Por Marico Carmona
Hoy en día, hay muy pocos lugares en donde uno tiene la garantía de que, siendo miembro de la comunidad LGBT, puede llegar a estar completamente seguro, sin temer por su integridad física o ser víctima de la discriminación.
Lo que sí sabemos que hay países en los que, gracias a leyes que garantizan ciertos derechos, la sociedad ya tiene algunas discusiones más saldadas.
Hasta marzo de este año, el matrimonio igualitario era legal en más de treinta países. Australia, Brasil, Ecuador, Irlanda, Sudáfrica, Suiza y Taiwan, por nombrar algunos, y con Chile siendo el más reciente país en la región en unirse a la lista.
Al mismo tiempo. existen más de 60 estados miembros de la ONU que prohíben explícitamente las relaciones homosexuales.
En Brunei, Iran, Mauritania, Arabia Saudita, Yemen y parte de Nigeria, la condena por este “delito” sigue siendo la pena de muerte.
Seis países en los que las personas queer siguen siendo asesinadas por su sexualidad en manos del Estado.
Y sí hablamos de violencia contra las personas trans alrededor del mundo, las cifras son todavía más alarmantes.
Por eso, vale recordar que Argentina fue pionera en la ampliación de derechos LGBT.
Ser el primer país de latinoamérica, el segundo de América y el décimo a nivel mundial en tener una Ley de Matrimonio Igualitario no es poca cosa.
Hace poco cumplió 10 años la Ley de Identidad de Género y se está por cumplir uno desde que se sancionó el cupo laboral travesti trans.
Estas leyes no nos garantizan que no hayan más crímenes de odio, ni hostigamiento, pero saber que hay una sociedad detrás reclamando por nuestros derechos, y un Estado otorgándolos, es esperanzador.