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General: Mascarillas contra el coronavirus: La fiebre del oro
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De: CAMPESINO2  (Mensaje original) Enviado: 06/04/2020 14:35
LA BATALLA POR LAS MÁSCARAS
Tras meses cerradas, las fábricas chinas retoman su actividad justo cuando el resto del mundo las necesita para comprar material sanitario. Así vive el día a día un importador de productos médicos en plena vorágine de mercado. Escasez de equipos médicos cruciales en el país más rico del mundo: ¿se podía haber prevenido esta situación de desabastecimiento?

Mascarillas contra el coronavirus
 Diario de un importador de mascarillas chinas: "Esto se ha convertido en la fiebre del oro"
Por Analía Plaza / Eva San Martín
Las mascarillas se han convertido en la imagen icónica de la crisis del coronavirus. Pero no todas son iguales ni protegen del mismo modo. ¿Qué diferencia hay entre las mascarillas quirúrgicas y las que tienen válvula? ¿Sirve para algo hacerse una mascarilla casera, de papel higiénico o con tela, como las que se ven en muchos tutoriales han surgido durante la pandemia?
 
Es más: ¿deberíamos usar mascarillas para bajar al supermercado y frenar la diseminación del coronavirus, o es contraproducente? Hablamos con el doctor Lorenzo Armenteros, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) para despejar todas las dudas
 
¿Por qué las mascarillas nos protegen?
El coronavirus se contagia, sobre todo,a través del contacto con las gotas respiratorias que se generan cuando una persona enferma tose, estornuda o habla. "El mayor riesgo de contagio está en la producción de gotas, como las de saliva, que contengan el coronavirus", explica Lorenzo Armenteros, médico y portavoz de la SEMG, que participa en la elaboración de los protocolos del Ministerio de Sanidad para frenar la expansión de la pandemia.
 
Primero, cuando estas gotas quedan en alguna superficie, entramos en contacto con ellas y después nos tocamos la nariz, los ojos o la boca. Por eso hay que lavarse de forma correcta las manos con agua y jabón, o con una solución hidroalcohólica, y con frecuencia: se recomienda frotarlas durante unos 20 segundos. Pero el coronavirus también se transmite por el aire, "porque cuando estornudamos, tosemos o hablamos se desprenden gotas", explica Armenteros.
 
No obstante, estas gotas alcanzan una distancia máxima de un metro. Por eso hay que respetar esta distancia de seguridad entre personas o superior, como recomienda el Centro de Enfermedades Infecciosas (CDC, por sus siglas en inglés) de Atlanta. Ahora bien, el uso de mascarillas o cubrecaras también puede frenar el contagio.
 
Por un lado, si estamos enfermos (aunque no tengamos síntomas) se evita que las gotas con coronavirus salgan al exterior, y también su diseminación. Por otro, nos protege de las gotas de saliva de otra persona y evita que nos llevemos las manos a la boca. Pero ni todas valen ni todas son igual de efectivas en estas tareas.
 
Tipos de mascarillas
1. Mascarillas quirúrgicas
Se han convertido en un icono de la pandemia. Su venta en España se ha disparado un 10.000% con respecto a 2019, según la Federación de Distribuidores Farmacéuticos (Fedifar), lo que las hace muy difíciles, casi imposibles de encontrar en farmacias. Lo que ha provocado un peligroso déficit de mascarillas incluso entre el personal sanitario. Cubren la boca y la nariz, y están fabricadas con sustancias de polipropileno, un polímero parecido a la celulosa vegetal, o de celulosa.
 
Es decir, no deja de ser una mascarilla de papel de diferentes capas, normalmente tres. A veces cuentan con una capa de material plástico para minimizar la salida de gotas, o pueden tener filtros; y las hay planas o redondeadas y algo más rígidas. No están hechas para proteger de aerosoles, pero sí pueden constituir una barrera para esas gotas de saliva que suelen desprenderse con la tos, al hablar o en un estornudo.
 
Solo evitan que las gotas con virus salgan al exterior. "No están diseñadas para proteger de fuera hacia dentro, solo protegen de dentro hacia fuera", remarca Armenteros. No sirven, por tanto, para protegerse del ambiente, pero son útiles para evitar la diseminación del virus, que este no salga.
 
Si la mascarilla quirúrgica tiene una parte impermeable, poco porosa, sí puede evitar que entren las gotas más grandes. Y si dos personas las llevan, ambas evitan esa posible diseminación. "Por eso, en el ámbito médico, si tanto el paciente como el personal sanitario la llevan, sí habrá una protección", afirma Armenteros.
 
Debido a la falta de mascarillas de mayor calidad o garantía, los protocolos sanitarios actuales de atención inicial al paciente del Ministerio de Sanidad, así como los que preparan las comunidades autónomas, recomiendan que tanto el personal sanitario como el paciente usen mascarillas quirúrgicas. Esto es así siempre que no haya aparatos de respiración o nebulizadores activados. "Una opción no tan segura como las mascarillas autofiltrantes FFP2 o FFP3, pero sí necesaria porque carecemos de otro método de protección", admite Armenteros.
 
2. Mascarillas filtrantes
Se conocen como FFP (filtering face piece) y contienen un filtro de micropartículas que impide la circulación del virus de fuera hacia dentro. Su finalidad es proteger a quien la lleva puesta. Existen tres tipos, según la eficacia de su filtro:
 
las FFP1, que filtran el 78% del aire
lasFFP2, el 92%
FFP3, las más eficaces, el 98%. Algunas tienen una válvula de exhalación para reducir la humedad en el interior de la mascarilla.
Las mascarillas FFP2 y FFP3 sí impiden la entrada del coronavirus; pero escasean incluso en los centros sanitarios, y hay desabastecimiento. "Lo ideal sería que el personal sanitario y las personas con contacto con una persona enferma lleven la FFP2; pero puesto que hay déficit, los protocolos de recepción de pacientes señalan que tanto el paciente como la persona que lo atiende lleven mascarillas quirúrgicas", apunta Armenteros.
 
Cuando se aplican técnicas ventilatorias, como las utilizadas con respiradores o nebulizadores, sí es obligatorio usar el FFP2 o FFP3. Las FFP2 y las FFP3 protegen contra el coronavirus, pero por solidaridad y para no colapsar el sistema debe usarlas solo el personal sanitario y de mayor riesgo, recuerdan las autoridades. Hay que evitar comprarlas y más aún acapararlas en casa.
 
3. Mascarillas caseras: de papel higiénico o de tela
Las mascarillas caseras hechas con papel higiénico, tela u otros tejidos no están médicamente comprobadas, ni autorizadas. "Son actos de muy buena voluntad, pero no ofrecen garantías más allá de constituir una barrera protectora para determinadas gotas", recuerda el médico. Tienen poca acción protectora: la que apenas ofrecería un pañuelo de papel o de tela, porque no son más que eso.
 
4. Mascarillas contra gases y vapores
Tienen la misma capacidad que una mascarilla quirúrgica. Están pensadas para sustancias tóxicas como la pintura y los aerosoles, pero no para frenar la inhalación ni exhalación de microorganismos como el coronavirus. Para esto solo sirven las FFP2 y las FFP3.
 
Preguntas frecuentes sobre las mascarillas
Si bajo a comprar, ¿me pongo la mascarilla?
Las mascarillas quirúrgicas pueden ser útiles para evitar la diseminación del virus porque evitan que salgan al exterior. Se puede usar si vas al supermercado o si vas a la farmacia, ya que podemos ser un vector sin saberlo, por ejemplo, asintomático, y evita la posibilidad de contaminar superficies. Pero, una vez más, no protegen de fuera hacia dentro.
 
¿Las mascarillas se pueden lavar y reutilizar?
No, las mascarillas quirúrgicas no son lavables. Al ser de celulosa, si las lavamos, pierden las características del filtro y se desharían. Las mascarillas filtrantes sí pueden reutilizarse si las mantenemos en buenas condiciones higiénicas, igual que las que protegen contra los gases. Las de tela, aunque menos eficaces, sí se podrían lavar con una solución de lejía, pero no son aconsejables.
 
¿Cómo hay que ponerse una mascarilla?
De utilizarlas, hay que ajustarlas muy bien a la nariz, de forma que tapen la nariz y la boca. Y si son de atar, hay que fijarlas a la nuca lo más fuerte posible para que se ajusten bien. La mayoría de las que vemos se colocan con dos gomas detrás de las orejas y dejan muchos espacios; aunque cumplen el objetivo de proteger de dentro a fuera.
 
Finalmente Armenteros hace un llamamiento: ante una situación tan compleja como la que vivimos, y mientras continúe el déficit, dejemos las mascarillas al personal que está en mayor peligro, sobre todo el personal sanitario. "No podemos correr el riesgo de que aumenten las bajas y las cuarentenas entre el personal sanitario. Por eso, el uso de mascarillas debe ser siempre a favor del personal que está en primera línea de lucha contra la pandemia", señala.
 
Diario de un importador de mascarillas chinas: "Esto se ha convertido en la fiebre del oro"
 
"No hay material. Hay una carrera feroz entre países para llevarse lo que sea lo antes posible. En un mercado en el que va todo al contado, el primero que llegue y pague, se lo lleva".
 
Las palabras son del gerente de una empresa de logística europea con sede en Hangzhou, China. Definen la situación que vive el país. Gobiernos de regiones afectadas por el coronavirus acuden a comprar material sanitario y empresas e intermediarios se lo venden al mejor pagador. A pie de pista se suceden las confiscaciones y mordidas. "Los estadounidenses sacan el efectivo y pagan tres o cuatro veces por las órdenes que hemos hecho", denunció el presidente de la región Gran Este de Francia, Jean Rottner.
 
En España, la presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso admitió las "tremendas" complicaciones del mercado. "Allí cada mañana empieza la compra desde cero. Tienes que delegar en alguien que te lo vaya comprando, y si no lo consigue aquel día pierde el material y se complican las cosas". El último episodio es el de Turquía requisando 150 respiradores que había comprado Castilla-La Mancha.
 
Tras unos meses cerradas, las fábricas chinas han retomado la actividad. Y lo han hecho justo cuando el resto del mundo necesita su capacidad productiva para hacerse con mascarillas, guantes, trajes protectores, test y respiradores. ¿Cómo se vive el día a día? eldiario.es habla con empresas españolas que fabrican en China y con personas dedicadas a la importación que han ofrecido al Gobierno de España su ayuda. Con sus testimonios reconstruimos esta cronología del importador.
 
Principios de febrero: las fábricas montan nuevas líneas de producción
 
"El día 11, la fábrica con la que trabajamos, Youhong Medical Technology, empezó a acondicionar una planta para producir mascarillas", relata un trabajador del sector de la electrónica. "Es una empresa seria, dentro de lo que cabe, que ya fabricaba dispositivos médicos. Las máquinas para hacer mascarillas se encuentran con facilidad porque ya están diseñadas. Solo hay que alimentarlas con material textil, las bandas para las orejas y la pieza metálica para la nariz. Es comprarse la máquina y ponerla a escupir mascarillas".
 
Para promocionar su nueva línea, la fábrica publica fotos de las obras. Anuncia que cuando terminen tendrá capacidad para producir 170.000 mascarillas desechables y 72.000 mascarillas N95 diarias, "lo que llenará el vacío de la ciudad de Yiyang", que no tiene suficientes.
 
Finales de febrero: fábricas de todo tipo empiezan a producir material sanitario
 
Como Youhong Medical Technology, otras prueban suerte en el mercado. No todas se dedican al material sanitario, pero se adaptan porque saben que hará falta. "Durante la crisis en China, muchos trabajadores quedaron atrapados en ciudades confinadas. Las fábricas no podían abrir. Lo que hicieron fue habilitar líneas de producción", añade un importador. "Pero hay mucho 'fake', mucho material que no se fabrica en condiciones apropiadas".
El 29 de febrero, tras la obra y el acondicionamiento, Youhong ya cuenta con una sala libre de polvo (un requisito para obtener la certificación médica) y produce mascarillas con celeridad. La empresa publica en las redes sociales vídeos y fotografías de sus nuevos productos. También aprovecha para instruir a potenciales clientes sobre las mascarillas 'fake' que hacen otros.
 
Principios de marzo: los comerciales contactan por LinkedIn para ofrecer su material
Esta misma fábrica envía una remesa de cien mascarillas a su cliente español. Lo hace de prueba, como regalo para su plantilla y acción comercial. Las mascarillas quedaron retenidas en la aduana, pero el contacto sirvió para que el responsable de la empresa española, Geeksme, ofreciera su ayuda al Ministerio de Sanidad.
 
"Nosotros somos una empresa tecnológica que no tiene nada que ver con el material sanitario", dice su cofundador, Ángel Sánchez. "Cuando declararon el estado de emergencia y dijeron que las empresas que tuviéramos material ayudáramos, nos pusimos a su disposición. Nosotros no vendemos mascarillas, pero podemos facilitar el contacto de nuestra fábrica". Sanidad no contestó.
 
La dinámica general es que proveedores de todo tipo —de muebles, de material electrónico, de textil...— contactan con gente que ya trabaja en China para ofrecer material. "Estos días, tanto proveedores ya existentes como otros contactos, te escriben por si estás interesado en comprar mascarillas o cualquier otra cosa relacionada con el coronavirus", añade un empresario que importa muebles. "A los chinos no se les ha escapado que es una oportunidad de oro y que todo el mundo las necesita. Hoy he hablado con un importador que me ha pasado un listado de precios. No se les pasa una, aprovechan cualquier oportunidad para hacer negocio".
 
Pero hay que tener cuidado, alertan los consultados. "Muchas no tienen certificado para enviar a Europa. Lo pides, te mandan uno tapado, te dicen que en ese momento no lo tienen...", explica Diego Gallego, director en una empresa española con fábrica en China que estos días trabaja con residencias españolas y de otros países. "Esto se ha convertido en la fiebre del oro. De un día para otro triplican los precios. Hay gente muriéndose y otra haciendo el agosto".
 
 
16 de marzo: estado de alarma. Intermediarios que trabajan con China ofrecen sus contactos y asesoramiento para importar material
 
El 6 de marzo, según la información recogida por ABC, la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria, pide a las oficinas comerciales de España que identificaran potenciales suministradores de material. La Secretaría de Estado de Comercio centraliza los datos. Durante el anuncio del estado de alarma, Sánchez dice que el Estado podría requisar material médico de agentes privados. Esto provoca miedo entre los importadores, que desconocen si sus pedidos quedarán paralizados en aduanas.
 
Igualmente, varios ofrecen sus contactos y asesoramiento a través de LinkedIn, en un post que publicó Sanidad. Ninguno ha recibido respuesta, aunque reconocen que a raíz de aquello han empezado a trabajar con residencias, empresas y hospitales.
 
Para importar material sanitario en España es necesaria licencia. Si un importador de otro producto (pongamos el ejemplo de los muebles) pone en contacto a su fábrica con una entidad pública u hospital, puede cobrar la comisión en forma de descuento cuando vuelva a fabricar muebles. Para las donaciones a entidades públicas o centros hospitalarios, Hacienda ha relajado sus normas y no exige autorización previa.
 
¿Con qué intermediarios trabaja España? El Gobierno no ha proporcionado una lista. Hasta la fecha, conocemos el nombre de la empresa valenciana importadora que trajo un avión con material encargado por la Comunidad de Madrid (Ibersurgical, especializada en productos sanitarios). Pero Sanidad se ha negado a dar el nombre del proveedor a través del cual compró los tests defectuosos a la empresa china Shenzhen Bioeasy Biotechnology.
 
20 de marzo: los precios siguen subiendo
La ley de la oferta y la demanda impera en el mercado. Más aún cuando el producto será "de ciclo corto" y el cliente ocasional. "El cliente no será fiel, así que los empresarios, como empresarios que son, se lo dan al que les pague más", continúa Gallego. A eso se suman las nuevas condiciones de las fábricas, que no cogen pedidos pequeños y exigen el pago al contado. "Habitualmente se paga el 30% al principio y el 70% con la entrega de la producción. Ahora hay fábricas trabajando al 50%".
 
Con todo, los precios se disparan. En enero, según otra fuente consultada, las mascarillas más sencillas se vendían a 2 céntimos la unidad en España. Ahora están a 40 o más. No solo se ha multiplicado su precio ante la escasez, sino que ha subido el precio del transportes. China cerró sus fronteras y solo se puede enviar material por cargueros, porque no hay vuelos comerciales. Como el espacio es limitado, el país que más pague es el que mete la carga.
 
26 de marzo: Sanidad reconoce que la primera partida de tests rápidos era defectuosa
 
El País publica que los test rápidos que adquirió el Gobierno no funcionan. Sanidad reconoce que es verdad. La Embajada de China en España explica que la empresa a la que se los compraron no está incluida en la lista de proveedores del Ministerio de Comercio de China. No dice qué "proveedor nacional de confianza" ha intermediado. Los conocedores del mercado sospechan que ha sido alguno de los comisionistas que han florecido estos días.
 
"El Gobierno chino dijo que la empresa de los test no estaba en su lista oficial de empresas con licencia médica", considera un importador consultado. "Ahora prima tener el producto y hay productos que quizá no son los mejores. Puede que el encargado de comprarlo no se diera cuenta de que Shenzhen Bioeasy no estaba en la lista".
 
También Holanda tiene que devolver 600.000 mascarillas defectuosas. Estas noticias provocan tal revuelo que China decide aumentar sus requisitos para vender material sanitario.
 
1 de abril: China endurece los controles, lo que retrasa las importaciones
 
El Ministerio de Comercio chino comunicó este miércoles que ha tomado "nuevas medidas para garantizar la calidad de las exportaciones de suministros médicos". Desde el 1 de abril, todos los productos "deben proporcionar documentación adicional cuando pasan por el despacho de aduanas".
 
China ha publicado una lista de distribuidores homologados por tipo de producto, a la que ha tenido acceso este periódico. Hay 474 empresas homologadas para producir mascarillas quirúrgicas, 213 para fabricar ropa de protección, 111 para hacer mascarillas protectoras, 213 para termómetros infrarrojos, 20 para tests y 31 para respiradores. El país se asegura así de todo lo que salga cumple con los estándares de calidad. Esto retrasará los envíos, pero así se pretende evitar nuevos fraudes.


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De: CAMPESINO2 Enviado: 06/04/2020 14:38
LA BATALLA POR LAS MÁSCARAS
Los gritos en busca de ayuda se escuchan por todos lados: desde enfermeros que acuden a las redes sociales de forma desesperada para pedir apoyo, hasta médicos que crean iniciativas de recogida de dinero para comprar mascarillas y otros equipos que no tienen y que son cruciales ante la embestida de la covid-19, informa la BBC.
 
Son escenas que se están produciendo en Estados Unidos, un país que, pese a su riqueza y capacidad, no ha escapado a los problemas de desabastecimiento que se están dando en múltiples partes del globo por la pandemia de coronavirus, que ha puesto al límite los sistemas sanitarios.
 
Hace una semana, EEUU se convirtió en líder mundial en número de diagnosticados por covid-19 y los casos no dejan de aumentar.
 
En la considerada primera potencia mundial, hasta la reserva gubernamental de mascarillas, guantes y otros suministros médicos para emergencias está a punto de agotarse, según informó la prensa estadounidense de referencia.
 
“Da mucho miedo [trabajar sin equipos de protección]”, manifiesta a BBC Mundo el cirujano Frank Candela, jefe de personal del Hospital West Hills de San Fernando Valley, en California.
 
Candela, como otros profesionales en el país, decidió tomar las riendas de la situación y crear una iniciativa en GoFundMe para pedir ayuda a la ciudadanía: hasta este viernes 3 de abril, se habían recaudado más de $50.000.
 
Pero el dinero solo es el primer paso, pues el médico se ha topado con otro problema en su búsqueda de material: la batalla entre diferentes sectores por hacerse con él.
 
Vacío
A medida que la epidemia de covid-19 se expande por EEUU, aumentan las voces de alarma por desabastecimiento por parte de gobernadores, hospitales o funcionarios de Sanidad; y la demanda crece.
 
En respuesta a las peticiones de los diferentes estados de EEUU, el gobierno de Trump ha casi vaciado las reservas federales de emergencia de equipos médicos protectores, según informaron los medios estadounidenses y confirmó la Casa Blanca.
 
Las mascarillas fueron de los primeros productos en agotarse.
 
Preguntado en concreto sobre si esa reserva se había quedado sin equipos de protección personal (los llamados PPE, por sus siglas en inglés), el presidente reconoció el pasado miércoles que así es, si bien argumentó que se debe a que el gobierno “está enviando [los equipos] directamente a los hospitales”.
 
“No queremos que vayan a la reserva, y luego tengamos que cogerlos y enviarlos a los distintos estados y hospitales”, matizó en rueda de prensa.
 
Según Richard Besser, exdirector de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), esta reserva federal nunca estuvo preparada para enfrentar un desafío como el actual.
 
“La respuesta contiene lo suficiente para múltiples emergencias”, explicó Besser, ahora presidente de la Fundación Robert Wood Johnson y quien estuvo al frente de la Oficina de Coordinación para Respuestas de Emergencia y Contra el Terrorismo.
 
“Múltiples no significa 50 estados más territorios y cada una de las localidades de cada estado”, apuntó en declaraciones al diario The Washington Post.
 
La situación de la reserva de respiradores artificiales, una maquinaria primordial en esta grave crisis que puede determinar si un paciente de covid-19 en estado grave vive o muere, parece ser diferente.
 
Trump aseguró esta misma semana que el gobierno dispone de una “buena carga” de estos equipos y que hasta 11 empresas estaban fabricando más.
 
“Tenemos 10.000 respiradores. Tenemos la flexibilidad de mover los respiradores donde el virus vaya. Este virus se mueve muy rápido: no sabemos dónde los vamos a necesitar”, dijo Trump el pasado miércoles, si bien en la misma intervención señaló que 10.000 “suena a mucho pero no lo es”.
 
Ante la creciente presión en el país, Trump decidió invocar la pasada semana una legislación de 1950, la llamada ley de Producción de Defensa, para forzar a compañías como General Motors a producir estos necesarios equipos.
 
El presidente ha instado en diferentes ocasiones a los gobernadores a tratar de conseguir el material por su propia cuenta, llegando a señalar que el ejecutivo no es “una empresa transportista”.
 
“Guerra” por los equipos
La situación de escasez y la falta de una respuesta coordinada a nivel nacional ha desencadenado una lucha entre estados, el gobierno federal y empresas privadas para conseguir material “como si se tratara de eBay”, en palabras del gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo.
 
“Los 50 estados no deberían competir entre ellos y luego FEMA [la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias] no debería llegar tarde y competir contra los 50 estados. No hay que ir a Harvard para saber eso”, sentenció Cuomo esta semana.
 
Cuomo es uno de los políticos que más críticos se han mostrado con la gestión de la Casa Blanca, a quien ha propuesto que utilice la ley de Defensa no solo para respiradores, sino también para producir otro tipo de material médico necesario, como mascarillas.
 
Esa lucha por los mismos productos la experimentó el cirujano Frank Candela cuando trató de adquirir material para su equipo con el dinero que había recaudado por internet.
 
“Tenía un acuerdo verbal para comprar 5.000 batas médicas. Lo sellé el pasado domingo, yo mismo iba a ir conduciendo hasta la nave a recoger el material. Pero cuando mi contacto fue a solicitar los equipos que me iba a dar, se los había llevado una organización más grande. Los habían enviado a Nueva York”, cuenta Candela.
 
El médico sí consiguió batas médicas (aunque no homologadas por el organismo oficial en Estados Unidos, lo que fue visto con cierta reticencia por los gestores de su hospital) y unas 2.000 mascarillas N95, a través de una mujer que gestiona una organización sin ánimo de lucro y una clínica gratuita en Estados Unidos.
 
“Algunos enfermeros se pusieron a llorar”, recuerda.
 
“Al menos, les podemos proteger de la manera más básica”, suspira el cirujano, insistiendo en el gran riesgo que corren ellos y otros empleados que, “a diferencia de los médicos”, son los que más tiempo pasan con los pacientes.
 
Los materiales que utilizan les duran una semana, calcula. Y luego, de nuevo a la lucha.
 
Teniendo en cuenta la escala de la pandemia, que ha supuesto una amenaza global sin precedentes, ¿se podía haber prevenido esta situación de desabastecimiento?
 
“Totalmente”, zanja el epidemiólogo Ryan Demmer, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Minnesota.
 
“Tenemos que priorizar cosas como esta y tener la capacidad de planificar de forma previa. Creo que otras prioridades nos robaron la atención, especialmente en tiempos de bonanza”, considera.
 
Los expertos en salud global coinciden en que se podía haber prevenido.
 
Frente a los que argumentan que es difícil optar por planificar situaciones de este tipo, “cuando no sabemos cuándo lo vamos a necesitar”, el experto no duda: “En realidad, en cierta manera sí sabemos que en algún punto nos hará falta”.
 
Todo se trata de dinero y recursos, apunta. “Ahora mismo en Estados Unidos hemos gastado $2 billones en la fase 1, para tratar de mitigar el impacto económico. Es un número increíble. Si lo piensas, ese dinero podría financiar los Institutos de Salud Nacionales en este país durante 57 años”.
 
Como otros expertos consultados por BBC, Demmer también considera que Estados Unidos actuó tarde frente a la covid-19, pero subraya que todos en el país tienen “un poco de responsabilidad” sobre la situación actual.
 
“Se podía y se tenía que haber hecho más [ante la llegada del nuevo coronavirus]. Pero también en los últimos 20 o 30 años”.
 
Pese a la falta de material en su propio país, Trump aseguró esta semana su disposición a enviar respiradores a las naciones más asoladas por la pandemia, como Italia o España, mientras la “guerra” por las mascarillas y otros equipos ya se extiende más allá de sus fronteras.
 
Diversos políticos franceses denunciaron recientemente que varios estadounidenses se habían llevado a golpe de talón el material que iban a comprar a productores chinos: según la prensa francesa, lo hicieron en el mismo aeropuerto, a punto de que el material despegara rumbo a Europa.
 
Estados Unidos niega estar detrás.
ELDIARIO


 
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