Conjeturas farmacéuticas de Trump ya dejan una primera víctima en Arizona
Un hombre del área de Phoenix murió y su esposa se encuentra en estado crítico después de que la pareja ingiriera fosfato de cloroquina, un aditivo utilizado para limpiar las peceras que también se encuentra en un medicamento contra la malaria promocionado por Donald Trump como tratamiento contra el Covid-19.
Banner Health informó el lunes que la pareja de 60 años se enfermó a la media hora de ingerir el aditivo. El hombre no pudo ser resucitado en el hospital, pero la mujer pudo vomitar gran parte del químico.
"Trump seguía diciendo que era básicamente una cura", le comentó la mujer a medios estadounidenses.
No está claro si la pareja tomó fosfato de cloroquina específicamente debido a Covid-19, la enfermedad causada por el coronavirus.
"Dada la incertidumbre en torno a Covid-19, entendemos que las personas están tratando de encontrar nuevas formas de prevenir o tratar este virus, pero automedicarse no es la forma de hacerlo", advirtió el Dr. Daniel Brooks, director médico del Centro de Información sobre Drogas y Venenos de BannerHealth.
"Lo último que queremos en este momento es inundar nuestros departamentos de emergencia con pacientes que creen que encontraron una solución vaga y arriesgada que podría poner en peligro su salud".
En una conferencia de prensa la semana pasada, Trump declaró falsamente que la Administración de Drogas y Alimentos acababa de aprobar el uso de un medicamento contra la malaria llamado cloroquina para tratar a los pacientes infectados con coronavirus.
Incluso después de que el jefe de la FDA aclaró que el medicamento todavía necesita ser probado para ese uso, Trump exageró el potencial del medicamento para contener el virus.
La cloroquina se obtiene con receta médica, y Banner Health insta a los proveedores médicos a no recetarla a personas que no están hospitalizadas.
Trump pretende relajar las restricciones antes del 12 de abril mientras los casos se disparan en Estados Unidos
El presidente, desafiando a los expertos, defiende que “se perderá más gente si se sume al país en una recesión enorme”. Donald Trump quiere que los estadounidenses vuelvan al trabajo cuanto antes. Lo ha dejado claro, en cada oportunidad que ha tenido, desde el domingo por la noche. Este martes, mientras el número de casos confirmados se multiplica en el país, el presidente se ha aventurado incluso a poner una fecha al fin de las medidas de confinamiento. “Me encantaría tener abierto el país para el domingo de Pascua”. El 12 de abril. 19 días más. El domingo de Resurrección será “el día de la resurrección de Estados Unidos”, ha apuntado en el jardín de la Casa Blanca Bill Hemmer, conductor del programa de Fox News que ha sustituido a la habitual conferencia de prensa diaria.
“Puedes destruir un país si lo apagas”, ha dicho Trump. “Perdemos miles de personas cada año por la gripe y nunca hemos cerrado el país. Perdemos mucha más gente en accidentes de automóvil y no los prohibimos. Podemos distanciarnos socialmente, podemos dejar de darnos la mano por un tiempo. Morirá gente. Pero perderemos más gente si sumimos al país en una recesión o una depresión enorme. Miles de suicidios, inestabilidad. No puedes cerrar Estados Unidos, el país más exitoso. La gente puede volver al trabajo y practicar el buen juicio”. “El remedio es peor que la enfermedad”, ha añadido, “morirá más gente si dejamos que esto continúe”.
Estados Unidos entró el lunes en su segunda semana de contención de la expansión del coronavirus. Los casos confirmados se multiplican y se acercan este martes a los 50.000. Es ya el tercer país más afectado. La ciudad de Nueva York, que concentra más del 60% de los casos del país, se ha convertido en uno de los epicentros globales de la pandemia, con una tasa de infecciones que se duplica cada tres días.
Al mismo tiempo, las medidas de distanciamiento social decretadas han provocado un frenazo de la economía sin precedentes. Las acciones de Wall Street han perdido una tercera parte de su valor en un mes. Los analistas esperan que la economía se encoja hasta un 30% en el segundo trimestre del año y que la tasa de desempleo se dispare al 13%. En el peor momento de la recesión de 2008, Estados Unidos perdía 800.000 empleos al mes. Ahora, advierten los expertos, puede estar perdiendo varios millones en una semana.
Entre gobiernos y autoridades médicas, el consenso es que la mejor manera de frenar la expansión del virus es mantener a los ciudadanos en sus casas y cerrar los negocios no esenciales. Existe evidencia empírica. China ha logrado aplanar la curva con una estrategia de cierre extremo. El Reino Unido intentó un enfoque diferente, pero ha tenido que dar marcha atrás y ordenar el confinamiento. Hong Kong logró frenar la difusión decretando el distanciamiento y, tras relajar demasiado pronto las medidas estrictas, ha visto un repunte en los casos.
Pero en los últimos días, cobra fuerza entre determinadas voces conservadoras y del mundo empresarial en Estados Unidos la convicción de que el impacto en la economía podría ser más grave para el país que el coronavirus. La Administración de Trump estudia abrir sectores de la economía, aislar poblaciones vulnerables y permitir que los jóvenes vayan a trabajar. El próximo lunes expira el periodo de 15 días de vigencia de las directrices publicadas por el Gobierno federal. Para ese día, ha explicado el vicepresidente Mike Pence, “se volverá a valorar cómo se pueden empezar a abrir el país de manera responsable en las próximas semanas”.
La postura encuentra eco en círculos empresariales. “Las medidas extremas para aplanar la curva del virus son razonables, durante un tiempo, para suavizar la presión en la infraestructura sanitaria. Pero machacar la economía, el empleo y la moral también es un asunto de salud, y más allá. En muy pocas semanas, dejemos a aquellos con riesgo más bajo volver al trabajo”, decía en Twitter Lloyd Blankfein, exconsejero delegado de Goldman Sachs.
La urgencia por volver al trabajo la expresan también políticos de todo signo. Unos van tan lejos como el vicegobernador de Texas Dan Patrick, de 70 años. “Nadie me ha preguntado si, como persona mayor, estaría dispuesto a arriesgar mi supervivencia para mantener los Estados Unidos que amamos para mis nietos y bisnietos. Si ese es el trato, yo lo acepto”, dijo. Otros, como el demócrata Andrew Cuomo, gobernador de Nueva York, reconocen que “no se puede detener la economía para siempre”. “¿Debemos empezar a pensar sobre si todo el mundo debe estar sin trabajar? ¿Deberían los jóvenes volver a trabajar antes?”, se preguntaba el lunes.
La idea la plantean también académicos prestigiosos, como David L. Katz, experto en salud pública y medicina preventiva de la universidad de Yale, que defiende un tránsito de la “prohibición horizontal” que es la norma ahora a una más “vertical” o “quirúrgica”, enfocada en concentrar los recursos en la población más vulnerable y sacar al resto a la calle con las recomendaciones propias de una temporada de gripe. “Me preocupa profundamente que las consecuencias sociales, económicas y de salud pública de este casi total colapso de la vida normal puedan ser duraderas y calamitosas, posiblemente más graves que el peaje directo del propio virus”, escribía Katz en una tribuna el viernes en The New York Times.
Pero entre las autoridades sanitarias sigue imperando la defensa de mantener las restricciones. Entre quienes no comparten un cambio brusco en las prioridades está el prestigioso epidemiólogo Anthony Fauci, hombre clave en la estrategia contra el coronavirus en la Casa Blanca, que ha reiterado en diversas ocasiones que hace falta que pasen “al menos” varias semanas para que la gente pueda retomar su vida normal. Trump ha reconocido sus diferencias en ese punto. “No estamos de acuerdo”, admitió el lunes el presidente. Trump ha insistido este martes en que su relación con Fauci sigue siendo buena. Pero el experto, que acompañaba al presidente hasta hace poco en casi todas las ruedas de prensa sobre el coronavirus, no ha estado presente en las últimas dos comparecencias del equipo de trabajo. “Si dependiera de los médicos”, dijo Trump, “dirían que detuviéramos el mundo entero”.
Preguntado acerca de la fecha del domingo de Pascua anunciada por el presidente para relajar las medidas de distanciamiento, Fauci ha explicado a los periodistas que, cuando ha visto este martes a Trump, le ha pedido que sea “flexible” al determinar los plazos. “Acabamos de tener una conversación con el presidente en el Despacho Oval. Puedes contemplar una fecha pero debes ser muy flexible”, ha explicado. “Obviamente, nadie va a querer rebajar el tono cuando ves las cosas que están pasando en la ciudad de Nueva York”, ha añadido.
Durante sus tres años de presidencia, convulsa en muchos terrenos, Donald Trump ha cabalgado sobre un periodo insólitamente largo de expansión económica. El presidente ha construido su campaña de reelección sobre el argumento del vigor de la economía, y se resiste a ver cómo todo salta por los aires a menos de ocho meses de las elecciones en las que se decidirá si pasa a la historia como un presidente de un solo mandato o de dos.
Adoptar las medidas de restricción por el coronavirus, ha asegurado Trump este martes, fue “una de las decisiones más difíciles” que ha tomado. “Vinieron y me dijeron prácticamente que había que cerrar el país”, ha explicado. “¿Habláis en serio? ¿Con pleno empleo? ¿De qué estamos hablando? Hablan de perder 25 puntos de PIB. Hemos tenido conflictos antes. Hay 36.000 muertos al año de gripe. Piénsenlo. Pero nunca cerramos el país por la gripe. Esto nunca se ha hecho. Les di dos semanas. Ahora lo valoraré, daremos un poco más de tiempo si hay que darlo. Pero hay que abrir el país”. |