LA NOCHEBUENA CUBANA
Por qué a la noche del 24 de diciembre se le llama Nochebuena
La Navidad comienza a festejarse antes de la fecha misma y esas horas previas tienen un nombre. Cuál es el origen y qué tradiciones se mezclan en esta celebración
La Navidad es una de las pocas festividades globales aunque, por supuesto, hay unos pocos países en los que está prohibido celebrarla —en general por razones religiosas, aunque también por razones políticas—. La particularidad de esta fecha es que la fiesta comienza previamente, durante lo que se llama Nochebuena, que es la noche del 24 de diciembre. Ya pasada las 0, con el inicio del día 25, será la Navidad propiamente dicha.
Vale aclarar aquí que la otra fecha cuya celebración global que comienza la noche anterior es la de Fin de Año. En algunos países se le llama Nochevieja a esas horas previas al primer minuto del 1 de enero. Pero lo que aquí nos convoca es saber por qué se llama Nochebuena a la Nochebuena. Aquí la historia que da una respuesta.
Para los cristianos se celebra la Nochebuena y seguidamente la Navidad porque se cree que Jesús nació entre la medianoche y la madrugada del 25 de diciembre, entonces se manifiesta desde horas antes la alegría de la inminente llegada al mundo del Mesías. Se considera una buena noche, una noche especial, de ahí su nombre.
Si bien la fecha del nacimiento de quien, según el cristianismo, es el Hijo de Dios no es exacta y el Nuevo Testamento otorga algunas pistas, aunque no del todo claras, desde el siglo V se inició la costumbre de celebrar en la medianoche lo que se sigue llamando misa del gallo, impuesta por el papa Sixto III.
Pero a la tradición religiosa se fueron sumando costumbres paganas con el correr de los siglos que hacen a la celebración que se inicia en la noche del 24 y que se amalgamaron con las primeras. Desde que se creó Santa Claus o Papá Noel que trae regalos, especialmente a los niños, por Navidad, la Nochebuena quedó ligada a esta costumbre también.
Algunos estudiosos han señalado que la Nochebuena se le llamaba, asimismo, a la fiesta de los Saturnales, una celebración pagana del Imperio Romano en honor del dios Saturno. En forma similar a nuestra actual Navidad, se disfrutaba de grandes banquetes, se intercambiaba regalos y se hacía una fiesta.
Por supuesto las costumbres han ido cambiando, en lo que a la religión se refiere, por ejemplo, en el siglo XVI se acostumbraba celebrar dos misas en Nochebuena, la de aguinaldo en la mañana y la misa de gallo a medianoche, ambas en honor al nacimiento de Jesús. Actualmente, se preserva la del gallo, pero la pandemia de COVID-19 también alteró ciertas costumbres por la necesidad de aislamiento social, que actualmente se están recuperando.
Antiguamente, la Nochebuena era un momento para cantar villancicos, como una forma de arrullar a una criatura, en honor del Niño Dios que había nacido, una tradición que en gran medida se ha perdido. En cuanto a los regalos, se cree que es una práctica tomada de los romanos quienes en el festival de los Kalendas, el pueblo entregaba obsequios al emperador durante el solsticio de invierno en demostración de admiración.
La decoración típica de luces, guirnaldas y adornos son también parte de estas fechas y sus orígenes no son religiosos. A la Nochebuena se le ha agregado recetas típicas para compartir con la familia, en algunos países es el pavo relleno, por ejemplo, en otros el vitel toné. Y a las 12 de la noche se realiza el brindis, se desea Feliz Navidad, y se intercambian regalos.
Otra costumbre que por sus múltiples inconvenientes está en retroceso en algunos lugares del mundo es el uso de pirotecnia, muchas familias aún la utilizan desde que el reloj da las 0 horas. También es costumbre en muchos lugares los fuegos artificiales, que la televisión transmite a todo el mundo, y que se organizan de manera institucional.
poco después de la llegada de los españoles a Cuba, ya las tradiciones navideñas integraron nuestro patrimonio religioso y cultural. Estas tradiciones responden a una cultura heredada, pero muy pronto adaptada a las condiciones propias de nuestro país.
Fueron los colonizadores españoles los que introdujeron la cría del cerdo en Cuba y el cerdo, puerco o macho, asado, como quiera que se le llame, se convirtió en el protagonista de la Navidad cubana. En las ciudades se utilizan generalmente las piernas o las paletas, pero donde las condiciones son más propicias se le cría, o compra, para sacrificarle en tal importante celebración.
En Cuba, después de la cena, muchos concurrían a la “Misa de Gallo”. Pero a partir de 1969 las fiestas fueron eliminadas oficialmente y no fue hasta la visita del Papa Juan Pablo II, que en diciembre de 1997 se volvió a declarar el 25 de diciembre como día feriado no laborable. No obstante durante esos 28 años en muchos hogares cristianos se adoraba en la intimidad el nacimiento del Niño Jesús, y se recordaban a los Reyes Magos del Oriente.
Pero como la comida es una parte importante de la tradición navideña cubana, lo que si nunca dejó de celebrarse, de una u otra forma, fue la “cena de Nochebuena”. Y los cubanos de la Isla, con su esfuerzo, esa noche siempre ponen en la mesa todo lo mejor que pueden conseguir….que para eso antes estaba el mercado negro. Por suerte ahora ya existen los mercados, los “agro”, y aunque los productos les resulten demasiado caros, no sé como lo hacen, pero los compran.
La comida tradicional de nuestras mesas el 24 de diciembre es el lechón asado, arroz congrí o arroz y frijoles, viandas (yuca, malanga, boniato) con mojo criollo a base de naranja agria, grasa de puerco y mucho ajo. También acompañan ensaladas o plátanos fritos maduros o verdes en versión de mariquitas o tostones.
Los dulces no faltan en la mesa navideña. Según el gusto, o las posibilidades, se comen turrones de yema, alicante, jijona, frutas u otros o de producción casera como el dulce de coco, los cascos de guayaba o naranja, el boniatillo, la calabacita china.
Lo más tradicional, que no podía faltar, eran los buñuelos. En forma de ocho, eran confeccionados a partir de una base hecha de viandas y harina, después fritos y servidos en almíbar o acompañado por algunos de los otros postres caseros antes mencionados. Al servirlos se bañaban con un almíbar de azúcar y anís. Los postres, que con tanto esmero hacían nuestras abuelas, han pasado de generación en generación y también forman parte de la tradición en las celebraciones navideñas cubanas.
Con frecuencia, la fiesta comenzaba desde la noche del 23, cuando las madres adobaban el lechón y ponían en remojo los frijoles negros. En la mañana del 24, muy temprano, en el campo, o en casas con patio, se preparaban las condiciones para asarlo. Se preparaba el “horno” en la tierra y se procedía al asado, ya fuese “al pincho” o sobre un bastidor de metal improvisado. El puerco se colocaba sobre una camada de hojas de guayaba, labor casi siempre a cargo del hombre de la casa y de los hijos varones. Y por supuesto, acompañada esta labor por abundante cerveza, los sabrosos “chicharrones” y las tan exquisitas “masitas fritas”.
El lechón era el anfitrión de la comida y cocinarlo era todo un ritual. Se asaba la pieza o el animal entero según eran las posibilidades económicas. Mientras se asaba, se untaba con mojo para que adquiriese ese sabor que cuesta olvidar. Ese adobo que permite el sabor y olor tan característico de la Nochebuena cubana. Y aunque cada familia poseía su "mojo especial", era común la naranja agria, especias y sal. Al menos yo no conozco mejor aliño que la tradicional mezcla de ajo y sal en el mortero, para tener al final esa pasta media blanca-amarillenta, y entonces sumarlo al jugo de la naranja agria con algo de pimienta negra molida y hojas de laurel…
En la parte occidental de la Isla, existía una variante: "la caja cubana", que es una de las pocas formas de asado en que el carbón o braza va encima y no debajo de la carne; y ambos cerrados casi herméticos y mejor aun enterrados. Es, según dicen, como mejor queda la piel del lechón y es algo para chuparse los dedos, por lo crujiente y suave de la piel al terminar.
También podía llevarse el lechón a las panaderías, donde por un mínimo precio, lograban en sus hornos una cocción perfecta. Aunque realmente el placer era hacerlo en casa y eso formaba parte de la tradición y la fiesta…
Las tradiciones Navideñas, parte del patrimonio religioso y cultural de nuestro pueblo, están arraigadas en su memoria histórica. Fue y es la temporada festiva más esperada por los cubanos. Por su aceptación casi universal, la Navidad es la única celebración que impone normas similares a gentes de diversas culturas, idiomas y razas.
A pesar de la influencia norteamericana, en Cuba la Navidad se celebraba a la española por herencia de nuestros antepasados. Desde los días previos a la Nochebuena hasta Reyes eran días mágicos de planeamiento, de compras de víveres, regalos y envío de tarjetas postales. Se decoraban los hogares, las tiendas, calles y ciudades, rebosantes de luces y colores.
La cena de Nochebuena era una de las fiestas familiares más importante del año, y ya fuera una cena íntima entre pocas personas, o una enorme fiesta familiar, era la ocasión para reunir la familia, sentarnos juntos, conversar, vernos. Y esos recuerdos son imposibles de olvidar…
Hoy reunir toda la familia es casi imposible, pero estemos donde estemos, celebramos la Nochebuena y de seguro que nuestros seres queridos están con nosotros, al menos en nuestros recuerdos y nuestros corazones.
¡TENGAN UNA FELIZ NOCHEBUENA¡
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