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De: cubanet201 (Mensaje original) |
Enviado: 20/02/2022 16:36 |
“Osos”, la otra cara de la comunidad gay: “Somos las maricas masculinas”
En noviembre, el Club de Osos de Buenos Aires cumplirá 20 años. Allí se reúnen los hombres gay que no se identifican con el estereotipo de gay más femenino. Son, por lo general, peludos, panzones, corpulentos y futboleros.
Hace 25 años, cuando se inauguró el Club de Osos de Buenos Aires, había que cumplir ciertos requisitos para formar parte del "movimiento osuno": ser un hombre gay rústico, barbudo, de pelo en pecho y gordo era la forma de identificarse con un tipo de hombre gay distinto al del estereotipo. Esas exigencias, sin embargo, ya no son tan estrictas. Franco -oso, 56 años, en pareja con Raúl, también oso- lo simplifica: "Hay quienes viven su homosexualidad desde un lado más afeminado. Nosotros somos una partecita de la diversidad: somos las maricas masculinas".
Franco Pastura abre la puerta del club, en el límite entre San Cristóbal y Constitución. Afuera, al lado del timbre, alguien escribió con fibrón una especie de insulto: "Osos putos". A Franco le da gracia: más que una agresión le parece una redundancia.
A lo largo del pasillo, hay cuadros de hombres panzones y peludos besándose y, adentro, está también Juan Bautista: oso, 43 años, presidente del club. Son las 8 de la noche, Juan saluda y avisa que tiene poco tiempo. Acaba de llegar de la oficina -trabaja en Sistemas en una multinacional- y en una hora tiene partido de fútbol.
El movimiento de osos nació en San Francisco hace 30 años, cuando se abrieron los primeros "bears bares". Y aunque durante muchos años se hablaba de hombres rudos, como los leñadores o ex rugbiers, la definición de oso ya no es tan rígida.
Franco -que además de oso es docente, traductor y periodista- lo explica. "Hay quienes sostienen que para ser oso hay que ser corpulento, tener barba, pelo en pecho, ser gordo y panzón. Otros teóricos dicen que ser oso es tener una actitud masculina, es decir, diferente del estereotipo de gay estilizado, producido, lampiño o depilado. Yo creo que los osos somos simplemente varones que nos sentimos cómodos tanto con nuestra homosexualidad como con nuestra masculinidad".
Franco llegó a esa definición después de haber salido del clóset, a los 40 años, y tras haber encontrado un espacio de identificación. Hasta ese momento llevaba una vida gay a escondidas y se sentía "el raro" porque no le gustaban los mismos hombres que deseaban los otros gays sino los gordos (los llaman Chubbies, que significa rechoncho o gordinflón). De adolescente, Franco había pasado por el seminario para ser sacerdote, había tenido relaciones sentimentales con dos curas y había dejado la religión para ser lo que es hoy: docente de Filosofía y Ciencias de la Educación.
Juan también se había sentido "perdido": se dio cuenta de que le gustaban los hombres a los 14 años, cuando lloraba a escondidas por su profesor de matemáticas. Después, se mudó a Bariloche y se puso en pareja con otro hombre. "Yo era grandote y peludo. Para mí yo estaba con hombres, pero puto no era", recuerda. Recién a los 25 años se enteró de que existía un nuevo espacio para gays a los que le gustaban, como a él, "los hombres morrudos, gordos, rústicos, como puede ser el camionero o el plomero", se ríe.
Cuando Juan llegó, en el club habían adoptado un diccionario de "tipos de osos" que se usaba en todo el mundo. Los osos polares (con canas, símbolo de experiencia), los musculOsos (panzones pero con brazos, piernas y torsos vigorosos), los cachorros (los más jóvenes, que muestran necesidad de ser protegidos), los osos en cuero (los que tienen como fetiche vestirse con cuero y practicar sexo duro), los osos pardos (más hoscos), los Papá oso o "Daddies" (con actitud de padres protectores), las nutrias (los menos robustos) y los big bears (los que pesan más de 120 kilos).
Pero lo cierto es que muchas de esas distinciones dejaron de usarse. Hoy sólo hablan de osos y de cazadores (que son los hombres delgados y lampiños, que gustan de ellos). "Hemos evolucionado. Hoy, seas flaco, gordo, peludo o depilado, si te sentís identificado con un oso está todo bien", dice Franco.
"Es más -sigue Juan-: al principio venían muchos hombres que habían vivido reprimidos toda la vida, muchos casados con mujeres, hijos. Hoy se vive con más libertad, es mucho menos frecuente que aparezca alguien de 50 años y diga 'recién estoy saliendo del clóset'.
El movimiento osuno entonces se fue haciendo cada vez más visible. El fin de semana pasado, Matías Tombolini, candidato a diputado por 1País, eligió una fiesta de osos en su cacería por los votos de la comunidad LGBT. Hay, además, series en Netflix que muestran el estereotipo del hombre gay -como "Please Like me"- y otras, como "Ozark", que plantean una relación entre un investigador del FBI y un pescador rural peludo y de barba tupida.
A diferencia de otros "bear clubs" del mundo -los que más gente convocan están en Estados Unidos (San Francisco, New York, Miami), Australia y España-, el club porteño no es sólo para conocerse y tener sexo. Hay clases de tango, mateadas, torneos de fútbol mixto (para gays y hétero), un taller literario, un taller de restauración de muebles y, próximamente, clases de inglés y de teatro.
Es acá donde Juan encontró un grupo de pertenencia. Llegó hace 18 años y recién hace 4 o 5 pudo contarle a sus padres: "Me había separado, estaba triste y ya no les quería mentir más. Les dije que, aunque no se me notara, a mí me gustaban los hombres y que seguía siendo el mismo hijo que había sido 5 minutos antes, cuando no lo sabían. Contárselos era lo que necesitaba para vivir más tranquilo, sentirme libre".
Franco confiesa que llegó a tener actitudes homofóbicas, porque no quería que lo identificaran con los gays más femeninos. Hasta que encontró en quiénes espejarse: "Yo estoy feliz con lo que soy, no hay ningún problema en mi familia con eso, de hecho estoy en pareja con otro oso desde hace 11 años. Si viene un insulto, lo convierto en bandera. Mi blog se llama 'gordo puto, amén' así que si me decís 'gordo puto', ningún problema, contame, te escucho".
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LAS ENVÍDIAS Y LAS CRÍTICAS NO CESAN INCLUSO DENTRO DEL COLECTIVO
Los osos homosexuales luchan contra la gordofobia
En 2015, Nick McGlynn se quitó el top en una noche de osos por primera vez... y aún recuerda lo increíble que se sintió.
"Nunca lo había hecho antes", cuenta Nick, geógrafo humano de la Universidad de Brighton. "Siempre me había aterrorizado hacerlo. Me quité la camiseta en este espacio y fue una experiencia increíble y liberadora, y todavía recuerdo con mucha fuerza las emociones positivas que sentí con ello."
Nick, como tantas otras personas queer, ha encontrado pertenencia y comodidad en la escena de los osos. Cualquiera que haya tenido un perfil en Grindr sabrá que "oso" es una de las muchas "tribus" en las que se anima a los hombres queer a encajar. Es una etiqueta fluida, que desafía la definición, pero es la más utilizada por los hombres gays y bisexuales que son grandes y peludos, abarcando tanto a los hombres gordos como a los musculosos.
Los osos siempre han tenido sus propios bares y noches de club: estar rodeados de otros hombres que se parecen a ellos es una experiencia que les da poder. En un mundo en el que la gordura está tan estigmatizada, es vital.
Por eso Nick se sorprendió, y se decepcionó un poco, cuando empezó a investigar los estudios académicos sobre los espacios para osos y descubrió que la mayoría eran "negativos y críticos". Eso no coincidía con sus propias experiencias en el ámbito de los osos.
Se inspiró para llevar a cabo su propia investigación, y el resultado es un estudio fascinante y en profundidad que explora las experiencias de los hombres homosexuales, bisexuales y queer que han encontrado un sentido de comunidad en los espacios de oso.
"Estuve leyendo muchas de estas cosas y pensé: 'No es así como me siento en los espacios para osos cuando voy a ellos'", dice Nick. "Siempre me han parecido uno de los pocos lugares donde me siento bien con mi cuerpo".
Los osos no buscan "espacios seguros": quieren sentirse cómodos
A través de su investigación, Nick descubrió que los hombres gordos queer van, en la mayoría de los casos, a las noches de oso no para sentirse seguros, sino para sentirse cómodos. En un mundo en el que el estigma contra la gordura está arraigado en el tejido de nuestra sociedad, eso es vital.
"Hablamos muy a menudo, con razón, del valor de los espacios LGBTQ como espacios que son 'seguros'", dice Nick. "En mi investigación me he alejado bastante de la seguridad porque no estoy convencido de que eso sea lo que realmente busca la gente en muchas ocasiones. Creo que la gente quiere sentirse cómoda en un espacio y quiere sentirse aceptada. Quieren poder bajar la guardia y sentirse a gusto. Creo que eso es lo importante para todos".
Los espacios para osos ayudan a los hombres más gordos a sentirse cómodos y deseables, pero eso no quiere decir que todo sea perfecto. La investigación de Nick también demostró que siguen existiendo problemas, desde la glorificación del músculo hasta el deseo de algunos osos de no ser el hombre más gordo de la sala.
"Quiero ser muy cuidadoso aquí", dice Nick. "No quiero decir que los chicos musculosos sean el problema. No es el caso y, de hecho, tengo que decir que lo tenía en mente al iniciar la investigación, era como, 'Apuesto a que son los malditos osos musculosos'. Pero no es así", se ríe.
En cambio, lo que Nick descubrió es que la gordofobia está tan extendida que el mero hecho de ver a un hombre musculoso en un espacio para osos puede ser una experiencia alienante para los hombres más gordos. Eso no es culpa de los osos musculosos, sino de una sociedad que detesta la gordura.
"No se trata necesariamente de que los musculitos hagan algo malo, pero el mero hecho de estar en presencia de musculitos y saber lo valorado que está el músculo y lo estigmatizada que está la gordura, hace que la gente se sienta incómoda. Es una discusión bastante difícil de mantener porque no es culpa de nadie. La intención de un oso musculoso puede ser perfectamente buena, y muchos de los chicos que participan en la investigación hablan de ello, pero lo que incomoda a la gente es estar en presencia de esos cuerpos".
La gordofobia está muy extendida y arraigada en la comunidad queer
A través de su investigación, Nick también se enteró de que hay una intensa atención a las barbas en la escena de los osos. La imagen arquetípica de un oso es la de un hombre extremadamente peludo. Los hombres con barba rala y desigual pueden sentirse indeseables.
"Eso era algo que no estaba en mi radar cuando estaba haciendo este proyecto, pero bastantes chicos mencionaron que no es suficiente con tener una barba o un poco de vello facial, hay el tipo correcto de barba y eso es lo que te hace un oso", explica Nick. "Algunos chicos me señalaron y dijeron: 'Tienes el tipo de barba adecuado porque es una barba completa, esculpida y redondeada'. Algunos me decían: "Yo sólo puedo dejarme crecer estas barbas tan ralas", o "Mi barba está en un ángulo extraño y nunca consigo cortarla bien". Así que esa idea de tener un tipo particular de barba me pareció muy interesante: puede hacer que la gente se sienta más aceptada en los espacios para osos".
El núcleo de la investigación de Nick es la gordofobia: le interesa cuestionar las ideas profundamente arraigadas y perjudiciales sobre la gordura. Los hombres homosexuales saben que el estigma contra la gordura está muy extendido en los espacios y comunidades homosexuales. A través de entrevistas con otros osos, Nick aprendió que la gordofobia rara vez es abierta o agresiva - es mucho más sutil que eso.
No se trata de que la gente señale y diga "estás demasiado gordo, vete de aquí", aunque eso ocurría a veces, pero ese tipo de gordofobia manifiesta parece ser bastante raro ahora. Creo que la gente al menos tiene la sensación de que no es bueno que se vea a otras personas haciendo eso. Pero muchos chicos hablaron de la sutileza de la misma. Reciben pequeños comentarios o miradas de la gente y parece que así es como se manifiesta ahora".
Nick dice que es "ligeramente precavido" por la forma en que la gente puede interpretar las miradas y las miradas en los espacios queer.
"Puedes ver que te miran y eso puede no tener nada que ver con 'Oh, hay un tipo gordo que acaba de entrar', pero como hablo en mi investigación, se trata de estas atmósferas de confort. En última instancia, puede que no sea culpa de nadie. Se trata de estas situaciones en las que nos encontramos y cómo se vuelven más o menos cómodas".
Otro de los descubrimientos que hizo Nick en su investigación fue que el estigma de la gordura suele estar interiorizado. Uno de los hallazgos más fascinantes de su estudio es que muchos hombres gordos queer declararon sentirse aliviados si no eran el hombre más gordo en una noche de oso. Nick dice que, para él, es uno de los hallazgos más significativos de su investigación.
"Creo que eso sugiere que el estigma de la gordura se lleva con todos nosotros, incluso conmigo mismo", dice Nick. "Creo que sugiere que la gordura sigue estando estigmatizada en los espacios de los osos y, de hecho, tal vez el hecho de pasar ese estigma de la gordura al hombre más gordo, forma parte de cómo algunos tipos se sienten cómodos. Ese hombre más gordo les hace sentirse cómodos porque es el que lleva el estigma, y se desprende de ti porque no eres el más gordo".
"Es un hallazgo muy preocupante para mí y creo que pone fin a cualquier idea de que los espacios de los osos están completamente libres del estigma de la gordura, que son estos espacios utópicos para los gordos. No es así en absoluto. Definitivamente complica muchas de las conclusiones más positivas que aparecen en el informe".
La investigación de Nick pone de manifiesto lo omnipresente y preocupante que es la gordofobia. Le gustaría que los hombres homosexuales adoptaran algunas de las ideas propuestas por las académicas feministas que han trabajado duro para desafiar el estigma de la gordura. Señala que se han realizado muchos "trabajos valiosos" en este ámbito, pero dice que la mayoría han sido creados por y para mujeres.
"Eso es totalmente comprensible porque el estigma de la gordura se ha ceñido históricamente mucho más a las mujeres que a los hombres, así que está totalmente justificado que ese trabajo lo hagan las mujeres y para las mujeres", dice Nick.
"Pero creo que a medida que el estigma de la gordura empieza a afectar cada vez más a los hombres, y sabemos que es mayor entre los hombres GBQ, creo que es importante que nosotros también nos basemos en ese rico e importante trabajo feminista. Tenemos que tener estas conversaciones serias sobre el estigma entre nosotros también".
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DIFERENTES TIPOS DE OSOS GAY
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MÍ OPINIÓN:
Para colores las flores...pero a mi no me gustan las maricas barbudas, peluas y con bicotes...las prefiero depiladas....
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