Ah, que tú escapes
(con perdón de Lezama Lima)
POR ALEXIS ROMAY
Ah, que tú escapes, patriota,
de es(t)a nación en desgracia
a buscar la democracia
en una tierra remota.
Te fugas porque la bota
de la junta militar
no ha parado de pisar
tu dignidad, tu derecho…
Esa opresión en tu pecho
es ganas de respirar.
Ah, que te fugues, hermano,
del suelo que te nutrió,
del régimen que oprimió
tu derecho ciudadano,
que te tildó de "gusano",
que te asignó un centinela,
que te adoctrinó en la escuela,
que te lanzó al calabozo
y que provocó el sollozo
de tu padre y de tu abuela.
Ah, que tú escapes, querida
amiga de mi pasado,
porque es(t)e terror de Estado
que te esconde la comida
atenta contra la vida,
la patria y la dignidad,
en el campo, en la ciudad,
en el silencio, en el ruido…
Quiero que veas cumplido
tu anhelo de libertad.
Ah, que te fugues ahora,
en es(t)e preci(o)so instante,
por culpa del Comandante,
de su columna invasora,
de su tropa represora,
de su delfín heredero,
de su hermano pendenciero,
de es(t)e reino de terror
—su definición mejor—,
que es, también, un vertedero.
Ah, que te pires, colega,
del grito de la jauría
contra la ciudadanía;
que escapes de la fe ciega,
del sueño del estratega
que se convirtió en tirano,
que sembró café en el llano,
que cultivó el marabú
e implementó el revolú
que martiriza al cubano.
Ah, que te escurras del mapa,
lector del Ismaelillo,
sin un peso en el bolsillo
ni un clavel en la solapa,
sin haber visto una papa
a buen precio en el mercado,
tal vez sin haber entrado
jamás en Cuba a un hotel,
porque lo dictó Fidel,
que ordenó el terror de Estado.
Ah, que te vayas bien lejos,
en balsa, en bote, en avión,
porque es(t)a Revolución
es un puñado de viejos
—un manojo de pendejos—
que ha impuesto es(t)e malvivir.
Ah, que tengas que partir
a cruzar otra frontera,
con tu ilusión por bandera,
en busca del porvenir.