“TV Rain temporariamente suspende sus actividades”. Ese mensaje breve, en formato digital por redes sociales, recorrió todo Moscú. Para millones de ciudadanos se trataba del fin de una época de independencia y voces libres en la televisión nacional. “Necesitamos fuerza para exhalar y entender cómo seguir trabajando. Realmente esperamos que vamos a volver al aire y continuar nuestro trabajo”, dijo esperanzada Natalya Sindeeva, CEO. Sin embargo, parecería más una muestra de aliento para el resto de los empleados que una verdadera posibilidad. TV Rain ya no estará al aire.
Al final de la emisión de noticias de la noche, el personal del último canal independiente se reunió alrededor de la mesa de redacción. Los presentadores decían por encima “no a la guerra” mientras todos se marchaban juntos. Una muestra de coraje y desafío a las autoridades del Kremlin que no quieren que ninguna señal ajena a su narrativa dé información verificada y objetiva a los rusos. Incluso, fuerzas policiales irrumpieron en las oficinas para ordenar también el cierre del canal de YouTube: no quieren que nadie hable de “guerra” o que la narrativa sea otra a la que marca el régimen.
Pero algo más ocurrió y un mensaje demoledor conmovió a la audiencia. La imagen del estudio vacío fue sustituida por el logotipo de la cadena de televisión y un pedido de donaciones. Ocurrió justo antes de que la emisión diera paso a una antigua grabación de una representación del ballet “El lago de los cisnes” de Piotr Tchaikovsky.
Pero elegir la reconocidísima pieza de Tchaikovsky no fue una elección más. El 19 de agosto de 1991, los rusos se despertaron con vídeos en bucle del Lago de los Cisnes en la televisión estatal soviética: una señal segura de que algo sísmico estaba ocurriendo. El pueblo sabía que algo radical estaba por suceder. Al parecer es un claro mensaje que millones entienden: se aproxima un cambio.
Los jefes de estado soviéticos habían emitido la pieza del siglo XVIII mientras seleccionaban un nuevo líder tras la muerte del primer ministro soviético Leonid Brezhnev. Luego para su sucesor, Konstantin Chernenko y después para quien le siguió, Yuri Andropov.
De acuerdo a una explicación dada por el periodista Charles Maynes de la NPR -destinado por años en Moscú- la señal dada en 1991 fue diferente a las demás: “Los comunistas de línea dura habían dado un golpe de estado contra el líder soviético Mijail Gorbachov, arrestando a éste mientras estaba de vacaciones, en un último intento de dar marcha atrás en las reformas democráticas, sólo que cometieron un error crucial. No lograron detener al rival democrático de Gorbachov, Boris Yeltsin”.
“Pronto, Yeltsin se dirigió a la Casa Blanca rusa en el centro de Moscú y, como es sabido, se subió a un tanque y emitió un decreto instando a los soviéticos a resistir y luchar por su libertad. Miles de personas se apresuraron a unirse a él, levantando barricadas frente al edificio en un dramático enfrentamiento de tres días con el ejército. Tres manifestantes murieron esa primera noche, pero la orden de que el ejército asaltara las barricadas nunca llegó. El 21 de agosto, los golpistas cedieron y Gorbachov fue liberado. Yeltsin, y aparentemente la democracia, habían ganado”, recordó en un post de NPR de agosto pasado.
Lo que se suponía debía ser simplemente un cambio de jefe soviético, resultó ser el surgimiento de una era democrática en Rusia. Anoche, TV Rain emitió El Lago de los Cisnes: el pueblo ruso pudo haber interpretado que es momento de un cambio. Otros generales o miembros de la oligarquía, también.
Las autoridades rusas restringieron el acceso a los portales de cuatro medios independientes, entre ellos la BBC, lo que refuerza su control ya estricto de la información en momentos en que Rusia lleva adelante una invasión en Ucrania.
Según el organismo regulador de medios, Roskomnadzor, el acceso a los portales de edición en ruso de la BBC y la radiotelevisión internacional alemana Deutsche Welle (DW), del portal independiente Meduza y de Radio Svoboda, antena rusa de RFE/RL, medio financiado por el Congreso estadounidense, fue “limitado” por pedido de la fiscalía.
De esta forma crece la censura por parte del régimen del Kremlin en medio de su avanzada militar sobre Ucrania, luego de que este jueves la cadena de televisión opositora rusa Dojd y la emisora radiofónica Eco de Moscú anunciaron la suspensión de sus tareas, tras haber sido bloqueadas por el Roskomnadzor, que critica su manera de cubrir los hechos en el país vecino
“Necesitamos fuerzas, para respirar un poco y reflexionar sobre cómo seguir trabajando. Tenemos realmente muchas esperanzas de volver al aire y continuar nuestra tarea”, indicó la directora de la cadena, Natalia Sindeieva, citada en la cuenta en la red Telegram de Dojd.
“No habíamos tenido jamás una decisión tan difícil”, añadió, insistiendo en que esto será sólo “temporal”.