61 AÑO DE MISERIA Y DICTADURA
La capital cubana refleja la agonía que la isla vive a diario para sobrevivir, atada a la incertidumbre y la intransigencia de una dictadura que no permite hacer otra cosa que aceptar lo que imponga.
La Habana, atrapada entre el paquetazo económico y la pandemia
Las virutas se acumulan en un rincón del taller de carpintería. El ruido de la lijadora eléctrica y la sierra de corte atenúan el reguetón amplificado por una bocina portátil. En el patio, diferentes piezas de madera que aún huelen a barniz fresco se secan al sol. Fermín, mientras tanto, delante de un contador de electricidad se rasca la cabeza y suma con su calculadora china. El tema de conversación de moda entre los cubanos es la nueva tarifa eléctrica.
“Todavía en enero se puede campear el temporal, pues se tienen en cuenta diez días de diciembre con la tarifa vieja. Ya el mes que viene sí que es al duro y sin guante. En el negocio pagábamos como promedio 6 mil pesos. Con la nueva tarifa no bajamos de 20 mil pesos. Es una locura”, dice Fermín.
Y no solo sube el precio de la electricidad. “Sube todo. La madera, los tintes, las herramientas de trabajo... Desde luego que eso repercute en los precios al cliente, que ya no eran baratos. ¿Qué pasa entonces? Que la gente, con esta crisis económica, prefiere destinar el dinero para comprar alimentos y deja de encargar muebles y de hacer arreglos de carpintería. Hace un año, al mes recibíamos más de 80 encargos, ahora solo seis o siete. De doce trabajadores quedamos cuatro. Si el costo de la vida sigue subiendo, posiblemente tengamos que cerrar”, vaticina Fermín.
Cuando usted habla con cualquier emprendedor en Cuba, casi todos coinciden que de seguir el actual panorama, tendrán que entregar sus licencias. Negocios de gastronomía, hospedaje y peluquería, entre otros, se consideran los más afectados.
Magda, fotógrafa especializada en fiestas de quince, opina que la crisis económica y la reforma monetaria le están pasando factura. “Son pocas las familias que pueden pagar entre 200 y 900 dólares por un paquete de fotos y videos para los quince de su hija. Desde hace dos años, el negocio ha ido cayendo en picada porque todo se ha encarecido. En La Habana no existen tiendas especializadas en la venta de materiales fotográficos y tengo que comprarlos por encargo a las mulas o en el mercado negro. Para rematar llegó la pandemia. Voy a estar dos meses en stand by a ver qué pasa. Si las cosas no mejoran preparo las maletas y me largo de Cuba”, confiesa Magda.
Cuando se recorren cafeterías y restaurantes privados que en la capital ofertan comida para llevar, debido a las restricciones provocadas por el rebrote del Covid-19, se observa que los precios se han multiplicado. Un dulce que costaba 3 pesos ahora se vende a 10 o 15 pesos. La pizza más barata que costaba 12 pesos ahora cuesta 30 o 40 pesos. En la mayoría de los agromercados estatales las tarimas están vacías. En un agro en la barriada habanera de La Víbora, a la venta solo había plátano verde y tabletas de turrón de maní. Pero por debajo de la mesa, el dependiente te ofrecía frijoles colorados a 70 pesos la libra, frijoles negros a 40 y carne de cerdo deshuesada a 90 pesos la libra.
En algunos sitios, la carne de cerdo supera ya los 100 pesos la libra. Al estar cerrado buena parte de los hoteles en La Habana, uno de las principales fuentes de suministro del mercado negro, apenas hay ofertas. Cuando aparece, la libra de carne de res se vende a 120 pesos y un paquete de unos dos kilogramos de masa de langosta limpia, a 1,200 pesos. Las aglomeraciones para comprar pan son impresionantes. Ruslán, taxista, estuvo tres horas haciendo cola en una panadería del municipio Guanabacoa, al sureste de la ciudad.
Por suerte consiguió dos barras de pan de corteza dura a 10 pesos cada una. “Si no alcanzaba, tenía que comprarlo por fuera. Cada barra de pan la revenden a 25 'cañas'. Con la tarea ordenamiento estamos peor que antes. El desabastecimiento es tremendo. Las tiendas por pesos están peladas. Y las que venden en dólares cuando no falta el queso, falta el arroz o los frijoles. Ni vendiendo en divisas el gobierno es eficiente”, asegura Ruslán.
Diana, jubilada, dice que el dinero se le va como agua entre las manos. “Necesito comprarme unos espejuelos para la vista y en la óptica valen 3.200 pesos. En la farmacia, una pomada y dos antibióticos me costaron 400 pesos. De verdad te lo digo, hay que hacer otra revolución, pero para quitar a todos esos sinvergüenzas que nos dirigen”. Las críticas al gobierno son abiertas. La gente no se calla. En cualquier lugar, a cualquier hora, llueven las descalificaciones a la mala administración del régimen y también a su presidente, Miguel Díaz-Canel.
Duviel, ingeniero, cree que la solución es irse de país o salir a la calle a protestar. “Ya es demasiado. El pueblo tiene que abrir los ojos. Nos están explotando y mintiendo a la cara. En Cuba no hay futuro mientras dirija esta partía de barrigones. Si no exigimos nuestros derechos, nadie lo hará por nosotros. ¿Quién va a resolver esto? ¿Biden? No, Cuba es un problema de los cubanos, no de los americanos”.
El nuevo rebrote del coronavirus complica todavía más el panorama. En la última semana, La Habana tuvo como promedio 83 casos diarios. Manuel, médico intensivista, considera que revertir la situación no va a ser fácil. "No se reduce una pandemia con multas. Se necesita autodisciplina. Cuando se reanudaron los vuelos, las autoridades cometieron un grave error al no exigir un PCR negativo a los viajeros. Para ganar dinero optaron por hacerlo en Cuba cobrando 50 dólares. Pero los protocolos se relajaron. Y los que llegaba no cumplían las medidas ni se confinaban. La única solución es la vacuna”.
Se ha dicho que en el verano comenzaría la vacunación en Cuba, pero el Ministerio de Salud Pública no ha precisado la fecha ni el calendario de una vacunación masiva. En una isla que tiene que importar pescado a pesar de estar rodeada de mar, la industria biotecnológica y farmacéutica ha invertido dinero y recursos en elaborar cuatro vacunas anti-Covid 19. Los medios estatales manejan la información sobre esas vacunas con un optimismo desmedido y abundantes elogios a los científicos nacionales. Pero nada se habla de Soberana 01, el candidato vacunal que se supone debiera estar más avanzado y ya habría sido aprobado por las autoridades sanitarias. Recientemente, Soberana 02 inició su segunda fase experimental con voluntarios en el municipio Plaza. Otros dos candidatos vacunales, Mambisa y Abdala, continúan sus ensayos.
Carlos, sociólogo, se pregunta por qué no centraron los recursos, que no sobran, en potenciar una sola vacuna. "Lo de las vacunas cubanas me suena más a propaganda que a un hecho efectivo. Con la segunda ola del virus en Cuba, el gobierno debiera comprar vacunas a Rusia o China, que en teoría son sus aliados políticos”. Muchos habaneros de a pie piensan lo mismo. Pero no entra en los planes del régimen importar vacunas. “Simplemente no tienen dinero”, asegura un especialista de la industria farmacéutica.
Las autoridades le piden a la población cumplir con las normas de distanciamiento, el uso de nasobucos (mascarillas) y el lavado de manos. "Ésa es la mejor vacuna", afirmó Reinaldo García Zapata, Gobernador de La Habana. Se rumora que próximamente se aprobarán nuevas medidas restrictivas para frenar la pandemia en la capital, entre ellas, prohibir el transporte público, que las personas compren en el municipio donde residen, aumentar la vigilancia policial y un toque de queda desde la siete de la tarde a la cinco de la mañana.
Cándido, jubilado, piensa que la gente está cansada de “tanta trancadera y encerradera. El gobierno no habla claro. Las personas tienen que salir a la calle a buscar comida. La pandemia te puede matar, pero nadie quiere morirse de hambre”.
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