Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Cuba Eterna
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 BANDERA DE CUBA 
 MALECÓN Habanero 
 *BANDERA GAY 
 EL ORIGEN DEL ORGULLO GAY 
 ALAN TURING 
 HARVEY MILK 
 JUSTIN FASHANU FUTBOLISTA GAY 
 MATTHEW SHEPARD MÁRTIR GAY 
 OSCAR WILDE 
 REINALDO ARENAS 
 ORGULLO GAY 
 GAYS EN CUBA 
 LA UMAP EN CUBA 
 CUBA CURIOSIDADES 
 DESI ARNAZ 
 ANA DE ARMAS 
 ROSITA FORNÉS 
 HISTORIA-SALSA 
 CELIA CRUZ 
 GLORIA ESTEFAN 
 WILLY CHIRINO 
 LEONORA REGA 
 MORAIMA SECADA 
 MARTA STRADA 
 ELENA BURKE 
 LA LUPE 
 RECORDANDO LA LUPE 
 OLGA GUILLOT 
 FOTOS LA GUILLOT 
 REINAS DE CUBA 
 GEORGIA GÁLVEZ 
 LUISA MARIA GÜELL 
 RAQUEL OLMEDO 
 MEME SOLÍS 
 MEME EN MIAMI 
 FARAH MARIA 
 ERNESTO LECUONA 
 BOLA DE NIEVE 
 RITA MONTANER 
 BENNY MORÉ 
 MAGGIE CARLÉS 
 Generación sacrificada 
 José Lezama Lima y Virgilio Piñera 
 Caballero de Paris 
 SABIA USTED? 
 NUEVA YORK 
 ROCÍO JURADO 
 ELTON JOHN 
 STEVE GRAND 
 SUSY LEMAN 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 
 
  Herramientas
 
General: RETORNO A LA SEMILLA... MUSICAL CUBANA
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: libreconderechos  (Mensaje original) Enviado: 30/05/2020 14:08
CULTURA
Un breve recorrido por las bandas sonoras prohibidas en Cuba: la cubana y la norteamericana.  Casey Kasem in memorian, (Abril 27, 1932 – Junio15, 2014).

Retorno a la semilla… musical
FRANCISCO ALMAGRO DOMÍNGUEZ
  ES difícil para los cubanos sentirse extranjeros en Miami. Además del lenguaje, la comida, y otras costumbres quizás no tan buenas, la música forma parte del día a día. La música norteamericana de los años 60, 70 y 80 en la radio nos hace sentir como en casa. Es una paradoja, de tantas, porque fue labor del régimen desde siempre aniquilar todo lo procedente del Norte, y en especial, su música. Nada de "melodías imperiales", tontas, insulsas.
 
El concepto totalitario de "bloqueo musical" incluía también importantes artistas nuestros, aquellos que habían saltado los estancos del régimen. Para las generaciones nacidas poco antes o poco después de la Noche Triste, y no de Cortés, nada decían los nombres de Olga Guillot, Ñico Membiela, Celia Cruz, Blanca Rosa Gil e incluso el inquieto anacobero —diablillo en ñáñigo— Daniel Santos, a quien "se la aplicaron", a pesar de ser puertorriqueño.
 
Para mi generación el jazz fue un desconocido. Algunos tuvimos la suerte de escuchar Pastilla de Menta, de la Orquesta Cubana de Música Moderna, sin saber entonces que entre sol y sol realista-socialista metían un bemol imperialista. A cambio, el Mozambique de Pello el Afrocán era tan famoso que en la escuela primaria al niño que tuviera rasgos feminoides le decían "Rubia del Pello". Los Zafiros hacían olvidar a los insonoros The Platers con bastante dignidad. Los boleristas y los soneros cubanos apenas estaban de moda en los clubes nocturnos de La Habana y en las reyertas del Salón Rosado de La Tropical, mientras sus compatriotas triunfaban en Nueva York y Los Ángeles.
 
Nocturno fue el programa musical por excelencia de la niñez de quienes hoy peinamos canas. Allí, y quien sabe cómo, a cada rato colaban una canción de The Beatles, The Mamas and the Papas, y Fith Dimension a finales de los 60. Pero los conjuntos y cantantes españoles eran los más oídos. Muchos de ellos se presentarían en el Festival de la Canción de Varadero en 1970 —Los Ángeles, Los Bravos, Luis Gardey, Lluís Llach, Los Mustang. La fallida Zafra de los 10 millones los trajo a los escenarios insulares. Otros dos huecos se abrieron entonces para airear el bloqueo socialista a la música cubana, a pesar de ser concebidas para más rosca izquierda: el "son progresivo" de los Los Van Van y el Movimiento de La Nueva Trova.
 
En los 70 una generación de adolescentes, sobre todo habaneros, descubrimos las estaciones de la Florida, conocidas como la "FM". Con buen viento del Norte, y aquellos radios VEF y SELENA de una tonelada, se conectaban antenas-percheros en azoteas y ventanas, y podía disfrutarse el programa emblemático de la radio musical norteamericana: Casey Kasem and American Top 40. En la beca, al regreso del pase, quienes tenían mejores receptores traían las listas de las canciones y a veces las letras.
 
Una mención honorifica a los del patio —Los Dada, Los Kent, Alma Vertiginosas— que, en garajes y solares yermos, con instrumentos de manufactura propia, tocaban casi clandestinamente rock y ritmos Motown. Los padres de quienes podían viajar al extranjero también surtían de música clandestina las fiestas; con la luz apagada, sin otra cosa que agua o ponche, rompían el bloqueo insular los Led Zeppelín, Deep Purple, Santana, Eagles, y para gustos más refinados Pink Floyd —¡si Roger Waters, usado por el régimen ahora por izquierdista, supiera que jamás lo radiaron en su época de esplendor!
 
Al final de los 70 y después del Mariel se fue flexibilizando el bloqueo musical al enemigo. Un punto de ruptura pretendió ser el encuentro Cuba-USA, Havana Jam, de 1979, en el teatro Karl Marx de la Habana. Figuras como Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Billy Joel y el grupo de rock progresivo Weather Report paralizaron la ciudad por tres días. Quizás para sorpresa de los comisarios, en vez de una nota, tuvieron dos: la mayoría de los asistentes, donde me incluí gracias a una vecina que trabajaba allí, eran jóvenes que conocían a los músicos norteamericanos y sus canciones. Una buena cantidad de los asistentes eran hijos o parientes de los mismos que por años habían bloqueado la música del imperio a los oídos cubanos.
 
Después vino Colorama, Para Bailar, Joven Joven, y otros programas musicales, y ya la censura al imperio tuvo que dar paso al Festival de Jazz, al de guitarra, con excelentes ejecutores norteños, y aunque jamás proyectaron en la televisión Saturday Nigth Fever ni Grease en esa época, los jóvenes podían oír en la radio y ver en televisión a los Bee Gees, Olivia Newton John, KC and The Sunshine Band —¡de Miami!— y Walther Murphy.
 
Parece increíble que los cubanos hayamos tenido que venir al "país enemigo" para conocer toda la música cubana, sin excepción, y disfrutar, sin ruidos ni antenas de percheros, la música norteamericana. El régimen, con la torpeza propia de las dictaduras, incultas por su ceguera ideológica, trabajaron pa'l inglés o pa'l americano, que es lo mismo y no da igual. No solo nunca han considerado pedir disculpas por haberle negado a generaciones enteras su derecho a oír y a disfrutar sus gustos musicales. Es que todavía hoy lo siguen haciendo, sin remordimientos, como los buenos sociópatas que no dejan de ser.
 
En la tarde, cuando los abuelos circulamos por las carreteras de la Florida y sintonizamos al amigo Pepe Forte y su Ático, hay una extraña sensación de libertad, de resarcimiento espiritual. El automaníaco nos transporta a la época en que oír otra música era un delito, una muestra de rebeldía, un acto de fina ingeniería comunicacional. Mientras, el tráfico infernal de Miami se mueve, o se detiene, y da lo mismo. Oímos aquellas canciones que eran interrumpidas por la distancia y el odio. Nosotros, los abuelos, comprendemos la devoción de Pepe por Casey Kasem. Y por qué no pudo evitar emocionarse frente a su tumba en el viejo cementerio de Oslo, Noruega.


Artículo publicado en Diario de Cuba


Primer  Anterior  2 a 2 de 2  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: libreconderechos Enviado: 30/05/2020 14:10
 



 
©2025 - Gabitos - Todos los derechos reservados