden; lavarse los dientes es igual; o estás defecando y al lado tuyo hay otro. En el lugar hay una fetidez total. Y cuando hace frío nadie se baña: o te bañas o coges catarro.
En Cuba tienes que contar casi siempre con lo religioso, decir: bueno, que Dios me salve de esta realidad.
Cuando estuve adentro y empecé a escuchar el tema del coronavirus decía: mira, ahora mismo esto es una caja de muerte porque con uno solo que entre a la prisión -de mil, dos mil personas- enfermo, ¿cómo tú curas eso? Te dan mucho el discurso de que si hay alguien con catarro hay que avisar, pero pueden pasar veinte días sin que haya un síntoma y esas personas también tienen contacto con gente del exterior.
¿En su oficio cómo sucede la relación entre arte y política?
Mi herramienta para transformar las cosas es el arte. Muchas veces he estado en crisis porque he creído que el arte no puede, pero siempre que hago una obra, tengo respuesta y se mueven cosas de la realidad cubana; sobre todo que en Cuba que todo es político y tú como independiente, con toda la maquinaria que tiene el régimen en contra tuya, ves la respuesta de la gente, entonces dices “estoy en buen camino”. El arte está generando cambios reales en Cuba y está dando soluciones a la gente, a los políticos de oficio, a los activistas por los derechos de los animales, por los derechos de las mujeres, por los derechos humanos. Yo me defino como un activista por los derechos humanos en el mundo.
Otero es hoy un enigma de la expresión en Cuba. Para algunos es un símbolo de una lucha histórica por el derecho a la voz, un cuestionamiento sobre la identidad (¿o es que de quién es la bandera?), una pregunta por el arte, por cuál arte refiere el artículo 75, e incluso una reiteración del caso Padilla. Otros, como el artista plástico Ernesto Rancaño, prefieren "una Cuba sin Alcántara".
El tema sigue irresuelto. Para el 16 de marzo, Clemente Morgado, abogado de Otero, se había presentado en el Tribunal Municipal, en donde es llevado el caso. A Morgado le informaron que el expediente continúa abierto y que el juicio -por ultraje a símbolos patrios y por daño- sigue pendiente.
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