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De: cubanolibre (Mensaje original) |
Enviado: 09/07/2022 15:16 |
El día en que un pueblo poco entrenado en la protesta social acudió pacíficamente a las calles. Una jornada que ha puesto en relieve la falta de democracia y la violación de derechos humanos en la Isla.
HAVANA TIMES – Hubo un día que la gente explotó, hubo un día que la gente dijo basta, hubo un día que la gente perdió el miedo a expresarse. Hubo un día más cívico que todos los demás días en que la gente si bien no gritaba, y acaso no rompía ningún vidrio, durante décadas acumulaban la indignación, la humillación. Acumulaban la burla generalizada, las parafilias que generaban la metabolización de los abusos, la perturbación que causa la doble moral permanente, cronometrada al milímetro y al segundo como un viaje al espacio, la sordidez del espacio donde la vergüenza reside, donde se cobija, donde intenta apartarse de la cotidianeidad de las vidas que deben seguir funcionando como si todo anduviese sobre ruedas engrasadas y bien atornilladas.
Porque cívico es construir una sociedad justa. Cívico es reclamar y hacer valer derechos, cumplir con deberes para con la sociedad, largamente incumplidos en más de sesenta años. Cívico es protestar cuando se rompe el asa que sostiene la taza de la razón, de la equidad, de la justicia, manifestarse en consecuencia, mostrar no solo el enfado generalizado, el hastío colectivo, sino la energía y las ganas de establecer un espacio conjunto, donde todos tengan cabida, donde ninguna idea sea reprimida. Un espacio donde ninguna persona sea secuestrada, abusada, reprimida por sus aspiraciones, anulada por sus sueños, donde el único límite para ejercer la libertad de un individuo, sea donde comienza el derecho y la libertad de otro individuo.
El 11 de Julio, día en que desde San Antonio de los Baños, en la provincia de La Habana, se produjo una protesta masiva que alcanzó 62 puntos de la isla, representa el día de la dignidad, del civismo, de la conciencia de progreso, y de la certeza de que la lucha pacífica, la lucha democrática es capaz de mover todas las conciencias.
La dictadura cometió el más grave de los pecados al no ser capaz de interpretar con algo más de inteligencia y empatía las protestas a lo largo de toda la isla. Respondió en la persona del presidente Díaz Canel puesto a dedo por Raúl Castro, con un abierto llamado a reprimir sin piedad cualquier muestra de descontento por las paupérrimas condiciones de vida de los ciudadanos, la opresión y prohibiciones en que viven sometidos.
Una vez más el sistema saturado, perimido, incapaz de dar de sí ni siquiera una respuesta a la problemática de alimentar a su población, en lugar de leer en clave incluso socialista, que los hastiados, los manifestantes, eran el sujeto de la Revolución, el pueblo más humilde, el pueblo más trabajador, marginado de los privilegios, mestizo, estigmatizado y en consecuencia escucharlos aunque fuese de manera hipócrita y mostrar cierta sensibilidad.
Tras reprimir a golpes y prisión inmediata, a lo largo del año, el poder ratificó su mano dura aplicando penas de prisión absolutamente desmedidas y violadoras de los Derechos Humanos a casi trescientos manifestantes, bajo la excusa de que las protestas fueron orquestadas e inducidas por elementos contrarrevolucionarios desde el exterior, incurriendo en el absurdo de señalar el dedo y no hacia donde el dedo apunta. Ninguna manifestación en la historia tiene lugar si no existen causas, y todas desde la revolución francesa, la rusa, la cubana, la polaca, la portuguesa o la tunecina son dirigidas por un partido o líder.
Hoy, a un año de aquella deflagración pacífica, el deber de quienes estamos a salvo de las necesidades permanentes, acuciantes y selectivas (nunca a quienes detentan el poder ni sus familiares), lejos de los golpes, de la represión, de la prisión y las sentencias condenatorias a décadas de reclusión en condiciones inhumanas, conviviendo con criminales de toda laya. Quienes estamos distantes de tener que decidir si por una vez somos libres, dignos y salimos a dar el pecho en lugar de seguir aguantando un cúmulo insoportable de privaciones e injusticias. Quienes tenemos la barriga llena y la almohada mullida, estamos obligados moralmente, como mínimo a rendir homenaje a los valientes que sembraron un hito, un paradigma, que obligará aún a los más fieles seguidores de la utopía inicial de la revolución, a los más puros cultores de los sueños de los años sesenta, a que cuando observen e intenten explicar la Historia del proceso cubano, hagan un obligado alto en el camino, para reflexionar o desentenderse, del grito desesperado de un país entero.
La represión desatada no solo alcanzó a los manifestantes, sino también a disidentes. Un ejemplo es José Daniel Ferrer, expreso de la primavera negra. Fue sometido a un cuestionado proceso judicial en 2020 y encarcelado al intentar salir de su casa el 11 de julio de 2021. Su familia ha denunciado insistentemente las precarias condiciones en que se encuentra —sometido a aislamiento—, así como la violación constante de su derecho a visita y a comunicarse con sus familiares.
También alcanzó a dos de las figuras más relevantes del activismo cubano en los últimos años, los artistas y miembros del Movimiento San Isidro, Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel Castillo. Ambos han sido condenados en las últimas semanas a 5 y 9 años de privación de libertad por delitos de marcada significación política. Una vez más los tribunales cubanos colocan por encima de la libertad de expresión y el derecho de manifestación la dignidad de los símbolos patrios, las instituciones y los dirigentes del país, en franca violación de los estándares internacionales de derechos humanos en la materia.
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Cuba: miedo y propaganda contra el descontento social
El triunfalismo, una sólida propaganda internacional y el pretexto del bloqueo intentan mostrar al mundo una Cuba que nada tiene que ver con la realidad, en el aniversario de las protestas populares de julio de 2021.
Vivir en Cuba es una fiesta innombrable, ha dicho hace unos días el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, parafraseando un conocido poema del escritor José Lezama Lima, uno de los más grandes intelectuales cubanos de todos los tiempos. Frase que, en las circunstancias políticas y económicas actuales, la oposición y buena parte del pueblo sienten cargada al mismo tiempo de falsedad y cinismo. Cuando Lezama Lima escribió ese poema en 1941, Cuba era una de las naciones más prósperas de América Latina y, según informes de Naciones Unidas, estaba a la cabeza a nivel mundial en muchos aspectos del desarrollo financiero, económico y social. Un entorno bien diferente al que ahora mismo se vive en las calles de la isla.
Desolador resumen de cuentas
Un año después de las masivas y sorpresivas protestas populares del 11 de julio de 2021, el panorama en Cuba es simplemente desolador. El gobierno, ante su incapacidad financiera, ha tenido que renegociar los pagos de su deuda con todos sus acreedores. Ya en noviembre de 2021 la inflación había alcanzado el 69,5 por ciento, según cifras oficiales del propio gobierno, y el proceso inflacionario cubano destaca entre las 7 naciones con mayor inflación del mundo debido al "reordenamiento económico y financiero”. El desabastecimiento de productos alimenticios y medicamentos es cada vez mayor. Todo el sistema energético nacional está en bancarrota, con lo cual han regresado los llamados "alumbrones”, pues es mayor el tiempo que pasan los cubanos sin energía eléctrica.
Todo se complica más con la prolongada crisis en Venezuela, que ha obligado a Maduro a disminuir la cuota diaria de petróleo pactada con Cuba; con la contracción económica mundial provocada por la invasión rusa a Ucrania (que Díaz-Canel y la propaganda del régimen llaman "Operación Especial en Ucrania”, como ordenó a sus aliados Vladimir Putin), y con las limitaciones de gestión internacional derivadas del embargo financiero de Estados Unidos.
Socialmente, la represión contra cualquier tipo de descontento se ha establecido en ley con un nuevo Código Penal, criminalizando incluso la opinión en redes sociales. Son más estructuradas y fuertes que en otras épocas las detenciones arbitrarias, los procesos legales sin garantías judiciales, la prohibición de salida del país como castigo a todo tipo de disidencia mediante lo que se conoce como "regulación migratoria”, y los aniquilamientos mediáticos, a través de los medios estatales de prensa, de las más importantes figuras de la oposición e incluso de gente simple del pueblo que ha utilizado las redes sociales para mostrar su desesperación.
Nadie debería extrañarse, entonces, de que esta situación haya provocado un éxodo que supera a los mayores éxodos históricos en Cuba (Camarioca en los sesenta, Mariel en el 80, el Maleconazo en 1994): según datos revelados por las autoridades migratorias norteamericanas, desde octubre de 2021 a la fecha, arribaron a Estados Unidos 146.389 cubanos. Y es necesario recordar que el éxodo es también hacia otras naciones de América Latina y Europa, con lo cual aumentaría considerablemente la cifra real de emigrados.
Triunfalismo y represión vs descontento social
La ineficacia gubernamental para cumplir las promesas hechas al pueblo y el descomunal error de Díaz Canel de reprimir abiertamente las manifestaciones de descontento popular han provocado un cambio radical en la conciencia social de los cubanos en la isla y el exilio. Cuando los cubanos, el 11 de julio de 2021, demostraron haber perdido el miedo a levantar su voz contra un sistema político que ha demostrado su inoperancia durante seis décadas, al gobierno de Díaz-Canel y Raúl Castro solamente le quedó la opción de esgrimir guante de hierro contra quienes se le oponían: encarcelar con condenas irracionales a cientos de jóvenes que participaron en esas protestas, alcanzándose así la cifra de 1.235 presos políticos según la ONG Prisoners Defenders; obligar a las nuevas caras de la oposición política o intelectual a emigrar (el teatrista y líder de la plataforma opositora Archipiélago Yunior García; la periodista Mónica Baró; la activista Saily González, la poeta Katherine Bisquet, el artista de la plástica Hamlet Lavastida, entre otros); impedir la entrada al país y lanzar al destierro forzado a destacados opositores (la periodista Karla Pérez, la curadora de arte y activista Anamely Ramos, o hace apenas unos días, la académica Omara Ruiz Urquiola), y establecer a nivel nacional e internacional una campaña de propaganda en la que se desacredita a todas estas figuras, fabricando falsedades para hacerlos ver como mercenarios pagados por Estados Unidos.
Lamentablemente, de esas campañas se hacen eco internacionalmente, en el llamado "mundo libre”, numerosas instituciones, organismos, asociaciones y personalidades de un sector extremista de la izquierda que defiende a dictaduras como Cuba, Venezuela y Nicaragua. Tampoco los organismos internacionales responsables de la defensa de los Derechos Humanos muestran firmeza ante el triunfalismo y la manipulación de la propaganda gubernamental cubana sobre el incuestionable desastre nacional: frente a la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Bruselas, el activista y científico cubano Ariel Ruiz Urquiola, mantiene una huelga de hambre y sed exigiendo que esa institución se pronuncie sobre las numerosas violaciones perpetradas por el gobierno contra él, su hermana Omara Ruiz Urquiola y otras decenas de opositores.
Viejos y ¿nuevos dueños?
La muerte días atrás de Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, considerado el "zar militar” de la dictadura y gestor del poderoso monopolio económico y financiero GAESA, convenientemente concentra todavía más el poder económico en unas pocas manos, todas ellas militares y cercanas a la familia de Raúl Castro. Curiosamente, tras el repentino fallecimiento de López Callejas con apenas 62 años, el gobierno comienza a anunciar la desaparición de estructuras económicas y de comercio internacional que impedían esa concentración del poder económico en la isla. Y muchos analistas asisten asombrados al anuncio de que importantes negocios, zonas turísticas y estructuras económicas van a ser gestionadas casi en su totalidad por empresas extranjeras, como sucede con el polo turístico de Cayo Largo que, a partir de esta temporada de invierno, estará en manos de la cadena Blue Diamond Resorts conjuntamente con el grupo hotelero cubano Gran Caribe, también gestionado por la cúpula militar raulista.
Las preguntas llueven: ¿serán esas cesiones una señal de aceptación de la incapacidad gubernamental para gestionar esos negocios? ¿Hasta qué punto las riquezas que se obtengan beneficiarán al pueblo? ¿Se estará vendiendo el país, como sucedió en décadas anteriores con otras dictaduras en América Latina? Y la más importante de todas las preguntas, que es precisamente la que parece preocupar más a Díaz-Canel, de acuerdo a los preparativos de las fuerzas militares represivas de cara a este 11 de julio: ¿seguirá soportando el pueblo cubano tanta hambre, represión, falta de libertades y desesperanza?
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Disidentes encerrados en sus casas
y cortes de internet para impedir la repetición del 11J en Cuba
El régimen convoca a escolares y vecinos a "ejercicios de vigilancia popular revolucionaria" durante este fin de semana
Mientras se acerca el 11 de julio, la Seguridad del Estado despliega sus tentáculos para neutralizar cualquier intento de celebrar el primer aniversario de las históricas protestas que tuvieron lugar en decenas de lugares en toda la Isla.
Este viernes, la reportera independiente Luz Escobar fue citada para recibir una advertencia muy clara: que los próximos 11, 12 y 13 de julio tendrá "vigilancia" en su casa y, por lo tanto, no podrá salir.
"El oficial de la Seguridad del Estado que se hace llamar Ramsés, y que me reprime con frecuencia, me ha llamado esta tarde para decirme que estoy citada mañana a las 10 am a la oficina del carné de identidad para una 'entrevista'", informó este jueves Escobar en sus redes. "Dice que, a partir de nuevas regulaciones, no están obligados a dejarme un papel por escrito".
La periodista confirmó lo que preveía: "El hombre quería hacerme saber que a raíz de los días 'complicados' que vienen ahora tendré vigilancia y cerco policial en los bajos del edificio para impedirme salir a la calle en esos días". El mismo Ramsés le aseguró que estaría de guardia.
También este viernes fue citado Leo Fernández Cruz, de Guanabacoa. "El pasado 11 de julio no salí a la calle", recordó el joven, al que sí detuvieron durante seis horas meses más tarde, tras la frustrada convocatoria de la plataforma Archipiélago para la Marcha Cívica por el Cambio del 15 de noviembre.
De igual manera, otros activistas dentro de la Isla, como Yerly Velázquez, de Santa Clara, también han sido citados por la policía política. Al joven, informó su madre a este diario, se le acusó este jueves de "desacato" por sus publicaciones en las redes sociales y le pidieron incluso que nombrara a un abogado para su defensa.
Fuentes de Cienfuegos aseguran que hay escuelas que cerraron a partir de este viernes para poder concentrar a policías y militares en previsión del próximo lunes.
En algunos parques de La Habana, este mismo día, se observaban a escolares cantando consignas revolucionarias. "Mis hijos ya han sido convocados a actividades en el parque más cercano, para hoy viernes y el lunes 11", escribió en redes Juliette Isabel Fernández, esposa del periodista y opositor Boris González, quien también fue amenazado por la Seguridad del Estado. "Descabellado sería que, con un padre citado para recibir la advertencia de que el lunes 11 no tendrá derecho a salir de casa y moverse por las calles, nuestros hijos acudiesen a esa convocatoria", refirió, al tiempo que informaba de que la "música patriótica" también sonó en su barrio desde la mañana.
Desde Sancti Spíritus, informan de que están "movilizando" a los trabajadores para "guardias" en las empresas estatales. En el domicilio de Alexander Fábregas, informa su hermano, el activista residente en Estados Unidos Néstor Estévez, se encuentra toda la familia, "acuartelados pacíficamente", desde este viernes a las tres de la tarde y hasta el lunes, para protestar "dentro de casa" por el aniversario del 11J.
De acuerdo con otros testimonios, en varios edificios de La Habana convocan para este fin de semana a los residentes a un "ejercicio de vigilancia popular revolucionaria", consistente en poner "adornos y banderas" como una manera de mostrar que "seguimos en combate", en palabras del presidente del consejo de vecinos de un inmueble en El Vedado.
Además, desde este jueves, el servicio de internet en la Isla se ralentiza por momentos. A nadie le pasa desapercibido que el apagón de las comunicaciones fue una de las tácticas llevadas a cabo por el régimen, con ayuda del monopolio estatal Etecsa, para evitar que la represión del 11J se transmitiera en tiempo real, como la primera manifestación de aquel día, en San Antonio de los Baños.
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