20 AÑOS EN LA EXTREMA DERECHA ESPAÑOLA
El auge de la extrema derecha inunda la mesa de novedades con ensayos y novelas que buscan respuestas en un momento en el que la democracia flaquea en Europa.
Partidarios de Trump, antes del asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021
El veneno literario del totalitarismo
David Saavedra (Pontevedra, 39 años) era muy joven cuando se metió hasta el fondo en lo que él llama “la burbuja”. Su militancia en la extrema derecha y el vacío que en él ha dejado no son muy distintos a los que siente un yihadista, según cita como ejemplo. El proceso le llevó desde una fascinación inicial por Hitler hasta las tripas del movimiento nazi en España y a convertir su juventud en “20 años tirados a la basura”. Cuando quiso “que todo eso sirviera para algo” escribió Memorias de un exnazi: 20 años en la extrema derecha española (Ediciones B), un escalofriante relato del poder del radicalismo sobre la mente. Él fue dejando atrás todo aquello, pero aún hoy confiesa que no se siente liberado. “Lo empecé a escribir antes de saber que me estaba saliendo”, cuenta por videoconferencia. Su ejemplo es una de las múltiples aproximaciones literarias sobre el fenómeno expansivo del totalitarismo y sus distintas máscaras que pueblan las mesas de novedades en español.
“Desde los años treinta nunca ha habido tanta gente que de verdad estuviera convencida de que la democracia liberal no sirve y de que es necesario tirar por otro camino. Y ahí se acaba el paralelismo. La democracia liberal empieza a tener muy pocos defensores, pero no es cierto que estemos viviendo un ascenso del fascismo”, reflexiona Sergio del Molino (Madrid, 41 años), que acaba de publicar Contra la España vacía (Alfaguara), la continuación por la vía política de su gran éxito. “La democracia no tiene sex appeal porque no entendemos el eterno retorno. No va a ningún paraíso, a ninguna Arcadia. Su fin es perpetuarse”, profundiza una lluviosa tarde de junio junto al museo Reina Sofía.
No solo las memorias o el ensayo han atendido este fenómeno en los últimos meses. Con Lux (Seix Barral), Mario Cuenca Sandoval (Sabadell, 46 años) ha apostado por una original historia epistolar en la que un hombre narra el auge y caída del partido de extrema derecha que da título a la novela en una España pospandémica y un tiempo indeterminado. “Lux aprovecha el malestar que es evidente que existe en la sociedad, sobre todo en las clases trabajadoras y en las clases medias. Es un malestar creciente que este tipo de formaciones saben canalizar porque ofrecen un relato sencillo y soluciones simples a cuestiones realmente complejas. Aprovechan también los prejuicios, que han encontrado en las redes sociales una verdadera autopista. Y capitalizan el descontento mejor que la izquierda y los liberales”, reflexiona por teléfono. Dice Lux como podría decir Vox, porque la realidad se ha filtrado en esta y otras ficciones. Y ahí se sitúa Antonio Scurati, quien con su monumental proyecto sobre el fascismo italiano (en español Alfaguara ha publicado M. El hijo del siglo y M. El hombre de la providencia) novela una historia con ecos evidentes en el presente.
Tedio, melancolía, frustración o ira y sus sinónimos se repiten en cada conversación, surgen siempre que se trata de explicar el auge del totalitarismo en el mundo, la seducción del autoritarismo, el veneno del radicalismo. “La nostalgia y el aburrimiento con los políticos son el reflejo de algo más profundo: la sensación de que, en un mundo globalizado, los políticos no tienen poder. La gente imagina que hubo un tiempo mejor en el que los políticos eran más heroicos y estaban mejor formados. Ahora parecen triviales y tontos. La gente quiere algo mejor”, asegura por correo electrónico Anne Applebaum, que aporta al debate su El ocaso de la democracia (Debate) una brillante reflexión sobre el aspecto más tentador del autoritarismo y sus mecanismos de seducción.
Applebaum (Washington, 56 años) no cree que la amenaza sea mayor para democracias más jóvenes. “Todas son vulnerables. En varios sentidos, la situación de Estados Unidos, por ejemplo, es mucho peor que la de España. La democracia americana es una de las más antiguas del mundo y sin embargo una parte importante de uno de nuestros mayores partidos no cree en el sistema electoral. No creo que España esté así de mal, todavía”. La escritora construye este libro mediante los mimbres de su experiencia personal —está casada con el político polaco Radoslaw Sikorski y vive en Polonia, junto con Hungría los dos países de la Unión Europea que viven más de cerca los efectos de las políticas autoritarias—, apegada a los intelectuales y periodistas más prominentes de Europa del Este, algunos amigos suyos a los que ha perdido cuando optaron por el camino de la radicalización. Cuando no disponía de este acceso privilegiado a las fuentes, lo buscaba; viajó a España y se reunió, entre otros, con Rafael Bardají, uno de los ideólogos de Vox, a quien desnuda con eficacia.
“Vox no es un partido nazi, no es correcto. Es negacionista”, asegura Saavedra mientras toca uno de los tatuajes que cubren su cuerpo y le recuerdan su otra vida, esa en la que estaba convencido “de la existencia de una conspiración mundial para esclavizar a la raza blanca”. Su solución —ahora que en Francia se acaba de editar una versión de 900 páginas de Mein Kampf con profusión de notas, contexto y un gran aparato explicativo— pasa por eliminar el “aura” que se otorga a estas ideas cuando se las esconde y censura en lugar de dejar que se pongan en evidencia.
El protagonista de Lux es un cobarde que se echa en brazos del movimiento, un hombre acabado “que quiere ponerse en paz con sus prejuicios, su ira y sus resentimientos”, explica su creador. “Su discurso puede repugnarnos a los demócratas, pero en algún momento puede sugerirnos ideas que pueden parecernos razonables y eso provoca en el lector cierto malestar”, resume Cuenca Sandoval para poner el dedo en la llaga de cierto conflicto interior sin el que no se explican algunos éxitos electorales.
Del Molino apuesta por recuperar la ingenuidad: “Es buena para todo y está fuera de todo. Si la recuperamos el debate ganará en tensión democrática. Lo que ocurre es que se confunde con una forma de bondad con muy mala prensa, porque se asimila a la idiocia”. Su ensayo destila cultura, pero él avisa: “El fascismo no se cura leyendo. Es mentira. La cultura puede generar una barbarie enorme”. Y Applebaum, que visita zonas sombrías en su libro, se decanta por el realismo frente al pesimismo o el optimismo. “No es justo decir a los jóvenes que todo es terrible, algo que puede llevar a la apatía o al nihilismo”. Pueden empezar por recorrer con Saavedra la senda oscura, ver cómo funciona la burbuja para no dejarse atrapar.
|