Por Francisco Almagro Domínguez

Todos los hemos visto: no somos ciegos ni tarados.  Para desgracia de los ocultadores, la Internet le ha puesto los últimos clavos al ataúd del neocastrismo: varios policías dándole patadas y “tonfazos” a muchachos tirados en el suelo, indefensos; un menor metido en una patrulla mientras el pueblo le grita asesinos; agentes de la Seguridad del Estado vestidos de civil sacando a empellones de sus casas a mujeres y ancianos; tiros a personas desarmadas.

 

Y a todo esto, sin mover un musculo de la cara, el Designado nos dice que son mentiras; que es una manipulación mediática; quienes protestan, semidesnudos, son mercenarios pagados por un potencia extranjera; y fueron grupúsculos, apenas unas decenas de confundidos, la mayoría de ellos delincuentes, tralla, escoria. Por eso, dijo el Puesto-a-dedo, tienen lo que se merecen.

 

Pues sí, de pronto se ha hecho la luz para quienes a la altura de sesenta años no quisieron ver o no los dejaron ver, que no es lo mismo pero es igual. Tras la arremetida cruel y sin límites del régimen contra las protestas, toda la historia de la Involución cubana alcanza su verdadera y revelación final, apocalíptica: fue, es y será un sistema totalitario cuyo único y primer objetivo es el engaño, la mentira, la más abyecta estafa; la Involución cubana es la incapacidad congénita de los comunistas para no ser honestos, para decir la verdad, nunca asumir ni aprender de sus propios errores.

 

¿Qué ha sucedido desde el punto de vista comunicacional y sociológico? En primer lugar el fin de un mito. O de dos, para ser más exactos. El primero tiene que ver con el régimen. Durante seis décadas pudieron tener un discurso para el interior y otro hacia el exterior. Fuera de Cuba, la Isla era un remanso de paz y de felicidad, solo entorpecido por el cruel bloqueo –el bloqueo que permite la entrada de miles de millones de dólares del enemigo bloqueador. Para adentro, que la Involución cubana –cuesta trabajo llamarla lo que no es- no deja a nadie abandonado, y que todos corren la misma -¿mala?- suerte.

 

De modo que hasta hace muy poco ambos discursos se emparejaban en todas las tribunas democráticas del mundo, y no habían evidencias de que uno u otro fuera mentira.

 

El otro mito desbordado sucedió cuando la gente salió para la calle, la mayoría negros y mulatos, sin miedo. El relato de la igualdad y la felicidad para las minorías –los negros y mestizos en Cuba son mayoría- se quiebra en pedazos. Para sostenerlo, debido a su poca creatividad y falacia habitual, han recurrido a decir que esos descamisados y sucios protestantes son pagados por el imperio.  A no dudarlo, siempre habrá quienes se auto-inculpen para evitar años de cárcel y torturas. Pagar a tanta gente se necesitaría que la CIA asaltara Fort Knox.

 

Hacia afuera el desastre no puede ser mayor. Todas las agencias de noticias están reportando la represión desmedida, facistoide, del régimen. Los amigos y los tontos útiles se han quedado sin discursos creíbles.  Aunque la solidaridad internacional con los cubanos insurgentes hasta ahora es poca, recuerda las arremetidas venezolanas y nicaragüense contra su propio pueblo. La Internet es un arma de un solo filo.

 

Un elemento que no se ha tocado como debe es el del impacto comunicacional del 11J. En la población cubana se ha provocado una disonancia cognitiva. Esto es una ruptura con el patrón habitual de mensajes del régimen. Con su desaforada violencia, por primera vez después de los fusilamientos masivos ellos dicen a las claras “vamos con todo”. Eso es algo que muchos sabíamos hace rato: los comunistas cubanos son capaces de cualquier cosa para salvar la Involución, incluso sacrificar a sus hijos o a sus propios padres. Lo han hecho desde el primer día y lo harán hasta el ultimo. Y es un elemento disonante porque muchos, hasta ahora, no creían posible semejante barbarie. Cuando el Difunto hablaba de hundir la Isla en el mar no estaba bromeando.

 

Ante esta situación los sentimientos y la ira afloran de manera natural. Pero la respuesta debe ser medida, eficaz, quirúrgica. El régimen está preparado para crear una crisis –maniobra anti-disonante- que tape la otra crisis o la disonancia. Con cárceles llenas y policías en las calles no habrán resuelto el eco del 11J.  Deberán hacer algo más: provocar un éxodo masivo, destronar al creído mandamás actual, lanzar un mediatizado diálogo al estilo chavista.

 

Luego, lo importante no es lo que haga el régimen sino como respondan los Estados Unidos y la comunidad internacional ante cualquier maniobra contra-disonante, y tal vez sea eso lo que el ejecutivo esta pensando a esta hora –la mala hora- porque las crisis en Cuba siempre se resuelven desplazando el conflicto hacia el norte.

 

Solo que no hay mucho tiempo para pensar. El control de daños del totalitarismo insular comenzó el mismo día. Tardaron en reaccionar, y por eso tanta rabia, tanta violencia desmedida. Proveer Internet a la Isla sin anuencia del gobierno cubano llevaría el conflicto a otro nivel. Estaríamos ante una guerra de nuevo tipo. Una crisis de misiles comunicacionales.

 

Esta vez los cubanos que quieren la libertad deberían tomar la frase de hace sesenta años y hacerla suya: ¡yanquis, recuerden Girón! ¡No nos vuelvan a embarcar!