La “Pequeña Habana“ un barrio de Miami con un intenso movimiento peatonal, sobre todo de turistas, con un halo de cubanía en una zona que ya no es predominantemente habitada or cubano, pero que nos da una idea de por qué Miami se ha convertido en lo que es gracias a los cubanos., podemos ver en casi todas las cuadras unas imponentes y coloridas esculturas de gallos.
Con cerca de dos metros de altura, los gallos escenifican personajes que visten desde trajes típicos cubanos hasta la indumentaria de varias profesiones como médicos o carpinteros. Un par de ellos está vestido con la popular e icónica guayabera cubana, y raramente miran hacia la misma dirección.
En Miami proliferan en algunas zonas los pavos reales, en las cercanías de los numerosos canales o lagos los patos y las iguanas, pero no así con los gallos y gallinas, que pululan en lugares como Cayo Hueso, pero su origen está en un cubano de los llegados por el éxodo del Mariel el artista plástico Pedro Damián quien junto el escultor Tony Lopez ejecutaron la idea
Mientras tanto en Cuba desaparecen los gallos, puede ser que debido a la crisis imperante a muchos se los hayan comido y otros al crecimiento rampante de la santería y el sacrificio de estas aves para alimentar la ignorancia. Su canto ya casi no se escucha, y salvo unas escaramuzas de los días recientes, hace que ya el canto del gallo no sea un símbolo de lucha y valentía como siempre fue.
Para unos, las peleas de gallos son simplemente una expresión cultural de mantenimiento de tradiciones, al menos eso alegan algunos que han sido detenidos por efectuar este tipo de combate, prohibido en todo los Estados Unidos y de las que a cada rato conocemos se celebran en la zona rural de Homestead, que a veces terminan en broncas peores que las de los infelices animales y en balaceras.
Para otros como yo, la mayoría, son una muestra evidente del maltrato y la crueldad del hombre para con los demás seres vivos para vergüenza de los humanos.