Rusia ha disparado en una semana casi 260 veces contra una treintena de localidades de la zona de Kherson de la que se replegó y donde ha provocado la muerte de más de treinta civiles, en lo que supone una venganza contra Ucrania por sus reveses bélicos, según Kiev.
“Solo en una semana el enemigo bombardeó 258 veces 30 localidades de nuestra región de Kherson”, dijo en su habitual mensaje nocturno a la población el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky.
“No son capaces de hacer nada, salvo destrucciones. Es lo que dejan a su paso. Lo que hacen ahora contra Ucrania es un intento de venganza. De vengarse por el hecho de que los ucranianos se han defendido varias veces de ellos”, recalcó el mandatario.
Según la agencia Ukrinform, en las últimas 24 horas Rusia ha atacado Kherson 21 veces, alcanzando con su artillería de misiles edificios residenciales y objetivos de infraestructura civil.
El diputado regional fiel a Kiev Serhiy Khlan denunció este martes que “los ocupantes continúan bombardeando la ciudad de Kherson y parte de la región de Kherson que se encuentra en la margen derecha, todos los asentamientos a lo largo de la ribera del río Dniéper”.
Destacó que las tropas rusas abren fuego contra Kherson no solo con lanzaderas múltiples de misiles, sino también con baterías móviles de morteros, ya que la anchura del río en la zona no es grande y permite el empleo de armamento de menor alcance.
Según Khlan, las fuerzas rusas continúan construyendo fortificaciones y cavando trincheras en la margen izquierda del Dniéper adonde se replegaron el pasado día 9 de noviembre, en uno de los grandes reveses sufridos por Rusia en poco más de nueves mese de campaña.
Las sirenas de alarma aérea suenan en toda Ucrania
Como en días anteriores, las sirenas de alarma aérea resonaron este martes en toda Ucrania, sin que llegara a producirse un ataque masivo.
El portavoz de la Fuerza Aérea ucraniana, Yuryi Ignat, llamó este martes la población a dirigirse a los refugios y observar las medidas de seguridad cada vez que suenen las sirenas de alarma.
En el caso de este martes, en declaraciones al maratón televisivo nacional, Ignat señaló que no se detectaron vuelos de bombarderos estratégicos rusos, pero explicó que hubo “amenazas de ataque con misiles de emplazamiento terrestre”.
“Si hay alarma aérea es porque hay motivo. No solo los aviones de la aviación estratégica pueden provocar la declaración de alarma, y si esta se declara hay que observarla”, insistió.
Kiev demanda más ayuda militar
Según el estadounidense Instituto de Estudio de la Guerra (ISW, en inglés), las fuerzas rusas se preparan para asestar a Ucrania una nueva ola de ataque con misiles la próxima semana.
“Pero lo más probable es que estos preparativos apunten a mantener el ritmo de los recientes ataques, y no a incrementarlo debido a las limitaciones del arsenal de misiles ruso”, señaló el ISW.
Zelensky advirtió la víspera de un posible nuevo ataque masivo esta misma semana.
Las autoridades de Ucrania demandan de sus socios occidentales un incremento sustancial de ayuda militar, en particular el envío de sistemas antiaéreos, para hacer frente a los ataques masivos con misiles -siete a día de hoy desde octubre-, que han dañado en torno al 50% de la infraestructura energética del país.
“El cuarto hermano de la familia ‘Brazo Largo’, un (lanzacohetes) LRU de Francia ha llegado a Ucrania. El Ejercito ucraniano es ahora todavía más poderoso para repeler y destruir al enemigo”, tuiteó el ministro de Defensa de Ucrania, Oleksii Réznikov.
El LRU, sobre orugas, es una versión mejorada del lanzacohetes estadounidense M270.
Réznikov subrayó que la llegada de este LRU, que se suma a los tres ya recibidos de Francia, es el “resultado palpable” de la amistad entre Zelensky y su homólogo francés, Emmanuel Macron.
La OTAN reafirma su respaldo a Ucrania
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, reiteró este martes en Bucarest que los países de la Alianza ayudarán a Ucrania a reconstruir las infraestructuras destruidas por los bombardeos rusos y mantendrán el suministro de sistemas de defensa aérea para que el país pueda seguir defendiéndose.
“Los aliados asistirán a Ucrania mientras repara su infraestructura energética y protege a su población de los ataques con misiles”, indicaron los ministros de Exteriores en la declaración que aprobaron al término de su primer día de reunión en la capital rumana.
El político noruego señaló por otra parte que el Ejército ruso está dispuesto a “utilizar la brutalidad extrema y dejar a Ucrania en el frío y la oscuridad este invierno”, por lo que los aliados deben “mantener el rumbo y ayudar a Ucrania a prevalecer como nación soberana”.
“Era como el infierno por todo mi cuerpo”:
Los testimonios de los ucranianos torturados por las tropas de Putin en Kherson
Cuando una docena de soldados rusos irrumpió en la casa de Dmytro Bilyi en agosto, el policía de 24 años dijo que le dieron dos sombrías opciones: entregar su pistola o su madre y su hermano desaparecerían.
Bilyi entregó su pistola a los soldados, que llevaban ametralladoras y el rostro cubierto. Pero dio lo mismo. Le sacaron a rastras de su casa en el poblado de Chornobaivka, en el sur de Ucrania, y le llevaron a una prisión en la capital regional cercana de Kherson, donde dijo que estuvo encerrado en una celda y fue torturado durante días, con descargas eléctricas en los genitales y las orejas.
“Era como el infierno por todo mi cuerpo”, recordó Bilyi. “Quema muchísimo, es como si la sangre hirviera (...) Yo sólo quería que parase”.
Más de dos semanas después de la retirada rusa de la ciudad, testimonios como el suyo ayudan a descubrir lugares donde supuestamente se realizaron torturas en Kheron, que estuvo ocho meses ocupada por fuerzas del Kremlin. Se han encontrado cinco de esas salas en la ciudad, además de otras cuatro en la región de Kherson, donde la gente dice que fue confinada y sufrió golpes, choques eléctricos, interrogatorios y amenazas de muerte, según la policía.
Expertos en derechos humanos advierten que las acusaciones conocidas por ahora probablemente son sólo el principio.
“Durante meses hemos recibido información sobre torturas y otras clases de persecución de civiles”, explicó Oleksandra Matviichuk, responsable del Centro de Libertades Civiles, un grupo local de derechos. “Me temo que aún quedan por delante descubrimientos espantosos en Kherson”.
The Associated Press habló con cinco personas que dijeron haber sufrido torturas o detenciones arbitrarias de fuerzas rusas en Kherson o conocían a personas que desaparecieron y soportaron abusos. En ocasiones, dijeron, los rusos se llevaban a cualquiera que vieran: sacerdotes, soldados, maestros o médicos, sin motivo concreto. En otros casos, los rusos supuestamente habían recibido información de simpatizantes que dieron los nombres de personas que creían ayudaban al ejército ucraniano.
Una vez detenidas, esas personas dijeron que fueron encerradas en celdas abarrotadas donde recibían raciones escasas de sopa aguada y pan y se les obligaba a aprender el himno de Rusia, mientras oían los gritos de los prisioneros torturados al lado. Los detenidos fueron supuestamente obligados a dar información sobre parientes o conocidos con lazos con el ejército ucraniano, incluidos nombres y lugares revelados en notas manuscritas.
Bilyi, policía e hijo de militar, se mantuvo fuera del radar durante varios meses de la ocupación rusa, hasta que, según dijo, probablemente alguien le delató. Pasó cuatro días en una celda con otras personas, de donde le sacaban para interrogarle y aplicarle descargas eléctricas.
Los investigadores le acusaron de tener un Kalashnikov, y no sólo una pistola, y le presionaron para que revelara la ubicación de su padre. Después le dieron descargas durante media hora al día, durante dos días, antes de liberarle, dijo.
La policía nacional ucraniana afirma que soldados rusos cometieron más de 460 crímenes de guerra en zonas de Kherson ocupadas hasta hace poco. Las torturas en la ciudad se realizaban en dos comisarías, un centro de detención gestionado por la policía, una prisión y un centro médico privado donde se encontraron porras de goma, bates de béisbol y una máquina para aplicar descargas eléctricas, dijo Andrii Kovanyi, agente de prensa de la policía en Kherson.
Cuando Igor fue detenido en septiembre en el centro de llamadas donde trabajaba, le llevaron a una sala y le ordenaron que se quitara la camisa y pusiera las palmas de las manos en la puerta de metal para aumentar el flujo de electricidad y el dolor provocado por la pistola eléctrica, dijo.
El soldado ruso le dijo “¿Estás listo? Ahora vas a gritar como una perra (...). No saldrás de aquí, y te mataremos”, dijo Igor, que habló bajo condición de que sólo se empleara su nombre de pila para proteger su identidad.
El hombre de 22 años, acusado de revelar posiciones militares rusas a los ucranianos, dijo que le dispararon con el arma en la espalda durante dos horas y media, y después le obligaron a seguir despierto en una silla toda la noche.
Imágenes en su celular que pudo ver AP mostraban grupos de marcas rojas circulares a lo largo de su espalda. Le liberaron después de dos días, pero no antes de escribir una carta con detalles sobre un pariente de su tío, del que los rusos querían información.
Documentar los crímenes en Kherson será un desafío porque ninguna otra ciudad tan grande ha estado ocupada por Rusia durante tanto tiempo, indicó Brian Castner, experimentado asesor de crisis de Amnistía Internacional.
“Las pruebas deben reunirse y conservarse para mantener esa cadena de custodia, para que cuando haya justicia internacional, las pruebas sean sólidas y puedan exigirse responsabilidades a los autores”, señaló.
La policía en Kherson investiga y reúne testimonios. Pero cada día llega más gente y el sistema de justicia está sobrepasado, según expertos locales de derechos.
En marzo, poco después de que comenzara la ocupación rusa, un amigo de Dmytro Plotnikov fue capturado por rusos cuando fue a la plaza central de Kherson para hacer unos recados. Plotnikov conoce a otras tres personas que fueron capturadas y liberadas por fuerzas rusas, una de las cuales aún tenía magulladuras visibles en el cuerpo más de un mes después de que le soltaran, dijo.
Pero desde que los rusos abandonaron Kherson, lo que más le preocupa son los ucranianos que colaboraron con ellos y se quedaron.
En mayo, una vecina de Plotnikov compartió una foto de su hermana y su dirección en un grupo de chat ruso, dijo. Su hermana es abiertamente proucraniana, y la vecina la acusaba de difundir el odio contra el pueblo ruso, añadió. Si los soldados rusos lo hubieran visto, podrían haber ido a su casa y detenido a su familia, afirmó.
La policía ucraniana ha hablado con la mujer, pero sigue viviendo en la zona, indicó.
“Deberían ser castigados”, dijo Plotnikov. “Me avergüenza que esa gente esté por aquí (...) ¿por qué te pueden torturar en el siglo XXI por tu postura proucraniana, por tu amor por el idioma y la cultura ucraniana? No lo comprendo”.
Rusia trafica con niños ucranianos y los usa como botín de guerra
El tráfico de niños ucranianos por parte de las fuerzas rusas es un drama que continúa en desarrollo y que Moscú no oculta, incluso mostrando a los niños en televisión como un “logro” por haberlos salvado de la destrucción causada por sus propias manos.
“Mi mejor conjetura es que Rusia se lleva a los niños para que sirvan de utilería en sus programas de propaganda televisiva. Y después no se molesta en devolverlos”, apuntó Nicholas Kristof, ganador de dos premios Pulitzer, en una columna para el New York Times en el que repasa varios casos de niños llevados forzosamente a territorios controlados por Rusia, así como el suplicio de sus familias en Ucrania.
Según los casos que conoció de primera mano, las fuerzas rusas usan varios motivos para trasladarlos. En algunos casos, son menores que quedaron huérfanos por los bombardeos. En otros, les prometieron llevarlos a un campamento de verano gratuito en el que estarían a salvo del fuego, alejados de la línea de frente.
“Los rusos prometieron que serían dos o tres semanas, y que luego los niños volverían”, contó Nadia Borysenko, de la ciudad de Balakliya, a Kristof. Su hija Daria estaba entre los 25 niños que subieron al bus y no volvieron porque Rusia pone demasiadas trabas para el retorno. En algunos casos, ya fueron entregados en adopción.
Semanas atrás, en la cumbre del G20, el presidente Volodimir Zelensky dijo que son “decenas de miles” de casos, mientras que el recuento oficial supera los 11 mil. “Entre ellos hay muchos cuyos padres fueron asesinados por ataques rusos, y ahora están retenidos en el Estado que los asesinó”, dijo el líder ucraniano.
No es algo que Rusia oculte. Por el contrario, hay familias ucranianas que reconocieron a sus sobrinos o nietos porque fueron presentados en la TV rusa, dándoles regalos y pregonando un “logro” de haberlos salvado. La propia comisionada rusa para los derechos del niño, Maria Lvova-Belova, se jactó semanas atrás de haber adoptado a un niño ucraniano.
“Eso no es caridad; puede ser un genocidio”, destacó Kristof, recordando que un tratado internacional de 1948 especifica que “el traslado forzoso de niños”, cuando se pretende destruir una nacionalidad, constituye un genocidio.