Redescubre los disturbios de Lady Gaga en su álbum más personal

     UNA crítica a menudo dirigida a Lady Gaga es que las imágenes fantásticas que construye alrededor de sus álbumes eclipsan la música misma. Pero es una escala móvil, y una que sin duda importó menos cuando noqueaba a los iniciadores de fiestas de dance-pop innegables como Poker Face y Just Dance, o consolidaba su estatus como el extraño atípico del pop en el retorcido Bad Romance. Que ella apareciera en forma extraterrestre en el video de esa canción tenía mucho sentido: aquí había una superestrella pop camaleónica en la línea de Bowie, Prince y Madonna abriendo un portal a una dimensión escapista. Más tarde, tenía sentido que ella se apoyara en las imágenes del metal para el cabello en el glorioso OTT de 2011, que hace referencia a Springsteen Born This Way . Sin embargo, en la hinchada Artpop de 2013, anunciada como una exploración del fenómeno "warholiano inverso" en la cultura pop, sea lo que sea, y presentando al menos una actuación en la que empleó a un " artista del vómito " para vomitar pintura verde en el pecho: la La estética se sentía más como tácticas de distracción desesperadas.

 

Aparentemente magullada por el relativo fracaso comercial de ese álbum (2.5 millones de ventas globales en comparación con el álbum debut The Fame's 15m), repudió por completo el dance-pop en Joanne de 2016. Sombreros de langosta ridículas y vestidos de carne fibrosa se cambiaron por stetsons rosados ​​y cortes de mezclilla, mientras que el batido de synthpop del productor RedOne fue reemplazado por la calidez rústica de Mark Ronson. Los colaboradores incluyeron a Florence Welch, Josh Homme y el padre John Misty, mientras que el sonido despojado del álbum empujó la suposición rockista de que, de alguna manera, más silencioso es más auténtico. Su éxito medio fue rápidamente reemplazado por la película ganadora de un Oscar, A Star Is Born , en la que el personaje de Gaga, Ally, se vio envuelto en una guerra de autenticidad de pop pop v heart rock.

 

Pero, como siempre, se trata de empaques, y Joanne era una pose tan grande como Artpop. En muchos sentidos, Chromatica, preparada para la pista de baile y sin baladas, representa no solo el registro más personal de Gaga, sino también el más directo. Obviamente, hay un marco conceptual: ese título, a pesar de sonar como una actualización de software de Mac, en realidad representa un planeta anclado por la igualdad y habitado por "punks amables", pero se siente mucho más ligero que antes. Como dijo Gaga en una entrevista reciente con Zane Lowe, ella priorizó los "mensajes simples", una frase que habría sido revertida por Warho hace unos años.

 

Dejando a un lado el sencillo estúpido y divertido Stupid Love, la mayoría de las 13 canciones cortas y directas de Chromatica (ignorando tres interludios orquestales que se transmiten desde otro álbum) cavan en la persona detrás de la fachada. En el oscuro centro de mesa 911, detalla su dependencia de la medicación antipsicótica ("Mantenga mis muñecas dentro de cajas de diamantes / guárdelas hasta que sepa que voy a soltar esto") sobre un remolino de sintetizadores industriales, mientras que el abridor Alice descarta el de Gaga obsesión perjudicial con la perfección sobre un dulce de casa azucarado. Mientras tanto, Babylon, impulsada por el piano clásico de la casa y un coro que conmueve el alma, saca el truco de Gaga de combinar lo grande y lo pequeño, tocando la Biblia, la mitología antigua y, como lo ha hecho desde el principio, las complejidades de fama.

 

El poder curativo de la danza, cruelmente frustrado por la situación de cierre actual, se apresura a través del álbum como poppers baratos, con el pop house de los años 90 del dueto de Ariana Grande Rain on Me reconociendo el trauma antes de arrastrarlo a un pegajoso piso de discoteca provincial. La ridícula colaboración de Elton John, Sine From Above, que, con su ritmo inflexionado por la flauta y su euforia imparable, ganaría Eurovisión en cualquier año dado, profundiza en esta idea simple de que la música puede calmar incluso el alma más dañada.

 

Esa canción termina con un cambio inesperado en drum'n'bass, un fugaz sabor de experimentación que se siente extrañamente perdido en otros lugares. Si bien algunos de los mejores trabajos de Gaga se hicieron rápidamente, a menudo en la carretera en autobuses turísticos, las canciones en Chromatica fueron transmitidas de productor en productor aparentemente para liberar el proceso. (Curiosamente, este es el primer álbum que no presenta a Gaga como productor en la lista, con los créditos nombrando a todos, desde BloodPop hasta el productor de EDM Axwell y al comerciante de ruido Skrillex, mientras que la productora maximalista de pop alternativo Sophie, que confirmó su participación en 2018, es notablemente ausente.) A veces, como en el doble golpe genérico Eurodance de Free Woman and Fun Tonight, significa que las canciones se sienten sobrecargadas de trabajo: a veces sus tiempos de ejecución a menudo cortos les niegan espacio para respirar (la muñeca de plástico claustrofóbica). Sour Candy, una colaboración con la banda de chicas de K-pop Blackpink, cae decepcionantemente plana: apuntando al latido sudoroso de deep house, termina sonando como un interludio de producción barata.

 

Gaga se encuentra en un terreno mucho más seguro deslizándose alrededor del alegre remolino de la casa francesa de Replay, que tiene una lírica sorprendente sobre enterrar el trauma en las tumbas y rascarse la suciedad de su psique. Es otro ejemplo de cómo, después de años de usar su música para tratar de curar a otras personas, ya sea su base de fanáticos gay en Born This Way, o su familia en Joanne, un álbum que lleva el nombre de su tía muerta, Chromatica finalmente dirige esa mirada hacia adentro sin terminar la fiesta. Como era de esperar, el verdadero yo de Gaga siempre iba a ser lo más ruidoso posible.