Diubis Laurencio Tejeda, un cubano de 36 años, murió este lunes 12 de julio en el barrio La Güinera, municipio habanero de Arroyo Naranjo, durante protestas calificadas por la prensa estatal como “disturbios”. Se trata de la primera muerte violenta en el contexto de las manifestaciones iniciadas el domingo que confirman fuentes oficiales.
Laurencio Tejeda vivía en esa zona sureña de La Habana y según la nota de la Agencia Cubana de Noticias (ACN), avanzaba entre integrantes de “grupos organizados” que intentaban llegar el lunes por la tarde a la Estación de Policía del Capri, a menos de un kilómetro del centro del barrio.
De acuerdo con la misma fuente, a su paso estos civiles fueron interceptados por fuerzas del Ministerio del Interior (MININT) y que, en el enfrentamiento, algunos fueron detenidos, y otros resultaron lesionados, incluyendo agentes policiales. Insiste el MININT en llamar a estos civiles “elementos antisociales y delincuenciales en el Consejo Popular Güinera, municipio de Arroyo Naranjo”, que alteraron el orden y buscaban “agredir (en la estación policial) a sus efectivos y dañar la instalación”.
Este tuit que cita a la agencia de prensa AFP, indica que “un hombre murió en protesta registrada en periferia de La Habana (oficial)”. Aun cuando no dice en concreto La Güinera sino “periferia”, fuentes ciudadanas consultadas vía telefónica confirman que el lunes, además de los heridos, falleció al menos una persona, lo que coincide con este primer dato oficial sobre una muerte violenta en el contexto de las protestas en territorios de Cuba. El canciller Bruno Rodríguez niega que se trate de un “estallido social”.
La prensa oficial, previo lamento en un párrafo final de la muerte de Laurencio Tejeda, publicó sus “antecedentes por desacato, hurto y alteración del orden, por lo cual cumplió sanción”.
Hasta entrada la noche, los residentes de ese barrio capitalino perdieron el flujo eléctrico, tampoco tenían Internet, como ocurre en varios territorios desde que el domingo parte de la población cubana salió a las calles en diferentes puntos del país, sin que se pueda establecer una comunicación fluida excepto por llamadas a líneas fijas o móviles, siempre y cuando no involucren acceso a la red de redes. No se menciona nada sobre cortes de Internet en la nota citada, sino que, en cambio, responsabiliza a los manifestantes de “vandalizar viviendas, incendiar contenedores y afectar el tendido eléctrico”.
En este sentido, la ACN es enfática en que los civiles agredieron con armas blancas, piedras y objetos contundentes a los agentes y a otros civiles en el lugar. Un video transmitido en directo por un usuario de Facebook en el lugar de los hechos, muestra a un grupo de personas caminando rumbo a la estación policial mientras lo dicen. El video no alcanza a mostrar la parte de los enfrentamientos que dejaron, además, varios lesionados que fueron trasladados hacia hospitales. La información oficial no aporta nada más sobre el estado de salud de estos pacientes.
El grupo, según se ve en el video, había salido desde el punto más céntrico del barrio hasta la Calzada de Bejucal, e iban coreando por el camino varias consignas que difieren del histórico “Patria o Muerte” con que se ha prolongado en el poder por más de 60 años el Partido Comunista. Este hecho ocurre a solo un día de que Miguel Díaz Canel, quien encabeza el gobierno cubano expresara una actitud beligerante al decir que “la orden de combate está dada” .
Grupos afines al Gobierno toman las calles para acallar la protesta en Cuba
Dos mensajes divulgados este martes en Twitter por el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, reflejan la tensión que vive la isla tras las inéditas protestas del domingo. El primero dice: “La revolución cubana no va a poner la otra mejilla a quienes la atacan en espacios virtuales y reales. Evitaremos la violencia revolucionaria, pero reprimiremos la violencia contrarrevolucionaria. Quien ataca a los agentes del orden, ataca al país”. En el segundo afirma: “La contrarrevolución sueña con una guerra entre cubanos”, y añade: “No vamos a darles el gusto”. En horas de la tarde, las autoridades dieron a conocer que el lunes se produjeron nuevas protestas y disturbios en el barrio habanero de Arroyo de Naranjo durante los cuales ocurrió un enfrentamiento entre policías y manifestantes, en el que resultó muerto un hombre de 36 años llamado Diubis Laurencio Tejeda. Según la versión de la agencia oficial ACN, hubo varios lesionados y detenidos cuando el grupo trató de dirigirse a una estación de la policía “con el objetivo de agredir a sus efectivos y dañar la instalación”. No se precisa cómo ocurrió la muerte.
Dos mensajes divulgados este martes en Twitter por el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, reflejan la tensión que vive la isla tras las inéditas protestas del domingo. El primero dice: “La revolución cubana no va a poner la otra mejilla a quienes la atacan en espacios virtuales y reales. Evitaremos la violencia revolucionaria, pero reprimiremos la violencia contrarrevolucionaria. Quien ataca a los agentes del orden, ataca al país”. En el segundo afirma: “La contrarrevolución sueña con una guerra entre cubanos”, y añade: “No vamos a darles el gusto”. En horas de la tarde, las autoridades dieron a conocer que el lunes se produjeron nuevas protestas y disturbios en el barrio habanero de Arroyo de Naranjo durante los cuales ocurrió un enfrentamiento entre policías y manifestantes, en el que resultó muerto un hombre de 36 años llamado Diubis Laurencio Tejeda. Según la versión de la agencia oficial ACN, hubo varios lesionados y detenidos cuando el grupo trató de dirigirse a una estación de la policía “con el objetivo de agredir a sus efectivos y dañar la instalación”. No se precisa cómo ocurrió la muerte.
En aquella ocasión los disturbios del Malecón no fueron a más, salieron a la calle los llamados “destacamentos de respuesta rápida” e impusieron el orden a golpes, y luego más de 30.000 cubanos se lanzaron al mar. Sin que de momento se haya producido ese desenlace, las protestas del domingo no tienen precedentes, tanto por su tamaño y dispersión como por la gran repercusión que tuvieron gracias al altavoz de Facebook, Instagram y WhatsApp, que el Gobierno de La Habana considera gasolina incendiaria en estos momentos. Uno de los efectos más claros es que desde el domingo por la noche es casi imposible conectarse a internet a través del teléfono móvil.
El impacto de lo sucedido ha sido grande en el país. Y si en la calle, en las casas y en los centros de trabajo estos días no se habla de otra cosa, ocurre igual en las jerarquías políticas. Un ejemplo de hasta qué punto las autoridades se han tomado en serio las manifestaciones es la reunión realizada en la tarde del domingo por el Buró Político del Partido Comunista Cubano, a la que asistió Raúl Castro, aunque el expresidente ya no forma parte de ese organismo. “Durante el encuentro, se analizaron las provocaciones orquestadas por elementos contrarrevolucionarios, organizados y financiados desde Estados Unidos con propósitos desestabilizadores”, aseguró una nota de prensa publicada este martes por el diario oficial Granma. El texto indicaba que en la sesión se abordó “además la ejemplar respuesta del pueblo al llamado del compañero Díaz-Canel a defender la Revolución en las calles, lo que permitió derrotar las acciones subversivas”.
Tanto en el Maleconazo como en las últimas protestas, el trasfondo es el mismo: el gran descontento popular por las penurias económicas y la crisis que atraviesa el país, que ha provocado un grave desabastecimiento y colas de horas para comprar artículos de primera necesidad, escasez de medicinas y de todo tipo de víveres, el regreso de los apagones debido a roturas en varias termoeléctricas, y una situación agravada todavía más por el peor brote de la epidemia de coronavirus —este martes se volvieron a superar los 5.000 casos—, que ha puesto al sistema sanitario cubano contra las cuerdas. Y esas condiciones no van a mejorar a corto plazo.
El Gobierno cubano admite el malestar ciudadano, pero acusa a EE UU de estar detrás de lo ocurrido y de la manipulación de las redes sociales para favorecer la desestabilización del país. El ministro de Exteriores, Bruno Rodríguez, dijo que lo sucedido el domingo en Cuba no fue “un estallido social; hubo disturbios, desorden. Incluso la prensa internacional reconoce que hubo acciones de violencia en los disturbios, pero no el estallido social por el cual el Gobierno estadounidense ha estado trabajando, de manera oculta o más públicamente en los últimos tiempos”.
La tensión es palpable en los discursos y en las redes sociales, la polarización es cada vez mayor. Desde el lunes empezaron a ser liberados decenas de jóvenes que habían sido arrestados la víspera, pero no se sabe cuántas personas continúan detenidas. Un cálculo de la agencia France Presse las cifra en 130.
El dramaturgo Yunior García, uno de los activistas del llamado 27N, que fue arrestado a las puertas del Instituto Cubano de Radio y Televisión, escribió nada más ser puesto en libertad: “En los múltiples interrogatorios que vivimos quedó claro que nadie desde fuera nos orientó a salir a la calle, que absolutamente nadie nos pagó un centavo por hacer lo que hicimos. Pero también dejamos clarísima nuestra posición y nuestras ideas de cambio, en un país que no frena su caída al barranco, con una aguda crisis sanitaria, sin medicamentos ni comida, con una inflación galopante, una deuda impagable, tiendas en moneda extranjera que se expanden como pulpos, un país que se llena de hoteles mientras el fondo habitacional sufre un perenne peligro de derrumbe y los hospitales no dan abasto. Un pueblo donde crece el descontento, el desabastecimiento crónico, los apagones, los presos de conciencia”.