POR ROBERTO ÁLVAREZ QUIÑONES
A los historiadores siempre se les escapa un detalle clave a la hora de estudiar académicamente el marxismo-leninismo, o el fascismo. Ambas doctrinas consideran que las masas populares son ignorantes, tontas o estúpidas.
No importa que la vida y las evidencias científicas digan lo contrario. Porque una cosa es engañar a personas y otra es que, por haber sido engañadas, esas personas sean estúpidas. Se le atribuye a Abraham Lincoln esta genial conclusión: "Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo, engañar a algunos todo el tiempo, pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo".
Sin embargo, los marxistas en particular siguen insistiendo en que "la gente" es ignorante y todo lo demás. Armado con ese dogma, Lenin llevó a la práctica el experimento diseñado por Karl Marx que terminó costando a la humanidad más de 120 millones de muertos (según las investigaciones posteriores a la publicación en 1997 del Libro negro del comunismo), además de mucho sufrimiento, atraso y pobreza en 35 países de Europa, Asia y América.
El mariscal Hermann Goering, segundo hombre en la jerarquía nazi, en el juicio de Nuremberg, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, dijo: "Con voz o sin ella, al pueblo siempre se le puede llevar hasta el punto que sus dirigentes quieran".
Al compás de esa misma música Fidel Castro se dedicó a mentir todo el tiempo. Y lo siguen haciendo sus sucesores en "la continuidad". Pero mi propósito aquí no es teorizar, sino destacar cómo en consonancia con esta premisa marxista-fascista de "la idiotez popular masiva" el régimen de Raúl Castro insiste en querer a estas alturas tomarle el pelo a los cubanos.
"Ahora sí vamos a construir el socialismo"
Hace unos días el primer ministro castrista, el coronel de inteligencia Manuel Marrero, anunció la creación de la Comisión Nacional de Soberanía Alimentaria (CNSAL), para "quitar trabas al sector campesino", y que se cumpla la ley de igual nombre aprobada en octubre pasado (2022).
El rollizo premier dijo que el propósito es que "no quede un patio, una parcela o un pedazo de tierra sin sembrar". Desgarrándose las vestiduras (como se decía en la Roma imperial), Marrero aseguró que ahora sí ya "no habrá espacio para discursos y promesas, y resultados en números que no se vean en la mesa".
Escenificó un deja vu. En 1987 Fidel Castro, en uno de sus arrebatos histriónicos tipo Mussolini, exclamó: "Ahora sí vamos a construir el socialismo". Y mucha gente (¿tonta?) luego se burlaba sotto voce: "Y entonces, comemierda, ¿qué hemos estado haciendo hasta ahora?".
El coronel Marrero no aclaró cómo una comisión de barrigas-llenas (así llaman en la Isla a los burócratas castristas) cubrirá de manjares abundantes las mesas cubanas. Se trata de otro truco para aplacar los ánimos ante la agobiante escasez de productos agropecuarios, que insufla cada vez más vapor a la caldera social, siempre en peligro de estallar.
¿De qué soberanía habla este jerarca de un gobierno que entrega las mejores tierras a argentinos y otros extranjeros para producir libremente en los campos, en vez de entregarlas a sus propios ciudadanos?
Décadas antes de la Revolución Francesa (ojo, liberal burguesa, que no estatista socializante) Jean-Jacques Rousseau precisó que la soberanía de un país es el pueblo mismo, radica en él. Ningún rey, Estado o Gobierno es soberano per se de nada. El único soberano es el pueblo, que elige en las urnas a quienes lo representan, se encargan de los deberes públicos y son los servidores del soberano. No al revés, como ocurre bajo regímenes totalitarios. Para el gran pensador franco-suizo la soberanía popular garantiza que "domine siempre el interés común sobre el interés particular".
En Cuba, lo más indignante es que mientras el premier presentaba la CNSAL, al mismo tiempo la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) revelaba que entre enero y septiembre de 2022 las inversiones en la construcción de hoteles de lujo y en infraestructura turística se elevaron hasta 15.832 millones de pesos, una cantidad muy superior a los 13.336 millones de pesos invertidos en 2021.
En cambio, se invirtieron apenas 1.218 millones de pesos precisamente en la agricultura, la ganadería y la silvicultura. Se invirtieron 318 millones de pesos en la pesca, fundamentalmente para la exportación, y 296 millones en la industria azucarera, que produce ya menos que durante la Guerra de los Diez Años.
O sea, la dictadura hace cuentos y más cuentos mientras solo invierte el 7,6% del total nacional en el sector agrícola y pecuario, y 12 veces más en edificar hoteles para enriquecer aún más a los militares mafiosos que usurpan el poder. Además, la tasa de ocupación hotelera en Cuba en el primer semestre de 2022 fue de un 14,4%, una de las más bajas del mundo. Para el segundo semestre no se espera que supere el 35%.
Echando un vistazo a los últimos dos años se advierte la incapacidad del castrismo-comunismo para producir alimentos, en un país que antes de los Castro era felicitado por la FAO por ser el mayor exportador de alimentos de América Latina en proporción a su población, y por poseer la mejor ganadería cebú del planeta.
Según el Anuario Estadístico de Cuba de 2021, de los 18 renglones agrícolas básicos, 14 se derrumbaron con respecto a 2020, incluyendo la carne de cerdo (-40%), los frijoles (-21%), así como la producción de maíz, huevos, carne de res, viandas, leche fresca, papa, plátanos, hortalizas, cebollas, arroz, cítricos, guayabas, mangos, frutabomba y cacao.
De 2022 no se han dado cifras totales, sino aisladas. El Noticiero de TV ya admitió que Cuba perdió el 90% de los productores porcinos en los últimos cinco años. ¿Ha ocurrido algo siquiera parecido en algún otro país del planeta?
¿Paga un cubano en Miami 520 dólares por una libra de carne de cerdo?
El propio noticiero televisivo estatal reveló que para 2022 se espera la producción de unas 26.000 toneladas de carne porcina, cifra muy inferior a las casi 200.000 toneladas producidas en 2017.
En la provincia de Sancti Spíritus, otrora potencia porcina, según cifras publicadas por el periódico oficial Escambray, resulta que actualmente se producen 38,3 toneladas diarias de carne de cerdo, y en 2018 se producían 465,7 toneladas diarias, para un total de 17.000 toneladas en todo el año. Pero en 2022 no se va a llegar ni a 1.400 toneladas.
Encima de que el Estado paga precios muy bajos a los criadores privados de cerdos, los obliga a entregar la carne producida al Estado. "Se están acabando los puercos, no da negocio criarlos", concluyó un productor en Holguín que ya abandonó ese negocio. Y son encarcelados por "enriquecimiento ilícito" los productores que crían más puercos que los permitidos por el Gobierno.
Se produce ya tan poca carne de puerco (ni de ninguna otra carne) que prácticamente desapareció del mercado formal. Y en el informal una sola libra cuesta entre 340 y 550 pesos cubanos, el 26% de un salario mínimo mensual. En Florida el salario mínimo es de 1.906 dólares mensuales (11 dólares la hora) ¿Paga un cubano con salario mínimo en Miami 520 dólares por una sola libra de carne de cerdo?
Es un insulto, y a la vez una payasada, hablarles a los cubanos de soluciones oficinescas para producir más alimentos cuando lo que hay que hacer es liberar el campo y los campesinos, entregar a los usufructuarios las tierras en propiedad, desmantelar las "comunas" y "sovjoses" castristas (empresas agrícolas estatales), acabar con el monopolio de Acopio, entregar todas las demás tierras estatales a descendientes de sus dueños expropiados hace 60 años, y a quienes la quieran trabajar.
Los cubanos necesitan ¡ya! que el pueblo soberano ejerza sus derechos, como los concibió Rosseau, no solo uno de los precursores teóricos de la última gran revolución social liberal de la historia, sino también inspirador de la revolución estadounidense que dio a luz la primera democracia moderna liberal del mundo con sistema presidencial y una efectiva independencia de los poderes públicos, tal y como la esbozó el barón de Montesquieu antes que Rousseau.
En la Cuba de 1951 una libra de cerdo costaba el 0,46% de un salario, en la Cuba 'revolucionaria' de hoy cuesta el 14%.
Un consumidor entra en un supermercado de Miami, otro lo hace en Los Ángeles, y otros dos en Boston y en Atlanta. Cada uno de ellos compra cuatro libras de cane de cerdo. El de Miami paga en la caja 1.086 dólares por las cuatro libras de carne de puerco; el de Los Ángeles paga 1.482 dólares, el de Boston, 1.407; y el de Atlanta, 716 dólares.
Parece el comienzo de un cuento de ciencia ficción. Lo es, y no lo es. Porque cada uno de esos consumidores pagaron lo mismo que hoy los cubanos por cuatro libras de carne de cerdo en el mercado negro, el único en el que existe en Cuba esa preciada carne de la dieta nacional, a un precio inaudito de 300 pesos la libra.
O sea, en Cuba para comprar, no una enorme pierna de cerdo para asar, o un puerco completo, sino cuatro libritas, hay que pagar 1.200 pesos, equivalentes al 57% de un salario mínimo en Cuba, que hoy es de 2.100 pesos, o sea, 17 dólares con la tasa oficial de 123 dólares, pero solo 12.72 dólares con la tasa real del mercado monetario callejero de 165 pesos por dólar (el 13 de septiembre), que es la que cuenta incluso para el Banco Central, aunque no lo reconozca.
A un trabajador con ese sueldo mínimo de 12.72 dólares mensuales que comprase cuatro libras de carne de cerdo le quedarían apenas 5.45 dólares para sufragar todos los demás gastos de la canasta básica del mes.¿No es esto un cuento de horror, más que de ciencia ficción?
Precisamente de aplicar hipotéticamente ese despojo del 57% del salario mínimo vigente en 2022 en los estados de Florida, California, Massachusetts y Georgia, es que salen esos ficticios gastos absurdos mencionados al comienzo de este artículo.
La diferencia entre esos estados del "Norte" y Cuba es que la dictadura castrista para ahorrar divisas —que sí gastó en construir hoteles para hacer más ricos a los militares—, ha reducido y casi suprimido la importación de piensos. Y encima paga precios muy bajos a los criadores privados de cerdos, a quienes obliga a entregar la carne producida al Estado. Y mete en la cárcel o impone multas exorbitantes a los productores privados que producen "demasiada" carne de cerdo, por "enriquecimiento ilícito". Como sentenció un productor en Holguín que ya abandonó el negocio y prefirió no dar su nombre: "Se están acabando los puercos, no da negocio criarlos".
Tres libras de pollo cuestan el 31% de un sueldo completo
"Cada día hay menos que comer", aseguró hace unos días desde Santa Clara el periodista independiente Guillermo del Sol. "Ayer la libra de carne de cerdo se comerciaba a 300 pesos, una libra de frijoles 100 pesos, el arroz alcanzó los 75 pesos, un cartón de huevos con 30 unidades está entre 800 y 1.000 pesos", argumentó el comunicador.
Desde Santiago de Cuba, Eldris González Pozo informó: "En estos momentos una libra de pollo cuesta 220 pesos y un paquete de salchichas 200 pesos y tres pequeños panes valen 25 pesos". O sea, para comer en la casa tres libras de pollo hay que desembolsar 660 pesos, el 31,14% de un salario mínimo mensual. Es como pagar en un supermercado de Miami (con un salario mínimo de 1.906 en el estado) 593.52 dólares por tres libras de pollo.
Lo que ocurre es que la dictadura, en vez de hacer realmente algo efectivo por combatir la inflación, la agrava por día. Y no solo por incompetencia, sino por crueldad, la que emana principalmente de Raúl "El Cruel".
Steve Hanke, prestigioso profesor de Economía Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, comprobó asombrado que entre el 21 de agosto y el 8 de septiembre la inflación en Cuba aumentó de un 135% a un 158% de tasa anual, y se consolidó como la segunda mayor inflación del mundo (ya lo fue en agosto), y la que más rápido aumenta.
El galope desbocado del costo de la vida en la empobrecida Cuba supera al 136% del Líbano, el 134% de Turquía, el 127% de Myanmar y el 125% de Venezuela, que ocupa el sexto lugar. En Cuba lo que en enero de 2022 costaba 100 pesos, ahora cuesta mucho más del doble.
El peso vale cada vez menos. Ya dejó atrás al "Periodo Especial" de los años 90 y se cotiza a 184 pesos en el mercado "de la calle" (el verdadero). Y casi seguro antes de fin de año superará los 200 pesos.
El peso precastrista nunca se devaluó
Qué contraste: cuando Cuba era "explotada por el imperialismo" la moneda cubana jamás se devaluó. En 1958 la Isla tenía la tasa de inflación más baja de toda América Latina con un apenas 1,4%. La tasa media era la de México con 7,8%, y la más alta inflación la padecía Bolivia con el 63%.
Los pesos cubanos eran entonces convertibles en dólares al instante, dando uno por uno. Estuvieron siempre a la par 1x1 desde que se emitieron los primeros pesos cubanos en 1915, en el Gobierno de Mario García Menocal, hasta el asalto del poder por los hermanos Castro, que nombró al Che Guevara presidente del Banco Nacional de Cuba (noviembre de 1959), cuando no sabía nada de banca, de finanzas, ni de las más elementales reglas y leyes de la economía moderna.
El comunista argentino sustituyó en el cargo nada menos que al eminente economista cubano Felipe Pazos, uno de los fundadores del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial en la Conferencia de Bretton Woods (EE.UU) en 1944. Precisamente una de las primeras cosas que hizo el nuevo presidente "revolucionario" del Banco Central fue retirar a Cuba del FMI, pese a que había recibido varios créditos de dicha institución global.
Durante toda la etapa republicana precastrista el dólar y el peso circulaban en el país por igual. De hecho eran la misma cosa. Quien tenía cinco pesos cubanos en el bolsillo tenía cinco dólares, y viceversa.
Pero hay más. Los cubanos de hoy no saben (no tienen cómo) que en 1958 los trabajadores industriales cubanos estaban entre los mejores pagados de todo el mundo. Ganaban seis dólares diarios por jornada de ocho horas, y un trabajador agrícola tres dólares. Así está registrado en las estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de la ONU.
En 1951 una libra de cerdo costaba el 0,46% de un salario, hoy el 14%
Ese salario cubano de seis dólares diarios era el octavo más alto del mundo, detrás de EEUU (16.80 dólares diarios), Canadá (11.73), Suecia (8.10), Suiza (8.00), Nueva Zelanda (6.72), Dinamarca (6.46), y Noruega (6.10).
Y con esos salarios de los obreros cubanos, según otras estadísticas publicadas en este caso por la revista Cuba Económica y Financiera, en 1951 en Cuba una libra de carne de cerdo costaba 60 centavos, es decir, el 0,46% de un salario industrial promedio de un obrero, y no el 14% del salario mínimo que cuesta 71 años más tarde. La libra de frijoles negros en 1951 estaba a 15 centavos; y un huevo costaba siete centavos, no 33 pesos como hoy.
Esta alucinación surrealista entre la relación salario-precio en la Cuba capitalista y en la Cuba de la "continuidad" castrista es el punto final de una crónica del absurdo que ni el mismísimo Franz Kafka pudo imaginar: pagar en el mercado más de la mitad de un sueldo mensual completo para comer cuatro libras de carne de puerco, que es además una de las más fáciles de producir y más baratas que hay en este mundo.