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CIENCIA - SALUD
El inmunólogo Eduardo López-Collazo, experto en covid-19, explica pros y contras de los candidatos vacunales cubanos .
El doctor cubano Eduardo López-Collazo
"En Cuba la carrera por la vacuna
se ha convertido en una Zafra de los Diez Millones"
El doctor Eduardo López-Collazo (Matanzas, 1969) no es especialista en vacunas, sino inmunólogo. Tampoco estudió medicina, sino física nuclear, en La Habana. Cuando la caída del Muro de Berlín puso fin a la URSS y, con él, al subsidio soviético del programa nuclear cubano, López-Collazo decidió que no se quedaría sin cumplir su sueño desde niño, ser científico, y encaminó sus pasos a la biotecnología, que entonces comenzaba en la Isla.
De allí salió hace 26 años con una beca del Gobierno español para hacer en Madrid un doctorado en farmacia. Nunca volvió: el régimen no le dio permiso siquiera para despedirse de sus padres cuando fallecieron.
Hoy, dirige el Instituto de Investigación del Hospital La Paz (IdiPaz), con 1.700 investigadores a su cargo, y su equipo consiguió, en mitad de la pandemia, un logro de ciencia ficción: una herramienta que predice la evolución de un paciente contagiado de covid-19, incluida la muerte, desde el momento en que es diagnosticado.
Las circunstancias, pues, lo han convertido en un experto de ese enemigo que el mundo entero combate desde hace poco más de un año. Sobre esta enfermedad y todo lo referente a los candidatos vacunales cubanos, conversó largamente con 14ymedio.
Pregunta. Se observa una contradicción en los ensayos de los candidatos vacunales Soberana 02 y Abdala. Por un lado, las autoridades insisten en que estos medicamentos están en la fase 3 de pruebas, pero hay datos de aplicación masiva que sugieren una vacunación de facto. ¿Qué impresión tiene de esto?
Respuesta. Era una de las cosas que justamente quería comentar. No es una fase 3 lo que están haciendo: es lo que llamamos fase 4 o masiva. Las diferentes fases de un ensayo clínico de cualquier medicamento tienen que cumplir varios requisitos, entre ellos todas las cuestiones éticas (todo el mundo tiene que firmar su consentimiento, tiene que estar avalado por un comité de ética con poder...). En la fase 2 se busca la dosis adecuada y en la fase 3 se apuesta por esa dosis (única, doble, triple, etc.) y se aplica en una población bastante más representativa, pero siempre con doble ciego y grupos de control. Lo que se está haciendo en Cuba es aplicar masivamente el medicamento, como en una fase 4. Han pasado de una fase 2 a una fase 4. Se han saltado la fase 3 y están llamando fase 3 a una vacunación masiva, y es algo que me preocupa.
P. ¿Cuáles son los riesgos de saltársela?
R. La fase 3 es muy importante, porque en ella se ve no solamente efectividad sino que también se detectan muchos efectos adversos. ¿Por qué? Porque se amplían los sectores poblacionales (tipos de personas, de edades, comorbilidades, diabetes, VIH positivo, geografía, etcétera) para ver si salta algo y poder determinar "a este sector de la población no se le puede poner, a este sí" o "la efectividad es tanto". ¿Qué puede pasar? Puede pasar, primero, que no sea del todo eficiente, porque en la fase 3 se prueba la hipótesis que dio como válida la fase 2, y segundo, que de pronto aparezcan efectos secundarios en un sector poblacional. Por lo tanto, no hacerlo es muy peligroso. No conozco ninguna agencia que apruebe un medicamento sin que haya pasado una fase 3 o varias fases 3, como tiene que ser, por muy urgente que sea el caso.
P. ¿Será esta la razón por la que las autoridades han insistido en algunas contraindicaciones a la hora de recibir el candidato vacunal?
R. Es difícil especular sin datos concretos, y en el caso de Cuba siempre es difícil tener datos concretos. He estado leyendo los criterios de exclusión que tienen para esa "fase 3": estar embarazada, haber estado usando Nasalferón, esteroides, haber pasado hace tres meses el covid, etcétera, y son criterios un poco raros. No logro encontrar un hilo conductor en ellos, hay algo que se me escapa. Yo creo que la clave radica en que están haciendo una fase masiva y se deben a algo que han visto en la fase 2 y quieren cubrirse las espaldas y no incluir a estas personas. Pero no quiero especular. La población en general está bastante cansada de la especulación.
P. Recibimos información de al menos una persona que recibió una dosis de Soberana y enfermó de covid grave.
R. Bueno, esto es una cosa que pasa cuando todavía no se tienen todas las fases cubiertas. Y aparte de eso, ninguna vacuna es cien por cien efectiva. Por tanto, que haya personas que han enfermado es completamente comprensible y es parte del estudio que tienen que hacer como fase 3.
Dicho sea de paso, yo he estado buscando para esta entrevista las publicaciones científicas sobre los candidatos cubanos, porque trato de estar lo más al día posible y había leído algunas cosas de estas vacunas pero siempre comunicaciones oficiales, y solamente he encontrado una, un preprint. Es decir, una publicación que no ha sido evaluada por pares. Esto quiere decir que no ha pasado por el escrutinio que pasamos todos los científicos cuando publicamos nuestros artículos: que personas con el perfil parecido –por eso se llaman pares–, anónimas y que no tienen ningún conflicto de interés con nosotros, nos revisan la publicación e, incluso, nos hacen preguntas sobre la experimentación que hemos hecho. Eso no ocurre con los candidatos cubanos. Lo que hay es un preprint, que tiene validez informativa pero todavía no tiene el cuño de haber sido pasado por una revisión exhaustiva por científicos, y es además muy preliminar, no son datos de ensayos clínicos en personas. Por lo tanto, no podemos decir mucho.
P. Es llamativo que Cuba, saltándose tantos requisitos científicos, arriesgue el prestigio que ha construido alrededor de su sanidad.
R. A nivel mundial, esta pandemia se está politizando al máximo, es horrible, y no escapa ningún rincón del planeta. En Cuba, además, por su condición de dictadura longeva, eso se ha convertido en un partido de béisbol o en una Zafra de los Diez Millones. La cacareada sanidad cubana es una historia que se ha quedado en anécdota, pero no es una realidad, para nada. Ya tenemos que ir despejando el mito de Cuba como un paraíso de sanidad y educación. ¿Por qué se han lanzado a hacer esto? Siguiendo los pasos que siempre ha seguido cualquier dictadura: hago esto porque quiero y así voy a demostrar al mundo que soy mejor que nadie. A mí no me sorprende para nada que hayan hecho esto y que sigan haciendo otras cosas de este estilo, pero me parece que es jugar a la ruleta rusa, porque se está hablando de la vida de la población de una isla entera.
Cuba, además, no ha querido entrar en el fondo Covax, que aseguraría una diversidad en caso de fallar. En esta pandemia hay que tener plan B y Cuba no ha querido tenerlo, con esa soberbia que caracteriza a todas las dictaduras. No quito méritos: los científicos buenos están por todo el mundo y si le han puesto financiación, probablemente salga algo interesante de los candidatos vacunales. El problema está en si falla ese plan A, así que no entrar en ese consorcio me parece un gran error. |
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P. ¿Algo bueno de los candidatos vacunales cubanos?
R. La estrategia que han seguido, desde el punto de vista de la biología molecular, es muy buena: tratar de buscar una proteína, que es la que se une a la célula que va a infectar, tratar de bloquearla y, para hacerla más inmunogénica, asociarla a una toxina de tétanos, que el sistema inmunológico va a detectar muy bien, para despertar las defensas en caso de encontrarse con el virus. No es tan rompedora como Pfizer y Moderna, pero sí es una estrategia a tener en cuenta. En ello va otra crítica: hay cinco candidatos, o cuatro, dependiendo de los puntos de vista, y han optado por la misma estrategia en todos los casos. De nuevo, la soberbia de pensar que una sola idea ya será la buena.
P. ¿Cómo va a producir y distribuir Cuba la vacuna en dado caso de que funcione, teniendo en cuenta toda la escasez que existe de medicamentos e insumos básicos?
R. De la misma manera que no podemos criticar el pasado con los ojos del presente, no podemos tratar de evaluar la situación de Cuba con los ojos de un país democrático, donde las cosas no se imponen sino se discuten, se evalúan, se votan... Allí, si los dirigentes deciden que se va a hacer esto, si hay que dejar la Isla entera sin luz porque hay que poner toda la electricidad para producir una vacuna en una planta, así la vacuna después se tire al mar, se va a hacer. Es decir, no dudo de que lo puedan hacer: ya buscarán los medios, quitando de donde no haya para hacerlo.
P. Sobre su trabajo en IdiPaz, ¿cuáles son las señales que pueden hacer predecir la evolución de un paciente de covid?
R. Es algo que muchos investigadores en el mundo buscaron también –y no consiguieron– porque era muy importante. Al principio de la pandemia, había personas que no tenían síntomas graves y se mandaban a casa y morían; a otros los dejaban y no pasaba nada, y al revés. Fue un caos. Lo que hicimos fue aplicar los conocimientos que teníamos de cáncer y de sepsis a este problema y encontramos que si justamente en el primer momento de infección, las moléculas que se llaman immune checkpoint, que son una especie de frenos del sistema inmunológico, están "activadas", la cosa va a ir mal.
En nuestra investigación demostramos que midiendo los niveles de estos immune checkpoints al inicio y sumándole la edad de la persona, se pronostica si va a ir mal o va a ir mejor, si habrá que intubar, poner oxígeno o no hacer absolutamente nada. Estamos muy orgullosos de conseguirlo, con unas dificultades enormes, porque hace un año no estábamos muy seguros de cómo actuar con la sangre de los pacientes con covid, si infectaría a las personas que estábamos trabajando en el laboratorio... Fue una situación bastante peculiar, que contaremos en el futuro como batallitas de los abuelos, pero era mejor no vivirla.
De hecho, cuando empezó la pandemia yo pensé que iba a estar seis, siete meses en casa o estudiando chino, porque no iba a poder hacer mucho más, hasta que nos dimos cuenta de que sí, que íbamos a poder hacer mucho, porque, entre otras cosas, los pacientes de covid-19 que mueren mueren por sepsis, y si de algo sabíamos nosotros era de sepsis.
Una vez que ocurre la infección, el paciente puede morir al principio por lo que llamamos una tormenta de citoquinas, que es como una especie de bombardeo, tratar de matar a una mosca con una bomba nuclear. Si sobrevive a eso, también puede tener una depresión del sistema inmunológico –que ahí es donde mueren más–. En ese momento la persona ni siquiera tiene el virus, pero empiezan a entrarle bacterias, ocurre una sepsis y mueren por eso. Ojo, probablemente en Cuba y en otros muchos países no se estén reportando gran cantidad de muertes por covid porque lo achacan a muerte por sepsis, pero esa sepsis ocurre porque ocurre primero covid, a mí que no me engañen. Es como decir, por ejemplo, "no muere de sida una persona porque murió porque se infectó con un gato". Hombre, murió porque tenía sida y no se pudo defender contra esa bacteria del gato.
P. Precisamente le iba a pedir su impresión sobre algunos casos que hemos observado en Cuba sospechosos de lo que cuenta: ingresados por covid que mueren y no aparecen en la lista de fallecidos del Ministerio de Salud Pública, como la directora de la revista Pionero y al menos un paciente de Cienfuegos documentado por 14ymedio, o pacientes graves, en condiciones terribles, que desaparecen y no se encuentran entre los fallecidos.
R. Probablemente lo pasen a muerte por otra cosa, como fallo multiorgánico. Eso fue un problema en muchos países al principio: había pacientes que ya no tenían el virus y daban PCR negativo pero morían por sepsis, y no los contabilizaban, y sí hay que contabilizarlos porque esa sepsis es debida al virus. Probablemente ahí haya habido, consciente o inconscientemente, algún maquillaje de las estadísticas.
P. Volviendo al contexto internacional, usted decía que Pfizer y Moderna tenían una tecnología rompedora. ¿En qué consiste?
R. La tecnología de Pfizer es alucinante, me encanta: utilizan un pedazo del ARN del virus, le ponen una capsulita de grasa y le echan un poquito de sal. Y eso es capaz de hacer que el sistema inmunológico produzca esa proteína y reconozca esa proteína para luchar contra ella después si aparece de nuevo como virus entero. ¡Es preciosa! Abre también una puerta importantísima a la creación de otros miles de tipos de vacunas, para próximas pandemias o para el cáncer, de una forma además muy rápida: se calcula que en unas ocho semanas como mucho se pueden hacer nuevas vacunas utilizando esa tecnología. El año pasado por estas épocas no dábamos crédito a que esto fuera posible, y no solamente ha sido posible sino que además hasta ahora son las que mejores resultados están mostrando porque tienen más allá del 90% de eficacia, que en vacunas eso es impensable. Anteriormente, la vacuna más eficaz tenía 60%. Si ocurre ahora es debido a esta pandemia, siempre hay que sacar lo mejor de las crisis, y eso es lo mejor: se ha desarrollado una tecnología que nos va a servir para el futuro en muchísimas cosas. Un futuro que ya está aquí.
P. ¿Ha sido prudente suspender la vacunación de AstraZeneca?
R. Con los datos que hay ahora mismo, uno de cada 100.000 vacunados con AstraZeneca tiene incidencia de trombos, pero trombos tratables. Es decir, no se mueren. La mortalidad, hasta lo que sabemos, son 67 personas en 15 millones. Si calculas, es ridículo. Además, no se ha comprobado todavía, puede que sí, una relación directa. Frente a eso, por ejemplo, una de cada 397.000 mujeres que toman anticonceptivos muere por un trombo, y llevamos con anticonceptivos casi un siglo; si sacamos la hoja de efectos secundarios que tienen los antirretrovirales para las personas VIH positivas, puedes empapelar una pared, y sin embargo la persona se sigue tomando esas pastillas porque es eso o morirse. Yo no sé si hay algún interés detrás, la historia lo dirá, pero no me parece del todo coherente lo que está pasando con AstraZeneca, porque todo parece indicar que los beneficios son mucho mayores que los eventos que están ocurriendo. Estoy de acuerdo en evaluar muy bien los rangos de edad y dónde está ocurriendo –todo parece indicar que es fundamentalmente en mujeres, menores de sesenta–, y así excluir a la población a la que puede afectar, pero no en eliminar completamente la vacuna cuando está dando resultados.
P. ¿Y qué pasa con Sputnik V? Hemos leído que la empresa española Grupo Zendal está en conversaciones para producirla y en Rusia hay una campaña a todo motor para promocionarla por el mundo.
R. No conozco muy bien la vacuna, pero supongo que será buena. Yo siempre valoro el trabajo de los científicos y creo que por muchas presiones políticas que tengan, saben que la verdad siempre aflora, algo de lo que yo creo que no se dan cuenta los políticos. Confío en que sea buena vacuna y que si cumple todos los requisitos que imponemos en Europa y en Estados Unidos, no tenga mayores problemas. Una de las condiciones que pone Europa es que parte de la producción se haga en su territorio, para poder tener un poco más de control, y eso será la explicación de las negociaciones con fábricas dentro del espacio europeo. Yo no veo mal que intentemos meter dentro de la oferta de vacunas que podamos tener en Europa una más. Siempre y cuando cumpla con todos los requisitos, y si la podemos producir dentro del espacio europeo, chequearla nosotros mismos, nunca le voy a poner puertas a algo que se haya creado desde la ciencia y que tenga todos los controles. Igual que si uno de los proyectos cubanos sale a flote y se prueba que es bueno, también. Para mí, la ciencia no tiene color, aunque muchos quieran teñirla. Lo que puede pasar es que tomen el poder los políticos y quieran acelerar lo que no se pueda acelerar, o que vendan lo que no es vendible. Si cumplen las condiciones, bienvenido todo lo que sea.
P. ¿Vamos de salida de esta pandemia?
R. Sí, sí. ¡Hombre! El año pasado por estas fechas era terrible. Contabilizábamos los muertos por miles, era como si cayeran cinco aviones cada día, y no había luz, no veíamos nada. No sabíamos por qué morían... Ahora hay que organizarse un poco más para la vacuna y que la reciba todo el mundo, y el cuello de botella es la organización, distribución y producir más. Pero que lo importante, lo difícil, que es crear una vacuna en contra de esta cosa rarísima que acabamos de encontrarnos, ya está. A mí me dicen mucho que yo soy experto en covid y digo: ¿cómo voy a ser experto en una cosa que solo hace un año que conozco?
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