Si hay un pueblo en el mundo expuesto a sufrir una catástrofe humanitaria por el coronavirus, ese es el cubano, debido a la dictadura comunista. Por tanto, de producirse un azote en gran escala del coronavirus deberá ir a la cuenta del Partido Comunista (PCC), así como la causa de la pandemia global debe ir al expediente letal del gobernante Partido Comunista de China por silenciar por motivos políticos durante un tiempo precioso la existencia del Covid-19, lo que permitió su expansión a escala planetaria.
En el caso de Cuba no solo hubo irresponsabilidad del régimen al abrir las puertas al turismo cuando el mundo entero se las cerraba, sino que la "revolución" estalinista impuesta por los hermanos Castro hizo trizas una de las economías más prósperas de América Latina y convirtió al pueblo cubano en uno de los más pobres e indefensos de todo el hemisferio occidental. Exactamente lo contrario de lo que dice la propaganda castrista, que todavía aúpa la izquierda continental.
Como consecuencia de esa pobreza y la desidia de la elite dictatorial, en Cuba es casi imposible que las personas puedan acogerse a una cuarentena en sus casas para no contraer el coronavirus. Diariamente tienen que salir a la calle a buscar algún alimento que poner en la mesa. No es posible dejar de hacer colas y evitar las aglomeraciones de personas. No se puede comprar alimentos suficientes
Y encima hay dos agravantes: 1) solo se pueden adquirir alimentos en pequeñas cantidades porque —gracias al comunismo— no hay en el país mercados bien abastecidos para adquirir grandes cantidades para varios días o semanas; y 2) la gente se expone a diario a contraer el coronavirus pero eso no garantiza que va a conseguir alimentos. La mayoría de las veces regresa a la casa con las manos vacías.
Además, muchos de los alimentos de la canasta básica están racionados y cada familia solo tiene derecho a adquirir las cantidades mínimas que establece la cartilla de racionamiento (la "libreta"), que apenas alcanzan para diez o 12 días. Por eso cada familia tiene que exponerse más al tener que tocar en las puertas de casas de quienes operan en el mercado negro, y hacer otras gestiones en plena calle para completar lo que no le suministra la "libreta".
Últimamente la prensa independiente reporta que, lo mismo por la "libreta" que fuera de ella, ahora es casi imposible conseguir pollo y otros productos cárnicos, arroz, frijoles, aceite, sal, galletas dulces, y saladas, jabón, pasta dental, detergente, y otras cosas imprescindibles.
Virginia, una jubilada de 67 años, de Guantánamo, se quejó ante un periodista de DIARIO DE CUBA de que ella percibe 325 pesos de pensión, o sea, 13.50 dólares mensuales, y que luego de pagar los 112 pesos (4.60 dólares) por su "balita de gas" ¿qué le quedaba para la comida?
Cierto, qué le queda si, según los economistas, el costo mensual de la canasta básica de alimentos en Cuba oscila entre 84 y 100 dólares. Ese no solo es el drama de Virginia y de los cientos de miles de jubilados cubanos, sino el de toda la población de un país cuyo salario promedio es de 44 dólares mensuales, cifra mucho más baja que los 65 dólares vigentes en Haití, la nación más pobre de Occidente.
Aumenta la crueldad de la cúpula castrista
Y contra toda lógica o sentido común, en estos momentos de pandemia aumenta la crueldad de la cúpula dictatorial, encabezada por los dinosaurios Raúl Castro y José Ramón Machado Ventura, quienes se siguen negando a liberar las fuerzas productivas pese a que el castrismo se derrumba económica y socialmente, y la quiebra financiera le imposibilita importar alimentos y todo lo que es incapaz de producir debido a un modelo social que fue tirado a la basura en 33 de los 35 países que lo sufrieron en el siglo XX (excepto Cuba y Corea del Norte).
Ante el azote del coronavirus, ahora la dictadura dice correctamente a la población que permanezca en sus hogares, pero no acompaña esa decisión con medidas para que los agricultores privados aumenten sus cosechas. Son ellos los que más alimentos producen. Y no permite la distribución privada de productos agropecuarios al margen de Acopio (el Estado), incapaz de hacerlo adecuadamente.
Para colmo, el Gobierno acaba de suprimir la venta libre de algunos productos agrícolas y pecuarios fundamentales que hasta ahora se vendían libremente y los ha incluido en la "libreta", el sistema de racionamiento creado en 1962 y, por ende, el más prolongado que se recuerde en la historia moderna, junto con el de Corea del Norte.
Al implantarse más controles y toparse los precios, se agravará la escasez. El Estado paga menos a los agricultores privados por sus productos. Estos reducirán la producción o esconderán buena parte de la cosecha para colocarla en el mercado negro, pero a mayor precio porque le agregarán una "prima" por el riesgo de recibir multas o prisión, y otra para compensar el bajo precio que les pagará el Estado por sus productos ahora por la "libreta". Al final los alimentos racionados no alcanzarán para todos, la gente acudirá al mercado negro, que ahora será más caro.
En fin, el PCC impide que haya más alimentos en el país, y hasta podría desatarse una hambruna. Es un resultado neto del poder comunista castrista, que va más lejos que el de China, donde los campesinos producen y venden libremente sus productos en el mercado. Allí el sector privado genera el 70% del Producto Interno Bruto (PIB) y en Cuba solo el 8%, según las estadísticas oficiales.
Si a los octogenarios históricos que siguen mandando en Cuba les queda una pizca de decoro debieran suprimir todas las trabajas existentes para que los productores privados produzcan más y aumenten incluso la producción de alimentos subsidiados (racionados) y poder bajar los precios, de manera que haya más para cada consumidor.
Y que dejen ya de culpar al "bloqueo" de EEUU del desastre económico-social en el país. Que no oculten más que si dan libertad económica a los cubanos no habría embargo pues la Ley Helms-Burton atañe solo al sector estatal y no al privado. Además, esa misma ley permite la exportación a Cuba de alimentos y medicinas. Y La Habana puede importar libremente de todo desde los otros 194 países que hay en el mundo.
Deplorable infraestructura de salud pública
En cuanto al aspecto sanitario, de no haber habido una revolución comunista hoy Cuba no sería tan pobre y dispondría de un sistema de salud tan moderno y eficiente como el de Costa Rica, que tiene uno de los mejores del mundo según la calificadora International Living; o como el de Uruguay, muy avanzado y que incluye a todos los residentes en el país. Porque Cuba, antes del cataclismo castrista, estaba a la par de esos dos países en materia sanitaria.
Pero hoy Cuba tiene la más deplorable y vergonzosa infraestructura de salud pública quizás de toda la historia republicana, con una escasez asombrosa de medicamentos y 65 hospitales menos que en 2010, un panorama de higiene medieval por falta de agua, jabón, detergente, desinfectantes. Y encima, Castro II envía médicos y enfermeros al extranjero para expropiarles las divisas que perciban. Y el régimen miente al dar las cifras de contagiados y fallecidos. Hay muchos más de los que se reportan oficialmente.
Conclusión, los cubanos de a pie tienen cuatro grandes obstáculos para evitar contagiarse con el Covid-19: 1) tienen que salir a la calle a diario para poder comer; 2) no hay alimentos ni productos de aseo suficientes a la venta; 3) no tienen dinero para adquirir grandes cantidades si los hubiese; y 4) el actual sistema de salud está en condiciones casi ruinosas, no es capaz de dar respuesta adecuada a la pandemia.