Envejecimiento poblacional en Cuba: entre la migración y el Estado
Por Darío Alejandro Alemán
El 11 de julio de 2022 el diario Granma publicó una pequeña nota que pasó sin penas ni glorias para los lectores. Ese día la atención de muchos cubanos probablemente se centró en la rememoración de las protestas populares que sacudieron la isla exactamente un año antes. La inadvertida nota se limitó a exponer algunas cifras sobre la actual situación demográfica de Cuba que, bien miradas, plantean un futuro desolador. No importa si a corto o mediano plazo el país experimentará cambios políticos relevantes. Se trata de un porvenir ya inevitable. Cuando llegue ese momento, estaremos ante uno de los mayores desafíos que la humanidad deberá superar en este siglo: el envejecimiento poblacional. A los cubanos, de acuerdo con las cifras mostradas por Granma, tocará hacerle frente un poco antes que a buena parte del resto del mundo.
La nota reprodujo declaraciones de Diego Enrique González Galbán, director general del Centro de Estudios de Población y Desarrollo (CEPDE) de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), quien advirtió que Cuba se aleja cada vez más del índice de remplazo poblacional. Para acercarse a ese baremo, puntualizó, las mujeres cubanas deberían tener dos hijos o más, o sea, cumplir con una tasa de 2.1 por cada una. Sin embargo, la tasa actual es de 1.45, y todo indica que continuará decreciendo.
Según Galbán, además de los bajos niveles de natalidad, influyen en este fenómeno el saldo migratorio negativo (con emigrados generalmente en edad reproductiva) y la «alta [tasa de] mortalidad» en la isla.
El año 2021, de acuerdo a la ONEI, cerró con un saldo de crecimiento natural de la población de -6.1 por cada mil habitantes. No solo contribuyó a ello que nacieran muy pocos bebés, sino que las cifras de defunciones se dispararon como nunca antes. Galbán aseguró que las 167 mil 645 muertes ocurridas en Cuba durante el pasado año se debieron, principalmente, a enfermedades degenerativas vinculadas a la vejez y, «en menor medida», a la pandemia de COVID-19.[1]
Los números dicen mucho más de lo que parece. Lo obvio, cuando se analizan sus tendencias, es que en unas décadas Cuba será un país de ancianos incapaces en general de producir riqueza económica.
Como el resto del mundo, América Latina se enfrenta al envejecimiento y al crecimiento desacelerado su población. No obstante, según los pronósticos del Observatorio Demográfico de América Latina y el Caribe de la CEPAL, la región deberá asumir en unas décadas la disminución de su cantidad de habitantes, quizás algo más pronto que otros continentes. Las principales causas de este fenómeno son, desde ahora, la reducción de la fecundidad y la migración de jóvenes en edad reproductiva a países de América del Norte y Europa.
La CEPAL indica que en América Latina nacen cada vez menos niños, lo cual, sumado a los saldos migratorios negativos de sus países, traerá como consecuencia que estos comiencen a tener cifras negativas de crecimiento poblacional, aproximadamente, a partir de 2040. Solo Cuba se ha adelantado a este fenómeno en la región, pues habría alcanzado su población máxima en 2017. De hecho, se calcula que para el 2100 la cantidad de habitantes de la isla se reduzca a 6.6 millones.
Hay datos respecto a Cuba que, proyectados a lo largo de este siglo, resultan alarmantes. Llama la atención, por ejemplo, que la isla cuente desde hace mucho tiempo con una tasa bruta de natalidad que disminuye a un ritmo mucho más acelerado que el de la mayoría de los países de América Latina. En cuanto a la tasa bruta de mortalidad, esta no ha hecho más que aumentar, también de manera acelerada.
Desde mediados del siglo XX Cuba experimenta las tendencias antes mencionadas, aunque hay ciertos puntos a destacar si se comparan con el comportamiento de estos índices en el resto de la región. A diferencia de otros países, la isla detuvo la disminución de su tasa bruta de mortalidad en la década de los setenta, al menos tres décadas antes que los demás. En cuanto a la tasa bruta de natalidad, vale aclarar que en 1950 Cuba se encontraba muy por debajo de otros países de América Latina. Sin embargo, a diferencia de la mayoría de estos, hasta 1965 mantuvo una tendencia al aumento. Durante la década de los setenta, la tasa bruta de natalidad disminuyó a un ritmo vertiginoso. Luego ha mantenido su decrecimiento,[2] aunque de manera menos abrupta. La década de los setenta fue, en resumen, uno de los momentos más influyentes y definitorios en el comportamiento de los índices demográficos de la isla.
Podría decirse que el crecimiento del índice de envejecimiento poblacional en Cuba es el resultado natural de la constante disminución de la tasa de natalidad; el flujo migratorio hacia el exterior de personas en edad reproductiva que durante más de medio siglo ha afectado al país, y el aumento de la esperanza de vida (algo que también sucede en la inmensa mayoría de los países del mundo,[3] aunque este índice en Cuba ha sido muy superior durante décadas al del resto de América Latina).
En 2019, el índice de envejecimiento poblacional en Cuba era de 103.1 personas de 60 años y más por cada 100 menores de 15 años. La cifra es una de las mayores en América Latina, solo superada por Barbados, Guadalupe, Puerto Rico e Islas Vírgenes. Durante los últimos diez años, esta situación no ha hecho sino agudizarse en la isla: en 2012, las personas con 60 años y más representaba el 18.3 por ciento del total de la población, y en 2021, el 21.6 por ciento. Es decir, actualmente, al menos una de cada cinco personas en Cuba es un adulto mayor.
Notas demográficas del último decenio
El comportamiento de los índices demográficos en Cuba tiende a la aceleración del envejecimiento poblacional. Sin embargo, al centrarnos en el último decenio (2012-2021), se pueden observar variaciones interesantes que, sin ánimos de establecer minuciosas relaciones de causalidad, pondremos en contexto.
La tasa de natalidad tuvo, en los últimos diez años, su mejor momento en 2015: el primer año del llamado «deshielo» impulsado por el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y por Raúl Castro. En 2019, esta tasa comenzó a disminuir a un ritmo más acelerado. Justo ese año se aprobó la nueva Constitución de la República de Cuba, se cumplió el primer año del mandato presidencial de Miguel Díaz-Canel y la población experimentó una súbita escasez de productos básicos, algo que fue bautizado por el gobierno como una «situación coyuntural».
El saldo migratorio en Cuba, al menos desde finales de la década de 1960, mostraba cifras negativas, teniendo con la Crisis del Mariel (1980) su momento más crítico. Curiosamente, en 2013, alcanzó números positivos. Justo en ese año se implementó en la isla una nueva política migratoria que, entre otras cosas, flexibilizó las condiciones para el retorno («la repatriación») de los cubanos residentes en el exterior. Las cifras volvieron a decaer entre 2015 y 2017, años que marcaron el inicio y el final del «deshielo». A partir de 2018 el saldo migratorio en Cuba comenzó a mostrar un aumento gradual (aún en negativos), es decir, que disminuyó la diferencia entre entradas y salidas del país por migración.
Entre 2018 y 2019 aumentó la cantidad de defunciones anuales en poco más de tres mil. Entre 2019 y 2020 la cifra sufrió pocas variaciones. Sin embargo, entre las cifras de defunciones anuales de 2020 y 2021 la diferencia supera las 55 mil 200 muertes. De acuerdo con el parte emitido por el Ministerio de Salud Pública (MINSAP) el 31 de diciembre de 2022, a las 12 de la noche, en 2021 murieron ocho mil 323 personas en Cuba a causa del COVID-19. Eso significa que ese año murieron por otras causas 159 mil 322 personas. La diferencia respecto a las cifras de 2020 (con solo 146 muertes asociadas a COVID-19 reconocidas oficialmente) supera las 46 mil 800 defunciones.
Según las estadísticas de Salud publicadas por la ONEI respecto al año 2021, este considerable aumento se debió, principalmente, a las muertes por «Enfermedades del corazón» (43 mil 52) y por «Influenza y neumonía» (25 mil 620). Dichas cifras revelan un crecimiento de defunciones de 30.4 por ciento y 70 por ciento de estas causas de muerte, respectivamente, en comparación con el año 2020.
La tasa global de fecundidad de Cuba es de las más bajas en América Latina. Solo se encuentran por debajo Santa Lucía y Puerto Rico, según datos de la CEPAL (2019).
Varios estudios coinciden en que la pandemia del COVID 19 disminuyó la esperanza de vida a nivel mundial. Sin embargo, esto fue una situación muy puntual que interrumpió la tendencia al aumento de dicho índice.
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