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De: CUBA ETERNA (Mensaje original) |
Enviado: 20/07/2021 11:35 |
Por Justo J. Sánchez
Se implantó una dinastía el 1º de enero del 1959. El último Castro abandonó el trono 62 años después, el 19 de abril de 2021. El hijo menor de un terrateniente gallego llevó en sus hombros el experimento de su hermano Fidel Castro.
Revisando estadísticas, los hijos de una clase latifundista llegaron al poder de una nación relativamente próspera. En 1958 Cuba era el tercer país en Latinoamérica en Producto Nacional Bruto per capita, otras estadísticas la muestran en quinto lugar en el hemisferio en Producto Nacional Bruto per capita, tercero en expectativa de vida, segundo per capita en número de automóviles y teléfonos. Cuba era, sin embargo, políticamente frágil, en aquel entonces gobernada por el golpista Fulgencio Batista.
En 1933 el propio Batista había encabezado un primer putsch. Con la Enmienda Platt, abrogada en 1934, Estados Unidos impuso límites a la soberanía nacional. Cuba fue gobernada por John Brooke, Leonard Wood y William Howard Taft, este último de 1906 al 1909. Cuba tuvo ocho presidentes desde el 12 de agosto de 1933 hasta la toma de posesión de Federico Laredo Bru el 24 de diciembre de 1936.
El capital estadounidense controlaba en 1959, 44 de los 161 ingenios azucareros, minas y la infraestructura eléctrica (American and Foreign Power) y telefónica (International Telephone and Telegraph). Se calculan las inversiones norteamericanas en la Isla en mil millones de dólares.
Tras desplazar a los líderes de la lucha contra Batista, intelectuales y abogados que el propio movimiento 26 de julio nombrara primer ministro y presidente; José Miró Cardona (profesor y decano de la Facultad de Derecho) y Manuel Urrutia, Castro concentró el poder en su persona y su familia. La renuncia de ministros progresistas correspondió a la falta de voluntad de crear e institucionalizar una sociedad civil, un sistema jurídico, constitución y la posibilidad de llamar a elecciones limpias y transparentes.
La dinastía Castro, Fidel, Raúl, Vilma Espín de Castro tomaron las riendas del poder con sus más cercanos. Faltaba experiencia proletaria en una familia, producto de la cultura terrateniente y privilegiada. No había en ellos una verdadera conciencia de lucha de clases. La familia Espín recibe aún dividendos de una legendaria empresa dedicada al ron. El propio Fidel era casado con la hija de una familia burguesa, Díaz Balart. Su cuñado Rafael fue subsecretario del Interior bajo el dictador Fulgencio Batista.
Apoyándose en el frenesí que despertaba su carisma, comenzaron los fusilamientos sumarios sin procesos judiciales, se suspendió la prensa independiente y se organizó un sistema de policía secreta. Pronto el “Máximo Líder” contradijo sus declaraciones a la prensa internacional (Ed Sullivan, Edward R. Murrow y aquellas hechas durante su visita a Estados Unidos en abril de 1959). En 1961 declaró su proceso como comunista y anunció su alianza con la Unión Soviética.
A diferencia de las gestas independentistas contra España, los disidentes no intentaron una toma de conciencia, la reforma antes de la institucionalización del terror y el levantamiento nacional “criollo”. Marcharon al exilio y buscaron el apadrinamiento y adiestramiento norteamericano con la CIA. Crearon el precedente —rechazado por Martí y los que forjaran la independencia cubana— de buscar auxilio americano para los problemas internos de Cuba. Quitaron credibilidad a la oposición al buscar el aliado más odiado.
Las contradicciones del patriarca se hicieron patentes al pedir asesoramiento a ex-miembros de la hitleriana SS en 1962. El hecho lo confirman documentos provenientes de archivos alemanes y publicados en Die Welt. Por cuestión de paradoja, Rafi Eitan, jefe del Mossad israelí, se hizo el inversionista más importante en la industria cítrica cubana.
Fidel Castro era un hombre de la modernidad, la modernidad latinoamericana. “El patriarca y fundador… José Arcadio Buendía, se obsesiona con los inventos…Planea un viaje para encontrar la tierra de los inventos”. (Gabriel García Márquez, Cien Años de Soledad). Fidel dio que envidiar a Buendía: intentó drenar la extensa Ciénaga de Zapata, creó un proyecto para rodear La Habana de cafetales sin condiciones microclimáticas, creó un costoso plan para la crianza de búfalos de agua, entronizó a Ubre Blanca, una vaca sagrada que guardaba con la cabeza bajo aire acondicionado, montó un plan de producción agropecuaria para reformar a los homosexuales, se dio a la tarea de cultivar los “plátanos microjet” y desarrolló un plan de túneles donde la población ensayaba a diario planes de refugio en lo que llamó la “Guerra de Todo el Pueblo”.
Algunas de las operaciones internacionalistas fueron rentables. La guerra de Angola, según informes confiables, trajo a Cuba más de 200 MIGs, tres submarinos, fragatas Koni y un botín de marfil, oro y diamantes.
En un delirio de señor feudal, el patriarca regaló una isla, Cayo Blanco, a Erich Honecker, líder de la República Democrática Alemana. Fue una época donde en Cuba vivían etarras, tupamaros, Robert Vesco, otros prófugos de la justicia y hasta un hijo de Saddam Hussein. Coincidían con músicos, actores y plutócratas. El Conde de Albemarle, vizconde Bury, descendiente del cruel Duque de Albemarle quien en el siglo XVIII ocupara militarmente a La Habana vino a Cuba a casarse.
En sus viajes a Cuba, la periodista Annie Bardach documentó la dinámica de un Fidel paternalista, obsesionado con su imagen, producto y protagonista de una historia rocambolesca, rodeado de familiares y secuaces también de fábula. Sus artículos y libros plasman el ambiente que aún en estilo de riguroso periodismo se lee como ficción. Al separarse del relato, entretenido sin dudas, vale preguntarse: ¿se estudia el proceso Castro con el lente de las ciencias políticas y económicas o como literatura? ¿Nos sirven los datos empíricos, los modelos y las estadísticas para explicar el proceso cubano?
Castro pudo superar momentos críticos antes de pasar el mando a su hermano Raúl: Bahía de Cochinos, la crisis de los misiles, el desastre de la “Zafra de los Diez Millones”, el éxodo de 125.000 personas por el puerto de Mariel, el “Período Especial” tras perder el apoyo del bloque soviético y el Caso Ochoa cuando el mundo descubrió que Cuba era punto de escala para el narcotráfico.
La retórica antiyanqui, magnetismo personal y la cultivada apariencia y discurso proféticos le ganaron la admiración de la intelectualidad mundial. No fue hasta el rechazo de Octavio Paz, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, el cineasta Néstor Almendros y luego Régis Debray, tras las depuraciones universitarias, el caso Padilla, la homofobia y la UMAP que tantos otros como Bernard-Henry Lévy, Pedro Almodóvar, Michel Onfray y Raphaël Enthoven dieron sus espaldas a Castro.
Tras un desfile fúnebre en un jeep militar que sufriera múltiples averías bajo un calor agobiante, Raúl Castro tomó el trono. Ted Henken, profesor en CUNY y visitante en la Sorbona de París nos dice “para Raúl y ‘los históricos’ la continuidad fue prioridad. Hemos de recordar que Raúl abrió las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, permitió que los cubanos pudieran quedarse en los hoteles anteriormente reservados para turistas, liberalizó el uso de teléfonos celulares y la red de internet”. Henken recién publica en castellano Cuba Empresarial con los halagos del economista Carmelo Mesa Lago.
Fue la revista Mother Jones la que investigó a fondo la reanudación de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos. Fue digno de Lezama el proceso y mensajes con la jerarquía católica, intercambio de espías, millonarios y los familiares de Alan Gross.
A pesar de que Alan Gross fue encarcelado en Cuba por llevar ayuda a través de USAID a la comunidad hebrea de La Habana, ni AIPAC ni las otras organizaciones judías estadounidenses ejercieron presión con la administración Obama para liberar a un preso en condiciones frágiles de salud. Sólo un escritor de la progresista revista Mother Jones le visitaba. En segundo lugar —y poco conocido— dos millonarios: Fred y Patty Ebrahimi contrataron a la firma de mercadeo Trimpa Group y a #CubaNow para poner en marcha un poderoso engranaje de mercadotecnia y relaciones públicas y así dar ímpetu al empeño, Akin Group, Engage Cuba y Stonegate Bank, cuyas tarjetas se pudieron utilizar dentro de aquel país, se sumaron al esfuerzo. Akin representaba a muchos agricultores que venden o buscan vender a la Isla a través de la empresa cubana ALIMPORT. La ley Helms-Burton, aclaremos, no afecta las compras de alimentos, madera y medicinas hechas por Cuba que se pagan en efectivo. El volumen de ventas, con fluctuaciones, se vio en aumento con la llegada al poder de George W. Bush. Los barcos salen rumbo a La Habana del puerto de Fort Lauderdale en la Florida.
Entre los otros que pusieron presión para restablecer las relaciones se encontraban la Brookings Institution, la Fundación Ford, Andrés Fanjul y republicanos de peso como Thomas Pickering, John Negroponte y Tom Donohue, presidente de la Cámara de Comercio Estadounidense. Muchos ex-republicanos como el millonario Mike Fernández descubrieron el Partido Demócrata y viajaron a La Habana. Manifestaron su interés en “Cuba Emprende” y en invertir capital en la Isla.
Saladrigas creó el Cuba Study Group y es solidario con el blog “23 y Flagler”. “¡Qué barato nos quiere comprar el nuevo Carlos Saladrigas!” escribía Fidel Castro en Granma. Manny Medina, Jorge Pérez, Paul Cejas, Carlos Gutiérrez, secretario de Comercio de la Administración Bush y Andrés Fanjul todos viajaron en lo que llamaron el “spring break de millonarios” en La Habana.
El New York Times, al filo de esta noticia, comenzó una labor de “concientización” en dos idiomas —editorialmente insólito— para persuadir a sus lectores de las ventajas de abrir relaciones con Cuba. Dedicaron a varios periodistas a tal empresa. Con jingoísmo destapado el diario promovía la narrativa que con la entrada de norteamericanos y el comercio se surtiría un cambio tan radical que se vería una transformación en la política interna castrista. Los argumentos del New York Times, de infantiles, capitalistas e hiper-nacionalistas dan al traste con cualquiera que califique al periódico de “liberal”.
El cabildeo de la comunidad cubanoamericana y una política de la Guerra Fría han dado lugar a la paradoja que rige los viajes a Cuba. Mientras que los asilados políticos que se acogen al Cuban Adjustment Act repletan los vuelos a Cuba —regresando al régimen opresor del que escapan—, al norteamericano de esquina se le hace difícil comprender la razón del privilegio que gozan los refugiados políticos. Al utilizar el argumento de las familias, lógicamente replican que ante un gobierno autoritario las opciones son las de traer a los familiares de visita a Norteamérica, enviar los artículos de necesidad o enviar remesas.
Por intereses comerciales, son las agencias de viajes a la Isla, vuelos chárter, turismo cultural, turismo religioso los que más han presionado no sólo por el cambio de la política de viajes —cosa normal para que los norteamericanos no sufran la política obsoleta— sino para que exista todo una restructuración en las relaciones bilaterales. No son estos negociantes los que puedan aportar a una discusión imparcial sobre el tema.
Juan Juan Almeida, abogado, ahora periodista y analista político en la Florida, vivió en casa de Raúl Castro como un hijo más. Partió luego a Moscú a instancia del propio Raúl y de su padre el vicepresidente del Consejo de Estado Juan Almeida Bosque. Estudió en la Dzerzhinsky, la academia del servicio de seguridad soviético. Al publicar en España su libro Memorias de un guerrillero cubano desconocido (donde aparece en portada empuñando un rifle al lado de Raúl Castro), se integró a la disidencia sufriendo cárcel. Su familia salió al extranjero donde pudo llegar dos años después.
Juan Juan Almeida resume el conflicto de Raúl Castro desde dentro: “Raúl es un reformista frustrado. Se ilusionó con la perestroika. Quiso imponer la reestructuración de la perestroika, por supuesto, a su manera ortodoxa, pero sin glasnost. Cuba, a su entender necesitaba cambio de estructuras, pero no podía permitir la apertura a un revisionismo de la historia oficial, ni a cuestionar la narrativa de la revolución, ni los logros de la Unión Soviética ni el pensamiento leninista”.
Almeida reconoce los cambios que cita el profesor Henken sobre todo el aumento del “cuentapropismo”, añade que se abolió la pena de muerte, aunque “Raúl ‘quirurgizó’ la represión. A diferencia de la época de su hermano, no daba golpes o metía en prisión a todo el mundo; fue selectivo. Supo manejar la oposición maquiavélicamente. Los medios son culpables de crear gigantes; Raúl lo permitió. Desafortunadamente y para quitar credibilidad a los movimientos. Muchos que han sido magnificados por la prensa, no estuvieron a la altura requerida. Lo que ocurre es que a causa del protagonismo y la fragmentación no se ha creado una oposición sino muchos opositores”.
El reino de Raúl se benefició del generoso amparo venezolano, las inversiones en GAESA, que como apunta Almeida “no se requiere un genio de Harvard Business School para ser lucrativa. Piensa: el Estado paga salarios y los costos operativos que otra empresa tendría que afrontar”.
Entablamos una conversación con Rafael Rojas, historiador del Colegio de México. Con el material que nos envía de sus escritos se hace evidente que Raúl y la cúpula geriátrica sufrieron indecisión ante el cambio. El propio dirigente en su momento reconoció que la reforma económica se había paralizado. Stephan Witkowski del Centro de Altos Estudios de América Latina (IHEAL por sus siglas en francés) en la Sorbona llama al intento de “desburocratizar” poco eficaz. Observa la mentalidad obsoleta y la inercia con que se manejan las empresas estatales en Cuba. “No es de sorprenderse” añade Almeida: “Raúl es un hombre práctico y organizado, pero de poca formación, anclado en su manera de hacer las cosas: ‘ordeno y mando’”.
El turismo, que a partir de la visita de Barack Obama comenzó a llegar a la Isla, fue una inyección de divisas. Antes de las medidas tomadas por Trump ya se veía un descenso en el número de visitas y las aerolíneas comenzaban a reducir el número de vuelos a Cuba.
Un factor que complicó las relaciones diplomáticas fue el trastorno neurológico “Havana Syndrome” investigado por la Universidad de Pennsylvania. Se cree que es producto de radiaciones dirigidas a los empleados del Departamento de Estado destacados en la Isla. Fuera de cualquier decisión del presidente, el peligro a los funcionarios de la embajada hizo que se redujera el equipo de trabajo.
Juan Juan Almeida sonríe al escuchar a Raúl afirmar que “termina con la satisfacción del deber cumplido”. Entrega el país con un descenso de más del 11% del Producto Nacional Bruto, con inflación, consecuencia de una fusión de dos monedas, sin el apoyo de Venezuela y la crisis ocasionada por la pandemia.
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Cuba, fin de una estirpe (II)
Segunda y última parte de este texto
Juan Juan Almeida ha estado al tanto que esta movida se viene preparando hace algunos años. Dice: “Raúl es un cadáver político. Le consultarán al principio, pero le ocurrirá como a Fidel, irán cercenando los conductos al mando”. Añade, “pocos han analizado bien el cuadro de poder, pero la persona clave para observar es Álvaro López Miera, ministro de las Fuerzas Armadas. La famosa GAESA que dirige Rodríguez López Calleja depende completamente del MINFAR. Tengamos claro una cosa: Rodríguez López Calleja no es muy querido dentro del Buró Político, sobre todo por personas como Teresa Amarelle Boué. Todavía el general de brigada depende del aval de su exsuegro Raúl”.
Al terminar el VIII Congreso tratamos de comunicarnos con la Misión Cubana ante Naciones Unidas. Nuestros intentos telefónicos por correo electrónico y por fax quedaron sin respuesta.
Hablamos con el senador Bob Menéndez, jefe del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, y nos dijo: “mientras el Gobierno de Cuba continúe una política de intercambio de sillas y funcionarios, el gobierno de Estados Unidos mantendrá firme su promesa de apoyar al pueblo cubano en su lucha por la libertad. Nuestra política está centrada en impulsar los derechos humanos y las libertades fundamentales”. Agregó el demócrata: “Solo cuando se celebren elecciones libres y justas podrán al fin los cubanos comenzar la ardua tarea de reconstruir sus valores democráticos con el respeto para los derechos humanos, políticos y civiles”.
La tercera parte de la población cubana recibía remesas de familiares y amigos en el extranjero en una cifra comparable al salario medio de $264 al año. Antes de la gestión Trump, la cantidad que recibía Cuba en este renglón sobrepasaba $3,6 mil millones, porcentaje sustancial del Producto Nacional Bruto. Al limitarse esta entrada de divisas (cayeron un 54 % en 2020), Caritas de la Iglesia Católica viene operando 11 centros diocesanos, 600 centros de ayudas parroquiales que reciben alimentos y medicinas de instituciones, laicos comprometidos, órdenes religiosas y otros grupos.
Hablamos con Arturo López Levy, profesor de la Universidad Holy Names en California. Con López Levy hicimos un convenio: limitar nuestra conversación a su labor como politólogo. De nuestro diálogo quedaba eliminada cualquier referencia a su primo Luis Rodríguez López Calleja y la actividad del profesor en el grupo Cuban-Americans for Engagement (CAFÉ). Poner sobre el tablero su actividad política en CAFÉ y sus nexos familiares resulta necesario porque el quehacer del catedrático no es en materia extra-política cosa que haría el comentario innecesario. Mantuvimos fuera de la entrevista su formación en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales Raúl Roa en La Habana.
Su bibliografía se dedica primordialmente al bloqueo. Adolece de una falta de análisis económico del comercio internacional. No vemos referencias a la liquidez, deuda nacional, ganancias bilaterales del comercio. Jamás se le escucha discutir la teoría de ventaja comparada de otros países, la tendencia estadounidense de delegar la manufactura a otros países, la caja de Edgeworth en el comercio de Cuba con otras economías.
La posición tradicional “antibloqueo” cae en el “yanquicentrismo”. Para aquellos que fuera de una discusión acalorada apoyan la ley Helms Burton, López Levy no responde cómo la ley de un país puede legalmente imponer barreras al comercio con Iraq y no con Cuba. No clarifica las objeciones al comercio con la Sudáfrica del apartheid y no con Cuba. Tampoco vemos claro el conflicto con la ley internacional si las restricciones emanan de consideraciones de estrategia, cuotas o aranceles proteccionistas. Para muchos en la prensa popular, el “bloqueo” se reduce al ron y al tabaco. Lo que la poco ilustrada prensa o intelectuales dejan de mencionar es que las ganancias por distribución de estos productos se quedan en los cofres de dos megaempresas europeas —por supuesto con participación de élite cubana— que manejan las más conocidas marcas de ron y habanos.
Se observa otra posibilidad: una simbiosis entre el “anti-bloqueo” y el capitalismo imperialista. El discurso se vuelca contra sí. Ninguno de estos autores nos habla de las multinacionales, el dominio hegemónico del primer mundo sobre las naciones menos desarrolladas (Cuba entre ellas), el efecto de la globalización. Ni López Levy ni los politólogos del “antibloqueo” se han planteado los patrones de explotación —evidentes en el turismo— que vienen con esta apertura. Aquí hace falta recordar a los economistas y politólogos como López Levy y sus colegas en Cuba la desigualdad en poder de negociación, la subordinación y el colonialismo. Conviene recordarles a los veteranos como Paul Baran, Galtung y Samir Amin. Como politólogos y economistas no piensan tampoco en la uniformidad cultural impuesta por la globalización primermundista. No parecen tampoco estar al tanto de los estudios poscoloniales que bien pudieran consultar.
Sin una posición crítica, sin haber estudiado la Escuela de Fráncfort ni López Levy ni sus colegas pueden percatarse de las presuposiciones y categorías con que funcionan dentro de la “academia” americana. Ausente la auto reflexión y auto crítica, la derecha e izquierda están sujetas a un discurso totalizante y rígido del cual cualquier desavenencia se paga con ostracismo, inmovilidad en ascenso de status y puertas cerradas en el mundo de las casas editoriales profesionales.
El profesor nunca analiza las desventajas para Cuba de un comercio con economías neocolonialistas. Si López Levy tira un vistazo al debate político norteamericano puede observar las críticas a las megaempresas en materia de salario mínimo, más cuando operan en el extranjero. Con una ceguera “antibloqueo”, Cuba parece olvidar los casos de maltrato y explotación al obrero dentro y fuera de Estados Unidos. López Levy permanece callado como si esta situación no pudiera afectar al trabajador cubano también enajenado. Se antoja su posición contradictoria.
En Huffpost escribió “la discusión política interna de Cuba es hoy más abierta que nunca desde 1961, excepto en el tema del sistema de partido único. Existe una sociedad civil ampliamente difundida de intelectuales, comunidades religiosas y publicaciones de segunda cultura, grupos de expertos y defensores de los derechos interesados en expandir responsablemente la representación y competitividad del sistema político”. Fue precisamente el año de su nota cuando Human Rights Watch escribía: “El gobierno de Raúl Castro continúa reprimiendo el disenso y desincentivando la crítica pública. Mientras que, en años recientes, el gobierno cubano ha apelado con menos frecuencia a sentencias prolongadas para castigar a sus críticos, en el mismo período se incrementó significativamente la cantidad de detenciones arbitrarias por períodos breves de defensores de derechos humanos, periodistas independientes y otros críticos.
A su favor hemos de apuntar a sus declaraciones a NACLA: “Al mismo tiempo, al transferir a un presidente de la república las funciones previas del Consejo de Estado, la nueva Constitución fortalecerá el poder individual del alto ejecutivo. Esto podría abrir la puerta a episodios de caudillismo latinoamericano por el camino”. En la misma entrevista, López Levy afirma “el objetivo de la élite cubana es mejorar el carácter colectivo del liderazgo y la sostenibilidad del sistema unipartidista. Hay una nueva generación de líderes en ascenso en Cuba, pero no hay pruebas que sugieran que desmantelarán el monopolio del Partido Comunista Cubano (PCC), establecerán un sistema judicial independiente o adoptarán voluntariamente una prensa libre”.
López Levy hace distingos entre el tipo de liderazgo Fidel, Raúl y Miguel Díaz-Canel. Nos dice: “A nivel cultural, el seguidor de Fidel no lo hace necesariamente por sus posturas políticas ni por su rol institucional, Fidel era un líder carismático. Siguen al líder por quien es. No es así con Raúl cuyo liderazgo es fundacional. Raúl aparece en la fundación del partido y del MINFAR. Díaz-Canel, sin embargo, viene a un mandato como cabeza de un sistema, por desempeño, como jefe de una institución que tiene reglas del juego establecidas. Si Fidel tenía mayor latitud al tomar decisiones, las reglas procesales tienen vigor y Díaz-Canel tiene que ‘jugar’ con ellas”.
Respetamos su objeción a hablar de su primo Rodríguez López-Calleja. Luis Alberto, sancionado por el gobierno estadounidense, según fuentes fidedignas, se ha encontrado con un rencor palpable dentro de la cúpula de poder. Los observadores comentan que el General de Brigada mantiene su posición por voluntad del exmandatario y exsuegro. Otros alegan que GAESA ha desviado fondos que benefician a figuras claves que aún mantienen altos cargos militares.
El gobierno cubano y Luis Alberto Rodríguez López-Calleja se vieron implicados en los “Panama Papers” cuando en los documentos del bufete Mossack Fonseca se descubrieron documentos relacionándolo a 25 empresas secretas inscritas en Bahamas, Panamá y las Islas Vírgenes Británicas. La actividad alucinante iba de venta de petróleo ruso hasta turismo de pesquería. Los “Panama Papers” involucran también a un hermano del general de brigada, un ciudadano cubano de nombre Guillermo Faustino Rodríguez López-Calleja. En este momento Ana Guillermina Lastres está al frente de compañías de maletín en Panamá y Londres fachadas para los recursos financieros de GAESA.
Racismo y problemas ecológicos
Raúl deja también un problema que viene estudiando el profesor Alejandro de la Fuente, director del Instituto de Investigaciones Afro-Latinoamericanas de la Universidad de Harvard. Existe un problema racial que la revolución no ha solucionado. Coincide con quejas expresadas por disidentes como Manuel Cuesta Morúa. De la Fuente estudia datos del censo y otros índices que manifiestan la desigualdad en la calidad de la vivienda, el tipo de trabajos, representación en los medios de comunicación y hasta en el número de matriculados en la universidad.
Nos explica que, aunque exista una paridad salarial, es la población blanca la que tiene ingresos reales más altos por tener acceso a las remesas que llegan de familiares en Estados Unidos. Existen para el profesor estructuras de poder que excluyen el acceso y que reproducen la desigualdad en la distribución de bienes y oportunidades. Los espacios permitidos fuera de los sectores estatales son excluyentes para los afrodescendientes.
La “negritud” en Cuba es una “fantasía exotizante” para los turistas y “eroturistas” del primer mundo. De estos últimos ha escrito la periodista colombiana Silvana Paternostro. Aún en el sector turístico, controlado por empresas mixtas o extranjeras, el racismo se hace evidente. Al manejar capital europeo, Cuba no ha manifestado la voluntad de integrar a los afrodescendientes en las negociaciones o el manejo cubano de estas firmas.
El profesor De la Fuente y Juan Juan Almeida analizan las cifras de afrodescendientes en el Buró Político: 2 de 14 y en el Secretariado, 1 de 6. De la Fuente agrega algo que se ha pasado por alto y ha empeorado: la mínima representación de la mujer en los cuadros de poder. Se ven 3 de 14 en el Buró Político. No hay mujeres en el Secretariado del Partido Comunista Cubano.
Existe un área de grave preocupación para las conciencias ecológicas. La Estrategia Nacional Ambiental no se aprobó hasta 1997 y ha surtido un impacto limitado. El propio gobierno ha reconocido que la tierra a consecuencia de fertilizantes, pesticidas y residuos industriales muestra niveles peligrosos de azufre, plomo y arsénico. Apuntan también a la contaminación de los alimentos con toxinas. Reconocen una situación de “estrés hídrico”. Señalan la criptosporidiosis y la giardiasis, enfermedades causadas por el protozoo en aguas infectadas. Aguas albañales inundan con frecuencia el abastecimiento de agua a los barrios habaneros sin que el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos pueda hacer algo al respecto. El gobierno cubano ahora muestra preocupación por la pérdida de la diversidad biológica en las zonas de los archipiélagos por fragmentación y destrucción de hábitat y ecosistemas por cambio de uso, sobreexplotación de recursos, degradación y contaminación y, sobre todo, insuficientes mecanismos regulatorios.
A medida que se atraiga capital extranjero podría notarse una mejora en la economía cubana. Para el profesor Richard Feinberg, afiliado a la Brookings Institution, “existe liquidez para inversión extranjera y sobre todo a largo plazo si el clima resulta atractivo y existe una estructura para repatriar las ganancias. El gobierno cubano tiene que buscar el modo de eliminar cualquier apariencia de incertidumbre para el que busca una inversión directa. Se tiene que ir borrando cualquier vestigio de ortodoxia en busca de una cultura tecnócrata y de eficiencia”. Feinberg señala a Manuel Moreno por la labor desempeñada en el área de turismo.
El profesor Henken es cauteloso porque observa a un sector privado no-gubernamental, sin indicios de pronta recuperación o aceleración en productividad. Añade que han tenido que combatir un cuadro donde los factores de producción y la infraestructura están “en crisis crónica, en estado disfuncional”.
Henken presta atención algo que otros analistas del “cuentapropismo” no mencionan: la conciencia reflexiva del cubano de hoy. “A través de la red, tienen narrativas alternativas a los medios oficiales y están al tanto de lo que ocurre en otros puntos geográficos del país”. Por supuesto —y en esto está de acuerdo con la periodista Annie Bardach— puede salir de la red otro San Isidro y movimientos contestatarios. Henken ve el internet como aliado a la apertura.
En este momento, a nivel internacional se sigue el caso del artista disidente Luis Manuel Otero en huelga de hambre. Lo importante a observar es que publicaciones serias de arte como MoMA Magazine han recogido en sus páginas la situación de los artistas disidentes en la isla. La historiadora de arte neoyorquina Coco Fusco ha escrito ampliamente sobre la lucha de los artistas radicados en la isla al margen de la comercialización de galerías primermundistas. El propio MoMA ha dado difusión a la represión sufrida por la artista Tania Bruguera.
Nos acercamos al profesor José Gabilondo, decano asociado de la Facultad de Leyes de la Florida International University. Gabilondo está por publicar “Socialismo 2.0: Reconstruyendo la Economía Poscastro”.
Gabilondo está de acuerdo con el profesor Feinberg en que una inversión en Cuba puede considerarla alguien interesado en establecer relaciones a largo plazo. No nos aclaran los catedráticos cómo es que Cuba no aparece como mercado emergente en los sistemas analíticos de la banca privada importante. No hablamos aquí de fondos mutuos. Feinberg menciona que Cuba efectivamente se ha abierto a la posibilidad de proyectos empresariales con la diáspora.
Consultando al abogado Michael Rodríguez, experto en arbitraje y litigio comercial internacional, nos hace ver que hay en pie tratados bilaterales de inversión ideados para la protección de los dueños de capital. Existen otros que él llama “megatratados” a los cuales Cuba es signataria mediante los cuales se pueden traer disputas a foros jurídicos internacionales. Gabilondo explica que los laudos, válidos y efectivos, no ofrecen transparencia ni se pueden utilizar como precedente.
Gabilondo dice que una rama judicial independiente donde se puedan hacer cumplir los contratos es de vital importancia para atraer empresas extranjeras. La Tarea Ordenamiento (unificación de la moneda) es un primer paso y ha dado mayor facilidad a inversionistas no-cubanos en evaluar riesgos.
El miércoles, en un paso para reintegrar a Cuba a los mercados de capital, la CRF Limited de Londres, con una cartera de notas de préstamos vencidos, en “default” desde la época de Fidel Castro, ha propuesto convertir la deuda en un préstamo de cupón cero sin pagos hasta el 2026. Esta oferta filtrada a la cadena Bloomberg fue dirigida al presidente Miguel Díaz Canel y a diplomáticos cubanos.
El historiador Rafael Rojas al observar el VIII Congreso del Partido y el retiro de Raúl con slogans como “firmeza ideológica”, apunta: “el Partido Comunista Cubano es incapaz de trazar una ruta a largo plazo… No encuentra la forma de adaptar el sistema político de la isla a las condiciones de la expansión del capitalismo y la democracia en la era global… Se resiste a una transición a la democracia, pero también es reacio a un avance a cualquier modelo autoritario del siglo XXI, sea el de China o Rusia. Su meta es de corto plazo: preservar el sistema y conservar el poder de la cúpula”.
La Cuba que deja Raúl, volviendo García Márquez, es un “pavoroso remolino de polvo y escombros”. Tirar una mirada atrás buscando entender con modelos, estadísticas, estudios demográficos y ensayos es re-relatar, reconstruir, re-novelar. El aparato académico no es más que el esfuerzo por alcanzar infructuosamente algo que se desdobla y se escapa y se va descifrando apresurados, sobre la marcha, así como el que se enfrenta a los pergaminos de Melquíades el gitano de Cien años de soledad.
La batalla de Cuba es una batalla contra el tiempo. “Recuerdo mi llegada a casa de Raúl Castro”, nos dice Juan Juan Almeida. “Tenía cinco años. Llevaba una mochilita al hombro. Al salir del elevador, un imponente reloj de salón, retumbaba en campanadas marcando horas desconocidas. El reloj no tenía manecillas. Cuba es como el reloj de Raúl, anacrónica, se escuchan las campanadas, pero le faltan las manecillas”.
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