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General: Torremolinos recupera el cetro del turismo gay
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De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 05/07/2021 13:05
 
Torremolinos recupera el cetro del turismo gay: "Jamás han podido con nosotros"
La noche arcoiris en la ciudad malagueña lleva años recuperando la pujanza frente a otros destinos como Sitges. Ahora, en el fin de la pandemia, aspira a volver a los 'locos' 60
 Agustín Rivera
El alzacuellos no le confunde a Louis Darrant, cura anglicano y gay. Viaja por la vida con los ojos grandes, con la sonrisa abierta, asombrado de lo que aporta Torremolinos a este colectivo. En el chiringuito El Edén, de la playa de El Bajondillo, punto de encuentro de la comunidad, quedan pocos minutos para las ocho de la tarde. Se sienta y pide un 'gin-tonic' Tanqueray. "Algo toro", dice con simpático acento inglés de chico de Londres formado en Escocia. Louis, de 44 años, lleva 10 meses en la Costa del Sol. Durante dos años y medio, vivió en Vinaroz (Castellón). Cuando le propusieron ser miembro de la comunidad anglicana del Cementerio Inglés de Málaga, uno de los camposantos más bellos de España, y donde está enterrado Gerald Brenan, se abonó a recuerdos felices. Mientras él estudiaba en el monasterio de la Resurrección, sus padres vivieron en Estepona y Benalmádena. "En Londres, hay mucha gente que quiere venir a Torremolinos. Cada vez más, es un lugar famoso de vacaciones y no solo por ser LGTBIQ+, sino por la mezcla de gente diferente".
 
—¿Eres sacerdote y gay? Es la frase que más le preguntan. Entiende que los dos términos pueden chocar en un país donde los curas no heteros suelen ocultar su homosexualidad y donde la Iglesia católica no admite que los sacerdotes se puedan casar ni tener relaciones sexuales. Louis tenía una pareja gay en Reino Unido. Ahora no la tiene. Le gustaría una relación "muy estable". "Es muy precioso que haya unos valores en común. Qué será, será…", dice emulando la canción de Doris Day.
 
Louis se ha convertido en imagen de la campaña promocional del colectivo LGTBIQ de Torremolinos para dar testimonio de diversidad. Su fotografía ha aparecido esta primavera en carteles que reivindican los valores de tolerancia de un municipio que acaba de cumplir los 50 años de uno de los episodios más negros de su historia: la gran redada contra la comunidad gay. En 2019, el pasaje Begoña fue declarado por el Congreso Lugar de Memoria Histórica y Democrática. Ya no hay ningún bar abierto, pero hay letreros en cada número que recuerdan lo que este sitio fue. España es destino favorito mundial para la comunidad gay. El turista LGTBIQ representa, según la Organización Mundial del Turismo, el 10% del total de viajeros internacionales (165.000 millones de dólares en el mundo). Según datos de LGBT Capital, el turismo de este sector en 2018 alcanzó un impacto en el PIB español de más de 6.100 millones de euros.
 
En este contexto, Torremolinos es un oasis LGTBIQ en España y uno de los mayores de Europa. Incluso del mundo. Porque el 'boom' del turismo gay en Torremolinos traspasa fronteras y en este segundo verano de la pandemia, con un colectivo inmunizado en un tanto por ciento muy elevado ("aquí hemos pillado casi todos el covid, aunque leve"), vuelve el municipio pionero de la Costa del Sol a reivindicarse como lugar de libertad. Este es un lugar donde nadie mira si dos personas del mismo sexo van de la mano por la calle o se besan. Y donde la bandera arcoíris ondea más que ninguna otra, donde todas las tribus gays pueden convivir entre ellas y con los heteros.
 
Miedo e inseguridad
Tras los oscuros setenta y un cierto adormilamiento de la comunidad gay en los ochenta y los noventa, trufado de miedo y de inseguridad, el movimiento LGTBIQ despertó hace dos décadas de un cierto letargo. En los últimos cinco años, se ha notado la explosión reivindicativa, y eso que un ejemplo como el del cura Louis aún llama la atención. Hace un par de lustros, se hubiera convertido en una extrañeza mayúscula. "Desde pequeño sabía que era gay y que eso podría traerme dificultades en la Iglesia, pero ahora siento que en la Iglesia hay sitio para todos". Cuando le insisten en cómo puede ser homosexual y anglicano, responde con frases de san Pablo y de san Agustín. Esta es suya: "No es difícil ser cura: yo soy quien soy y vivo mi vida".
 
"Es posible divertirse y sentir algo más profundo. Tenemos fe y somos gays" Valora la mezcla de ambientes diferentes, de cómo disfruta practicando el kayak o el vóley con otros amigos; de cómo está aprendiendo a tocar la guitarra y de cómo siente la cultura española, no solo refugiado en el tópico del buen tiempo o la comida. "Es posible divertirse y sentir algo más profundo. Los que tenemos fe y somos gais somos niños de Dios". Apura el 'toro' del 'gin-tonic' y se marcha de El Edén. "Mi profesor de español se va a poner muy contento cuando le diga que no he hecho la entrevista en inglés". El alzacuellos, el también llamado 'clériman', no se lo ha quitado en ningún momento. "Para mí es un recuerdo, una memoria de lo que yo soy para otros. Otro día vengo aquí con mi bañador de colores".
 
Para entrar en Querell, hay que tocar un timbre. Te observan por la mirilla. Prohibidas las mujeres y los tipos que vengan subidos de alcohol. Los heterosexuales pueden entrar, pero si no quieren sexo se van a sentir incómodos, advierten los gais. Alguno pregunta si hay chicas (hace 10 años, era un club de alterne), que si se puede tomar una copa, como diciendo ‘yo no soy gay’… "y al final es el último que sale del local". Los miércoles, viernes y sábado se invita a ir sin camiseta. Los jueves, vestidos. El domingo, en ropa interior o bañador. Los lunes y martes cierran. Si vas un viernes, todo el mundo irá desnudo. Es el día de la fiesta nudista. Hace poco, un repartidor del Telepizza llegó al Querell y vio a todo el mundo desnudo. "¿Dónde estoy yo?", se preguntaba. No sabía dónde meterse. Ni se podía imaginar lo que estaba viendo.
 
De los mejores de Europa
Querell consta de 300 metros cuadrados divididos en ocho compartimentos. La mayoría están comunicados entre sí. Casi todos son oscuros o al menos con iluminación tenue, y en algunos la luz roja es la que sobresale. No solo es un parque de atracciones del sexo. Claro que venden sexo... y del explícito, pero los turistas "buscan sobre todo morbo, fantasía y disfrutar de su sexualidad", apunta Juanma, dueño del local, bisexual, de 39 años. Querell es uno de los espacios de 'cruising' más solicitados por los turistas gais que llegan a Torremolinos. La revista 'Shangay', uno de los medios de más difusión entre la comunidad gay, lo considera entre los cinco mejores locales de sexo público de Europa. ¿Y por qué no puede haber chicas? "Entiéndelo, si vienen ellas, no vas a vivir tu sexualidad plena, te vas a cortar. A lo mejor hay chicas curiosas, se lo explicas y lo entienden". Algunos llegan buscando el local de intercambio de parejas, que está en la misma calle. Y hay clientes que, nada más aparcar por la zona y antes de entrar en el local, se colocan un pasamontañas. No quieren que nadie les vea acceder al club. Vienen de un pueblo. Nadie sabe que son gais o que les gusta el sexo con gais. Sí, esto ocurre en 2021 todavía con demasiada frecuencia. "A 30 kilómetros de aquí, está la Andalucía profunda".
 
La discreción es la clave del éxito del Querell, el mismo nombre de la película icono del cine gay estrenada en 1982. El teléfono móvil se queda en la taquilla. Nadie puede utilizarlo en el interior y si alguien lo usa se le invita a dejarlo en la taquilla, y si se niega, queda expulsado del local. Cada verano, una persona reconocida a escala internacional alquila el local y organiza una fiesta privada para él y sus amigos. Si hubiera móviles, ese asiduo visitante jamás volvería. El 70% de la clientela es extranjero. Abundan los alemanes, británicos y belgas. Una pareja de Bruselas trae bombones al dueño del Querell cada vez que vuelve a Torremolinos. Tienen treinta y tantos y no van un día ocasional, sino de miércoles a domingo. "No llego a intimar con ellos. Puedo tener contacto con el cliente, pero hasta lo que él quiera hablar".
 
25 chinos
Un grupo de cinco chicos británicos son habituales del local y uno de ellos "se echó novio aquí". Hace poco, celebraron el cumpleaños "a lo grande". El dueño les compró una tarta y una botella de champán. El año pasado también hubo una inusual visita asiática. Eran 25 o 30 chinos. "¿Cómo nos habéis conocido?", se preguntaban. Nadie sabía cómo. Los fines de semana, hay un 50% de usuarios nacionales que incluye una "avalancha" de madrileños y de jienenses y sevillanos. También del interior de la provincia de Málaga. Hay turistas que viajan a Torremolinos solo para ir a este tipo de locales. Llegan solos, en pareja o con amigos. Durante la pandemia, han perdido más del 50% del negocio habitual. El público foráneo se está empezando a recuperar poco a poco. Ahora el local abre de seis de la tarde a dos de la madrugada. Antes del covid, lo hacía de 21:30 a seis de la mañana. A pesar del récord negativo de 2020, Torremolinos fue el pasado verano uno de los puntos turísticos del país con mayor volumen de estancias, 255.831, lo supuso una ocupación media del 44%.
 
El salón del Querell tiene velas para crear una atmósfera íntima. Hay grafitis y estancias que se asemejan a una obra a medio hacer o una casa abandonada. En una habitación hay un ‘sling’ (columpio sexual) donde se puede montar una persona de hasta 180 kilos. Cada cuatro meses cambia el diseño del local, de habitaciones temáticas, no convencionales. Uno de los tres camareros del bar se llama Miguel. Lleva puesta una camiseta titulada Memphis 89 y no quiere decir su edad. Sobre 50 o un poco más. Cristian, otro de sus compañeros en la barra, tiene 21 años. Aseguran los asiduos al Querell que en el momento álgido de una noche cualquiera es un lugar "muy divertido". "Es tal la libertad que hay que puedes hacer lo que te dé la gana. Aquí no hay nada políticamente correcto". Quien habla es José María Ramírez, abogado de prestigio, de 45 años, con despacho en la calle Larios 1, de camino a su casa de Montemar-La Carihuela.
 
A José María, un experto del arte contemporáneo, le gusta trabajar en Málaga, pero prefiere vivir en Torremolinos. Otra vez la libertad. Está casado con Alberto, un ingeniero manchego, con quien comparte vida y la custodia de un pequeño. Se creó una cuenta de Grindr, el Tinder de los gais, cuando José María conoció a Alberto. "No, no. El Tinder es el Grindr de los heteros. El Grindr está antes. Nosotros os llevamos a los heteros una década de ventaja". Sonríe y ríen. Alberto prepara el sushi que ha encargado en un restaurante de Puerto Marina (Benalmádena). Entre bocado y bocado, salsa de soja y wasabi, José María confiesa que no le da morbo tener relaciones sexuales en un local. Sí suele ir al Querell a tomarse una copa. "El turismo gay tiene historia en Torremolinos. Jamás han podido con nosotros y así será mientras el planeta sea planeta".
 
La situación en Sitges
¿Cómo está la situación en otros destinos gay competidores de Torremolinos? En Sitges, la otra gran referencia turística española LGTB, se nota ya la presencia internacional, aunque a un ritmo más lento por las fuertes restricciones sufridas en Cataluña. "Julio y agosto medirá la recuperación covid. Esperemos que el mercado de Estados Unidos, Canadá y Latinoamérica vuelva a partir de septiembre", subraya Alejandro Eguía, gerente del Gremio de Hoteles de Sitges. Maspalomas en Gran Canaria y las grandes ciudades como Madrid (Chueca como escenario principal) y Barcelona son las otras zonas con gran presencia turística LGTB. "Es verdad que antes del covid había una pujanza más multitudinaria de nuestros potenciales clientes hacia Barcelona, pero después del año pasado nos hemos dado cuenta de que se prefieren destinos más manejables y pequeños como Sitges".
 
Venga, vámonos, que hemos reservado en El Molino. Es el turno de la noche de Torremolinos. La Nogalera es un terremoto, un tobogán de música y jaleo. Ganas de jarana un viernes de junio. "¿Esto es para el periódico? ¿Me vas a sacar porque no tengo puesta la mascarilla?", dice una trans. "No, hijo, aquí hay contraluz. No me saques papada, por favor. Repite la foto". No sonríe. No existe ni un rastro de sonrisa. Lleva los labios operados, unas letras que rodean el cuello y dicen 'Sexy'. Debajo, un tatuaje de dos calaveras que se besan encima de la palabra 'Hardcore'.
 
José María, de talante vital y libérrimo, ejerce de 'cicerone'. Mira, este es el Morbo's, el primer local de gays. Ahí está el Men's. Fuera hay dos señores de unos 70 años. Visten camisas verdes y rojas. Regentan en Cádiz capital una peluquería. Los fines de semana se vienen a Torremolinos. Llevan más de 30 años juntos y se casaron en cuanto lo permitió la ley. "Aquí hay una libertad que no la vemos en ningún sitio", dice uno de ellos.
 
Afrodisia, rubísima de bote, empezó a trabajar en el Morbo's. Tenía 19 años y promocionaba 'flyers'. Luego fue travesti tomando como modelo el transformismo antiguo de caracterizaciones de las artistas. Hoy es empresaria. "El turismo gay está muchísimo mejor que otros años. La gente viene con la ilusión de volver a lo que era antes. Estamos hasta contratando en Madrid a personal para que trabaje en Torremolinos", explica delante del Edén Copas, templo de la noche LGTBIQ junto al Aqua, epicentro del Mad Bear Beach, que se celebrará del 6 al 16 de agosto.
 
Más 'open mind' que Ámsterdam
Sigue habiendo miedo a ser reconocido como usuario de estos locales. El caso del cliente del Querell que toca el timbre con el pasamontañas puesto y el de un cliente extranjero que se encontró Afrodisia en el Mercadona con su mujer. El hombre, que va cada noche a su local (siempre se pide un Bacardí Cola), no sabía dónde meterse porque no quería que le saludara. El holandés Roy Veldhuizen es biólogo y tiene 37 años. Recién llegado a Torremolinos, aparece por uno de los locales de moda de los bajos de La Nogalera. “Aquí somos bienvenidos. Sabemos que este es un buen sitio para nosotros y es muy conocido en Países Bajos. Ámsterdam, mi ciudad, es muy conocida por la mente abierta que tenemos, pero aquí incluso hay más ‘open mind”, relata Roy, que descubre un rostro más joven de lo que parece al quitarse la mascarilla.
 
Samantha Ballentines lleva más de 10 años trabajando en la noche. Viene de actuar en un local de la zona y al día siguiente se desplaza a Jaén a actuar en otro local. "Ahora mismo esto parece 2019. Estoy viendo muchos guiris. Está todo el mundo viniendo, como antiguamente". Miss Greco, una de las estrellas cabareteras torremolinenses, está a punto de actuar. Hay aplausos, risas y chanza sobre si entre ellas hay que llamarse "putas". "Anda, loca, ¡maricón!”, suelta en otro momento. "Estos términos nos los podemos decir entre nosotros, entre nosotros, pero no los aceptamos si nos los dice un hetero con malas maneras o como insulto, por supuesto", aclara un gay de la zona. Suena Camilo Sesto con el ‘Vivir así es morir de amor’. Todos cantan "¡Y ya no puedo más!". Tras el ruido que no cesa de la noche que no parecía acabar nunca, el día llega en un hábitat propicio a la charla más reposada. Varios amigos gais comparten una comida tranquila en el restaurante/chiringuito Edén. Nadie pide pescaítos. Abundan las ensaladas y la conversación sobre cómo ha cambiado Torremolinos.
 
Abel Navajas es el cofundador y CEO de Woonivers, una empresa que está lanzada a revolucionar el mundo del 'tax free'. Abel aún no vive en Torremolinos, pero le gustaría venir más y comprarse algo junto a la playa. Observa la evolución LGTBIQ del municipio y cree que aún queda recorrido. "Aquí empieza a verse gente muy interesante y hay tranquilidad para trabajar. Y tienes el aeropuerto a 10 minutos y el AVE a 20". Tiene 37 años y su trabajo se desarrolla entre Madrid, Barcelona y Ciudad de México.
 
Juan Borrego, natural de Jaén y afincado en la Costa del Sol desde hace más de una década, de 51 años, es un experto inmobiliario de la zona. Al abogado José María Ramírez, muy atento al modelo de negocio de Woonivers, no le gustan nada términos asociados con lo LGTBIQ que considera ya demasiado antiguos, un tanto obsoletos, como la expresión “salir del armario”, lo de "¿entiendes?" o “el ambiente”. “¿Qué es eso? ¿Te has escapado de los ochenta?”, bromea. Incluso considera que la bandera del arcoíris ha quedado con el tiempo demasiado sobreexpuesta. “Quizás hace 10 años tenía sentido la bandera. Ahora ya no”, recalca José María.
 
También heterosexuales
Borrego habla de DiverSenior, una asociación que preside, enfocada en los mayores LGTBIQ, creada en 2020, y que tras la pandemia está intentando remontar con actividades como el yoga en la playa. En DiverSport Torremolinos, el primer club deportivo inclusivo de toda Andalucía, organizan actividades deportivas y excursiones, no solo para residentes, sino para turistas. Hay 200 personas inscritas en varias disciplinas. “Claro que se pueden apuntar heterosexuales”, explica Liván Soto, presidente de DiverSport y atleta de élite en la Cuba de los noventa. A sus 43 años, sigue ganando competiciones internacionales de veteranos y especializadas en diversidad.
 
En La Habana de los ochenta no existía educación sexual basada en la diferencia. “Ser gay suponía estar en el otro bando”. Liván estudió Derecho en La Habana y logró una beca para estudiar un máster en Granada de estudios de género. “En Torremolinos no todo es perfecto, pero sigue siendo la tierra con más luz y esperanza para nuestro colectivo que cualquier otro sitio”.
 
Continúa: "En mi vida cotidiana, he sufrido la discriminación por llamarme negro o sudaca. Esas cosas te hacen ser más fuerte y más resiliente". Lamenta que hasta ahora el colectivo transexual haya estado orillado y resalta cómo según los datos del Ministerio del Interior la orientación sexual representa la tercera causa de los delitos de odio.
 
A Liván, que tiene previsto acabar el próximo año su tesis doctoral sobre las sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, le han tentado con la política. Por ahora, no quiere dar ese paso. Eso sí, le gustaría que las cosas se pudieran hacer de otra manera: con los gays desempleados, en que hay que pensar en el colectivo mucho más allá del Día del Orgullo Gay y en la vejez de la comunidad. “Las lesbianas lo pasan peor que nosotros”, admite Liván.
 
Rechazo a las lesbianas
Los transexuales también sufren. Marcia tiene 61 años y regenta el local La Nuit de La Nogalera. Es transexual desde hace siete años. "Pretendo hacer de mi local un sitio más abierto y menos sectario, donde puedan venir los heteros y sentirse a gusto, como ocurre en Chueca, París o Berlín". Marcia creyó toda su vida que era gay, pero no: se sentía mujer. Es mujer. "El mundo gay ha avanzando, pero no todo lo que debería. Los propios gais rechazan a las lesbianas y tienen mucho todavía que avanzar… y a los transexuales ni nos dan trabajo. Para mí, hay todavía muchos sitios demasiado cerrados para los gais, parecen anclados en los años ochenta con los 'shows'. Están hecho más para despedidas de solteros y solteras".
 
Son las 17:50 de un día entre semana y el hotel Ritual de Torremolinos se prepara para la temporada alta. La banda sonora del altavoz de la piscina recorre todo el repertorio de Jamiroquai. Luego suena Rick Ashley (‘Together forever’) y ‘Like a Virgin’, de Madonna. Se remata con ‘I will survive’, de Gloria Gaynor. Javier Merino es el consejero delegado de la cadena Ritual, con sede en Sevilla y 10 años de antigüedad. Este año también, por razones operativas, es el director del hotel torremolinense. Desde hace cuatro años, están especializados en el turista LGTBIQ. El hotel, de tres estrellas a un precio de 70 euros la habitación de media, tiene 200 habitaciones y es el más grande de Europa dedicado a este colectivo. Solo cierra en enero y febrero. La empresa ha invertido cuatro millones de euros en un Plan Renove de sus instalaciones. La subasta del inmueble se ha decidido esta misma semana. Continúan con el contrato de gestión.
 
No solo hay espacio en sus instalaciones para "el ligoteo, la marcha, sino también para descansar", dice Merino. Tampoco todo es musculito. Entre Semana Santa y agosto, el 90% de la clientela es nacional. A partir de septiembre y hasta marzo, el cliente español solo representa el 20%.
 
Ritual ha abierto un nuevo hotel LGTBIQ en el centro de Torremolinos, junto a la nueva parte peatonal. Se llama El Sireno, tiene 58 habitaciones y han invertido 600.000 euros en rehabilitar el antiguo hotel Adriano. En lo que fue la discoteca Eugenio, preveían inaugurar en 2022 los apartamentos turísticos Ritual Dona, su marca solo para lesbianas. Ahora estudian desplazar este producto a Benidorm.
 
El turismo LGTBIQ es el que más gasta en Torremolinos. La estancia media es de cinco días y el que más dinero pone de su bolsillo (el 50% del presupuesto total) en el desembolso de noches de alojamiento. "Cada vez somos más un hotel destino, sobre todo para personas de más de 40 años".
 
Una lona del orgullo gay con cuatro traseros de chicos posando para la cámara significa "la libertad de personas que miran al infinito y ni se conocían". Merino invita a subir a la azotea del hotel, donde ahora se ubica una piscina y solárium. En la vista de360 grados, destacan el antiguo hotel Castillo Santa Clara (el originario Castillo del Inglés), el Colegio Medalla Milagrosa, la vista de la bahía de Málaga y el runrún de la calle.
 
En una parte del restaurante del hotel, figuran las cuatro banderas del colectivo con sus respectivos colores. Merino, que se ha hecho 15 maratones y cada día corre 12 kilómetros ida y vuelta, acaba de encontrar la pelota de tenis con la que su perra Mía, de un año, juega cada día mientras espera que venga de su carrera habitual.
 
Psicótica de Vallecas
Psicótica es un chico gay de 38 años. Natural de Vallecas. Se vino a Torremolinos para 15 días y ya lleva tres años. "He trabajado en muchos sitios de España y aquí estoy encantado. Engancha la calidad de vida y la gente". Este 'drag' lleva la animación del hotel y los fines de semana organiza las fiestas de la piscina, pone música y prepara cócteles.
 
"Los mejores amigos que tengo aquí son antiguos clientes. Son parte de mi familia". Psicótica lleva desde los 17 años con este trabajo que adora. "Estoy loca y me lo paso bien haciendo de todo". Aunque asegura que su personaje es muy cercano, admite que al principio alguien se puede asustar. Lo primero que dice nada más entrar, a media mañana, es animar a que vayan a la piscina: "¡Maricones, todo el mundo a levantarse de la cama!". "¡Venga, para abajo todo el mundo!".
 
—Bicho raro, me llamaban en el colegio. Estos tatuajes reflejan mis dos lados. El de mi vida normal y el de artista.
 
Psicótica sigue liada ordenando varios flotadores rosa. Ella es un torbellino. No para. El ritmo no para ni en el hotel, ni en Torremolinos. La canción ‘I will survive’ seguirá sonando como si fuera el 'Himno de la alegría' de los LGTBIQ. Turistas gays, lesbianas y trans de toda Europa y más partes llegarán a este enclave de la Costa del Sol para encontrar no un paraíso, no un sitio perfecto, pero sí un lugar en el mundo para divertirse, trabajar y ser libres.
 
Pensando en los clientes que entran al Querell con pasamontañas, los que no saludan en la cola del supermercado por temor a que su mujer sepa dónde se escapan alguna noche o los que ocultan en su trabajo que son LGTBIQ, es todo un síntoma la frase de Marcia: "Yo no oculto lo que soy".
 


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