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De: cubanet201 (Mensaje original) |
Enviado: 24/02/2022 14:25 |
Putin está cometiendo un error histórico
Fue secretaria de Estado de Estados Unidos de 1997 a 2001
A principios del año 2000, cuando Vladimir Putin llegó a la presidencia interina de Rusia, fui la primera alta funcionaria estadounidense en reunirse con él. En ese momento, al interior del gobierno de Bill Clinton, no sabíamos mucho de él, solo que había comenzado su carrera en la KGB, la agencia de inteligencia soviética. Esperaba que la reunión me ayudara a tomar la medida del hombre y evaluar lo que su ascenso repentino podría significar para las relaciones entre Estados Unidos y Rusia, que se habían deteriorado en medio de la guerra en Chechenia. Sentada frente a él en una pequeña mesa en el Kremlin, me llamó la atención de inmediato el contraste entre Putin y su predecesor grandilocuente, Boris Yeltsin.
Mientras que Yeltsin había embelesado, alardeado y halagado, Putin habló sin emociones y sin notas sobre su determinación de reanimar la economía de Rusia y sofocar a los rebeldes chechenos. Durante el vuelo de regreso a casa, registré mis impresiones. “Putin es pequeño y pálido”, escribí, “tan frío que parece casi un reptil”. Dijo entender por qué el Muro de Berlín tuvo que caer, pero no esperaba que toda la Unión Soviética se derrumbara. “Putin está avergonzado por lo que le pasó a su país y está decidido a restaurar su grandeza”.
En estos meses, mientras Putin ha concentrado tropas en la frontera con la vecina Ucrania, he recordado ese encuentro de casi tres horas. Después de que en un extraño discurso televisado dijera que la condición de Estado de Ucrania era una ficción, emitió un decreto en el que reconocía la independencia de dos regiones controladas por separatistas en Ucrania y envió tropas allí.
La aseveración revisionista y absurda de Putin de que Ucrania fue “completamente creada por Rusia” y robada del Imperio ruso coincide con su cosmovisión distorsionada. Lo más inquietante para mí: su intento de crear el pretexto para una invasión a gran escala.
Si lo hace, será un error histórico.
En los más de 20 años que han pasado desde que nos reunimos, Putin ha establecido su trayectoria al abandonar el desarrollo democrático por el manual de Stalin. Él ha acumulado el poder político y económico al cooptar o aplastar a sus potenciales competidores, mientras presiona para restablecer una esfera de dominio ruso en zonas de la antigua Unión Soviética. Como otras figuras autoritarias, equipara su bienestar con el de la nación y a la oposición con la traición. Está seguro de que los estadounidenses comparten su cinismo y su ansia de poder y que, en un mundo en el que todo el mundo miente, no tiene la obligación de decir la verdad. Como cree que Estados Unidos domina su propia región por la fuerza, cree que Rusia tiene el mismo derecho.
Durante años, Putin ha buscado refinar la reputación internacional de su país, expandir el poderío militar y económico de Rusia, debilitar a la OTAN y dividir a Europa (mientras abre una brecha entre esta y Estados Unidos). Ucrania figura en todo eso.
En lugar de allanar el camino de Rusia hacia la grandeza, invadir Ucrania aseguraría la ignominia de Putin al dejar a su país diplomáticamente aislado, económicamente limitado y estratégicamente vulnerable frente a una alianza occidental más fuerte y unida.
Ya inició ese camino al anunciar el lunes su decisión de reconocer los dos enclaves separatistas en Ucrania y enviar tropas rusas como “pacificadores”. Ahora él ha exigido que se reconozca el reclamo de Rusia sobre Crimea y deponga sus armas avanzadas.
Las acciones de Putin han desencadenado sanciones masivas, con más por venir si lanza un ataque a gran escala e intenta tomar todo el país. Estas medidas devastarían no solo a la economía de su país, sino también a su estrecho círculo de cómplices corruptos, quienes podrían desafiar su liderazgo. Lo que seguramente será una guerra sangrienta y catastrófica agotará los recursos rusos y costará vidas rusas, al tiempo que creará un incentivo urgente para que Europa reduzca su peligrosa dependencia de la energía rusa. (Eso ya comenzó con la decisión de Alemania de detener la certificación del gasoducto de gas natural Nord Stream 2).
Es casi seguro que ese acto de agresión llevaría a la OTAN a reforzar considerablemente su frente oriental y a considerar ubicar fuerzas de manera permanente en los Estados bálticos, Polonia y Rumania. (El presidente estadounidense, Joe Biden, dijo el martes que trasladaría más tropas a los países bálticos). Y generaría una feroz resistencia armada de parte de Ucrania con un fuerte apoyo de Occidente. En Estados Unidos ya está en marcha un esfuerzo bipartidista para elaborar una respuesta legislativa que incluiría la intensificación de la ayuda mortífera a Ucrania. Ese escenario sería muy distinto de la anexión de Crimea por Rusia en 2014; sería uno que recordaría la desafortunada ocupación de la Unión Soviética a Afganistán en la década de 1980.
Biden y otros líderes occidentales han dejado esto muy claro en cada ronda de diplomacia furiosa. Pero incluso si Occidente de alguna manera logra disuadir a Putin de emprender una guerra total —algo que no es nada seguro en este momento— es importante recordar que su competencia preferida no es el ajedrez, como algunos suponen, sino el judo. Podemos esperar que persista en buscar una oportunidad para aumentar sus ventajas y atacar en el futuro. Dependerá de Estados Unidos y sus amigos negarle esa oportunidad al mantener un fuerte retroceso diplomático y aumentar el apoyo económico y militar a Ucrania.
Aunque Putin, según mi experiencia, nunca admitirá haber cometido un error, ha demostrado que puede ser paciente y pragmático. Con seguridad también está consiente de que la confrontación actual lo ha hecho aún más dependiente de China, y él sabe que Rusia no puede prosperar sin algunos lazos con Occidente. “Claro, me gusta la comida china. Es divertido usar palillos”, me dijo en nuestra primera reunión. “Pero esto es solo algo trivial. No es nuestra mentalidad, que es europea. Rusia tiene que ser firmemente parte de Occidente”.
Putin debe saber que a Rusia no le iría bien necesariamente, incluso con sus armas nucleares, en una segunda Guerra Fría. Se pueden encontrar aliados sólidos de Estados Unidos en casi todos los continentes. Mientras tanto, los amigos de Putin son personas como Bashar al Asad, Alexander Lukashenko y Kim Jong-un.
Si Putin se siente arrinconado, él es el único culpable. Como ha señalado Biden, Estados Unidos no tiene ningún deseo de desestabilizar o privar a Rusia de sus aspiraciones legítimas. Es por eso que el gobierno estadounidense y sus aliados se han ofrecido a entablar conversaciones con Moscú sobre una variedad amplia de temas de seguridad. Pero Estados Unidos debe insistir en que Rusia actúe de acuerdo con las normas internacionales que se aplican a todas las naciones.
A Putin y al líder de China, Xi Jinping, les gusta decir que ahora vivimos en un mundo multipolar. Eso es incuestionable, pero no significa que las potencias más grandes tengan derecho a dividir el mundo en esferas de influencia como lo hicieron los imperios coloniales hace siglos.
Ucrania tiene derecho a su soberanía, sin importar quiénes sean sus vecinos. En la era moderna, los países grandes lo aceptan, igual que Putin debe hacerlo. Ese es el mensaje que la reciente diplomacia occidental sustenta. Define la diferencia entre un mundo gobernado por el Estado de derecho y uno que no responde a ninguna regla.
Putin advierte de que cualquier interferencia tendrá consecuencias como nunca se han visto. Zelenski declara la ley marcial ante la ofensiva que llega por distintos puntos del país. Una decena de ciudades ucranias, bajo agresión militar con un balance hasta ahora de 40 muertos.
El presidente ruso, Vladímir Putin, ha llegado a un punto de no retorno. Pocos minutos antes de las 6.00 de este jueves, hora de Moscú, una hora antes en Ucrania y las 4.00 en la España peninsular, el líder ruso ha anunciado una “operación militar especial” en el Donbás. Solo unos minutos después del discurso del jefe del Kremlin, emitido en todos los canales estatales rusos, se registraron grandes explosiones en varios puntos del este de Ucrania, desde Sloviansk y Kramatorsk a Járkov, a 30 kilómetros de la frontera rusa; incluso en Kiev, la capital. Con bombardeos de artillería, equipo pesado y armas pequeñas, las tropas rusas lanzaron ataques en distintos puntos del país, con un balance estimado de 40 muertos hasta el momento.
El Ministerio del Interior ucranio ha informado de que tropas rusas han aterrizado en la ciudad portuaria de Odessa y están cruzando la frontera en varios puntos del país. También, según fuentes de Interior, están haciendo incursiones desde la península ucrania de Crimea, que Rusia se anexionó ilegalmente en 2014. En la capital, los ataques con misiles buscaban alcanzar aviones de combate ucranios, estacionados en un aeropuerto a las afueras de la ciudad de 2,8 millones de habitantes, donde algunas personas se apresuraron a protegerse en alguno de los refugios antiaéreos habilitados o en el metro. Las tropas rusas han cruzado también el punto fronterizo de Vilcha, entre Bielorrusia y Ucrania, situado en la región de Kiev y a 150 kilómetros de la capital ucrania. La “operación militar” de Putin que, según el líder ruso, busca desmilitarizar pero “no ocupar” el país y no dirigirse contra civiles, toma color de una invasión a gran escala. El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, se ha apresurado a declarar la ley marcial y a cerrar el espacio aéreo del país. “El ejército está trabajando. Sin pánico. Somos fuertes. Estamos listos para todo. Derrotaremos a todos”, dijo.
El servicio de emergencia estatal de Ucrania asegura que, en solo una hora, se lanzaron ataques contra 10 localidades ucranias, principalmente en el este y sur del país. Además, el Gobierno ha confirmado que las tropas rusas están penetrando también por las fronteras del noreste del país, en concreto por la región de Chernihiv, en la linde con Bielorrusia, con el líder autoritario Alexander Lukashenko ya plegado a Moscú. La incursión desde allí, donde Rusia había desplegado a 30.000 tropas para hacer maniobras conjuntas con tropas bielorrusas, hace temer a los servicios de espionaje ucranios y occidentales que las fuerzas rusas pueden tratar de alcanzar Kiev; ese sería el camino más corto.
La agresión se salda por ahora con un balance de 40 víctimas mortales, según Kiev. “Llega constantemente información sobre los ataques”, dice en una nota la agencia gubernamental. El Ministerio de Defensa ruso afirma, por su parte, que está utilizando “armas de alta precisión” para inutilizar la infraestructura militar, las instalaciones de defensa aérea, los aeródromos militares y los aviones del ejército ucraniano, según la agencia estatal rusa RIA.
Putin, que ha agitado durante meses el argumento de que el de Kiev es un “régimen nazi” que discrimina a los rusoparlantes y que los ciudadanos de las regiones de Donetsk y Lugansk están sufriendo un “genocidio”, ha afirmado en su anuncio que la agresión militar es para “defender y proteger” a la ciudadanía. “Nos esforzaremos por desmilitarizar y desnazificar Ucrania. Y también por llevar ante la justicia a aquellos que cometieron numerosos crímenes sangrientos contra civiles, incluidos ciudadanos de Rusia”, ha dicho Putin, con gesto serio, en un mensaje de vídeo flanqueado por dos banderas rusas.
La agencia rusa Interfax también reportó explosiones en las zonas de Donetsk y Lugansk bajo control de los separatistas prorrusos, que, alimentados por el Kremlin, llevan ocho años luchando contra el Ejército ucranio en una guerra que ha segado ya 14.000 vidas. Una nueva guerra caliente en la zona sería devastadora. Una intervención a gran escala en todo el país, catastrófica.
El lunes, después de un feroz discurso en el que cuestionó la soberanía de Ucrania, que considera un país ficticio, fruto de costurones históricos y diplomáticos, Putin firmó el reconocimiento de las regiones separatistas de Donetsk y Lugansk. Acto seguido, como recogía el decreto, ordenó el envío de tropas a los dos territorios secesionistas, que controlan solo un tercio del territorio del Donbás que reclaman con el aval de Putin.
El líder ruso aseguró en la madrugada de este jueves que tomó la decisión tras recibir una petición de ayuda de los líderes de los territorios separatistas respaldados por Rusia en el este de Ucrania. Y al anunciar la operación militar advirtió: “Cualquiera que intente interferir con nosotros, o más aún, crear amenazas para nuestro país y nuestro pueblo, debe saber que la respuesta de Rusia será inmediata y lo llevará a consecuencias como nunca antes ha experimentado en su historia”. “Estamos listos para cualquier giro de los acontecimientos”, añadió.
Horas antes, en un emotivo discurso a la nación, con gesto contenido pero dramático, Zelenski parecía presagiar que en la noche del jueves se iba a producir otra agresión militar de Rusia. Kiev está dispuesto a negociar con Moscú en cualquier canal y en cualquier momento, ha dicho en un discurso en ucranio y en ruso divulgado en su canal de Telegram.
“Hoy hice una llamada telefónica al presidente ruso. El resultado fue el silencio, aunque el silencio debería estar en el Donbás”, aseguró Zelenski, antes de dirigirse de manera directa a los rusos: “Estamos separados por más de 2.000 kilómetros de fronteras mutuas, a lo largo de las cuales se encuentran 200.000 de sus soldados y 1.000 vehículos blindados. Su presidente ha aprobado su paso hacia el territorio de otro país. Este paso podría convertirse en el comienzo de una gran guerra”, ha recalcado. “No necesitamos la guerra, ni caliente ni fría ni híbrida. Pero si las tropas nos atacan y alguien trata de arrebatarnos nuestro país, nuestra libertad, nuestras vidas, las vidas de nuestros hijos, entonces nos defenderemos. Y cuando nos ataquen verán nuestras caras, no nuestras espaldas”.
Los muy perniciosos efectos económicos de la invasión se perciben de inmediato. La Bolsa de Moscú ha detenido su actividad y el rublo ha caído a niveles récord frente a las principales monedas. Las Bolsas europeas han abierto también con pérdidas masivas por el ataque, mientras el gas y el petróleo se han disparado.
Colas en cajeros automáticos y gasolineras
La noche ha sido inquietante y tensa en el Donbás y en toda Ucrania. El Gobierno, que pese a las alarmas de Estados Unidos y de la OTAN, ha sido escéptico durante semanas sobre una posible invasión, cambió el paso este miércoles. Cerró los aeropuertos de Jarkov, Zaporiya y Dnipro, en el este de Ucrania. Antes, declaró el estado de emergencia y decretó la convocatoria de hasta 36.000 reservistas. En la ciudad de Slaviansk y en Kramatorsk, cuando los primeros ataques de la mañana dieron un respiro, un buen número de ciudadanos se apresuraron a las gasolineras, para repostar, a los supermercados y a los cajeros automáticos, que limitaron el efectivo a retirar en 3000 grivnas (unos 90 euros). “No es pánico, es previsión”, comentaba Olga Kubikova, de 53 años. Como ella, los ciudadanos de la región del Donbás ya vivieron una guerra abierta en 2014. “Desgraciadamente, sabemos lo que hay que hacer”, comentaba Alexéi Udovenko, en la larga cola de una estación de servicio de Kramatorsk.
Desde finales de noviembre, Moscú ha concentrado decenas de miles de soldados en torno a las fronteras de Ucrania: hasta 190.000, según las últimas informaciones de Estados Unidos. En su discurso emitido en los canales de televisión estatales mientras se desarrollaba el Consejo de Seguridad de la ONU con motivo de la amenaza rusa, Putin ha asegurado que los enfrentamientos entre las fuerzas ucranianas y rusas son “inevitables” y “solo una cuestión de tiempo”. En tono belicoso, el jefe del Kremlin ha afirmado que una mayor expansión de la OTAN y su uso del territorio de Ucrania son “inaceptables”.
Además, el presidente ruso llamó a los militares ucranios a deponer las armas y amenazó con una respuesta contundente a aquellos países que decidan intervenir en la situación desde el exterior. “Les insto a que depongan las armas de inmediato y se vayan a casa. Todos los militares del ejército ucranio que cumplan con este requisito podrán abandonar libremente la zona de combate y regresar con sus familias”, afirmó.
“La política del imperio de las mentiras se basa, en primer lugar, en la fuerza bruta directa. En tales casos, decimos: hay poder, no se necesita mente. Y nosotros todos sabemos que el verdadero poder está en la justicia y la verdad, que están de nuestro lado”, dijo Putin. “Y si esto es así, entonces es difícil no estar de acuerdo en que la fuerza y la disposición para luchar son la base de la independencia y la soberanía, son la base necesaria sobre la que solo uno puede construir su futuro”, aseveró.
MARÍA R. SAHUQUILLO, PARA EL PAÍS INTERNACIONAL
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Crisis de Ucrania muestra diferencias en América Latina
Las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua expresaron su apoyo a Putin, mientras que los países democráticos llaman al diálogo.
La escalada del conflicto entre Rusia y Ucrania divide las aguas en América Latina, donde se pusieron de manifiesto las alianzas que el presidente ruso Vladimir Putin ha tejido con varios gobiernos y régimenes de la región.
Las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua - enfrentados con Estados Unidos- expresaron su apoyo a Putin luego de que el dirigente ruso dispusiera un despliegue militar en regiones del este de Ucrania controladas por separatistas prorrusos agudizando así los roces con el gobierno estadounidense y países de Europa occidental. En tanto, otras naciones latinoamericanas cuestionaron las acciones de Rusia y algunas exhortaron a que el conflicto se resuelva mediante el diálogo evitando al mismo tiempo una crítica a las acciones de Moscú.
El dirigente ruso obtuvo el contundente respaldo de Venezuela. El dictador Nicolás Maduro apuntó contra Estados Unidos y en un tuit repudió la víspera “los planes perversos que pretenden rodear militar y estratégicamente a Rusia”. Consideró además que esa nación "saldrá unida y victoriosa de esta batalla, con la admiración de los pueblos valientes del mundo”.
Cuba también se alineó con Putin al señalar que Washington “lleva semanas amenazando a Rusia y manipulando a la comunidad internacional sobre los peligros de una 'inminente invasión masiva' a Ucrania”. Cuestionó además al gobierno de Joe Biden por haber suministrado armas y tecnología militar a Ucrania, haber desplegado tropas en varios países de la región y aplicado “sanciones unilaterales e injustas” al gobierno ruso.
En tanto, el dictador de Nicaragua, Daniel Ortega, sostuvo que Rusia “simplemente se está defendiendo”. “Están utilizando a Ucrania para provocar a Rusia. Y Ucrania está buscando cómo meterse en la OTAN. Y si se meten en la OTAN... es decirles vamos a la guerra con Rusia”, afirmó el mandatario izquierdista.
Ortega apuntó contra “la agresividad del ejército ucraniano” y justificó que el presidente ruso haya reconocido la independencia de las de las regiones de Donetsk y Lugansk de Ucrania. “Dios quiera que ilumine la mente de los dirigentes de los Estados Unidos, del presidente Biden, que estará escuchando mucha propuesta y habrá más de un loco ahí que le estará diciendo lancémosles unas bombitas atómicas a estos rusos. Y se les olvida que los rusos también tienen bombas atómicas. ¿Y que será del mundo con bombas atómicas volando de un lado para otro?”, sostuvo Ortega.
La cancillería de Uruguay cuestionó por su parte el accionar de Rusia tras el reconocimiento de las dos regiones separatistas y el desplazamiento de efectivos militares “en violación de los principios de la Carta de las Naciones Unidas”, tras lo cual alertó que estos hechos ponen en riesgo la estabilidad regional.
La cancillería uruaguya indicó además que la Resolución 2202 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas permite la aplicación de los acuerdos de Minsk conducentes a una solución pacífica y duradera del conflicto. “La solución que se alcance debe respetar la soberanía, la independencia y la integridad territorial de Ucrania”, recalcó.
México, que actualmente preside el Consejo de Seguridad de la ONU, respaldó el llamamiento de ese organismo a apostar por la diplomacia y el respeto a la integridad de Ucrania. “Esa es nuestra postura, no intervención y autodeterminación de los pueblos”, reiteró el miércoles el presidente Andrés Manuel López Obrador en la conferencia de prensa matutina. “No queremos invasiones, no aceptamos que un país invada a otro (…) es contrario al derecho internacional de las naciones”, sostuvo.
En un tono similar, el presidente saliente de Chile, Sebastián Piñera, calificó de grave y preocupante que Moscú haya reconocido la independencia de las regiones de Donetsk y Lugansk, al tiempo que consideró que Rusia debe respetar los principios del derecho internacional.
Consideró además que para amainar la escalada es conveniente aplicar los acuerdos de Minsk que suscribieron representantes de Ucrania, Rusia y las fuerzas separatistas en 2014 y 2015, y que no se han implementado en su totalidad. “Están los principios del derecho internacional, abstenerse del uso de amenazas y de la fuerza, respetar la soberanía, la independencia y la integridad territorial de las naciones. Todo esto de acuerdo a la Carta de Naciones Unidas”, acotó Piñera, que en marzo será reemplazado en el poder por el izquierdista Gabriel Boric.
El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, también instó a que prime el diálogo y acotó que "en este caso en particular seguiremos la línea que siga la ONU”.
A su vez, el gobierno del presidente brasileño Jair Bolsonaro también abogó por establecer canales de diálogo para resolver la crisis y el respeto a los principios de la Carta de las Naciones Unidas. El gobierno brasileño señaló asimismo que la solución negociada podría basarse en los acuerdos de Minsk y debe tener en cuenta "los legítimos intereses de seguridad de Rusia y Ucrania”, al precisar su postura luego de haber rechazado recientemente críticas de Estados Unidos al reciente viaje de Bolsonaro a Moscú en medio de la escalada del conflicto.
Un primer objetivo para garantizar la paz es obtener un alto el fuego inmediato, con la retirada integral de las tropas y el material militar sobre el terreno, según afirmó el embajador de Brasil ante la ONU, Ronaldo Costa Filho, durante el debate del Consejo de Seguridad de ese organismo celebrado el lunes.
Argentina, otro de los países latinoamericanos que mantiene relaciones aceitadas con el gobierno de Putin, ha instado a que todas las partes involucradas avancen en una negociación diplomática que permita una salida política a la creciente tensión, “con apego a los principios de la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional... el no uso de la fuerza entre estados y con pleno respeto de los derechos humanos”.
La postura del gobierno de Alberto Fernández ha sido considerada demasiado tibia por la principal fuerza opositora de Argentina, cuyos dirigentes reclamaron un pronunciamiento contundente que condene los avances expansionistas de Rusia y que inste a “respetar la ley y las resoluciones de las Naciones Unidas”. A principios de febrero Fernández viajó a Moscú, donde se reunió con Putin, a quien dijo que Argentina “debe ser la puerta de entrada” de Rusia en América Latina.
FUENTE: Con información de AP
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